Hacia la resistencia civil...
José Gil Olmos
José Gil Olmos
Javier Sicilia lo admite: aún falta dar
dimensión nacional al movimiento cívico pacifista que se gestó en Cuernavaca,
Morelos, a raíz del asesinato de su hijo Juan Francisco y otras seis personas.
Dice que el próximo punto es convencer a las organizaciones de Juárez para que
se sumen a los seis ejes del Pacto por la Paz, que será firmado en esa ciudad
el próximo 10 de junio. Y sobre la oferta de diálogo que le hizo el mandatario,
sostiene que, de realizarse, nunca será de espaldas a la ciudadanía. E insiste:
ojalá el presidente deje que lo humano, la comprensión y la sensatez vuelvan a
operar en él.
Más relajado luego de la caminata que
encabezó desde Cuernavaca, Morelos, y terminó con una concentración masiva en
el Zócalo de la Ciudad de México el domingo 8, Javier Sicilia sostiene que la
movilización nacional por la paz no debe centrarse en la renuncia del
secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, exigencia que, aclara, él
hizo de manera personal.
Lo importante, abunda, son las seis
propuestas del Pacto por la Paz que se firmará en Ciudad Juárez el 10 de junio:
verdad y justicia; fin a la estrategia de guerra y asumir un enfoque de
seguridad ciudadana; combate a la corrupción e impunidad; combate a la raíz
económica y a las ganancias del crimen; atención de emergencia a la juventud y
acciones efectivas de recuperación del tejido social, y democracia
participativa y democracia en los medios de comunicación.
Sicilia resume la jornada cívica de ese
día: aun cuando puede ser una oportunidad para que Felipe Calderón corrija su
estrategia policiaco-militar de combate al narcotráfico, si el mandatario no
aprovecha la coyuntura y modifica su posición, su gobierno pasará a la historia
como el “sexenio del crimen”.
E insiste: Lo anterior conlleva el
riesgo de que el escenario político se radicalice y algunos sectores sociales
opten por medidas como la desobediencia civil durante el proceso electoral de
2012.
–¿No le parece que es exagerado ese
planteamiento?
–¡No!... Estamos en un estado de
emergencia: 40 mil muertos no son cualquier cosa; tampoco lo son los 10 mil
desaparecidos ni las fosas con gente ejecutada. Es como si estuviéramos en los
tiempos de los nazis; tenemos muertos todos los días. ¿Hasta dónde tenemos que
llegar? ¿Cuántos muertos necesitamos para que la clase política lo entienda?
Por lo que atañe a la sociedad civil,
argumenta que el principal reto es actuar “con humildad” para evitar las
divisiones y protagonismos. Lo importante, dice, es consolidar un movimiento
nacional que se aboque a la refundación del país; “debemos dejar atrás el
infantilismo, a los caudillos, a las mujeres y hombres providenciales”.
“Existen voces inspiradoras que
convocan y reúnen, pero no figuras providenciales. Sólo si dejamos atrás ese
infantilismo podremos superar el fracaso”, reitera.
Su balance incluye a los partidos
políticos y al gobierno federal que, puntualiza, no han tenido la humildad para
reconocer a la ciudadanía que marchó por las calles para exigir justicia, paz y
democracia; porque desdeñan las marchas por la paz del 6 de abril y del domingo
8 de mayo.
Sicilia asegura que los partidos y el
propio Calderón siguen mostrando su miopía frente a la demanda ciudadana que
pide detener esta guerra por los altos costos sociales que está teniendo.
“Piensan en un México abstracto; hay un divorcio entre el gobierno y los
ciudadanos”, dice el escritor.
Sobre la posibilidad de que los
partidos políticos quieran aprovecharse de este movimiento y sacarle provecho
electoral, pinta su raya: “No vamos a entrar en este juego de las elecciones,
que serán las de la ignominia. Quien gane no va a resolver el problema, puesto
que es estructural y empieza con la limpieza de los partidos; lo único que hará
será administrar la desgracia”.
