Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

martes, 3 de mayo de 2011

CALDE-RON: CONFESION EN EL VATICANO Y LOS INTERESES POR DEUDA EXTERNA TRIPLICAN EL DEBITO

Calderón: Confesión en el Vaticano

Álvaro Delgado
MÉXICO, DF, 2 de mayo (apro).- El problema de los zalameros es que suelen ponerlos en ridículo hasta sus propios adulados y eso le pasó a Germán Martínez, el peor presidente que ha tenido el Partido Acción Nacional (PAN) en su historia, por quedar bien con Felipe Calderón, quien en Roma hizo una aterradora confesión.
         Martínez, cuya súbita riqueza patrimonial es motivo de escándalo entre los panistas, escribió en el diario Reforma, hoy lunes 2, que la visita de Calderón a la ceremonia de beatificación de Juan Pablo II no viola el Estado laico ni la Constitución y la ley.
         El viaje de Calderón a El Vaticano, alegó, no fue de carácter oficial, “aunque tampoco sea privado o personal”. Más allá de si algún día explica qué naturaleza tuvo esa visita, a la que se sumó un grupo de religiosos con cargo a nuestros impuestos, conviene detenerse en la defensa que hace Martínez de su jefe en la violación por lo menos de la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público.
         Dice el artículo 25 de esa ley que las autoridades federales, estatales y municipales “no podrán asistir con carácter oficial a ningún acto religioso de culto público ni a actividad que tenga motivos o propósitos similares”.
         Según Martínez, si bien es cierto que existe esa prohibición en la ley, Calderón no la violó porque su presencia en El Vaticano no tuvo, como ya se apuntó, “carácter oficial”, y dio sus alegatos:
         “No es oficial, porque ‘lo oficial’ de un acto de gobierno produce consecuencias jurídicas, políticas o ‘de facto’ en la población. El Presidente (sic) nada ‘oficializó’ con su visita. Nada acordó como para suponer la violación al Estado laico. No pactó subordinar el gobierno al deseo de un obispo, cura, abad o acólito.”
         Cabe preguntarse entonces: ¿En calidad de qué Calderón invitó a Joseph Ratzinger a visitar México, donde los mexicanos --¡y él mismo!-- “estamos sufriendo” por la violencia que ha ensangrentado la nación? ¿Solicitó esa visita de desesperado auxilio --“lo necesitamos”--, sólo como ciudadano michoacano y creyente?
         Y más aún: ¿Calderón invitó a Ratzinger como jefe de un Estado, El Vaticano, o como líder espiritual de una religión que no profesan por lo menos 20 millones de mexicanos que han sido discriminados por su predilección religiosa?
Esto fue lo que le dijo: “Santo Padre, gracias por su invitación, gracias a usted y a la Iglesia. Le traigo una invitación del pueblo mexicano, de los mexicanos para que visite nuestro país que al momento sufre mucha violencia. Ellos le necesitan mucho, más que nunca, estamos sufriendo”.
¿No es obvio que esa solicitud al papa Benedicto XVI a México, hecha por Calderón en ese viaje que para Martínez no fue oficial, “aunque tampoco sea privado o personal”, ya tiene consecuencias jurídicas, políticas o por lo menos “de facto” en la población, así sea con fines facciosos, y por tanto implica una violación legal?
Es obvia que la defensa de Martínez a Calderón, su jefe, no había tomado en cuenta la petición que le hizo a Ratzinger en el breve saludo y su alegato resultó ridículo.
Martínez concluyó su panegírico de Calderón así: “Entiendo el enojo por beatificar al liquidador del comunismo, pero, ¿qué culpa tiene Calderón?”
Y uno puede decir: Se entiende la necesidad de Calderón de sustituir con religiosidad su suprema ineptitud, pero ¿qué culpa tenemos los mexicanos de que nos traiga a un protector de pederastas como fue también el nuevo beato?
Lo que aterra es la dramática solicitud de Calderón a Ratzinger que, sin sarcasmos, implica el reconocimiento de que avanzamos fatalmente hacia el abismo. Es la capitulación de alguien que por su capacidad pudo ser, si acaso, alcalde de Morelia.
Por eso, a pesar del ominoso silencio de las grandes cadenas mediáticas --tan obsequiosas con el poder cuando les deja rédito económico--, la indiferencia de los magnates y el grueso de la clase política, es preciso sumarse a la Marcha Nacional por la Paz con Justicia y Dignidad, que el domingo 8 llegará al Zócalo…

Los intereses por deuda externa triplican el débito total del país

                            
Susana González y Miriam Posada

El endeudamiento representa la tercera parte del PIB, alertan investigadoras de la UNAM
¿Qué se hace con tanto dinero que llega proveniente de inversiones extranjeras y elevados precios del petróleo?, cuestionan

México se aproxima a niveles de débito no sostenibles: economista

El pago de intereses por la deuda externa prácticamente triplica el monto del endeudamiento total del país; entre 1994 y 2009 se erogaron más de 200 mil millones de dólares de intereses tanto por la deuda privada como por la pública, aseveró en entrevista Josefina Morales, especialista del Instituto Nacional de Investigaciones Económicas (IIEc) de la UNAM.

La cifra proporcionada por la investigadora representa 56 por ciento de los 355 mil 391 millones de dólares que alcanzó la deuda externa e interna en marzo de 2011, de acuerdo con el Informe sobre la situación económica, las finanzas públicas y la deuda pública que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) dio a conocer el viernes pasado.

“La deuda en general ya representa la tercera parte del producto interno bruto (PIB) y puede decirse que es manejable, pero es la más alta de nuestra historia y entonces pagamos en intereses el triple de la deuda que seguimos debiendo, a pesar de que en este gobierno los ingresos petroleros triplicaron los obtenidos en la década de los 80. Incluso en términos absolutos es una deuda récord y casi cuadriplica la de los años 80”, puntualizó Josefina Morales.

