Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

miércoles, 17 de julio de 2013

Bajo la Lupa- Snowden y Assange: ¿conque Washington nos espía?- El papa Francisco y el declive del catolicismo latinoamericano- Mankiw: la imposible defensa del 1%

Bajo la Lupa
Supercherías entreguistas /pactistas del Imco, apéndice del Centro Woodrow Wilson /ITAM
Alfredo Jalife-Rahme
La privatización de los hidrocarburos entró a una fase siquiátrica de catatimia (ceguera emocional): el nivel demencial catastrofista de los turiferarios de la reforma Peña/Videgaray/Aspe se suma a la ignorancia de la singular dinámica histórica de Pemex.
 
Como decía George Santayana, siquiatra de Harvard: Aquellos que no puedan acordarse del pasado están condenados a repetirlo. Al ignorar su historia petrolera, el “México neoliberal itamita” se obstina en repetir los graves errores de finales del siglo XIX.

El principal defecto letal de la postura entreguista/pactista radica en que adopta ciegamente la supremacista dirección interesada del Centro Woodrow Wilson (WWC)/ITAM para beneficio unilateral geoestratégico de Estados Unidos, sin considerar los intereses nacionales de México.

El menos indicado para rumiar sobre competitividad es el exageradamente mediocre Imco ( ranking 53 mundial), selecto núcleo de la plutocracia mexicana entregada al diseño fagocitario del WWC/ITAM sin importar el desmantelamiento energético doméstico (ver Bajo la Lupa, 30/6/13, 3, 7, 10 y 14/7/13).

El Imco se ha posicionado como el ala radical del proyecto WWC/ITAM, a grado tal de que J. Pardinas Carpizo (sobrino del polémico Jorge Carpizo) amenaza imponer la privatización sin tomar en consideración el aplastante repudio ciudadano.

En su presentación del catastrofista estudio repleto de errores Nos cambiaron el mapa: México ante la revolución energética del siglo XX (http://imco.org.mx/wp-content/uploads/internacional/ICI2013-completo.pdf), Pardinas Carpizo exagera que sin los cambios en los artículos 25, 26 y 27 de la Constitución el país tardará hasta 100 años (¡supersic!) en extraer su riqueza energética (que calcula alegremente en 158 mil millones de barriles).

El mapa mercantilista y apátrida del Imco no tiene nada que ver con el mapa geoestratégico, que no ha variado: guerras por los recursos primarios.

Como si los mexicanos fuéramos tarados congénitos, no se entiende por qué Pemex no pueda explotar sus aguas profundas.

El Imco se suelta con una serie de cifras alegres para seducir a una privatización contraria a los intereses nacionales y coloca erróneamente a México en el sexto lugar con el mayor número de reservas de gas shale cuando es el tercero, según la fuente favorita de los entreguistas/pactistas neoliberales: The Financial Times (22/4/12; ver Bajo la Lupa, 29/4/12). ¡Muchos errores!

Compara en forma absurda el número de patentes del Instituto Mexicano del Petróleo (22) con la texana Schlumberger (540), donde es accionista un ex director de Pemex.

El Instituto Mexicano del Petróleo ha sido brutalmente desmantelado por los gobiernos neoliberales del PRI/PAN, mientras a Schlumberger le llueve dinero para investigación y desarrollo. El Imco oculta el peor daño ambiental de la depredadora Schlumberger en la historia del Golfo de México.

Otra comparación incoherente de su presidente Valentín Díaz Morodo (quien birló 7 mil millones de dólares de impuestos a México en la venta de la Cervecería Modelo a una cervecera de Estados Unidos): Cuba, Irán y Corea del Norte compiten por inversión extranjera (sic) para desarrollar sus recursos, mientras México se mantiene cerrado y aislado.