Y reitera que tanto él como los demás
integrantes del movimiento se mantendrán al margen de la contienda electoral
del próximo año. “Es una posición moral irregateable”. Por eso, comenta al
reportero, rechazó los mensajes que durante la marcha le enviaron los
dirigentes del PRI y del PRD.
“Todos los partidos políticos tienen
intereses. Si nos sumamos a las elecciones –comenta– nos vamos a sumar a la
ignominia. La salida, creo, sería un candidato ciudadano, con una agenda en la
que todos estemos de acuerdo para que las campañas políticas puedan tener
sentido y sean verdaderas expresiones de la democracia.”
Y agrega: “Así como pedimos la renuncia
de Genaro García Luna, los partidos deberían renunciar a sus candidaturas y
buscar un candidato ciudadano de unidad nacional. Hay muchos que pueden serlo”.
Nombrar el dolor, organizarse
El 28 de marzo, cuando Juan Francisco
Sicilia Ortega y sus amigos fueron asesinados en Temixco, Morelos, el poeta se
encontraba en Filipinas, donde participaba en un encuentro de escritores. Hasta
allá le llegó la noticia. “Me quedé impotente –relata–. ¡Estar en un lugar
extraño, lejos de tu país y con una noticia de ese tamaño!...”.
Para colmo de males pidió que su vuelo
no pasara por Estados Unidos. Dice que sólo tenía dos días para llegar a los
funerales de Juan Francisco. Y aun cuando el embajador Tomás Calvillo le
consiguió una visa especial, perdió el vuelo… Cuando llegó a Cuernavaca apenas
tuvo tiempo de asistir al entierro de su hijo.
“Me encontré que el asesinato había
provocado una indignación muy fuerte entre los estudiantes y algunos amigos y
profesores, escritores, activistas. Ya habían organizado marchas; también
colocaron una ofrenda. El clima era propicio para la manifestación”, cuenta
Sicilia.
Sin concluir la etapa del duelo
organizó la primera marcha por la paz el 6 de abril, que rebasó las
expectativas. No sólo se convirtió en la protesta más numerosa en la historia
de Morelos, sino que detonó movimientos solidarios en decenas de ciudades
estadunidenses, de países europeos y de América Latina.
“Lo que hizo la muerte de mi hijo fue
darle un canal, darle nombre al dolor que estaba acumulado y que el gobierno
había borrado bajo el lema de bajas colaterales. Todo esto tenía muy mal a la
gente que ni siquiera podía sacar su dolor en su peregrinar buscando justicia.
“De repente la muerte de mi hijo
empieza a nombrar todo este dolor, a nombrar a los muertos, que esas bajas
colaterales no eran cifras y que muchos de ellos no eran delincuentes y que
todos tienen nombre y apellido, familias rotas. Entonces la gente comenzó a
nombrar su dolor, comenzó a salir de su miedo”, señala Sicilia.
Fue como un acto de liberación.
Familias agraviadas por la violencia se presentaron ante los organizadores de
la marcha y escribieron sus relatos en un libro colocado en el altar montado en
las puertas del palacio de gobierno de Cuernavaca.
Otros ciudadanos propusieron utilizar
los pilares del inmueble para poner placas con los nombres de sus muertos. El
propósito, dijeron, era que en otras plazas, pueblos y ciudades del país se
hiciera algo similar. E insistieron en que lo fundamental es recuperar la
memoria de los muertos. A partir de esa iniciativa se está conformando una base
de datos con los nombres de los muertos y desaparecidos en el país.
“Uno de los gestos más bonitos en medio
de este dolor fue poner las placas con los nombres de los muertos en Morelos,
de los 96 que han ocurrido este año. Un día llegó a la plaza una señora muy
humilde con el nombre de su hijo. Así fue como comenzaron a salir los demás; la
gente se dio cuenta de la indefensión en que vivimos por la guerra de Calderón,
mal planteada, mal hecha, mal llevada”, machaca el escritor y colaborador de
Proceso.
