Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

domingo, 29 de mayo de 2011

WIKILEAKS Y PEÑA NIETO- PALABRAS FUERTES- LA REBELDIA APENAS EMPIEZA


El Despertar

La rebeldía apenas comienza

José Agustín Ortiz Pinchetti

En México, como en España, emergen rebeldías fuera de las instituciones y de los partidos. La efervescencia va creciendo conforme las autoridades son incapaces de hacer frente a una múltiple crisis. El sistema de partidos parece agotado y también las políticas públicas inspiradas en el neoliberalismo. Se hacen cada vez más intolerables los abusos. En México el denotante es una guerra sin objetivos ni posibilidades de desenlace que ha provocado casi 40 mil muertos en el sexenio y que ha hecho patente la incapacidad del Estado para proteger a la población y garantizar el mínimo de seguridad. Es probable que estos movimientos se concreten después en formas políticas estables o que sean preludio de nuevas rebeldías e incluso de rupturas.

Las diferencias entre el movimiento español y el mexicano se dan porque aquella es una sociedad democrática fruto de una transición pactada y cumplida. México padece una transmisión fallida y el peso del viejo régimen sigue gravitando sobre los incipientes aunque indudables rasgos democráticos.

El movimiento que encabeza Andrés Manuel López Obrador es parte del fenómeno. Morena surge en respuesta a un fraude electoral, pero se nutre con ciudadanos politizados que no militan en partidos. Guarda distancia de ellos aunque pretenda aliarse para ganar el poder en elecciones.

Hay otra vertiente del movimiento ciudadano que no pretende ganar elecciones ni conquistar el poder. Tiene como eje la agrupación por la paz con justicia y equidad que encabeza el poeta Javier Sicilia. Organiza manifestaciones y marchas para presionar al gobierno y obtener de él decisiones concretas. Es fácil simpatizar con el futuro de este movimiento: su origen es genuino y lo encabezan personalidades prestigiadas, no utiliza medios violentos y ha atraído gente limpia y decidida a participar y a abandonar el inmovilismo.

El destino de este movimiento y otros dependerán de su capacidad para movilizar a la opinión pública que fuerce al gobierno a abandonar sus tercas resistencias. Podrían organizarse nuevas marchas y plantones, pero el gobierno que controla los medios y una legión de plumíferos podría aislar a los rebeldes.

También podrían replegarse y organizar en todo el país una estructura permanente para aprovechar las coyunturas y emprender acciones de desobediencia o de resistencia para forzar cambios. Es probable que estos fenómenos sociales se multipliquen. Estas corrientes tenderán a unificarse si es que quieren aprovechar la oportunidad de un cambio profundo que les dará la sucesión presidencial.




Palabras fuertes

Rolando Cordera Campos

Las intemperancias y veleidades del presidente Calderón y su partido, junto con el inaudito comportamiento del PRI y del PRD en el caso de Michoacán, llevan a preguntarse si no equivocamos la ruta del cambio político o, si se quiere, a la proverbial pregunta de Vargas Llosa sobre el momento en que nos jodimos. Como quiera vérsele, el hecho es que estamos metidos en una encrucijada del diablo, de la cual no nos va a salvar el más de lo mismo que ofrecen los priístas encarrerados de Peña Nieto.

Prestarse a fintas vulgares sobre un estado de sitio no confesado pero nada ficticio, como el que al parecer busca el presidente Calderón en Michoacán, tal vez para luego ensayarlo para todo el país en 2012, dice poco y mal de los partidos políticos nacionales y obliga a recordarles que, de acuerdo con la Constitución, son entidades de interés público y que, de acuerdo con el modo de su financiamiento, son también formaciones que se deben a la ciudadanía como servidores, como mandatarios y no como mandantes. De todo esto se han olvidado los políticos profesionales que encabezan a los partidos, pero su olvido no los disculpa, como tampoco excusa al IFE y al tribunal en su desmedida obsecuencia ante los poderes de hecho y su militante descuido de su función primordial y vital de ser órganos productores de la confianza ciudadana en los procesos de lucha, cambio y transmisión del poder constituido. Hoy, han pasado por encima de esta convención fundacional del pacto político fundamental del nuevo sistema y puesto en peligro la reproducción de la democracia y el pluralismo inaugurados hace 10 años, y echados a perder con curiosa alegría por sus principales usufructuarios: Vicente Fox y su partido de ocasión.