Díaz Morodo oculta que existen sanciones asfixiantes extranjeras a Irán e ignora la diferente historia energética de Cuba y Norcorea, que no son potencias petroleras como México. Moraleja: las comparaciones, para no ser grotescas, se realizan entre iguales ( ceteris paribus).
Las supercherías del Imco son calca del documento de WWC/ITAM y su tesis principal se cuelga acrobáticamente de la controvertida “revolución energética del shale gas en Estados Unidos”.
Foto
Vista de la refinería de SalamancaFoto Alfredo Domínguez
En el consejo de administración, consejo directivo y staff profesional del Imco destacan tequileros, vendedores de papeles higiénicos y dueños de cines, y no encontré a ninguno que merezca reconocimiento profesional en la materia (http://es.scribd.com/doc/154176680/Consejo-Directivo-Del-IMCO). ¡Muy rupestre!
 
El Imco apuesta todo su capital en la burbuja del shale gas (gas esquisto; ver Bajo la Lupa 29/4/12, 19 y 26/12/12, 10/2/13, 17/3/13; 10/4/13, 3 y 7/7/13), cuando la semana pasada Francia desechó su aplicación debido a la telúrica depredación ambiental del fracking. WWC/ITAM y su apéndice radical Imco confunden propositivamente todos los hidrocarburos, cuando cada uno merece un tratamiento especial.
 
Mientras no existan garantías ambientales ( v. gr. terremotos), el fracking del shale gas, aunque México sea la tercera reserva del mundo, su explotación merece ser puesta en paréntesis hasta tener certeza plena de inocuidad.
 
Pareciera que WWC/ITAM y su apéndice radical Imco, que practica un terrorismo catastrofista y teológico privatizador, propone lo mismo que la polémica propaganda de Estados Unidos sobre el shale gas.
A mi juicio, el tema de las aguas profundas es diferente y debe ser tratado con delicadeza y sin precipitaciones (ver Bajo la Lupa, 14/7/13).
En lo personal no tengo empacho en imitar las tendencias globales, primordialmente de las nuevas siete hermanas estatales, siempre y cuando México mantenga su propiedad y control, ya no se diga el ritmo extractivo de acuerdo a nuestras necesidades.
 
La obsesión teológica del Imco pone en riesgo la libertad/independencia/seguridad energética de México.
 
Los candados de la Constitución (artículos 26, 27 y 28) son reflejo de la protección a la previa depredación de las antecesoras de las trasnacionales anglosajonas en la etapa porfirista y retroceden a México a finales del siglo XIX: no es ninguna modernización en términos geopolíticos, que, curiosamente, se elude olímpicamente cuando el gobierno Obama ha hecho del muro de la ignominia transfronterizo una separación peor que el Muro de Berlín. Tengo entendido que las relaciones entre países son integrales y no parciales/reduccionistas.
 
El México neoliberal no tiene la capacidad, ni debe (por consideraciones geopolíticas) confrontarse con Estados Unidos cuando ha prácticamente claudicado su soberanía en forma masoquista: desde la aceptación del espionaje Prisma del NSA a todos los ciudadanos mexicanos –que atenta contra el espíritu del TLCAN/ASPAN/Plan Mérida– hasta la castrada postura oficial frente a la inaceptable piratería neocolonial al avión del presidente Evo Morales: una afrenta a Latinoamérica.
 
Peña obtuvo sólo 38.21 por ciento de los votos, mientras en la reciente elección pactista cundió un preocupante ausentismo de 70 por ciento. No existe mandato expreso para privatizar.
 
Pareciera que a la reforma Peña/Videgaray/Aspe le interesa conservar el anquilosado poder (sin legitimidad), más que gobernar los destinos de un país libre e independiente en óptima coexistencia con sus vecinos transfronterizos.
 
La claudicante reforma Peña/Videgaray/Aspe entrega Pemex a Estados Unidos/Gran Bretaña sin importarle su futuro y su seguridad energética.
 
La postura alterna, de libertad/ independencia/seguridad energética, conserva propiedad y control por Pemex y optimiza su operatividad sin colisionar con Estados Unidos en lo referente a su abasto garantizado. ¡Un matiz enorme que no desaparece a México del mapa geoestratégico!
 
