Seis desacuerdos entre la
sociedad y el presidente
Sabina Berman
Sabina Berman
1. La guerra
del presidente ha sido contra los grandes criminales del país. Replica el nuevo
movimiento civil: la guerra que necesitamos debiera ser por la seguridad de los
ciudadanos.
La diferencia
es semántica, como ha insistido en señalar el presidente a últimas fechas. Pero
trasciende la semántica. Implica un cambio de objetivo para la guerra y por
tanto pide una nueva estrategia. Una nueva estrategia con el énfasis no en
matar criminales sino en impedir que los criminales dañen a la población civil.
Es asombroso,
luego de billones de dólares gastados en esta guerra, no se ha creado un solo
mecanismo de protección para los civiles.
2. La seguridad
de los ciudadanos será un corolario de la captura de los grandes capos, ha
prometido el presidente. No es así, dicen los ciudadanos: El factor que
determina la inseguridad actual es la ausencia de justicia.
O para
parafrasear el documento que se leyó en el mitin recién ocurrido el 8 de mayo
en la Plaza de la Constitución de la Ciudad de México: El Estado no puede
seguir pretendiendo que el hecho de que el 98% de los crímenes del país quedan
impunes, no es el factor determinante de la inseguridad.
Cuestión aritmética:
98 de cada 100 delincuentes pueden volver a delinquir. Cuestión probabilística:
Si es casi seguro que un crimen no será castigado, la tentación de delinquir,
cuando emerge en un civil, es casi imbatible. Cuestión moral: Cuando en una
sociedad el daño al prójimo sistemáticamente no es castigado por la autoridad,
la distinción entre el bien y el mal se desvanece.
Sin una
regeneración del sistema de justicia, cualquier guerra contra el crimen será
inservible.
3. Los malos,
ha explicado el presidente a un grupo de niños, el recién pasado Día del Niño,
están ahí afuera y los estamos combatiendo los que gobernamos. Replica el
movimiento ciudadano: Los malos están también adentro de las instituciones de
gobierno.
Es consabido.
Durante el siglo XX, en México los transgresores de la ley operaron con la
anuencia, la cooperación y el beneficio de personas concretas que ocupaban
puestos de autoridad del Estado. Recientemente, con el debilitamiento del
autoritarismo, el equilibrio varió: Ahora los malos de afuera de las
instituciones, ya sean los narcos o los señores del gran dinero, transgreden la
ley ordenando a las “autoridades” las formas de su complicidad.
De ahí la
exigencia del movimiento ciudadano de suspender los fueros entre los
funcionarios y ejercer la justicia también entre ellos. ¿Cuántos gobernadores
han sido juzgados por su cooperación o anuencia ante el crimen? ¿Cuántos
alcaldes? ¿Cuántos congresistas o jueces? Ninguno. Ninguno. Ninguno.
4. Esta guerra,
ha dicho el presidente, es para limpiar a México de malhechores. Contesta el
movimiento ciudadano que encabeza Javier Sicilia: Esta guerra donde mexicanos
matan a mexicanos, es el síntoma de una enfermedad antigua y esparcida por la
sociedad entera.
Una enfermedad
que deriva de la impunidad. De la pobreza. De la desigualdad económica. De la
falta de crecimiento económico y por tanto de oportunidades. De una educación
inepta. De un bien común raquítico. Y del aislamiento de la sociedad civil de
las decisiones públicas.
Así el Estado
opere contra los síntomas de la enfermedad, debe atender sus causas profundas.
5. Tengan
paciencia y comprensión, ha pedido el presidente a los civiles. Los civiles
replican luego de cuatro años de guerra: Basta ya de soluciones puramente
balísticas donde somos el paisaje para los fuegos cruzados, las víctimas
colaterales, los muertos anónimos que se cifran en números abstractos, los
receptores mudos de spots, los votantes engañados por la propaganda de cada
seis años.
La democracia
no es tal sin que los civiles tengan a su disposición correas de transmisión
con sus representantes. Por ello la exigencia de figuras como el referendo, las
candidaturas independientes y la reelección de alcaldes y legisladores.
6. Esta guerra
se gana con metralletas, granadas y tanques, que destruyan al cabo de cinco o
siete años al enemigo, ha dado a entender el presidente. Esta guerra, corrige
el movimiento ciudadano, se gana construyendo otro país sobre los destrozos de
aquel en que
habitamos.
habitamos.
Consideremos
este momento como el de una emergencia nacional, pide Javier Sicilia. Como él
lo ha hecho con su tragedia personal, démosle sentido a los 40 mil muertos de
esta guerra dejándonos invadir por la urgencia del cambio.
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