Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

domingo, 15 de mayo de 2011

UN ASUNTO DE RENDICION Y ENTREGUISMO- VUELOS NO TRIPULADOS- LA IRREALIDAD DE LA POLITICA MEXICANA

La irrealidad de la política mexicana (Yo, Winston Churchill)
Ahora Felipe Calderón volvió a realizar una comparación que en sus formas suena arriesgada, quizá hasta excesiva y tonta. Ahora declaró “Cuando Winston Churchill era también acosado y señalado en medio de un mar de titubeos, de una corriente de opinión titubeante de las decisiones”…” el objetivo era "la victoria, sin menoscabo del terror, cuan largo y duro pueda ser el camino"…”puedo decirles que nuestra estrategia es combatir y vencer a los criminales que asolan a nuestro país”. No es lo ridículo de la comparación sino la falta de sustento real de la misma y es que los políticos mexicanos viven, al menos así lo demuestran, fuera de una realidad psicológica; pero lamentablemente no solo él tiene esa conducta.

Los políticos mexicanos han mantenido en los últimos tiempos un perfil que los hace ver ante la población como personas que muestran una desconexión total con la realidad que se vive en el país. Todo ello se ve reflejado en las actividades que realizan pero sobre todo en sus responsabilidades como gobernantes, ya que en muchas de ellas o incluso algunas declaraciones demuestran el poco nivel intelectual que poseen. Sin embargo esto, por lo normal, es en contra de los intereses de la población que representan, ya que en muchos casos estas declaraciones o acciones son en sentido contrario a lo que realidad dicta.

Así que, los políticos como personas que son también se rigen por los principios de la psique humana, de sus capacidades y facultades mentales para insertarse en sociedad como individuos plenos. Cuando se tienen responsabilidades mayores a las del promedio se generan estados de ánimo diferentes, eso en algunas circunstancias hace cambiar la personalidad de los individuos. De esta manera los políticos mexicanos se transforman y en algunos casos se extraen de la realidad para hacer la suya propia, aunque esta no coincida con la de la mayoría de los mexicanos.

Quisiera comentar lo anterior a partir de declaraciones hechas por tres políticos mexicanos; aparte de la realizada por el Presidente. El ex secretario de Comunicaciones y Transportes en el Gobierno de Vicente Fox: Pedro Cerisola y Weber. Ernesto Cordero actual Secretario de Hacienda y Crédito Público pero que era el responsable de la Secretaría de Desarrollo Social cuando exteriorizó sus palabras y finalmente de Bernardo de la Garza, Director de la Comisión Nacional del Deporte (Conade). En los tres casos hicieron declaraciones pensando en que los mexicanos iban a creerlas, pero solo no pasó eso sino que demostraron un problema que puede ser mental o psicológico.

El más antiguo de los casos fue el de Pedro Cerisola ese 22 de octubre de 2001 (
http://www.jornada.unam.mx/2001/10/23/texcoco.html) cuando anunció la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México en los terrenos que ocupa el municipio de Salvador Atenco en el Estado de México. Ese día a pregunta expresa de los reporteros sobre la fauna acuática y avícola que habita el Vaso de Texcoco (donde se construiría ese aeropuerto) contestó que “no había problema ya que los patos sabían que no debían colocarse enfrente de los aviones”. O sea que nos dijo que cómo esas aves pensaban, iban a cambiar de “residencia” cuando las pistas aéreas estuvieran terminadas. Algo completamente fuera de la realidad para hacer valer sus palabras.

Existen otros dos casos, estos ya están ubicados en la administración de Felipe Calderón, en primer caso es un político muy cercano a la Presidencia de la República y en otro uno que acababa de integrarse a los puestos derivados del gabinete. El primero es Ernesto Cordero, que cuando hizo la declaración era Secretario de Desarrollo Social en este caso su dicho fue dirigido a Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía en el año 2001, quién comentó sobre la calidad de la economía mexicana y el secretario le espetó: “Señor Premio Nobel debe usted leer un poco más” (
http://www.milenio.com/node/325192).

Esta por demás explicar que “no es posible que los patos piensen” y también explicar las razones fuera de la realidad para que un funcionario de gobierno le pida más aplicación académica a un Premio Nobel de Economía. Sin embargo estos dos políticos utilizan su retórica para hacer creer algo que no es; primero que Atenco y Texcoco era la mejor ubicación para el aeropuerto cuando no fue así y en el segundo de los casos con tal de defender la economía mexicana que ha cometido tantos errores, sobre todo en el último año. O sea defender lo indefendible, para ello emplean sus discursos ante la sociedad para mostrar una realidad que o corresponde a lo que viven la mayoría de los mexicanos.