Snowden y Assange: ¿conque Washington nos espía?
José Steinsleger
Las buenas novelas de espionaje responden al principio básico de las grandes agencias de inteligencia: que ficción y realidad se confundan para que el lector (¿el enemigo?) infiera conclusiones con base en las medias verdades y medias mentiras de la trama.
 
La crítica especializada sostiene que el punch se logra cuando la trama remite, por asociación, a hechos históricos o de la realidad. Durante la guerra fría, el género pegó un salto de calidad. Pienso en John Le Carré, maestro de maestros, que antes de ser famoso trabajó varios años en los servicios de inteligencia británicos.

Los personajes de Le Carré muestran a veteranos agentes (inteligentísimos y estupendamente reaccionarios) que, así como el mítico George Smiley, son “…individuos derrotados y en decadencia en busca de la verdad o, cuando menos, algún atisbo de ella”. Pero a quienes los agentes jóvenes consultan porque sus jefes han devenido en burócratas sin luces, trepadores amorales u oportunistas despiadados.

La fama de Le Carré llegó con la novela El espía que vino del frío (1963), año en que Allen Dulles (jefe de la CIA en los años pico de la guerra fría) publicó El arte de la inteligencia. Con menores dotes literarias, Dulles fue un profeta del neoliberalismo: “En la dirección del Estado crearemos el caos y la confusión. De una manera imperceptible, pero activa y constante, propiciaremos el despotismo de los funcionarios, el soborno, la corrupción, la falta de principios…”

Sigue: “La honradez y la honestidad serán ridiculizadas como innecesarias y convertidas en un vestigio del pasado. […] Sólo unos pocos acertarán a sospechar e incluso comprender lo que realmente sucede. Haremos parecer chabacanos los fundamentos de la moralidad, destruyéndolos. Nuestra principal apuesta será la juventud. La corromperemos, desmoralizaremos, pervertiremos…”
En el otro bando, menudeaban actitudes quizá no tan cínicas y perversas, aunque igualmente letales. Como aquel embajador de la ex Checoslovaquia (elegante bebedor, por cierto) cuando, revisando sin ganas documentos que le había acercado sobre los derechos humanos en América Latina, se le nublaron los ojos con alcohólica ternura: “Me recuerdas al joven que fui, cuando luchaba contra los nazis…”

Plagada de escritores que en el siglo pasado sondearon las tribulaciones de una civilización crecientemente acorralada, los críticos aseguran que la obra de Le Carré guarda similitud con las novelas de Kafka y Orwell, donde no hay buenos ni malos, y todos estamos alienados, manipulados… vigilados. Por consiguiente, luchar por la justicia sería ingenuidad.
 
En un filme que al uso de la non-fiction novel (olvidé el nombre) narra la historia de la CIA desde su fundación hasta la implosión de lo que dio en llamarse países socialistas, un ex agente que había pertenecido a los idealistas de la corporación pregunta a su jefe: ¿para qué luchamos? Y con golpe preciso a una pelota de golf, el jefe responde: “Poco importa… ¡Ganamos!”
 
Para entonces (y paradójicamente), la CIA y corporaciones menos conocidas, como la Agencia Nacional de Seguridad (NSA, por sus siglas en inglés), habían dejado de ser (si alguna vez lo fueron…) políticamente inteligentes. Y hoy, sus mayores esfuerzos se concentran en la rebatiña de las partidas multimillonarias que los gobiernos imperialistas (totalmente en manos de las corporaciones económicas y mediáticas) destinan a la seguridad.
 
En América Latina, la CIA cosechó varios éxitos. Que posiblemente hubieran sido menos dolorosos sin el apoyo de sociedades derechizadas y ejércitos nacionales asesinos. Pero en los conflictos de las grandes ligas (Cuba, Vietnam, Angola, Sudáfrica, así como hoy en Irán y Siria) las cosas fueron y son distintas: de fracaso en fracaso, los imperialistas sufrieron y sufren derrotas políticas y militares sin cuento.
 