Quizás fue ahí donde empezó esta nueva tragedia mexicana. Cuando Fox quiso resolver por la vía rápida la sucesión presidencial, mandando al ostracismo a Andrés Manuel López Obrador, con sentencia penal de por medio, se desató una fiebre presidencialista dentro de la nueva coalición gobernante que, sin más, contagió al PAN y desnaturalizó sus principios y tradiciones, hasta despojarlo de sus contenidos más íntimos.

Luego vino el haiga sido como haiga sido, la negativa de Calderón a hacer un recuento total de los votos, apoyada por la más inesperada cohorte de opiniones, y el arranque de un gobierno de hecho que buscó en los peores hechos, los de la violencia, los factores determinantes de una legitimidad cuestionada de origen.

Ahora todo se desvanece y confunde, sin poder ocultar el veredicto brutal: el Estado nacional se ve sitiado por una violencia ilegítima frente a la cual no hay legitimidad que pueda oponerse. Los exegetas pueden bramar con furia, pero el hecho total es la anomia que corroe las relaciones fundamentales que dan sentido al Estado nacional, a la producción y la distribución mala o buena de sus frutos.

Si Michoacán tanto asusta a los poderes mal constituidos del Estado nacional, lo menos que puede esperarse de ellos es franqueza y mínimo valor: que decreten el estado de excepción en el estado y nos preparen para lo que puede venir el año entrante.

Que los partidos de la oposición legal se presten a este juego no puede sino alarmarnos y llevarnos a reclamar una explicación detallada de sus actos, conjeturas, reflexiones. De otra forma estamos en la puerta de una traición política que, sin más trámite, puede devenir una traición a la patria.

Palabras fuertes, que ojalá y pronto pudiera probarse que son innecesarias. A esta hora me parecen obligadas.

Wikileaks y Peña Nieto

Arnaldo Córdova

Todos sabíamos de los enjuagues de Enrique Peña Nieto en su afán de alcanzar la Presidencia de la República en el 2012. En primer lugar, de su terror a una posible alianza entre el PAN y el PRD que hoy está muerta. Luego, de su campaña mediática con Televisa que se financiaba con millonadas que iban del erario del Edomex directo a las arcas de la televisora. También de su persistente labor de convencimiento en las filas priístas, en lo que ha derrochado, asimismo, montañas de dinero, en especial con los sindicatos y agrupaciones de masas. De igual manera, de su manejo ilegal de las partidas para los ayuntamientos y el ahorcamiento sistemático de los mismos. Y sin olvidar el encubrimiento criminal de auténticos delincuentes políticos, en particular, de su tío Arturo Montiel.

Pues todo eso lo vienen a mostrar documentos de la embajada de Estados Unidos en México filtrados por Wikileaks a La Jornada y muy bien reseñados por Blanche Petrich en la edición del 23 de mayo. En uno de esos documentos se puede leer: Hecho en el molde del anquilosado PRI mexiquense, Peña Nieto no es reconocido precisamente por su transparencia cuando se trata de amigos y aliados. Allí mismo se dice lo que todo mundo sabe: que es ahijado del ex presidente Carlos Salinas y que parece cortado con la misma tijera de la vieja guardia priísta. Todo eso ya lo sabíamos y lo decíamos; pero ahora sabemos que era también la opinión de los analistas de la embajada gringa.

Del derroche de dinero público, el mismo documento hace notar que el PRI en la entidad tiene fama de aprovechar las fisuras existentes en materia de transparencia para hacerse de fondos de campaña. En vista de la gran cantidad de dinero que fluye por la entidad y dada la posición que tiene Peña Nieto como puntero de la carrera presidencial, no parece improbable que su administración esté sacando ventaja de esta situación. Es un modo de decir que el gobernador mexiquense está canalizando todo el dinero que llega, en cantidades colosales, al Edomex para promover su imagen y su carrera presidencial.

Los empleados de la embajada que dicen esas cosas no fueron a aquel estado a fisgonear, cosa que, por lo demás, hacen continuamente en todo el territorio mexicano, sino que fueron invitados ex professo por la poderosa oficina de relaciones internacionales del gobierno mexiquense y les abrieron todas las puertas para su información. Sólo que los gringos supieron siempre que eran unas cuantas y que se les daba aquella información a cuentagotas. Por eso siempre desconfiaron de lo que se les decía. Hasta supieron qué era lo que se les quería ocultar. En sus entrevistas con los funcionarios mexiquenses, lo recuerdan a cada momento, éstos siempre trastabillaban y se confundían.

