Extorsiones millonarias a gente pobre
Velia Jaramillo
Velia Jaramillo
CIUDAD DE GUATEMALA.- En Guatemala, más
de 136 bandas se dedican al tráfico de indocumentados, señala un informe del
Consejo Nacional de Atención al Migrante (Conamigua) y de la Comisión de
Migrantes del Congreso de este país.
El documento afirma que las extorsiones
de migrantes “ocurren principalmente contra familias de los departamentos
Sololá, Totonicapán, San Marcos y Huehuetenango, grandes expulsoras de
migrantes con altos índices de pobreza”.
Estima que esas bandas, dedicadas
también al secuestro, obtienen alrededor de 25 millones de dólares cada seis
meses. Esta cifra se suma a los montos cobrados por los coyotes a los
indocumentados para llevarlos a Estados Unidos: entre 4 mil y 5 mil dólares por
persona.
Firmado por Alejandra Gordillo,
secretaria de Conamigua, y por el diputado Mauro Guzmán –presidente de la
Comisión de Migrantes del Congreso–, el reporte indica que la transferencia de
dinero hacia México producto de las extorsiones “es una práctica diaria, sin
ningún control por parte de los países afectados”.
En entrevista con Radio Nederland el
pasado 12 de enero, Fernando Batista, quinto visitador general de la Comisión
Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) de México, informó que cada año más de
400 mil migrantes centroamericanos transitan por México en ruta hacia Estados
Unidos, y afirmó que aproximadamente 10 mil de ellos fueron víctimas de
secuestros y ataques en México entre abril y septiembre de 2010.
El citado informe sostiene que en el
lado mexicano la mayor concentración de organizaciones dedicadas al tráfico de
personas se ubica en Chiapas y Tabasco, y la integran mexicanos, guatemaltecos
y hondureños.
Álvaro Caballeros, directivo de la Mesa
Nacional de Migraciones de Guatemala (Menamig), critica la reacción de las
autoridades mexicanas “de restarle importancia y credibilidad a denuncias de
secuestros”.
Explica: “Tardaron muchísimo en
reaccionar, y luego recriminaron a los Estados centroamericanos que los
crímenes se originan en su región. La respuesta más coherente sería reconocer
que efectivamente el manejo de las autoridades mexicanas ha generado resultados
desafortunados para los migrantes centroamericanos que, al igual que los
mexicanos, simplemente buscan oportunidades de vida en otro país”.
Caballeros sostiene que mientras crecen
los abusos y la violencia contra migrantes de paso por México, el Instituto
Nacional de Migración hace una gran labor de contención deportando a más de 80
mil centroamericanos cada año.
Según la Dirección General de Migración
de Guatemala, las autoridades mexicanas deportaron a 78 mil 247
centroamericanos en 2008; a 83 mil 244 en 2009 y a 82 mil 811 en 2010.
A Caballeros le preocupan los vínculos
entre agentes de migración y el crimen organizado, y la dificultad para
desmantelar esas bandas porque, afirma, “hay infiltraciones de grupos de poder
paralelos en instituciones de seguridad mexicanas”.
Advierte: “No hay que olvidar que la
masacre de San Fernando, Tamaulipas, se ubica en un contexto de criminalización
de la migración irregular”.
Y añade: “En la medida en que se van
incrementando los controles migratorios, hay mayor riesgo y peligro para las
personas que deciden emigrar de forma irregular. A mayor control, mayor riesgo,
y a mayor riesgo, se registran cambios en rutas migratorias hacia aquellas de
mayor peligro”. l
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