En el primer decenio del siglo, los medios hegemónicos occidentales consagraron a Saddam Hussein y Bin Laden como los personajes más malos del mundo. Y a inicios del segundo, el caudillo de Wikileaks Julian Assange y el réprobo de la CIA y la NSA Edward Snowden pasaron a ser los más buenos.
 
La trayectoria de los primeros es conocida. Aunque en el caso de Bin Laden los historiadores tendrán dificultades para reconstruir su probable asesinato en Pakistán (2010), pues casi todos los miembros del comando de marines que lo asesinó perecieron luego en distintas circunstancias. Por el contrario, la de Assange es una nube de pedos, en tanto la de Snowden lo que los medios hegemónicos, la irresponsable Wikipedia y él mismo dicen que fue o es.
 
Así es que, a falta de más, prefiero guardar fuerzas para el acontecimiento noticioso mundial que, seguramente, viene en camino. Mas por ahora me gustaría saber algo más del joven Snowden, quien a los 21 años ingresó como raso a las fuerzas especiales del Pentágono, y a los 29 se las arregló para tener, según The Guardian, “…acceso a todos los que trabajaban en la NSA, a toda la comunidad de inteligencia y a los bienes encubiertos en todo el mundo, las ubicaciones de cada sede, lo que estaban haciendo, etcétera”.
 
El papa Francisco y el declive del catolicismo latinoamericano
Bernardo Barranco V.
A unos cuantos días de la visita del papa Francisco a Brasil existen expectativas e interrogantes sobre el desempeño del pontífice. Francisco viene a encabezar la Jornada Mundial de la Juventud que se celebrará en Río de Janeiro, entre el 23 y el 28 de julio, con una audiencia estimada de 1.5 millones de personas. El Papa llega a un país convulsionado por violentas protestas que pusieron en estado de alerta a los organizadores, quienes, junto con los responsables de la curia romana, determinaron proseguir con el viaje de Francisco, a pesar del manifiesto descontento social de amplios sectores de la población hacia las políticas económica y social del gobierno encabezado por la presidenta brasileña, Dilma Rousseff.
 
La jornada mundial es un magno evento que no se debe despreciar. Además del Papa, convoca a más de 250 obispos de diferentes nacionalidades que guiarán los encuentros y las reflexiones de los jóvenes, además de que los presidentes episcopales latinoamericanos agrupados en el Celam tendrán espacios con el pontífice argentino. Pero, más allá de las jornadas, el objetivo de Bergoglio es animar la moral y la talante pastoral de una Iglesia católica brasileña a la baja. Si bien en Brasil se tiene el mayor número de católicos en el mundo, éste ha venido disminuyendo de manera acelerada. Según el último censo del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), en 2010, 64.6 por ciento de la población se considera católica, contra 73.6 por ciento en 2000. Todavía en los años 80 los católicos estaban arriba de 90 por ciento. En Brasil, esta disminución está correlacionada por un aumento en el número de evangélicos. Según el mismo IBGE, el número de creyentes aumentó de 15.4 por ciento en 2000 a 22.2 por ciento en 2010. A diferencia de Europa, donde el ascenso notable corresponde a los ateos y agnósticos, en Brasil se experimenta un éxodo de fieles de la Iglesia católica hacia otras formas de religión, especialmente las denominaciones pentecostales, que representan 60 por ciento de la población evangélica. En Brasil y México, los dos países con mayor número de católicos, se pone en evidencia la crisis actual del catolicismo latinoamericano, que en los últimos 25 años ha sido desbordado por nuevas y emergentes ofertas religiosas. En países centroamericanos el número de católicos ha disminuido a niveles de 50 por ciento. Por ello, se ha venido atemperando el discurso triunfalista y mediático, desarrollado sobre todo bajo de pontificado de Juan Pablo II.

