Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

viernes, 19 de julio de 2013

Astillero- Violencia: viraje discursivo, persistencia real- Chihuahua: autoritarismo de compadres y abstencionismo

Astillero
La doctrina Chapo
Tráfico sí, violencia no
Pinturas políticas
Crítica de Costa Bonino
Julio Hernández López
Foto
MAESTROS DEJAN EL ZÓCALO. Ayer en el Zócalo capitalino un grupo de maestros de la CNTE que habían permanecido en plantón desde el 9 de mayo comenzó a levantar su campamento, pues anunciaron que serán relevados por los contingentes procedentes de Tuxtepec y Cañada, Oaxaca
Foto La Jornada
 
El procurador general de la República, Jesús Murillo Karam, dio ayer forma oficialista a una versión en curso, según la cual el combate acentuado a los Zetas (con la caída de Miguel Ángel Treviño Morales como punto supuestamente culminante) podría significar el fin del ciclo de violencia extrema en asuntos de delincuencia organizada, dejando el gran negocio en manos de otros bandos, deseosos de concentrarse en el rubro específico del narcotráfico sin generar daños a la población no involucrada en esos asuntos.
 
Murillo Karam dijo hablar desde su perspectiva personal en el momento en que dijo que en el origen de la mayor violencia que se da en el país están implicados los Zetas y el detenido Z-40. Por ello, y considerando la tersa aprehensión del cruel jefe zeta como un abono a la eliminación de la violencia, consideró que pronto se podría hablar también de la extinción de la posibilidad abierta de delinquir de estos grupos.
 
La perspectiva de los narcos buenos y los narcos malos estuvo presente durante los largos años en que el priísmo controló silenciosamente esa productiva actividad trasnacional. Una parte de los votantes que optaron por el PRI en 2012 tuvieron en mente la posibilidad de que ese oficio modulador incruento pusiera fin a la violencia desbordada durante el calderonismo. Hasta ahora, las cosas siguen igual o peor, aunque con una sordina informativa impuesta desde las alturas.
 
Pero la detención del Z-40 ha reactivado el planteamiento de los narcos malos (los zetas), y los narcos buenos o negociables o controlables (sobre todo, como rector y punto de equilibrio, el ya casi institucional Joaquin Guzmán, El Chapo, sobreviviente de sexenios de distintos signos partidistas, dispuesto siempre a acomodarse a los poderes en turno, estatales o federal). Limpiar a México de zetas es, así, no solamente la tarea oportunamente anunciada como propia por el mencionado Chapo, sino también un objetivo gubernamental en busca de volver las salvajes aguas del narco a su cauce anterior bien regulado. En contra de esa pretensión simplista juegan la proliferación de grupos delincuenciales con mandos regionales pero, sobre todo, la subsistencia de las condiciones de marginación económica y social que han dado sustento a esos fenómenos de descomposición a través de la delincuencia.
 
En otro asunto: la Comisión Federal de Competencia (CFC) ha frenado la venta de Comex a Sherwin Williams, por considerar que esa fusión tomaría el control de entre 48 y 58 por ciento del mercado de recubrimientos decorativos, lo que significaría una fuerza entre ocho y diez veces más grande que la del competidor más cercano. La empresa estadunidense anunció que tratará de que la decisión sea revocada. Comex es propiedad de la familia Achar y ha mantenido relación con Josefina Vázquez Mota, cuya familia fue distribuidora de esas pinturas. Elena Achar fue uno de los asistentes a la cena en donde enviados de Andrés Manuel López Obrador participaron en lo que fue conocido como el charolazo, en busca de fondos para la campaña presidencial de izquierda.
 
Por cierto, uno de esos enviados, el uruguayo Luis Costa Bonino, quien se define como responsable de la estrategia de la campaña electoral de AMLO desde su inicio hasta el 31 de mayo de 2012, ha publicado recientemente en Internet algunas crónicas interesantes, reveladoras y polémicas, relacionadas con su paso por la campaña de AMLO y el episodio específico de la mencionada cena (http://bit.ly/12PiFN0).
 