Fue cuando pidió la renuncia del
gobernador de Morelos, Marco Antonio Adame, y del alcalde de Temixco, donde fueron
asesinados Juan Francisco y sus amigos.
“Pero no hubo nada porque los
ciudadanos no tenemos armas legales, como la revocación del mandato. Todos
están coludidos, son cómplices. Por eso convocamos a la marcha a la Ciudad de
México y el Pacto por la Paz con seis ejes fundamentales que, creemos, es lo
que se necesita para crearle un suelo al país y que tienen que ver, sobre todo,
con seguridad y democracia.”
Siete semanas después del asesinato de
su hijo y de las primeras manifestaciones de repudio a la guerra declarada por
Calderón al crimen organizado, comenzaron a darse los primeros signos del
nacimiento de un “Movimiento Nacional por la Paz”.
No a la espiral de violencia
Para Pietro Ameglio, experto en
resolución de conflictos y colaborador importante del movimiento, la sociedad
mexicana reaccionó tarde ante la situación de emergencia que vive el país.
Entrevistado durante la caminata que
culminó con la concentración del domingo 8 en el Zócalo de la Ciudad de México,
expone: “Creo que hemos tardado mucho en salir a la calle. Hay muchos casos de
impunidad en todo el país. Quizá el más inhumano sea el de la guardería ABC de
Hermosillo. No puedo imaginar que se quemen 48 niños y no haya un solo
responsable; que ninguna autoridad haya puesto a disposición a una persona para
que investigue. No hay la más mínima ética ni dignidad pública.
“Ha habido otras masacres, como la de
Villas de Salvárcar, en Ciudad Juárez, fusilamientos, cosas espantosas. Y yo
pregunto: ¿dónde están los jerarcas de las Iglesias? La reserva moral ha
tardado mucho en salir porque hemos tenido acciones en un nivel de violencia y
de impunidad que es para que estuviéramos en la calle desde hace mucho tiempo.”
Sicilia dice que nunca es tarde para
rectificar el camino. “La marcha marcó eso: que el dolor que pudo ser algo se
transformó en amor, en comunión, en una búsqueda por la paz, la justicia y la
dignidad. Porque el amor también tiene la otra cara: no es un cheque en blanco:
busca también la justicia sana.
“A pesar de la indignación, de momentos
muy duros sobre todo en la plaza de la Constitución, hubo momentos violentos en
palabras gritando la muerte de Calderón, y se ha apelado otra vez al corazón.
No queremos más odio. Que el dolor no sirva para el odio, sino para rehacer el amor,
la justicia y la paz que perdimos. Creo que la gente, al final de cuentas,
volvió a retomar su corazón. Se calmó y se calló.”
El jueves 5 por la mañana, cuando se
inició la marcha en Cuernavaca, no había ni 500 personas. Algunos de los
organizadores pensaron que no habría respuesta de la gente.
Sicilia recapitula: “Estaban todos los
sectores, la ultraizquierda, la derecha, empresarios, los indios, los
zapatistas; todos los grupos. No fue una marcha catártica. Evidentemente no lo
es.
“Hay una propuesta de seis ejes que son
lo fundamental, y en ellos se reconoce la ciudadanía. Si la clase política no
puede oír esto, va a ser muy grave porque las demandas son ciudadanas y nadie
las ha objetado. Debemos rehacer el país –esta es una de las últimas oportunidades
para intentarlo– y conquistar la incipiente democracia que estamos perdiendo”,
advierte.
–¿Por qué dice que es una de las
últimas oportunidades?
–Porque en el país hay mucho dolor y
mucho enojo… Aquí hay una propuesta ciudadana. Si continúan matando gente,
cuando les comience a llegar a la clase política –parece que ya empezó a ser
afectada–, entonces el país se va a incendiar.
