ASTIM FELICITA A TODAS LAS MAMAS
Al Escalafón de Agencias Foráneas
Al Escalafón de Agencias Foráneas
SALUD
Por medio del presente queremos enviar un respetuoso saludo a todas
las mamás, esposas e hijas de nuestros camaradas que son mamás ,en ocasión de el
día de las madres.
Mucho de lo que estamos viviendo representa un aprendizaje de vida
inolvidable, pero TODO lo que estamos resistiendo no sería posible sin la
formación que recibimos desde cada uno de ésos hogares
electricistas.
A las mamás de ésos héroes que son ustedes, un abrazo sincero en
éste su día y gracias por haber formado mexicanos dignos y electricistas
ejemplares.
Para aquéllas mamás que ya no están con nosotros, vaya desde lo más
profundo de nuestro corazón un dulce recuerdo y nuestra eterna
gratitud.
A sus esposas, e hijas que son mamás un afectuoso saludo y nuestro
reconocimiento por su entereza para enfrentar junto a ustedes las agresiones, la
infamia, la persecución…son ustedes una inspiración para todos
nosotros.
Porque sabemos que vendrán tiempos mejores, para todas
ellas.
Feliz Día de las
Madres
Fraternalmente
“Por el derecho y
la justicia del trabajador”
Comisión de
Trabajo de Agencias Foráneas
Astillero
Genaro Calderón
Combo sangriento
Renuncia inviable
Campeón de camposanto
Julio
Hernández López
Felipe Calderón y Genaro García Luna son uno. Juntos
comenzaron la sangrienta aventura bélica del sexenio y juntos la habrán de
terminar. Es tanta la fuerza del ingeniero metido a policía (derivada,
obviamente, del poder de Los Pinos), que ha pretendido instaurar una suerte de
vicepresidencia ejecutiva (es decir, que ejecuta) a la que, según sus
pretensiones, deberían rendir cuenta, o coordinarse con ella, los mandos
militares tradicionalmente acostumbrados a cuadrarse solamente ante el ocupante
en turno de la Presidencia de la República.
García Luna es todopoderoso, es decir, es Felipe
Calderón Hinojosa. Lo mismo crea y recrea escenografías e historias de policías
y ladrones para efectos mediáticos (aunque con ello provoque escándalos
internacionales, como el habido con las autoridades francesas a cuenta de una mujer
acusada de ser integrante de una banda de secuestradores) que teje a nivel
nacional su sueño dorado de tener una policía única bajo su fortalecido mando o
mantiene latente su aspiración de avanzar en el plano político, incluso
considerando la posibilidad de ser un candidato de última hora de las
necesidades de mano dura que la realidad que va modelando exijan muy a su
conveniencia. Pero no sólo es un operario eficaz de la maquinaria de sangre y
muerte que tanto complace a Calderón ver funcionando, ni su éxito cortesano
proviene nada más del suministro a la superioridad de relatos, victorias,
intrigas, apodos y viscosos detalles de la cotidianidad policiaca a su cargo:
es, sobre todo, una especie de grandísimo intelectual de la barbarie, un tosco
productor de estrategias y tácticas a gusto de su jefe obsesionado con la
guerra, un contertulio a modo de las necesidades del estadista de nota roja, un
cómplice zafio, un álter ego del agente Felipe.
Por ello es natural que la autodenominada
Presidencia de la República, a través de su vocero para condolencias y
explicaciones, Alejandro Poiré, haya hecho saber que el ingeniero García Luna
goza del total aprecio de su jefe. De ser posible, el emocionado Felipe habría
destapado a Genaro como candidato civil a un golpe electoral armado en 2012,
pero por lo pronto la oportunidad solamente dio para ensalzar al heroico
secretario federal de seguridad pública al que tanto deberá en el futuro lo que
quede de país. Mucho ha cambiado en derredor de Calderón, en materia de su
gabinete siempre en déficit, salvo el cargo rector, la secretaría estelar, la
compañía obligada: nombres van y vienen en las oficinas principales de la PGR y
de Gobernación, por ejemplo, pero el inmarcesible García Luna sigue en su
silla. Nadie ha podido ocupar el íntimo hueco dejado por el inolvidable Juan
Camilo Mouriño, pero nadie ha podido tampoco sacar a García Luna del ánimo cada
vez más complacido y complaciente de Calderón.