El análisis de Costa Bonino pasa revista al crecimiento de la campaña de AMLO a partir de un manejo profesional de su imagen y enfatiza las perspectivas razonables de triunfo electoral que hubo. También señala el fracaso del tabasqueño en el primer debate entre candidatos, la participación de los millonarios aliados de Monterrey, que al final no pusieron dinero, la falta inicial de vinculación con la juventud, las penurias económicas cuando más se necesitaba dinero para producir espots, las reuniones desesperadas (emboscadas) con un mafioso de baja categoría y con un misterioso millonario oaxaqueño, la falta de apoyo de Marcelo Ebrard y su despido tajante luego del mencionado “charolazo.
 
Son especialmente directas y contundentes las partes en que señala: AMLO se veía siempre a sí mismo como un mártir perdedor, pero nunca como un héroe ganador. Por algún complejo condicionamiento sicológico, él hacía exactamente lo necesario para perder, aun en las campañas y en los momentos en que tenía la elección ganada (...) es un luchador social, pero no político. Desconfía del poder, le teme, no quiere ser presidente. Sólo le gustan las multitudes, los abrazos, los aplausos, los discursos. Es muy buen candidato, pero pésimo estratega. Su objetivo esencial es tratar de demostrar una superioridad moral absoluta en relación con todos los demás políticos de México. Esa pretensión de superioridad moral para él es más importante que la Presidencia (...) Más que líder político es un líder social, y más que líder social, es un líder religioso (...) esencialmente, un liderazgo místico (...) AMLO regaló dos elecciones imposibles de perder. La de 2006 y la de 2012.
 
El texto de Costa Bonino aporta una visión privilegiada desde la posición de élite que le tocó ejercer y que no debería ser desdeñada por un movimiento que hoy más que nunca necesita de la crítica y la autocrítica. Aun con la inevitable carga subjetiva derivada de la circunstancia personal de su despido del equipo al que asesoraba, las crónicas del doctor en ciencia política deberían ser recibidas con tolerancia y deseos de corrección, sin defensas obcecadas ni rechazo panfletario, con ánimo genuino de reconstruir desde abajo, sin fanatismos y con rigor analítico, una izquierda que políticamente ha sido derrotada y si no sabe levantarse pronto y eficazmente habrá de seguir viendo pasar los carruajes triunfantes del priismo acostumbrado a las décadas de poder y del panismo especializado en convalidar lo fraudulento a cambio de cesiones y alternancias. ¡Feliz fin de semana!
Twitter: @julioastillero
Facebook: Julio Astillero
FUENTE LA JORNADA OPINION
Violencia: viraje discursivo, persistencia real
Mas allá del deslinde formulado por el presidente Enrique Peña Nieto respecto de la política de seguridad de su antecesor, y de su propósito de dar un viraje en la estrategia de ese rubro y del combate al crimen organizado, la violencia cotidiana sigue manifestándose en el país en forma de ejecuciones, enfrentamientos entre grupos armados, pérdida de tranquilidad y sentimiento de zozobra extendida entre la población de varias franjas del territorio.
 
El éxodo de habitantes de diversas poblaciones de Tierra Caliente, en Guerrero –un fenómeno que se ha venido presentando periódicamente desde hace años y que se repitió esta semana con la salida de 180 familias de cinco comunidades de la región ante amenazas de la delincuencia organizada–, pinta un panorama muy distinto a las afirmaciones oficiales sobre la disminución neta de la violencia y el restablecimiento paulatino del estado de derecho.

