Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

miércoles, 4 de mayo de 2011

VILLANO CONTRA BLINDADO- VAYA ESTADO DE DERECHO

Astillero
Villano contra blindado
Tutelaje electoral
Unidad (gastronómica)
Coahuila minada
Julio Hernández López
El peregrino Felipe se confiesa en Roma ante el cura Joaquín para precisar que no aceptará pecaminosos votantes que se atrevan el año entrante a revivir infiernos de tres colores. Libre albedrío electoral condicionado a que los resultados coincidan plenamente con el deseo del tutor de blanco y azul que bien sabe lo que a la feligresía conviene y, por tanto, no dudará en imponerle esa verdad: No me preocupa, desde luego, que haya alternancia de partidos, porque eso es precisamente (el diccionario político convertido en adita- mento prescindible: las cosas son precisamente lo que son, que nadie tenga dudas), siempre y cuando lo decidan los ciudadanos (o el Trife, o la embajada decisoria, o las televisoras, o algún otro poder supremo que no sean las urnas). Lo que en todo caso me preocuparía no es cambio o no de partidos, que siga el mismo o que venga otro (¿podría, por ejemplo, crearse el Partido Multiusos del Cambio, que siga siendo el mismo aunque parezca ser otro?: pregunta susceptible de experimentar alguna alternancia a gusto del patrón), lo que me preocuparía es que se reditaran prácticas autoritarias y de inequidad que sí hicieron mucho daño a la democracia en México.
La entrevista dada por Porfirio Díaz a James Creelman, pero al revés: el pueblo mexicano no está aún maduro para la democracia, dice el Héroe del 0.56 por ciento, pues corre el riesgo de no entender que puede votar por el partido que quiera, pero siempre y cuando no sea el que el ocupante de la casa presidencial detesta. Hipismo foxista fraudulento vuelto al lugar del crimen electoral: cambiar de jinete, pero no de caballo, era la recomendación del presidente embotado, que sin lugar a dudas logró mantener continuidad equina. Advertencia inequívoca de lo que pasa por la mente laberíntica y rencorosa de quien está dispuesto a incendiar la plaza antes de entregarla a su obsesión bélica del momento: Peña Nieto, un peligro para Calderón. Una nueva guerra ha sido declarada: el Aferrado al Poder contra quien le parezca en el momento que es su principal competidor, en este caso el priísta del copete políticamente bombardeado, a reserva de lo que se acumule en el cuarto oscuro de las maldades pinoleras.
El Villano Favorito II (el original es su preceptor, Carlos Salinas de Gortari) escucha en su propio gallinero al Visitante Blindado que lee el libreto de inculpación predeterminada: altamente reprobable es que alguien frene los sacros propósitos reformistas del gobierno federal, dice el sesgado Felipe, sin precisar al destinatario inequívoco, el mismo que un día antes ya había establecido con gel su raya de inocencia al precisar que él no es el responsable del estancamiento y acaso el suministro de los santos óleos a las pretensiones modificatorias en materias laboral, política y de seguridad nacional, y que también había acusado al panismo de perder la brújula.
Para dar muestra de que no es cierta la división interna que los obliga a comer en público, el propio Quique Gaviotón se hace rodear del rejego Manlio Fabio Beltrones (que sigue en espera de un tropiezo toluquense, natural o provocado, para entrar como relevo emergente, o que cuando menos hará valer su fuerza hasta negociar algún pasaporte grupal valioso con vigencia 2012-2018), de su comisionado en la presidencia nacional del PRI, el coahuilense Humberto Moreira (trazo de humor negro el que produjo al referirse al festival infantil de discursos de siete panistas aspirantes a la Presidencia como carente de una invitada métricamente referencial: Blanca Nieves), y del polivalente Emilio Gamboa. Aparentar unidad aunque sea gastronómica, mesa de concordias en la superficie, con el clásico torpedeo pedestre bajo ella. Tan cierta es la confrontación que es necesario un montaje gráfico para negarla en un mundillo político donde suelen leerse los mensajes al revés.
En la Coahuila de los Moreira, la desgracia minera toca de nuevo a la puerta sabidamente propicia. Apetitos electorales y pugnas por el poder entre el panismo felipista, con su compadre Guillermo Anaya en debilitada busca de la gubernatura, y el caciquismo familiar empecinado en un sexenio más (con el hermano Rubén sustituyendo a Humberto, previa instalación de un interinato facilitador), mientras las condiciones de injusticia y explotación conti- núan presentes en toda la entidad, ya por la desatención cómplice del aparato federal de regulación laboral o por los arreglos político-financieros locales que sustentan las varias campañas en que se mueve el poder local (las propias del estado y el apoyo al peñanietismo).
