Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

jueves, 18 de julio de 2013

Las colonias europeas y la dignidad de nuestra América- La OTAN económica- EU: recuperación fallida

Las colonias europeas y la dignidad de nuestra América

Ángel Guerra Cabrera
El bloqueo por Francia, Italia, España y Portugal de su espacio aéreo al avión del presidente Evo Morales desnudó su escandalosa subordinación colonial a Estados Unidos. Es obvio que después de autorizar el sobrevuelo y escala vino una orden perentoria de Washington prohibiéndolos, aplicada con tal genuflexión por esos gobiernos que no les importó violar groseramente el derecho internacional ni poner en grave peligro la vida del mandatario boliviano.
 
En contraste, los países de América Latina y el Caribe están dando una magistral lección de soberanía, dignidad y alta diplomacia a las antiguas metrópolis, hoy devenidas haciendas bananeras a las órdenes de Berlín y, por supuesto, de Washington.

El 2 de julio en horas de la noche, en cuanto supo que el avión de Evo había sido bloqueado, el vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Álvaro García Linera, acompañado de su gabinete denunció: el presidente de los bolivianos... ha sido secuestrado por el imperialismo en Europa... esa acción ha sido instruida por Estados Unidos que le tiene miedo a un campesino, a un indígena, a un hombre honesto... las medidas represivas también apelan al terror, al miedo, de su propia población.

La rápida y enérgica actuación de García Linera fue decisiva en el desmantelamiento de la conjura, pues además de alertar sobre la gravedad de los hechos, sirvió para desencadenar una fuerte ola de solidaridad que sigue creciendo a más de dos semanas de la agresión contra el querido líder latinoamericano.

Horas después la Alternativa Bolivariana para los pueblos de Nuestra América (Alba) y todos sus gobiernos miembros se pronunciaban en términos muy duros contra el acto delictivo.

Esa grave situación, promovida por el imperialismo norteamericano y sus aliados europeos puso en peligro la vida del hermano presidente Morales, afirmaba la declaración de la Alba.

La misma noche de los hechos Rafael Correa, Cristina Fernández y Nicolás Maduro censuraban acremente en Twitter la actitud de los gobiernos europeos, proclamaban su solidaridad con Evo y los dos primeros acordaban pedir con urgencia una cumbre de Unasur. Como respuesta, el 4 de julio se conocía la Declaración de Cochabamba, firmada en la ciudad boliviana por Cristina, Correa, Maduro, Mujica, Evo y el mandatario surinamés Desi Buterse. Aunque brillaran por su ausencia los tres miembros sudamericanos de la Alianza del Pacífico, la declaración fue fundamental para continuar movilizando la solidaridad con Evo y su contundente denuncia influyó en la recia condena acordada en la OEA el 9 de julio (véase mi nota anterior, La Jornada, 11/7,13). La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, se excusó de acudir a Cochabamba por la situación en su país, pero su postura frente a la agresión europea a Evo ha sido de las más fuertes desde el primer instante.
 
En las primeras horas del 3 de julio la cancillería cubana declaraba: ...varios gobiernos europeos han denegado o retirado, con pretextos técnicos, permisos de sobrevuelo o aterrizaje al avión del presidente Evo Morales Ayma... un acto inadmisible, infundado y arbitrario que ofende a toda América Latina y el Caribe.
Y añadía, en obvia referencia a la actitud estadunidense ante el eventual asilo en Ecuador de Edward Snowden: Estados Unidos amenazó con medidas económicas coercitivas a Ecuador... lo que no se puede tolerar por ningún motivo, lesiona a toda Nuestra América y merece repudio internacional. Cuatro días más tarde el presidente Raúl Castro apoyaba el derecho de Venezuela y de todos los países de la región a conceder asilo a los perseguidos por su ideales o luchas por los derechos democráticos
 
También condenaron categóricamente el atropello la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños y el Movimiento de Países no Alineados.
 