El concepto pentecostalismo viene de un pasaje de la Biblia que dice que un día de Pentecostés, pascua judía, el Espíritu Santo descendió ante los apóstoles y comenzó a operar milagros. Uno de los notables poderes del Espíritu Santo pentecostal en Brasil es la capacidad de cura, de ahí las imágenes en sesiones de trance, sanciones y euforia. El pentecostalismo brasileño es un fenómeno de las masas pobrísimas, excluidas y abandonadas a su suerte, tanto por católicos como por protestantes. El éxito de las denominaciones pentecostales radica en que han logrado crear una eficiente articulación entre la vida religiosa y la vida material. Un puente entre la mística y la superación de una condición de pobreza y destierro social. El gran suceso del pentecostalismo es que Dios es capaz de producir cambios personales y materiales concretos en la vida del creyente. Ya el catolicismo aparece más retórico y una compleja agenda encabezada por la jerarquía más preocupada por incidir en la agenda y en el espacio público que estar atenta a las necesidades y aspiraciones de la feligresía.
 
Pero el papa Bergoglio no es ajeno a esta realidad. Sabe muy bien como latinoamericano que la Iglesia debe renovar su presencia pastoral y social en la región. Desde antes de que fuera electo pontífice, Francisco llamaba a recuperar la parroquialidad en la Iglesia, es decir, a tener un impulso mucho más pastoral frente a una creciente burocratización y apego a los poderes seculares. La presencia de Francisco, el primer papa latinoamericano, en Brasil, tiene asegurada la notoriedad mediática, cada gesto y cada palabra sucitarán expectativas y análisis en el continente. Hasta dónde la teología social del papa Francisco podrá ser empática con la teología latinoamericana de la liberación, incluso reconocer su aporte y reconciliación negada por los anteriores pontífices europeos. ¿La teología popular, no marxista ni politizada de Bergoglio, podrá hermanarse con los esfuerzos pastorales que aún persisten de denuncia y apoyo a enfrentar la miseria, la desigualdad y sus mecanismos económicos?, se pregunta el destacadísimo vaticanista italiano Marco Politi.
 
Por lo pronto se ha venido llevando manifestaciones de rechazo evangélico por el trato privilegiado y soporte económico por parte del gobierno a la visita de Francisco. La estadía costará cerca de 250 millones de dólares. El gobierno federal y algunos gobiernos estatales aportarán cerca de 70 por ciento del presupuesto, aunque los organizadores tratan de apaciguar el descontento, sentenciando que con la ayuda de empresas patrocinadoras y contribuciones en forma de cuotas de los cientos de miles de peregrinos internos y del extranjero se solventarán los gastos. Ahí está la polémica sobre el trato de excepción que aún perdura, de una religión que está dejando ser mayoritaria. Pero tan sólo en seguridad del Papa, el gobierno ha destinado más 11 mil efectivos que estarán pendientes de la integridad de Francisco. En Roma, después de su encuentro de media hora con el papa Francisco, 20 de marzo de 2013, la presidenta Rousseff fue abordada por la prensa. Un periodista argentino le preguntó retadoramente qué pensaba de un papa argentino en Brasil. Dilma respondió: Tú eres muy afortunado, porque es un gran Papa, pero digo como nuestra gente dice: el Papa es argentino, pero Dios es brasileño.
 
