Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

martes, 16 de julio de 2013

Astillero- Maestros sin trabajo, estudiantes sin universidad- Herida de muerte

Astillero
Bajo amenaza del caos
General claridoso
Incertidumbre y violencia
Los Zetas y su líder
Julio Hernández López
Foto
CENTRO HISTÓRICO. En Palacio Nacional, Enrique Peña Nieto encabezó la instalación del Consejo Estratégico Franco-Mexicano. En la imagen, los titulares de Asuntos Exteriores de Francia, Laurent Fabius, y de México, José Antonio Meade
Foto Prometeo Lucero
 
No es un dato menor que el general en retiro Tomás Ángeles Dauahare haya hablado el viernes anterior de la amenaza de caos en que vive México e incluso hubiera recordado las condiciones en que España llegó a una guerra civil. Por razones familiares y personales, del pasado y el presente, quien llegó a ser subsecretario de la Defensa Nacional constituye una voz respetada en las fuerzas armadas mexicanas, reforzada por las circunstancias anómalas de su encarcelamiento con visos vengativos en el tramo final del calderonismo y ahora potenciada por el hecho de su cercanía con los nuevos mandos nacionales (en las esferas civil y militar).
 
El diagnóstico hecho por Ángeles Dauahare a la hora en que la Institución Nacional para la Celebración del Día del Abogado le entregó un peculiar reconocimiento honoris causa es una de las mayores piezas de reflexión crítica que hasta ahora ha hecho en público una voz castrense de tal rango e influencia y da razones para entender que en el cuerpo militar hay extendidas preocupaciones sobre la viabilidad del sistema político actual y los riesgos de que las actuales autoridades civiles no sean capaces de remontar la difícil situación nacional.
 
 
Si fuera posible establecer una graduación del peligro que vive el país, bastaría revisar los tonos de advertencia utilizados por el mismo divisionario en San Luis Potosí, en mayo del año pasado, cuando criticó las políticas calderonistas y garcialunistas contra la delincuencia organizada, y el discurso que pronunció el pasado viernes: en 2012 la denuncia era específica respecto de un rubro de la actividad gubernamental; en 2013 la paleta de colores sombríos es tan amplia que abarca la totalidad del cuadro analizado. Aquella ocasión, cuando Ángeles Dauahare analizaba las políticas de seguridad del calderonismo en un acto de campaña del candidato Enrique Peña Nieto en la capital potosina, propició que en pocos días fuera aprehendido el general tan cercano al PRI y posteriormente fueran alcanzados otros militares de alto nivel por los enojos de quien entonces ocupaba Los Pinos y del presunto vicepresidente ejecutivo, Genaro García Luna.
 
Ahora, libre él y sus compañeros gracias a un insólito procedimiento de abstención acusatoria de parte de la procuraduría federal de justicia del peñanietismo, el sobrino nieto del mítico general revolucionario Felipe Ángeles ha dicho: En estos días son frecuentes las muestras de agitación social y de violencia callejera, se escuchan discursos de odio, mensajes de rencor y resentimiento social; todo esto genera temor e incertidumbre y desánimo, contrarios a la grandeza que México y los mexicanos quieren y merecen. Es un hecho: México vive bajo la amenaza del caos, momentos de incertidumbre y violencia negativos para la sociedad y las instituciones.
 
 
Vestido con el uniforme militar que había dejado de usar desde su retiro, cinco años atrás, convertido ahora en asesor del secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos, y acompañado por César Camacho, el presidente del PRI que también recibió un reconocimiento, el general Ángeles “citó una frase del libro Todos fuimos culpables, de Juan Simeón Vidarte, un socialista español que participó en la guerra civil de su país y luego vivió exiliado en México.”
 
Tal vez el general Ángeles podría haber encontrado otros referentes literarios. Por ejemplo, uno de título parecido: Todos somos culpables, del también español Alberto Vázquez-Figueroa, sobre las andanzas de un multimillonario que crea las condiciones de injusticia y odios que luego se vuelven contra él; u Olvidar el futuro, del mexicano Agustín Ramos, sobre un mexicano de origen libanés que llega a ser el hombre más rico del mundo en un México con terremotos financieros, corrupción generalizada y un Estado inmerso en una guerra sin salida contra el narcotráfico, o la más reciente, Nación TV, la novela de Televisa, de Fabrizio Mejía Madrid, la historia de la televisión y el poder, sea éste partidista, presidencial, religioso o económico.
 
Pero el párrafo de Vidarte, invocado por Ángeles, menciona que en España errores gigantescos dieron lugar a la formación de un clima de guerra civil; imprevisiones, impericia, acciones desbordadas en campos rivales, impidieron que se evitara. Incluso mencionó que el pasado 24 de junio se dio a conocer en Oaxaca el Frente Único de Lucha Social (una nueva APPO), el cual declaró que va a convertirse en un embrión de insurrección generalizada en todo el territorio mexicano para derribar al actual sistema político (nota de Gustavo Castillo, en La Jornada http://bit.ly/12Rju8X ).
 
