La hora de la sociedad
John M.
Ackerman
En lugar de desgastarse buscando reuniones con
Felipe Calderón, el emergente movimiento nacional por la paz, la justicia y la
seguridad debería abocarse a articular una acción social plural, combativa y de
largo aliento. Antes de atender al poder y sus condiciones, habría que
acercarse a los ciudadanos y sus necesidades. De otra forma, se podría perder
una oportunidad histórica para transformar de raíz a nuestra dolida nación.
El sexenio de Calderón ya se encuentra en su fase
terminal y el Presidente ha sido claro en que no contempla modificar ni un
ápice su estrategia de combate al crimen organizado. Según él, tiene la ley, la
fuerza, y la razón de su lado y simplemente no existen otras opciones de
actuación. Ante su comprobada cerrazón, tiene poco sentido construir escenarios
para convencerlo de que debe cambiar de rumbo o hacerlo escuchar a las
víctimas. Y aun si por arte de magia de repente el ocupante de Los Pinos se
despertara de su terquedad, simplemente no le quedaría tiempo para trazar
salidas alternas a la actual emergencia nacional.
La ruta del movimiento debería caminar por otro
sendero. Por ejemplo, el encuentro programado para el 10 de junio en Ciudad
Juárez constituye una gran oportunidad para la articulación y movilización de
una amplia diversidad de grupos y demandas sociales. Esa dolida ciudad es
simbólica no solamente por la grave crisis de seguridad pública que se vive
hoy, sino también porque allí se desnudan de manera particularmente clara las
contradicciones de la inserción de México en el mercado global, que envía cada
vez más mexicanos al subempleo maquilador y al extranjero para trabajar como ilegales
en condiciones infrahumanas.
Así como Emiliano Zapata revivió en la Selva
Lacandona en 1994 para enfrentar la marginación de los pueblos indígenas, hoy
se abre la oportunidad para que una versión moderna y pacífica del general
Pancho Villa y sus dorados eche a andar procesos sociales de transformación
desde la frontera norte. Así como los Tratados de Ciudad Juárez del 21 de mayo
de 1911 llevaron a la renuncia de Porfirio Díaz, hoy los Acuerdos de Juárez
cien años después también podrían ser el inicio de un cambio radical en los regímenes
de dominación y acumulación del país, así como el momento perfecto para
insistir en la renuncia de Genaro García Luna y del mismo Calderón.
Javier Sicilia ha demostrado una gran sensibilidad
al tomar en cuenta la demanda de los juarenses de que el 10 de junio sea
auténticamente social, sin la participación del gobierno. Los habitantes de esa
ciudad están particularmente hartos de los estériles pactos gubernamentales,
como el inútil Todos somos Juárez, firmado en febrero de 2010. Saben que la
participación de representantes de instituciones corruptas y ineficaces
solamente contaminaría una auténtica expresión de resistencia y propuesta
ciudadana.
Ahora bien, así como ha escuchado a los juarenses,
Sicilia también tendría que tomar en cuenta los cuestionamientos y las
propuestas que han surgido con respecto al Pacto por un México en paz, con
justicia y seguridad, presentado el 8 de mayo. Si bien cada uno de los seis
puntos tiene gran valía en lo general, existen debates importantes con respecto
a las propuestas específicas. Por ejemplo, no hay duda de que habría que
reformar el fuero de los legisladores para evitar su abuso, pero simplemente
eliminarlo para una serie de delitos, como propone el documento, podría afectar
de manera importante la independencia parlamentaria. Asimismo, si bien podemos
estar de acuerdo en que hace falta establecer mecanismos de democracia
participativa, avalar la versión de candidaturas independientes aprobadas por
el Senado, como pide el pacto, podría generar una situación de captura total de
las elecciones por los poderes fácticos.
También llama la atención que el pacto en ningún
momento plantea el retiro de las fuerzas militares de las calles ni la
eliminación del fuero militar. Tampoco impone un plazo perentorio para la democratización
de los medios de comunicación electrónicos, cuando sí lo hace para otras
demandas. Otra ausencia es que el documento no contiene propuestas para
repartir de manera más equitativa la riqueza nacional o meter en cintura a los
poderes fácticos. Pero quizás la laguna más importante es la falta de
planteamientos específicos con respecto al papel que juega el gobierno de
Estados Unidos en la crisis actual y la necesidad de defender la soberanía
nacional.
Así, en lugar de simplemente pedir adhesión a un
documento elaborado en el escritorio de unos cuantos analistas y establecer
comisiones civiles de verificación y seguimiento para asegurar su cumplimiento,
Sicilia debería abrir el documento a una amplia consulta pública donde todos
podamos participar en la confección y debate de un verdadero replanteamiento
del futuro de la nación. Así, el poeta daría un claro ejemplo de disposición al
diálogo y una gran lección de apertura democrática a Calderón y su gabinete. De
lo contrario, podríamos llegar a la situación absurda de tener que tomar las
calles de nuevo, ahora para exigirle al poeta que nos escuche a la ciudadanía.