Habría sido impensable que las confrontaciones armadas, los asesinatos y la pérdida de paz pública cesaran en forma abrupta por efecto del cambio de administración federal. Sin embargo, pasados ocho meses del inicio de la gestión de Peña Nieto, pareciera que el único cambio significativo en materia de seguridad radica en la política de comunicación del gobierno federal sobre los hechos violentos, las cifras oficiales sobre delincuencia y las detenciones de presuntos narcotraficantes. Fuera de eso, escenarios como el que se registra actualmente en Tierra Caliente dan cuenta de que el país sigue sumido en una catástrofe de seguridad pública y que la criminalidad organizada mantiene el control de regiones enteras sin que las autoridades hayan adoptado hasta ahora medidas para modificar tales fenómenos desde sus causas económicas, sociales e institucionales que lo originan.
 
Tal continuidad en el ámbito interno se produce, según puede verse, en la persistencia de una relación de cooperación y arbitrio según el interés de Washington, que justifica la intromisión de ese gobierno en tareas de seguridad en nuestro país. Muestra de ello es la información publicada por The New York Times en el sentido de que la detención de Miguel Treviño Morales, el Z-40 –atribuida por el gobierno de Peña Nieto a un trabajo de inteligencia de la Marina– estuvo respaldada por un papel esencial tras bambalinas del gobierno de Estados Unidos.
 
El deslinde expresado por la administración respecto de las desastrosas políticas de seguridad seguidas por su antecesor es, en sí mismo, un hecho positivo, pero para que ese viraje se concrete es necesaria la adopción de medidas gubernamentales que se sostengan en la realidad, empezando por una estrategia integral de combate a la delincuencia en los terrenos social, económico, policial, educativo y de salud pública. Ello pasa de forma obligada por una reorientación y un ejercicio eficiente de los presupuestos públicos, por una ampliación de los programas sociales, por el rescate de la enseñanza a cargo del Estado, por la aplicación de una política fiscal justa y redistributiva y, en general, por la modificación del modelo económico impuesto en el país desde hace tres décadas. Todas esas tareas siguen siendo, por desgracia, asuntos pendientes de la actual administración, aunque su atención resulta perentoria.
FUENTE LA JORNADA OPINION
 
Esta ruINAH que ves-Rocha
Chihuahua: autoritarismo de compadres y abstencionismo
Víctor M. Quintana S.
Luego de las elecciones del 7 de julio, en Chihuahua se consolida un modelo que podríamos llamar de autoritarismo de compadres, combinado con una baja participación ciudadana, lo que va generando un círculo vicioso para la población y virtuoso para la oligocracia política.
 
El PRI con sus aliados obtiene el triunfo en 51 municipios. El PAN gana 15 municipalidades de las 24 que tenía, retiene Delicias y gana Cuauhtémoc al PRI. De las 22 diputaciones locales uninominales, la coalición priísta gana 18, y Acción Nacional, cuatro. Gracias a, o por culpa de, según se quiera ver, la transferencia de votos del PRI a sus aliados de la chiquillada, el tricolor contará sólo con 16 de 33 diputaciones, por siete del PAN, tres del Panal, dos del PVEM, el PRD y el PT y uno del Movimiento Ciudadano.

No puede decirse que fueron elecciones limpias, hay varias impugnaciones del PAN. Volvieron las formas tradicionales de acarreo, sobre todo de indígenas, la compra de votos ahora combinada con presencia de golpeadores del PRI en varios municipios. En la zona occidental del estado, donde el terror se ha enseñoreado estos últimos años, en algunas partes se amedrentó a los votantes mediante la presencia de exagerados operativos policiacos, en otros, mediante la ausencia total de los elementos de seguridad.

El PRI gobernará ahora en más municipios, y si es que sus aliados electorales no se venden a otro mejor postor, mantendrá su hegemonía en el Congreso. Sin embargo, para el gobernador, quien deseaba el carro completo, no deja de ser una victoria raspada, pues además varias de las derrotas se deben a la división que provocó en su partido al imponer candidatos. El PAN no logró levantarse de la debacle de 2012 como hubiera querido, pero es un pequeño triunfo no haber retrocedido más. Indudablemente los grandes ganones de estas elecciones fueron los verdes, panales, perredistas y petistas, pues podrán colocar a los miembros de sus dinastías dominantes en el Congreso, colgados de su apoyo al PRI.