Por último, Bernardo de la Garza, ahora Director de la Conade, cuando tomó posesión del puesto dijo: "México tiene todo para ganarle a Cuba en los Juegos Centroamericanos y del Caribe" (
http://www.eluniversal.com.mx/notas/651614.html). Esto lo hizo cuando todavía no se conocía la no actuación del país caribeño en la justa que se desarrollará en Mayagüez en ese año (2010). La no asistencia de Cuba se supo hasta marzo y él, triunfalista, en enero pensó en vencerlos, en todo momento, no a futuro o largo plazo sino ya, nada más porque tomó posesión de un cargo público.

Las tres declaraciones podrían ser ejecutadas por personas ignorantes y faltas de competencias para ser parte del Gobierno de un país, pero hablando de mexicanos puede no ser cierto. Los políticos mexicanos tienen la costumbre de falsear los hechos, de ser mentirosos y eso es muestra de problemas mentales y/o psicológicos; ya que no es correcto, al menos lógico, que las personas actúen de esa manera. Su actuar laboral (su función es un trabajo por más importante que este sea) no esta apegado a situaciones reales y palpables, más bien parece que su libre albedrio los hace actuar así y eso es lo preocupante.

En este caso caen las declaraciones de Calderón comparándose con Winston Churchill y su liderazgo histórico de la sociedad inglesa para vencer a los alemanes nazis. Es una realidad que no somos Inglaterra, ni mucho menos el “enemigo” es otro gobierno con intenciones imperialistas, estamos hablando de mexicanos que matan mexicanos y el Presidente se refiere a hechos que sucedieron en otra época y contexto diferentes; veamos como es que esto causa de problemas psicológicos y mentales dentro de la psique humana.

El juicio de realidad se sustenta en tres situaciones psicológicamente bien definidas: el temperamento que es genéticamente adquirido por herencia y nos permite observar la intensidad de las emociones en una persona, este puede ser introvertido o su contraparte, extrovertido. El segundo es el carácter, donde se manifiesta la conducta de la identidad ante las relaciones sociales, es donde se organizan los patrones conductuales del individuo. Por último es la personalidad que se conforma de los eventos del temperamento, del carácter y de la educación o experiencia que tiene la persona, demostrados en sociedad (
http://www.apsique.com/wiki/PersKertp).

La estructura de la personalidad se sustenta en tres conceptos diferentes entre si: Identidad del Yo, el juicio de realidad y los mecanismos de defensa sean primitivos o avanzados (Ibid). De este modo nos damos cuenta que a los políticos mexicanos algo les falla a nivel psicológico porque aunque son extrovertidos presentan las situaciones nacionales fuera de contexto, fuera de la realidad y pareciese que su estructura de la personalidad esta fallida o al menos con problemas graves. Como en el caso del Presidente que al compararse con Sir Winston Churchill siente tener el mismo lugar en la historia. Es indudable que sus declaraciones no se apegan a un juicio de la realidad común para todos, solo lo es para él (ellos).

Identificar el juicio de la realidad en la psique de la personas “implica la capacidad de: (1) diferenciar el yo del no-yo (2) diferenciar el origen de los estímulos ya sea intrapsíquico o extrapsíquico (3) mantener criterios de realidad socialmente aceptados. El juicio de realidad esta ubicado dentro de las estructuras neuróticas y limítrofes, no así en las psicóticas por lo que es un criterio diferenciador entre estructuras psicóticas y limítrofes” (ibid). Ante esta definición del juicio de realidad nos damos cuenta de los problemas psicológicos que tienen los políticos mexicanos, ya que ni social ni mentalmente tienen sustento sus declaraciones, al menos estos tres personajes citados en el presente artículo. Por ello es imposible que sus dichos sean aceptados socialmente y sobre todo diferenciar entre los que es y lo que no es.

En primera instancia no pueden diferenciar el Yo del no-Yo, ya que sus dichos no toman los conceptos principales de verdad. Pedro Cerisola al hablar de patos “inteligentes” se iguala a ellos como seres pensantes, Ernesto Cordero no se ve así mismo como un funcionario de gobierno sino como alguien intelectualmente superior a un Premio Nobel, Bernardo de la Garza que no ubica la superioridad de otros igual a él, sino que se siente arriba de ellos. Lo mismo con Calderón al hacer comparaciones sin sustento real alguno. En todos los casos no son capaces de verse a si mismos (el Yo) en contra parte de quién no son (el no-Yo).