La campaña No + sangre ha calado hondo en la
sociedad mexicana y en unos cuantos meses ha logrado articular un discurso
común de repudio hacia la guerra ilegal y fallida de Calderón. El 8 de mayo,
esta consigna e imagen caminaron en solidaridad con el dolor de Sicilia y
cientos de otras víctimas. Ahora es el momento de convertir este descontento en
un amplio movimiento social de nuevo signo, basado en una participación
ciudadana autónoma y combativa que busca una transformación profunda del país.
El nuevo orden
Hermann
Bellinghausen
A verte las manos, qué traes ai. El guardia se
interpone entre la niña y el fin de la escalera de caracol y granito. Ella,
sobresaltada, se detiene y retrocede un escalón. Él es un vigilante, se le nota
a leguas, aunque no lleve ningún uniforme, ni siquiera de guarura. Hasta una
niña como ella. Digo, la escuadra enfundada sobre el costado, o digo, basta
verle la cara. Pero Raquelito es de las que no se espantan, y eso que
sinceramente no creo que estos días haya en el país nada más frágil y sagrado
que una niña de 12 años. Sobre todo por el riesgo que corren, por su inocencia
sobre todo. Ya ven cuántos casos hasta salen en las noticias.
No traigo nada señor, mire. Se saca de los
bolsillos de su chamarrita de capucha primero una mano, luego la otra, y las
gira con gracia ante la cara adusta y hostil del señor.
A ver, sácate las dos a la vez y ponlas en alto,
dice el hombre, como ofendido de que le pudieran tomar el pelo. Raquelito lo
piensa unos instantes, y al fin las saca juntas, con cara de ¿ya ves?, nada por
aquí, nada por acá.
Por alguna oscura razón la mocosa lo está
molestando. Tal vez lo ofende que no le tenga miedo. Debería. Ven acá, te voy a
tener que aplicar los reactivos.
Raquelito pone cara de ¿los qué? Si este pasillo es
franco siempre, de cuándo acá. Apenas vino la semana pasada y no había nada de
guardia ni a verte las manos. Su papá vive al final del pasillo. A tres puertas
de la escalera otro guardia, con audífono al oído, se aburre unos pasos antes
del 403, el depa de la nueva novia de su jefe, donde este lunes lo está
agarrando la mañana. Se ha de haber quedado dormido, anda enculado el patrón,
pues. Ahora bien, ni modo que el guardaespaldas no supiera manejar la situación
imprevista de una niña queriendo atravesar el perímetro.
Raquelito es como esos personajes de las nuevas
novelas juveniles (algunas llevadas al cine) que no le temen a nada, ni se lo
piensan, nunca se detienen y después de penurias y golpes de suerte terminan en
el Ártico montando osos polares, en un barco nuclear reventando monstruos o
volando sobre las catedrales detrás de un dragón ya casi derrotado. Raquelito,
como todos los niños que transitan enganchados a los juegos electrónicos en sus
diversos gadgets y terminales, está acostumbrada a las metamorfosis. Se
le hacen lo más normal. Duda en qué convertirse, si en hada, reptil, o hacerse
invisible. Aguanta, a ver qué pasa.
El hombre le jala una mano y le pasa una toallita
húmeda con algún reactivo. Luego la otra. ¿Para qué?, quiere saber ella. Y él,
mecánicamente: detector de explosivos y drogas. Ay, exclama Raquelito
regocijada, igual que en el aeropuerto. Sí, supongo, concede el guardia. La
niña viene limpia, ¿pero qué la hace tan temeraria? Él podría golpearla,
matarla, violarla. Lo ha hecho; en circunstancias diferentes, claro. Pero sería
capaz. Su compañero pasillo adentro le hace una seña, y por el microfonito
sopla, ¿qué novedad?
Ninguna. Inquilina no registrada. En orden, dice al
micro el hombre que interceptó a la niña. Resulta que trae uno, bien
disimulado. Gira atrás su brazo como puerta abriéndose y se hace a un lado. Raquelito
pasa, enseguida se detiene, da media vuelta y lo encara otra vez. Oiga, y
usted, ¿cómo se llama? Malora chiquilla, bien que se da cuenta de que lo pone
nervioso, de que quiere deshacerse de ella. Qué te importa piensa él
contestarle, anda ya vete escuincla dice en cambio.
Ella, en uniforme de deportes, pero con la
chamarrita apastelada como de cómic japonés, que no se quita ni para dormir, y
su mochila violeta al hombro, da la espalda al matón y se aleja por el pasillo.