En el escenario de esa cercanía con el caos, a la hora de cerrar esta columna se daba por cierta la captura de Miguel Ángel Treviño Morales, llamado el Z-40, jefe de los Zetas luego de la confusa muerte oficial de Heriberto Lazcano, alias El Lazca. La detención la habrían realizado marinos en Nuevo Laredo, según el primer reporte en firme, realizado por The Dallas Morning News, diario que aseguró que la versión le había sido confirmada por autoridades, sin citarlas (http://dallasne.ws/18Zjtao).
 
En caso de que hubiese sido apresado el Z-40, se estaría en presencia de la acción más importante de la actual administración federal contra un alto mando de la delincuencia organizada. El bando de los Zetas es señalado con frecuencia como el causante de los mayores agravios a la población civil, con una crueldad extrema y con un control muy impreciso sobre grupos regionales que acaban actuando casi por su propia cuenta. El enfrentamiento de los Zetas con el cártel del Golfo (partes de un mismo tronco) ha sumido en la violencia generalizada a estados como Tamaulipas. Desde luego, el golpe a un bando significa el fortalecimiento de otro u otros, en especial, en este caso, el del cártel de Sinaloa, cuyos métodos merecen más aceptación en los altos niveles gubernamentales, dispuestos a establecer acuerdos con grupos menos dispuestos a empujar tanto hacia el caos.
 
Y, mientras Fausto Vallejo solicita nueva licencia en Michoacán, ¡hasta mañana!
Twitter: @julioastillero
Facebook: Julio Astillero
FUENTE: LA JORNADA OPINION

Maestros sin trabajo, estudiantes sin universidad


Como ocurre año tras año, decenas de miles de jóvenes quedaron excluidos de las instituciones públicas de educación superior, especialmente en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el Instituto Politécnico Nacional (IPN). Como enfatizaron las autoridades de la primera, la exclusión no tiene que ver con el nivel académico de los afectados, sino con la imposibilidad de establecer más plazas para estudiantes en las diversas carreras impartidas en la máxima casa de estudios. El hecho es que sólo 13 por ciento de los aspirantes a la UNAM han conseguido ingresar o que sólo 20 mil de los 96 mil interesados en estudiar en el IPN han sido admitidos.
 
Mientras en la educación superior la mayoría de quienes aspiran a cursar carreras en planteles públicos de calidad no pueden hacerlo, en la enseñanza primaria la mayor parte de los maestros graduados no encuentra trabajo. En el concurso realizado por la Secretaría de Educación Pública, más de 90 por ciento de los 140 mil profesores que se presentaron no pudieron conseguir una plaza en el sistema educativo.

Ambas circunstancias, la de los jóvenes sin acceso a la universidad, en el ciclo superior, y la de los maestros sin empleo, en el nivel básico, son expresiones de la crisis por la que atraviesa el sistema educativo del país, cuya génesis no se encuentra en las universidades ni en las dependencias educativas, sino en el modelo económico impuesto en el país desde hace tres décadas, una de cuyas vertientes fundamentales consiste en abandonar las obligaciones del Estado en materia de enseñanza a fin de ensanchar el mercado para las inversiones privadas en educación y reducir las posibilidades de interacción social de los sectores más desfavorecidos de la población.
 
En esta lógica, los sucesivos gobiernos de 30 años a la fecha no sólo han implantado políticas que alientan la depauperación del profesorado y desmantelado buena parte de las normales, sino que han aplicado una sistemática asfixia presupuestal a las universidades públicas. Por añadidura, a pesar de que la población del país ha crecido en ese lapso en forma significativa, no se han creado nuevas universidades públicas, con excepción de la Autónoma de la Ciudad de México, fundada durante la jefatura de Gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
 
Los riesgos de la crisis educativa están a la vista. Por una parte, los jóvenes rechazados generan, de manera inevitable, una intensa e indeseable presión social sobre los centros de enseñanza, que son los que deben enfrentar en forma directa la entendible frustración de quienes se quedan fuera de la educación universitaria, y no porque carezcan del nivel necesario para acceder a ella, sino porque no hay lugar. Por la otra, la falta de cobertura confronta a innumerables jóvenes en edad escolar con un país que no les ofrece ninguna perspectiva de vida –ni trabajo ni estudio– y que, en forma cada vez más acentuada, criminaliza a la juventud. En tanto, en un país que requiere de más maestros y de menos policías, muchos otros jóvenes se ven laboralmente excluidos del magisterio. No es de extrañar que ambos grupos sean terreno fértil para el desaliento, el cinismo e incluso las tendencias antisociales.
 
No es exagerado, en suma, afirmar que la crisis educativa, consecuencia de una política económica equivocada y devastadora, constituye una bomba de tiempo en un escenario nacional ya sobrado de ellas.
FUENTE: LA JORNADA OPINION
 
Herida de muerte

José Blanco
Así encabezó La Jornada la postura de la CNTE sobre la reforma educativa. La que en verdad está herida de muerte es la educación misma. Una de las causas de la herida se llama CNTE, junto con las pandillas que han dirigido el SNTE. Lo hemos escrito mil veces, esas pandillas no se inventaron a sí mismas, fueron una hechura de los gobiernos de la revolución, a partir de los años sesenta.
 