En ese contexto, la petición siciliana de que
Genaro Calderón hiciera renunciar a Felipe García Luna resultaba inmediatamente
inviable y políticamente insuficiente. La responsabilidad absoluta de lo que
sucede en un régimen marcadamente presidencialista, como es el mexicano, es de
quien ocupa, al título que sea, la residencia de Los Pinos. Podrá argüírse que
al orillar a FC a exculpar a GGL se está demostrando la connivencia, pero eso
ni siquiera necesitaba de confirmación. O podrá decirse que el poeta convocante
no quiso elevar la mira para no romper puentes. Lo cierto es que esa exigencia
de que GGL renuncie se convirtió en la mediática síntesis endeble de lo que fue
un movimiento vigoroso. A la previsible imprecisión del tiro se sumaron otras
proclamas enarboladas el domingo en el Zócalo, sobre todo las relacionadas con
la muy discutible reforma política (que así como está en las cámaras constituye
solamente un conjunto de parches menores) y ciertas modificaciones discutibles,
relacionadas con el Poder Judicial.
Calderón, mientras tanto, se ha concedido unos días
de distancia internacional para no enfrentar directamente el asunto de la
marcha y para esperar que el paso del tiempo enfríe y desgaste los ánimos
críticos en su contra. Por lo pronto, ha planteado una respuesta política
elemental: respeta la movilización dominical e incluso invita a los principales
coordinadores a dialogar para que conozcan las razones del belicismo que
impugnan. En segundo lugar, mediante un vocero, trata de enaltecer el trabajo
del fabulador García Luna.
Y, por último, se desliza por Nueva York para cumplir
con una agenda lucidora que pareciera contemplar éxitos de otro mundo y no de
la realidad mexicana envilecida. Campeón de la tierra 2011 en el rubro de
liderazgo político, según el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente
(PNUMA) y sin explicar si tales méritos en materia de tierra se refieren a los
camposantos mexicanos en que la administración felipista ha sido indiscutible
líder en suministro de materia prima. Pero no son los únicos reconocimientos,
pues según Notimex, Naciones Unidas también decidió asignar otros dos al
gobierno calderonista, ni más ni menos que por prevención y combate a la
corrupción y por promover la participación de ciudadanos en la elaboración de
políticas públicas mediante mecanismos innovadores. Humor negro de la ONU en
tres tiempos, para beneplácito de la pareja triunfante, el binomio ejecutivo,
Calderón y García Luna (se niega este tecleador a hacer algún acrónimo
escatológico con las dos primeras letras del apellido de Felipe y las tres
primeras del de Genaro: curiosos, absténganse).
Astillas
Alejandro Encinas se ha registrado como candidato
en el estado de México y queda en espera del arranque de campañas. Aun cuando
seguirá pendiente de resolver cualquier impugnación que el panismo haga a su
residencia electoral en la entidad, en términos generales pareciera estar
claramente delineado el escenario del combate comicial. En el PRI peñanietista
no hay ánimos de poner piedras en el camino del opositor perredista, y el PAN
no parece estar levantando ánimos victoriosos con la postulación del yunquista
Bravo Mena... ¡Hasta mañana!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
Hacia una Nueva República
John M. Ackerman
John M. Ackerman
La
marcha de este domingo debe ir más allá de un mero desahogo social o un simple
listado de buenos propósitos. Habría que encauzar nuestro descontento hacia la
construcción de un gran frente social para la creación de una Nueva República.
Los conductores de nuestra fallida transición olvidaron hacer cuentas con el
pasado antidemocrático, acabar con la impunidad y corregir los enormes
desequilibrios de poder que tanto daño le hacen al país. Los rotundos fracasos
del gobierno de Felipe Calderón para garantizar la seguridad pública, y
tragedias como las de la Guardería ABC, Pasta de Conchos y Sabinas, son apenas
síntomas fatídicos de una problemática mucho más profunda.
Nadie pide que no se persiga o no se
aplique la ley a los delincuentes. Los que marchamos hoy exigimos que se
atiendan las raíces en lugar de los síntomas de esta tragedia nacional. Habría
que empezar, por ejemplo, con una reorientación de la estrategia de desarrollo
económico para atender la pobreza que aqueja al país. Los cálculos más
conservadores indican que hay 47 millones de pobres, de los cuales la mitad se
encuentran en pobreza extrema. Asimismo, las 10 familias más privilegiadas del
país controlan más de 10% del Producto Interno Bruto, y los ingresos del 10%
más rico de la población son 25 veces más grandes que los del 10% más pobre.