Una segunda situación en torno al juicio de realidad es que este se basa en conceptos sociales bien establecidos, debe haber una congruencia entre lo que se vive y se dice (ibid). Por ello se falla en el juicio cuando no sé es capaz de analizar la razón por la cual algo esta mal socialmente o simplemente ubicar las razones de mi actuar que no son socialmente bien vistas. Por ello no es posible aceptar que “los patos piensen”, “que un Premio Nobel no lee” o “que México es superior a Cuba en lo deportivo” o ser “igual a un héroe de talla mundial”. Son declaraciones no correspondientes a una realidad social aceptada por la mayoría. Aún así ellos creen que sus dichos son correctos y adecuados a la realidad social que ellos viven.

Para mi ya es un hecho: tenemos políticos enfermos mentalmente y aún así hacen (dicen) que las políticas gubernamentales son correctas, adecuadas para la sociedad en que vivimos. No había vivido declaraciones de este tipo, aunque antaño había algunos gobernantes priístas con los mismos problemas psicológicos pero nunca del nivel de estos señores


Vuelos no tripulados: las contradicciones del gobierno


La información disponible sobre el episodio de los sobrevuelos de aviones no tripulados estadunidenses en territorio mexicano –con el supuesto fin de obtener información sobre grupos criminales– no sólo ha desvelado una clara e inadmisible violación a la soberanía nacional por una potencia extranjera, ahora también ha puesto al descubierto contradicciones alarmantes de las autoridades mexicanas frente a ese hecho, que merman su de por sí maltrecha credibilidad.
Es pertinente recordar que, luego de que se difundió la operación de los drones estadunidenses sobre territorio mexicano, las autoridades calderonistas buscaron desactivar las críticas de diversos actores políticos y sociales del país mediante argumentos como que el gobierno de México ha solicitado en ocasiones y eventos específicos al gobierno de los Estados Unidos el apoyo de aviones no tripulados para la obtención de elementos de información; que la definición de los objetivos, la información a recolectar, y las tareas específicas a realizar (por esos sobrevuelos) han estado bajo el control de autoridades mexicanas, y que “cuando se realizan, estos operativos siempre se hacen con la autorización, vigilancia y supervisión operativa de agencias nacionales, incluida la Fuerza Aérea Mexicana”, según afirmó el secretario técnico del Consejo de Seguridad Nacional, Alejandro Poiré, en un comunicado fechado el 16 de marzo. Por su parte, en el contexto de una comparecencia en el Senado de la República un día después, la titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), Patricia Espinosa, afirmó que esas operaciones no violan la soberanía nacional ni la Constitución, y sostuvo que los aviones no tripulados estadunidenses operan en el país a petición del gobierno mexicano y bajo control de éste, en el contexto de la cooperación bilateral en materia de seguridad.
Sin embargo, a raíz de una petición de información pública presentada por La Jornada, la propia SRE se vio obligada a admitir que, luego de una búsqueda exhaustiva en sus archivos, no encontró registro de solicitud alguna que México haya enviado al gobierno de Estados Unidos para que los artefactos mencionados sobrevolaran territorio nacional.
Si la afirmación de que la operación de esas aeronaves en el país había sido solicitada por el gobierno calderonista resultaba escandalosa –pues implicaba afirmar que esa intervención en territorio nacional había sido consentida e incluso requerida por el propio gobierno mexicano–, la respuesta de la SRE a la petición de que diera a conocer los documentos correspondientes arroja una perspectiva aún peor: la inexistencia alegada por esa dependencia federal alimenta la percepción pública de que la operación de las aeronaves no tripuladas fue una imposición del gobierno de Washington a sus contrapartes mexicanas, más que una decisión tomada en el ámbito de la cooperación bilateral; confirma la subordinación de las autoridades nacionales respecto de las de Estados Unidos en materia de seguridad, y, lo más grave, revela una actitud deshonesta del calderonismo frente a la población: si es verdad, como afirma la cancillería, que no hay registro de solicitudes del gobierno mexicano al estadunidense para tales operaciones, es inevitable concluir, entonces, que el gobierno federal mintió a la sociedad con las expresiones formuladas en su momento por Espinosa y Poiré; si, por el contrario, tales peticiones se dieron formalmente, como afirmaron hace casi dos meses ambos funcionarios, la declaratoria de inexistencia de la SRE equivaldría a un inaceptable designio de ocultamiento.
En cualquier caso, contradicciones como las referidas explican la creciente erosión de la confianza ciudadana hacia sus autoridades, particularmente acentuada en los terrenos de la seguridad pública y nacional. El gobierno calderonista tiene, en esa pérdida de credibilidad, una razón adicional para reformular su estrategia actual de combate al crimen organizado y para esclarecer, en lo inmediato, las inconsistencias surgidas en torno a este episodio.