En cuanto a la participación electoral, Chihuahua se sigue manteniendo entre las entidades con más alto nivel de abstencionismo: alrededor de 60 por ciento en estas elecciones. A pesar de un gasto de más de mil 200 millones de pesos en tres años, el Instituto Estatal de Elecciones sólo incrementó marginalmente la asistencia a las urnas. Los más altos índices de abstencionismo se dan en las ciudades más grandes del estado: Juárez, con 70 por ciento; Cuauhtémoc, con 63.75 por ciento, y Chihuahua, con 61.17 por ciento. Otras ciudades como Delicias, Parral y Nuevo Casas Grandes se cuentan también entre los 10 municipios más abstencionistas. Del otro lado del espectro, hay ocho municipios en los que la participación electoral superó 70 por ciento, todos rurales. En cuatro de ellos ganó el PAN solo, y en otro, aliado con el PT. Este partido ganó uno más.

Parece, pues, que la población más informada, más expuesta a los grandes medios, la urbana, es la que muestra más rechazo a participar. Por otro lado, es claro que en los municipios pequeños, cuando hay una competencia cerrada entre partidos o coaliciones, la población se vuelca a votar en mucha mayor proporción y logra vencer al PRI en varios casos. Llama la atención el alto número de votos nulos: en el PREP de diputaciones por distrito llegó a 53 mil 359, mucho más que cualquiera de los partidos que no sea el PAN o el PRI.
 
A pesar de todo, el PRI y el gobernador César Duarte Jáquez mantienen su hegemonía en Chihuahua. Seguirán sin contrapesos fuertes, lo que permitirá que en la entidad siga operando el autoritarismo de compadres, es decir, un conjunto de prácticas autoritarias ejercidas desde el Poder Ejecutivo avaladas por los partidos de la chiquillada –aquí el PRD se hizo chiquito– a cambio de curules, sindicaturas, regidurías, privilegios y otros favores, y también por el sindicalismo charro.
 
Este autoritarismo pactado por la mayoría de los actores políticos hace que la democracia funcione a medias y la población no vea su trascendencia para resolver sus problemas cotidianos. Se produce así un divorcio drástico entre el sistema de partidos y elecciones y las y los ciudadanos. Éstos se alejan de las urnas, desilusionados por la colusión entre los partidos y el gobierno, los enormes privilegios que se otorgan entre ellos y los trucos para lucrar, como las coaliciones en torno al PRI y el mercadeo del sufragio para dar respiración artificial a los partidoides aliados. Hay un fuerte rechazo pasivo de la ciudadanía, que se expresa en los votos nulos y el abstencionismo; el sistema de representación política está en crisis.
 
Sin embargo, el abstencionismo o la crisis de representación preocupan a analistas y académicos, no a los partidos ni al gobierno. Ellos se sirven con la cuchara grande y malgobiernan así tengan el apoyo del total o del 10 por ciento del electorado. Así se consolida en Chihuahua y en varios otros estados el gobernadorismo, el poder desproporcionado de los gobernadores, producto del debilitamiento del presidencialismo y a la vez terrible rémora de la consolidación de la democracia.
 
Tampoco el abstencionismo o la crisis de representación parecen preocuparles a sus protagonistas, a los ciudadanos que se alejan de las urnas o a quienes anulan su voto. Están muy desilusionados y totalmente descreídos del sistema político, pero no pasan a un hartazgo activo.
 
Tal vez algo de la explicación de esta pasividad se deba al deterioro de las condiciones de vida y a la inseguridad, pues impiden a la gente preocuparse más allá de lo inmediato. Seguramente si estuviéramos en un momento de ascenso económico para las mayorías, como en Brasil o en Turquía, Chihuahua y todo México estarían en ascuas.
 
A mayor pobreza y mayor violencia, mayor autoritarismo, sería la fórmula perfecta para muchos años de PRI.
FUENTE LA JORNADA OPINION
Sistema deforme-Fisgón

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