Pasa frente al segundo guardia, buenos días, y éste responde igual. Raquelito
ríe por dentro. Golpea en la puerta del 414, la última a la izquierda. Su papá
abre, todavía en piyama, sonriente de verla. Ella nomás entra al departamento,
avienta por ahí su mochila, se tira en la desvencijada mecedora nicaragüense y
dice papi, ora sí que qué vecinitos te conseguiste. El papá asoma por la
puerta, aún despeinado por la almohada, mira en la distancia a los dos
guardias, se rasca la cabeza y cierra la puerta.
La morocha del 403 que te gustaba, ya te la ganó
uno de la maña, se burla Raquelito con su risa cristalina, la condenada. No son
la maña, creo, dice el papá. Es funcionario. Según que trata de ser discreto.
Chale pa, se queja la niña.
Y nunca dije que me gustara la vecina, repela. De
dónde sacas. Ella abre los brazos y grandes los ojos, hace una o en la boca y
dice oobvio papá, no necesitabas decirlo. Había de verte cómo la
mirabas.
Y un seco ja, dando a entender qué cara tan dura
tienes. De inmediato se incorpora y se pone a recoger las latas de cerveza y
los ceniceros para vaciarlos. Papá, eres un cochino. Tuve gente, se justifica
él, regañado, jugando a invertir papeles. Ah, Raquelito. Es también por ese
modo suyo que todos la queremos tanto. Ni modo que no.
Dinero
Está en la cárcel un benefactor del calderonismo
Acusado de secuestro y ataque sexual
El país del güey
Enrique
Galván Ochoa
La última vez que estuvo en nuestro país el director
gerente del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn, fue el
pasado diciembre y recibió trato de salvador de México y de la humanidad. En
una reunión en Los Pinos, le dijo Ernesto Cordero: A nombre del gobierno
federal le queremos agradecer al Fondo Monetario Internacional su presencia y
también su actuación oportuna y decidida durante la crisis del 2008 y del 2009.
Si en México tenemos una tasa de crecimiento cercana al 5 por ciento este año,
se debe en buena medida a las decisiones oportunas que el Fondo tuvo para apuntalar
la arquitectura financiera del mundo. Strauss-Kahn pasó el fin de semana
detenido en Nueva York, bajo los cargos de secuestro y violación en grado de
tentativa en agravio de una joven afanadora del hotel Sofitel, en las cercanías
de Times Square, donde ocupaba una suite de 3 mil dólares la noche. Ya andaba
escapando; en su prisa hasta olvidó el teléfono celular, pero la policía lo
bajó del avión que lo llevaría a París. Ocupaba una butaca del vuelo Air France
de Nueva York-París en la cabina de primera clase, porque se dan una vida de
príncipes estos malandrines a costillas de los intereses que los países pobres
pagan al Fondo por sus préstamos. También es, por añadidura, aspirante a la
presidencia de Francia. En la reunión en Los Pinos de aquel diciembre también
habló el presidente Calderón: Saludo con afecto al doctor Dominique
Strauss-Kahn. Y quiero reconocer, doctor, la extraordinaria labor que ha
desempeñado usted y su equipo al frente de esta institución, sobre todo, ante
la crisis internacional vivida el año pasado, la más grave en materia económica
que haya vivido el mundo moderno desde la década de los años 30 del siglo
pasado. ¿Y a que se debía tanto apapacho al presunto delincuente sexual?
–respetemos el principio de que es inocente hasta que se demuestre lo
contrario. El FMI le había otorgado una línea de crédito al gobierno mexicano
por 47 mil millones de dólares, pero le estaban rogando que la ampliara a 72
mil millones –como sucedería un mes después. Es que la economía del país está
sostenida con alfileres, a despecho de las estadísticas manoseadas y
optimistas, y se necesita ese blindaje por si se agudiza la fuga de capitales.
La pregunta es si la adulación y el entreguismo es la única manera de
relacionarse con los directivos de las poderosas organizaciones financieras
internacionales. La respuesta la podemos hallar en Brasil. El presidente Lula
no sólo saldó el dinero que su país debía al Fondo Monetario Internacional,
sino que le prestó 13 mil millones de dólares. Volviendo al tema del cachondo
de 62 años, este lunes se conocerá si el juez le concede una fianza para que
lleve a cabo su defensa en libertad, y también ya fue designado un sustituto.
No es la primera vez que se mete en lios judiciales. En 2008 hubo una
investigación de la que salió bien librado a propósito de una supuesta relación
extramarital que sostenía con una empleada de la institución. Y antes, en 1999,
tuvo que renunciar a su cargo de ministro de finanzas del gobierno del Eliseo
como resultado de otra investigación relacionada con prácticas corruptas. Por
eso vienen con gusto a México: aquí hay quienes los reciben de rodillas.
@Vox Populi
Twitter: @galvanochoa
(Ésta es una selección de mensajes. En el Foro
aparecen todos en su versión original.)
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