La sombra del foxismo cae de nuevo sobre el calderonismo condenado: Pasta de Conchos fue una cumbre de la irresponsabilidad criminal de funcionarios defensores de empresarios brutalmente enriquecidos a costa de la miseria de los mineros expuestos a peligro absoluto. Pero los entonces secretarios Carlos Abascal y Francisco Xavier Salazar ascendieron en lugar de hundirse: para el primero, sus correligionarios buscan la declaración de beatitud, y al segundo se le premió con cargo directivo en San Lázaro. En el nuevo accidente de tintes fúnebres hay, sin embargo, ingredientes que podrían entenderse mejor en el contexto de la cruda lucha política que se vive allá, con un PRI encaminado firmemente al triunfo electoral en la gubernatura: se habla de la tolerancia local a pozos y minas que han sido transferidos mediante amenaza por pequeños empresarios a criminales protegidos y que para funcionar sin respeto a leyes y reglamentos aportan dinero a políticos protectores. Ya se verá cómo avanza la guerra política sobre el campo minado de las desgracias reiteradas.
Y, mientras en Sinaloa celebran el Día de Jesús Malverde, el famoso santo de los narcotraficantes, y en Quintana Roo entablan litigio contra el Inegi y el gobierno federal porque esa entidad considera que le dieron levantón a 191 comunidades que no aparecieron en el censo 2010, ¡hasta mañana, con la Casa Blanca valorando si da a conocer cuando menos una fotito del asesinato de Osama, para contrarrestar escepticismos!
Vaya estado de derecho
Julián LeBarón y Adrián LeBarón
Si pudiéramos preguntar a los 40 mil muertos de la guerra contra el narcotráfico qué son los derechos, quizás llorarían o a lo mejor reirían. Especialmente si desde donde estén pudieran ver su cuerpo desmembrado y su cabeza en un cerco…
¿Qué pensarán de los derechos los amontonados en fosas clandestinas antes de dejar de respirar? ¿Qué piensan sus familias cuando desaparecen y su afecto y temor quedan en un limbo inconcluso e indefinido, esperando en la incertidumbre que en la siguiente fosa los siguientes huesos sean los que finalmente les den tranquilidad? Ese es el caso de nuestro cuñado Alfredo, de nuestro tío Raúl y de miles de personas más, a quienes por ser víctimas se les estigmatizó con la crueldad doblemente ofensiva de suponer que son criminales, sin pruebas, ni juicio, ni razón.
Los temores y ambiciones de unos cuantos, junto a la complicidad ciudadana, han hecho a su medida lo que llaman el estado de derecho. El estado de derecho de Juan Francisco Sicilia y sus amigos; el estado de derecho de nuestro amado hermano y amigo Benjamín LeBarón y Luis Widmar; el estado de derecho de las viudas y huérfanos; el estado de derecho que le ofrecieron las instituciones de Chihuahua a Marisela Escobedo; el estado de derecho de Rubí Marisol; el estado de derecho de los jóvenes de Salvárcar; el estado de derecho de Paola Gallo, de Fernando Martí, de Hugo Alberto Wallace, de Etzel Maldonado y decenas de miles de asesinados más. El estado de derecho que ha sobrepasado toda la verdad, al grado de ser insensible a la infamia, al genocidio, al holocausto y la vergüenza.
¿Cómo se piensa en derechos cuando un inocente bebé es asesinado dolosamente con tiro de gracia por la mala fortuna de estar con un familiar o en el lugar y momento equivocados? Tal como ha pasado en Creel, en Ciudad Juárez y otros lugares, la guerra contra el narcotráfico parece una bandera para justificar el asesinato, el secuestro, el robo y el pillaje. Cuando lo que va en aumento es el sentimiento entre la ciudadanía de vivir en un estado de sitio y desolación, y se declara que vamos ganando.
¿Qué piensa sobre los derechos un adicto que nunca ha robado, ni matado, ni secuestrado? ¿Qué piensa cuando en vez de ser comparado con un alcohólico o un fumador es comparado con un asesino, un secuestrador o alguna cosa desechable?
¿Le podremos llamar estado de derecho a estar hasta 48 horas en una fila de retén militar carretero con pocas personas revisando?
La idea de derechos se ha reducido a un débil y efímero privilegio, subordinado a los caprichos de la violencia organizada de los cárteles y la mal llamada autoridad. Una autoridad concentrada en personas que parecen incapaces de admitir errores, que se pelea como niños chiquitos por el poder económico y político con todas sus transas y despilfarros, que justifica a capa y espada sus sueldos y posiciones. Una autoridad que actúa en un mar de impunidad, con 60 por ciento de la población en la pobreza, el monopolio de Estado en manos de una dictadura económica que pone el precio que quiere a los gasolinazos, los caminos, las tarifas, los impuestos y un larguísisimo etcétera de paternalismos y fraudes. Ésa es la violencia organizada que entrega los mercados a las corporaciones extranjeras y llama tratado de libre comercio al poder autoritario de regular a su antojo los intereses de una ridícula minoría, nacional y extranjera, y que ha creado de facto una inmensa economía informal y un mercado negro con sus aledañas consecuencias de criminalidad, violencia desmedida y melancolía inexhausta.
¡Ya es tiempo de que esto cambie!
Javier Sicilia ha hecho un llamado a la nación. Desde la impotencia y dolor que vivimos las víctimas nos sentimos convocados por el clamor que se sintetiza en sus valientes palabras. Sicilia está convocando a los mexicanos a superar el miedo y manifestar su desacuerdo con las incongruencias desastrosas de las políticas de Estado. Es tiempo de retomar el rumbo de nuestro destino. El llamado es para los no violentos que quieren participar activamente en la construcción de un México que le demuestre al mundo, pero más a nosotros mismos, que somos capaces de vivir civilizadamente.

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