Los gobiernos de la “transición” han
agravado esta desigualdad al someter los poderes formales a los poderes
“fácticos”. Esta creciente subordinación de las instituciones democráticas es
la fuente principal de la situación actual, ya que asegura un régimen generalizado
de impunidad y debilidad gubernamental. Un Estado incapaz de regular y
controlar a Carlos Slim, Enrique Peña Nieto, Carlos Salinas, Emilio Azcárraga
Jean o Minera México jamás podrá derrotar al Chapo
Guzmán o a Heriberto Lazcano. En los últimos años, todos estos nuevos caciques
de la “modernidad” han logrado doblar a las instituciones públicas.
Hace falta confrontar de manera directa
el problema central de nuestros tiempos: la absurda concentración del poder
económico, social y político en unas cuantas manos. Lamentablemente, la
historia ha demostrado que las elecciones son muy poco eficaces para lograr
cambios sociales profundos. Desde 1934 hasta la fecha, todos y cada uno de los
presidentes de la República han llegado a su cargo por medio de elecciones
populares. Hasta Porfirio Díaz se vio en la necesidad de someterse a elecciones
populares en seis ocasiones.
Así que tristemente la elección de 2006
no fue una excepción, sino un ejemplo más de una larga tradición de elecciones
simuladas y fraudulentas que funcionan más como ejercicios simbólicos para
legitimar al nuevo presidente ante la sociedad que como procesos de verdadera
competencia política en un contexto de pluralidad. Hoy sigue más vigente que
nunca la evaluación del sistema político mexicano como una gran simulación que
don Pablo González Casanova hiciera en 1965 en su obra clásica La democracia en México,
apenas tres años antes del surgimiento del gran movimiento estudiantil de 1968.
Las grandes reformas que afectan
directamente los intereses de los poderes fácticos solamente se logran por
medio de fuertes movilizaciones populares que impongan la agenda a los demás
actores sociales. Así aconteció con la Revolución, que logró minar
significativamente el poder de la jerarquía católica y de los viejos
hacendados. También ocurrió con las reformas electorales de 1977, 1991, 1996 y
2007, que fueron posibles gracias a los movimientos estudiantiles y
guerrilleros de los años 60 y 70, al apoyo social para Cuauhtémoc Cárdenas en
1988, al levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en
1994 y a la movilización postelectoral de Andrés Manuel López Obrador en 2006.
Hoy existe la oportunidad de ir más
allá de estas reformas electorales para lograr cambios en la misma estructura
social del país. Por ejemplo, habría que plantear estrategias para la
redistribución directa de la riqueza y el ingreso de los ciudadanos más ricos a
los más pobres, la democratización de la propiedad de los medios electrónicos
de comunicación, la división de corporaciones dominantes como Telcel y Cemex,
la cancelación de la evasión fiscal, el establecimiento de nuevos impuestos
sobre las transacciones bursátiles y el capital especulativo “golondrina” del
extranjero, entre otras múltiples propuestas que han sido desarrolladas por
destacados expertos en estas materias.
Reformas como estas tendrían un impacto
directo en la situación de la seguridad pública porque, simultáneamente,
equilibrarían el poder social y robustecerían la capacidad fiscal del Estado.
Ello fortalecería la sociedad tanto para resistir el reclutamiento del crimen
organizado como para participar en la construcción de un país de legalidad.
También el gobierno contaría con mayores recursos para realizar una limpia
profunda y una profesionalización de los cuerpos de seguridad pública, así como
para combatir la corrupción y el lavado de dinero.
Esperamos que este día llegue a ser
recordado como aquel en que la sociedad mexicana finalmente se despertó a su
misión histórica de democratizar el poder y domesticar los poderes fácticos.
Hasta hoy la transición democrática ha fracasado rotundamente en atender las
necesidades más básicas de la población, como la seguridad, la alimentación, la
salud y el trabajo. Habría que tomar pasos definitivos hacia la construcción de
un nuevo régimen de justicia social para todos y todas. l
@JohnMAckerman
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