Lo primero que los de la embajada reprochan a sus anfitriones es el hecho de que en el Edomex no se cumple con los controles de confianza de mandos y operativos de las instituciones policiales y de procuración de justicia. Sólo un dos por ciento de los oficiales se ha sometido al examen, dice el despacho. Fue sólo un ejemplo. También pudieron constatar que sus interlocutores no les pudieron explicar con precisión en qué gastaban las enormes cantidades de dinero que llegaban al estado y que eran las mayores en toda la República por ser el estado más poblado. De ello no pudieron obtener ni un solo dato.

La excursión de los personeros de la embajada por el Edomex ocurrió poco después de las elecciones intermedias de 2009, cuando Peña Nieto se alzó con la victoria en 97 de 125 municipios mexiquenses, con 40 de 45 diputados locales y 38 de 40 diputados federales. El documento parece cantar victoria: “… pasó la prueba del ácido, pudo demostrar que es capaz de obtener resultados electorales favorables para su partido y que es algo más que una cara bonita”. La popularidad de Peña Nieto, que era en esos días de 70 por ciento de los encuestados, según el propio documento, fue la causa principal de ese éxito. Pero también reconoce que ello se debió a la debilidad de sus enemigos, sobre todo a las pugnas internas del PRD y el pago que el PAN tenía que hacer por la crisis económica.

No se habla del derroche de dinero que se hizo desde el gobierno mexiquense para obtener esos logros. Pero se pregunta: “…aquí la cuestión es ver hasta qué punto esta popularidad es resultado del carisma personal del gobernador y del cuidado que pone en labrar su imagen o qué tanto tiene que ver con un trabajo serio para mejorar las condiciones de su estado y llevar a cabo reformas necesarias”. La cuestión es falsa en sí misma. Debieron haberse preguntado, más bien, de qué medios se valió Peña Nieto para obtener esos resultados. Habrían podido ver que de lo que se trató fue, de nueva cuenta, de un derroche fenomenal de dinero, cosa que, desde luego, todos pudimos ver.

Ese abuso de los recursos públicos es reconocido por la embajada en otro documento, esta vez del 26 de enero de 2009, redactado por la entonces encargada de negocios Leslie Basset. Se dice: Quizá como nunca lo había hecho en procesos electorales previos, el mandatario estatal está concentrado y ha lanzado proyectos de trabajo en zonas que le pueden aportar votos; analistas y líderes de su propio partido han expresado ante consejeros políticos de la embajada sus sospechas de que está pagando dinero a los medios bajo la mesa para favorecer una cobertura favorable, y también que financia a empresas encuestadoras para que presenten resultados alterando las tendencias a su favor. Ese documento es anterior a las elecciones de ese año. Si eso hizo con las encuestas, habrá que imaginarse lo que hizo con las elecciones y los votantes.

Los cuestionamientos de los enviados de la embajada, de una pálida y candorosa objetividad, empero, hicieron señalamientos que son una novedad para el público mexicano. En el tema de seguridad contra la criminalidad, por ejemplo, pusieron en aprietos al grupo de investigación llamado C-4 del gobierno mexiquense, encargado de recopilar y procesar investigación sobre la potencialidad del crimen en la entidad; no sólo les hicieron preguntas que no pudieron responder, sino que hicieron la observación crucial de que ese grupo no tenía relación con la procuraduría estatal, lo que resulta incomprensible.

En el primer cable que reseña Blanche Petrich se hace notar que las dudas y cuestiones que se les plantearon a los funcionarios mexiquenses no siempre pudieron ser respondidas. Se dice, para el caso: “Presionamos para que nos explicaran en qué radica la popularidad de Peña Nieto. Los funcionarios respondieron explicando los ‘600 compromisos’ o promesas de campaña” que el gobernador firmó ante notarios. Y se concluye: A nuestros asesores políticos esto les olió más a populismo que a logros duraderos para mejorar las condiciones del Estado.

En el fondo, todo ello ya lo sabíamos, pero es bueno que a eso se agregue el testimonio de la embajada de Estados Unidos. Peña Nieto es un farsante y, lejos de ser la cara moderna del PRI, chorrea por todos los poros la misma vieja basura y porquería del antiguo partidazo que ya se sueña, a pesar de los reiterados golpes que ha recibido, de nuevo dueño del poder. Peña Nieto es tan sólo eso.

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