La crispación de los profesores y sus acompañantes debido a algo inexistente llamado reforma educativa continúa creciendo. Si el pragmatismo político conduce la agitación magisterial a congelar la reforma constitucional y a dejar sin funciones al INEE, se habrá dado un tajo de muerte, para muchas décadas, no sólo a la educación sino al futuro del país mismo, de la peor de las maneras: sacrificando a generaciones y generaciones de niños y jóvenes mexicanos.

Una gran cantidad de las acusaciones que los quejosos hacen de la reforma, son falsas de toda falsedad. La reforma al artículo 73 les tiene sin cuidado a los quejosos, aunque no lo dicen. El asunto es el tercero. No tengo espacio para reproducirlo, pero el corazón de esa reforma dice, que para el diseño de lo que sería propiamente la reforma: el Ejecutivo Federal considerará la opinión de los gobiernos de los estados y del Distrito Federal, así como de los diversos sectores sociales involucrados en la educación, los maestros y los padres de familia en los términos que la ley señale. No hay aún ley que señale cómo se haría tal consulta, aunque se dice que ya hay ¿dos?, ¿tres?, proyectos de ley reglamentarias del tercero y el 73, lo que de suyo aparece ya como un dato irritante.

Lo que repudian los quejosos: La educación “será de calidad, con base en el mejoramiento constante y el máximo logro académico de los educandos…; adicionalmente, el ingreso al servicio docente y la promoción a cargos con funciones de dirección o de supervisión en la educación básica y media superior que imparta el Estado, se llevarán a cabo mediante concursos de oposición que garanticen la idoneidad de los conocimientos y capacidades que correspondan. La ley reglamentaria fijará los criterios, los términos y condiciones de la evaluación obligatoria para el ingreso, la promoción, el reconocimiento y la permanencia en el servicio profesional con pleno respeto a los derechos constitucionales de los trabajadores de la educación”.

Aquí está el centro del problema: ¿concursos de oposición?, ¿evaluación periódica, para la permanencia, la promoción y el reconocimiento?, ¿mejoramiento constante de los docentes? ¡No pasarán! Alegan en contra los quejosos los derechos adquiridos, que en lengua del nacionalismo revolucionario, se llaman conquistas históricas. Lo de menos es que aún no exista una ley reglamentaria que diga cuáles son los criterios, las condiciones y términos de las evaluaciones, están en contra, sean cuales sean.
 
Bien, una buena educación exige el mejoramiento constante de los educadores, concursos de oposición y evaluación periódica para la permanencia, la promoción y el reconocimiento. ¿Esto es contrario a las conquistas históricas? Sin duda: es contrario.
 
El país, especialmente la llamada clase política, está en la obligación de tomar una decisión: ¿estaremos para siempre como hemos estado: cada vez de mal en peor?, o nos hacemos cargo de los cambios del mundo en materia educativa. En otros términos, la regulación de la materia laboral no puede seguir siendo la misma que ha sido y requiere muchas y muy difíciles adaptaciones. No todas las actividades pueden estar sujetas al mismo régimen en que hemos vivido. Un profesor en una escuela, como un médico un hospital, no pueden tener conquistas históricas: tienen que permanecer como profesionales competentes, lo cual exige su capacitación y evaluación permanentes.
 
La educación está herida de muerte: han infligido este daño los sucesivos gobiernos priístas y panistas, a partir de los años sesenta. Es decir, no estamos frente a nada nuevo, por el contrario, es una historia vieja, de corrupción y delincuencia (incluyendo asesinatos), una enseñanza de pésima calidad, y empeorando.
 
Probablemente el mejor secretario de educación que ha tenido este país fue Jaime Torres Bodet. En su segundo periodo (1958-1964) al frente de la SEP destacan el plan de 11 años y los libros de texto gratuitos. Los datos con que se encontró son estos: había en el país 7.7 millones de niños entre seis y 14 años, de los cuales 4.4 millones asistían a alguna escuela paupérrima, que tenía una miserabilísima eficiencia terminal de 16 por ciento, mientras la población aumentaba a una tasa anual de 3.4 por ciento. Una sociedad con mayorías de parias. Torres Bodet buscó alcanzar al menos una tasa efectiva de eficiencia terminal de 38 por ciento. No podía conseguirlo.
 
Pero en paralelo, creció la mafia del SNTE: 1949-1972, líder y líder moral, Jesús Robles Martínez; 1972-1989, líder y líder moral: Carlos Jonguitud Barrios; 1989-2013, líder, líder moral, presidenta: Elba Esther Gordillo.
 
Al término de la gestión de Torres Bodet, comenzó la privatización de la escuela elemental –¡no ahora!– mediante una política clasista que perdura hasta la fecha: abandonar a su suerte, es decir, al SNTE, a la educación pública, mientras la privada prosperaba, a la que asistían los hijos de una clase rica, cada vez más numerosa y cada vez más rica, en una sociedad con creciente concentración del ingreso. Muchas de sus escuelas fueron cada vez mejores.
FUENTE: LA JORNADA OPINION

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