Mankiw: la imposible defensa del 1%
Alejandro Nadal
El 2 de noviembre de 2011 los 70 estudiantes del curso de economía del profesor Greg Mankiw en la Universidad Harvard decidieron salirse del salón de clases como acto de protesta. En una carta abierta a su profesor, los estudiantes le reprocharon el hecho de no ofrecer una discusión adecuada sobre los fundamentos de la teoría económica. Además, señalaron que el curso tampoco brindaba perspectivas críticas sobre la teoría económica convencional ni opciones alternativas a través de otros enfoques teóricos. En los tiempos que corren, esas dos acusaciones son bastante serias.
Los alumnos anunciaron en su carta de protesta que estaban hartos del sesgo impuesto en el curso de Mankiw. Explícitamente señalaron que la orientación del curso contribuía a perpetuar la desigualdad económica que hoy marca a la sociedad estadunidense. Esta es una imputación grave si se toma en cuenta que hoy en Estados Unidos el coeficiente de Gini para medir la desigualdad (el indicador más utilizado para medir niveles de concentración en la distribución del ingreso) es de .48 y constituye un dramático testimonio del fracaso de la política económica de la economía capitalista más desarrollada del mundo. Ese indicador en México es de .49, lo que dice mucho sobre el pésimo desempeño de la economía estadunidense.
Pero los bravos profesores de economía afiliados al establishment no tienen miedo de nada. Hoy Mankiw está publicando en una prestigiosa revista académica un artículo con el provocativo título En defensa del uno por ciento. El texto comienza señalando que en los últimos 40 años el ingreso medio en Estados Unidos ha crecido, pero dicho crecimiento no ha sido uniforme: para el uno por ciento en lo alto de la pirámide social el aumento del ingreso ha sido mucho más alto que el promedio. Según Mankiw eso se debe a que las personas en el uno por ciento han realizado grandes contribuciones a la economía del país norteamericano.
El texto del profesor recurre en diferentes momentos a la idea de que la remuneración que recibe la gente está en proporción directa a su contribución al producto social. Los que reciben poco en términos de compensación salarial, por ejemplo, realizan una exigua contribución al producto. En cambio, los que perciben grandes ingresos lo hacen porque han realizado grandes aportaciones al producto y al bienestar social.
En su artículo, Mankiw redescubre la teoría marginalista sobre la distribución. El sentido clave de esta teoría es que la distribución del ingreso en una economía (capitalista) está determinada por la productividad marginal de los factores de la producción, capital y trabajo. Los factores de la producción perciben como remuneración lo que corresponde a su aportación a la producción social. Cada trabajador recibe como remuneración su aportación marginal al producto.
Entre 1965 y 1975 se desató una importante controversia entre los seguidores de esta teoría y un grupo de profesores de la Universidad de Cambridge, Inglaterra. En esa disputa la teoría marginalista recibió una crítica decisiva. Los críticos, con Piero Sraffa, Joan Robinson y Pierangelo Garegnani a la cabeza, demostraron que no había manera de medir el factor llamado capital de manera independiente de la distribución. Esta crítica demostró que la teoría de la productividad de los factores adolecía de una circularidad fundamental. Sólo es posible determinar la productividad del capital si se conoce el precio de los bienes de capital (porque eso es lo que permite sumar máquinas heterogéneas y edificios de todo tipo), pero los precios no son independientes de la distribución del ingreso y, en el caso del capital, el precio depende de la tasa de ganancia. Por lo tanto, para conocer la productividad del capital es necesario conocer la tasa de ganancia, pero para ello es necesario conocer ¡la productividad del capital!
Los seguidores de la teoría de la productividad marginal dieron la pelea pero su caso estaba perdido. Al final, el sumo pontífice de la secta neoclásica, Paul Samuelson, aceptó la derrota en un célebre artículo publicado en 1966. Ese reconocimiento debió haber sido suficiente para abandonar el enfoque marginalista. Pero la contribución ideológica que realiza esta teoría es clave y los poderes establecidos se resisten a perderla.
La conclusión del debate es clara: la distribución del ingreso no está determinada por factores técnicos en la economía. La distribución se define, como bien señaló Sraffa hace ya 50 años, por fuerzas que están afuera del sistema económico y depende de cosas como la fuerza relativa de las uniones de empresarios y de los sindicatos de los trabajadores. No hay ninguna razón técnica por la cual los salarios deben ser bajos o incluso miserables. Tampoco hay motivos tecno-económicos para justificar los descomunales ingresos del uno por ciento de la población que Mankiw quiere defender, por más que insista que sus aportaciones a la economía guardan proporción con esos ingresos.
 

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