“Si pasa esto, entraremos en una
espiral de violencia aterradora. El otro rostro es igual de aterrador: el de un
Estado policiaco o el de un Estado militar. De alguna manera las dos son dos
formas del infierno frente a la búsqueda de un camino que la ciudadanía ha
hecho para que haya un Estado democrático y de derecho.”
El pacto de paz
Javier Sicilia se ha pronunciado
siempre por la no violencia como la forma adecuada para la solución de
conflictos. Esa práctica la aprendió, dice, de su maestro Giuseppe Lanza del
Vasto.
Filósofo, poeta y activista italiano,
Lanza del Vasto participó al lado de Gandhi en su lucha por la liberación de
la India. Décadas después, creó su propia comunidad de autogestión y de
espiritualidad en Francia, a la que llamó El Arca.
“Creo que la mejor arma de la no
violencia es la resistencia civil”, comenta Sicilia, y enumera sus múltiples
formas: el no pago de impuestos, el voto blanco, las huelgas, marchas y
manifestaciones pacíficas.
Todas ellas podrían utilizarse,
insiste, si los partidos políticos no aprueban una reforma política que incluya
los mecanismos de la democracia participativa: referéndum, plebiscito,
revocación de mandato, candidaturas ciudadanas, desafuero.
Sicilia adelanta que el siguiente paso
es estructurar el movimiento a partir de los seis ejes del Pacto por la Paz.
Para ello, viajará a Ciudad Juárez y dialogará con las organizaciones sociales
que aún se muestran renuentes a firmar el documento programático en esa ciudad
luego del fracaso del programa federal “Todos somos Juárez”, que para ellos
sólo ha representado más violencia.
Si no los convence, Sicilia propondrá
que la firma sea en Cuernavaca, donde nació el movimiento. También refiere que
aún falta establecer el formato para el diálogo abierto con el presidente
Felipe Calderón que, reitera, no será a espaldas de la ciudadanía.
“El formato que propusimos es con la
prensa, en público, con las familias de las víctimas, representantes de la
sociedad civil y en Palacio Nacional. Pero sólo sería de acercamiento porque
nuestro punto de llegada es el 10 de junio. Esto sería un preparativo”, precisa
el poeta.
Según Sicilia, el domingo 8 por la
noche recibió una llamada del secretario de Gobernación, Francisco Blake, para
invitarlo a dialogar con Calderón, pero en privado. “Yo ya no estoy solo –le
dije–. Soy parte de un movimiento nacional y el encuentro sería totalmente
transparente, público, con las familias; nada de secretos”.
Y explica: “Nosotros no estamos
persiguiendo nada. Además, ellos tienen que dar cuentas a la ciudadanía, no a
sí mismos. Lo que se hable ahí tiene que conocerlo la ciudadanía”.
–Usted se ha reunido con Calderón en
dos ocasiones. ¿Qué impresión tiene de él?
–Cuando deja hablar su corazón y al
hombre, no al presidente de la República, creo que Calderón puede encontrar
caminos. Pero cuando deja hablar al político, lo que sucede generalmente, se
mete en una cerrazón que lo está poniendo en un terreno muy difícil porque 40
mil muertos y 10 mil desaparecidos representan un fracaso; muestran que su
política no tiene rumbo más que el camposanto y el terror.
–¿Es una oportunidad más para Felipe
Calderón?
–Es una gran oportunidad. Ojalá
escuche; ojalá haga ese silencio que deje escuchar a su corazón y al hombre, no
al personaje que representa: el presidente de la República.
–¿Es el tiempo justo para hacerlo?
–Está justo a tiempo. Yo tengo
esperanzas en el hombre, no en el presidente de la República; que deje que lo
humano, la comprensión y la sensatez vuelvan a operar en él.
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