Un asunto de rendición y entreguismo


Mientras el país se desangra en una guerra intestina inútil, cuando la mayor parte de los mexicanos implora que haya paz, Felipe Calderón reitera su decisión absurda de mantener un estado de cosas inaceptable que está generando una inestabilidad que pone en alto riesgo el futuro de la nación. A pesar de que la escalada de violencia se ha recrudecido, en la medida que la fuerza del gobierno federal se acrecienta en el territorio nacional, sigue terco en mantener a las tropas en las calles, con resultados contraproducentes. Vale la pena preguntarse por qué semejante actitud, cuando lo razonable y conducente debería ser enfocar la capacidad del Estado a la puesta en marcha de medidas correctivas de las causas estructurales del fenómeno.
Cada vez hay más evidencias de que tal manera de “gobernar” obedece a designios ajenos a los intereses nacionales. Ya quedó muy claro, incluso para quienes no lo querían ver, que el gobierno estadunidense está decidido a mantener su liderazgo al precio que sea, sin importar las consecuencias. Se demostró, por si hiciera falta, que la población mayoritaria de la nación vecina está imbuida de un patriotismo que raya en lo irracional. Le fascina saber y constatar que su país es el más poderoso del planeta, como quedó de manifiesto luego de que la Casa Blanca informó sobre el homicidio de Osama bin Laden.
Con esa lógica, no es descabellado suponer que aplaudirían a rabiar la anexión de México, con el pretexto de que sólo así estarían a salvo del terrorismo. Suena absurdo, pero es bastante creíble en vista de que son ya más de dos décadas de vigencia de una estrategia de comunicación tendiente a justificar la intervención de tropas estadunidenses en suelo mexicano, cada vez más debilitado por el poderío del crimen organizado, según su perspectiva. De ahí que las palabras de Calderón, dichas en la ceremonia conmemorativa de la Batalla del 5 de mayo de 1862, más que decirlas a otros debió pronunciarlas frente a un espejo. Él debería anteponer los intereses de la patria antes que los de su partido y no eludir responsabilidades, como demandó a los gobernadores.
Afirmó que “no está a la altura de nuestro legado histórico la opción de rendirse y entregar el país”. Sin embargo, lo está haciendo a marchas forzadas al eludir su responsabilidad de frenar las presiones de la Casa Blanca para que se mantenga una guerra sangrienta cuyas terribles consecuencias lo abarcan todo, sin que haya un mínimo avance en el debilitamiento del crimen organizado. De ahí que sea un contrasentido monumental pedir “comprensión y apoyo” a su guerra fratricida. Sería tanto como aplaudir al verdugo que nos está cortando en pedazos.
Ciertamente, “todos nos sentimos entristecidos y ofendidos por la agresión de los criminales”, sólo que éstos no son los que dice el inquilino de Los Pinos, sino los que, en aras de crear un clima propicio a la justificación de una intervención extranjera directa, están matando a diestra y siniestra a mexicanos que no tienen nada que ver con el crimen organizado. Cabe preguntarse por qué se le echó tierra al asunto del operativo Rápido y Furioso, llevado a cabo por una agencia del gobierno estadunidense, mediante el cual se introdujeron a México más de 2 mil armas sumamente mortíferas. ¿Cuántos operativos como ése no se habrán puesto en marcha antes de que se descubriera, gracias a que uno de sus propios agentes fue asesinado con una de esas armas?
En efecto, nos sentimos muy entristecidos y ofendidos, pero por lo que está ocurriendo en el país, ocasionado por el propio gobierno federal, principalmente por una guerra que no persigue una victoria sobre el crimen organizado, sino meter al país en la geopolítica imperialista de Estados Unidos, tarea estratégica que dio magníficos resultados, para ellos, en lo económico, como lo demuestran los hechos. Somos ahora el país en el mundo más dependiente de la economía estadunidense. No somos dueños de nuestros principales recursos, por lo que se toman medidas tan absurdas como la de comprar 100 toneladas de lingotes de oro, con un valor de cerca de 5 mil millones de dólares, cuando somos uno de los principales productores del metal a nivel mundial, sólo que las minas donde se extrae son explotadas por extranjeros, estadunidenses y canadienses, principalmente. Igual como sucede con el petróleo.
Y aun así, Calderón pide no entregar el país, cuando ya está casi totalmente entregado, motivo por el que la Casa Blanca presiona a todas horas, pues considera que todavía faltan bienes que, considera, deben entregársele. ¿Cómo, pues, supone que se le puede apoyar en su estrategia entreguista? ¿Cómo exige comprensión a la toma de decisiones que afectan brutalmente a la inmensa mayoría de mexicanos?
*Periodista

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