Una investigación de Alicia Girón González, especialista en finanzas y también investigadora del IIEc, indica que el monto de la deuda externa se duplicó desde el gobierno de Vicente Fox al de Felipe Calderón, al pasar de 16 a 31.4 por ciento del PIB.

Pondera que el servicio de la deuda externa creció más de siete veces, ya que en 1990 se ubicó por debajo de 10 mil millones de dólares; en 2000 sumó 40 mil millones de dólares, para en 2006 brincar a casi 65 mil millones de dólares, y en 2009 rozó los 75 mil millones de dólares.

El ex presidente del Colegio Nacional de Economistas, Fernando Butler, advirtió que México se aproxima a niveles de deuda no sostenibles, por lo que a corto o mediano plazos las autoridades tendrán que actuar para bajar las tasas de endeudamiento. Destacó que el mayor conflicto para el país radica en el destino que se le dé a ese dinero, porque tiene prioridades como programas sociales, educativos y de salud, pero también una alta burocracia con salarios superiores en 25 o 50 por ciento a los de funcionarios de Chile o Colombia, quienes han dado mejores resultados para hacer crecer la economía de sus países.

Coincidente, Josefina Morales planteó: “la pregunta es: ¿qué se ha hecho con tanto dinero que llega al país, ya sea como deuda, inversión extranjera directa (IED) o la Bolsa Mexicana de Valores (BMV), y con los recursos extraordinarios del petróleo? La deuda interna aumentó más con Calderón por la incorporación de los Proyectos de inversión diferida con registro al gasto (Pidiregas) para financiar a Petróleos Mexicanos (Pemex) y la Comisión Federal de Electricidad (CFE), pero en lugar de destinar el capital que se pide prestado en desarrollos productivos o gasto social, se va en pagar las importaciones de gasolina y otros petroquímicos, así como en privilegiar políticas financieras que sólo sirven al capital especulativo”.

Fernando Butler detalló que el endeudamiento que enfrenta México hasta el momento es adecuado por la capacidad de pago y el nivel de exportaciones. Incluso consideró que en 2009 habría sido deseable contraer más deuda para que la economía no se desplomara 6.1 por ciento ni se perdieran más de 800 mil empleos, “pero era tan mala la situación de Estados Unidos que era inevitable que nos afectara”.
Dos años después la necesidad es no caer en prácticas “ortodoxas, el déficit es aceptable” pero, sobre todo, dijo, es indispensable que la información sobre el destino de todo ese dinero sea pública y transparente porque tener deuda es aceptable cuando ese dinero se destina a educación, salud y desarrollo social, a mejorar las condiciones de la población.

Criticó la manera en que se endeuda el país para pagar proyectos de infraestructura que se encarecen de manera desmedida, como muchos de la CFE o de Petróleos Mexicanos que se han realizado bajo el esquema de Pidiregas, “que fue una forma tortuosa que impulsó Carlos Salinas de Gortari para que invirtieran los privados”, pero sobre los que no se han hecho estudios minuciosos sobre los costos-beneficios, los rendimientos, y en los que la deuda crece “para gusto de los inversionistas pero no de los mexicanos”.

Josefina Morales afirmó que el gobierno federal ha incrementado en los últimos meses la emisión de bonos de deuda interna que sólo sirven para atraer y financiar al capital externo especulativo, que busca países como México y Brasil, las cuales pagan mejores tasas de intereses que Estados Unidos, donde se desplomaron con la crisis financiera.

“Cuando las comparaciones del servicio de la deuda externa se realizan con el PIB las cifras minimizan su peso económico, pero mientras en 1991 el servicio de la deuda externa representó 3.2 por ciento del PIB, en 2006 subió a 6.7 por ciento, y para 2009 se elevó a 8.5 por ciento. El PIB se incrementó en ese periodo 50.6 por ciento, pero el servicio de la deuda externa casi se duplicó. En otras palabras, el servicio de la deuda, en este último periodo, registró, a dólares de 2005, una tasa de crecimiento anual equivalente a 2.2. veces la del PIB”, explica Girón González en su investigación difundida por el IIEc.

Desde una dimensión macroeconómica, el monto y costo de la deuda externa no representa un problema “pero sí lo es el servicio de la deuda en relación con el gasto de gobierno y el gasto social. En 2000 este servicio representó 29.4 por ciento del gasto público y poco más de la mitad del gasto social; en 2009 subió a 35.6 por ciento del presupuesto y 61.4 por ciento del gasto social, superior al gasto de educación y salud”.

El servicio de la deuda representó poco más de la quinta parte de las exportaciones en 1991, 23 por ciento en 2000 y cerca de la tercera parte en 2009, precisa el análisis. Por concepto de intereses del servicio de la deuda se pagan 5 por ciento de las exportaciones –contra 58 por ciento que representaron en 1982–; “sin embargo, es necesario tener presente que los intereses pagados por la deuda externa entre 1994 y 2009 han sumado 205 mil 221 millones de dólares, superiores a 27 por ciento de la nueva inversión extranjera recibida”.

Hasta el año pasado la deuda externa era 63 por ciento mayor que el total de las reservas internacionales, mientras el débito interno del sector público superó 27 por ciento el gasto programable de la federación de 2010.

Aunque el gobierno federal aduce que la deuda externa ha bajado porque se ha cambiado por deuda interna, ya que es de más fácil manejo, Girón González advierte que “hay que tomar conciencia de que ésta también es deuda externa, porque quienes la compran son mayoritariamente extranjeros”.

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