Un altivo Mercosur, con la asistencia a la Cumbre de Montevideo de los presidentes y presidentas de Argentina, Brasil, Uruguay, Venezuela y Bolivia, acordó el firme repudio a las acciones de los gobiernos de Francia, Portugal, España e Italia al no permitir el sobrevuelo ni aterrizaje de la aeronave (de Evo), igualmente llamar a consultas a los embajadores de sus integrantes en Francia, España, Italia y Portugal, convocar a sus cancillerías a los representantes de esos países para pedirles explicaciones y rechazar el espionaje de Estados Unidos sobre los países de la región. Los gobiernos europeos han tardado dos semanas en pedir disculpas a Bolivia, que aún no se da por satisfecha.
Twitter: @aguerraguerra
FUENTE: LA JORNADA OPINION
 
La OTAN económica

Jorge Eduardo Navarrete
En coincidencia con el surgimiento de severas tensiones en las relaciones políticas entre las partes, se iniciaron formalmente el 8 de julio en Washington las negociaciones encaminadas a negociar y culminar –dentro del plazo perentorio de sólo año y medio– el acuerdo que permita establecer la Asociación Trasatlántica de Comercio e Inversión (TTIP) entre la Unión Europea y Estados Unidos. Las tensiones provinieron, como se sabe, de las revelaciones de Edward J. Snowden acerca de las actividades estadunidenses de espionaje de oficinas de la Unión Europea y de diversos gobiernos europeos, como parte de un esquema secreto de captación de información de alcance global. Las primeras reacciones de los gobiernos europeos fueron muy enérgicas y llegaron a poner en peligro el inicio de las negociaciones sobre la TTIP. Los intentos de cooperación económica noratlántica tienen una larga historia. Para circunscribirla a la posguerra fría, habría que recordar la Nueva Agenda Trasatlántica de 1995, que incluía un plan de acción conjunto; la Asociación Económica Trasatlántica de 1998, surgida de una iniciativa británico-estadunidense, y el acuerdo marco de 2007, que instituía un Consejo Económico Trasatlántico. Ahora la Casa Blanca reitera que la TTIP será un acuerdo de comercio e inversiones ambicioso, abarcador y de altos estándares, con objetivos particulares en materia de apertura de mercados, liberalización de inversiones y coordinación de regulaciones sobre propiedad intelectual, entre otras. Parece evidente la intención de reafirmar que, si bien el centro de gravedad de la economía mundial y de las relaciones internacionales puede estarse desplazando hacia el Pacífico asiático, las dos mayores economías del planeta –la Unión Europea y Estados Unidos– están decididas a devolverlo a su locus tradicional: el Atlántico norte.
 
El entusiasmo inicial pronto se vio atemperado. La primera ronda negociadora se realizó del 8 al 12 de julio, bajo la sombra –como se ha dicho– del affaire Snowden, más espesa y difícil de despejar de lo que se pensaba. Para subrayar que no se trata de cuestiones por completo desconectadas, la Unión Europea incluyó en su portal oficial, junto con la información sobre las negociaciones de la TTIP, la noticia de que el Parlamento Europeo encomendó a su Comité de Libertades Civiles investigar a fondo los programas estadunidenses de vigilancia, incluyendo escuchas maliciosas y otras formas de espionaje en oficinas de la UE, y presentar sus resultados antes de finales de 2013.

Las negociaciones mismas, por su parte, revelaron que las cuestiones contenciosas y las áreas de desavenencia parecen ser más amplias de lo previsto. Por lo pronto, ha dejado de mencionarse el final de 2014 como la fecha para el cierre del proceso negociador. Se acordó que la segunda ronda se realizará en octubre de 2013 en Bruselas, marcando una frecuencia muy inferior a la del proceso de negociación de la TTP, la iniciativa gemela en el Pacífico, cuyas reuniones son cada trimestre, si es que no más frecuentes.

De acuerdo con un comunicado de prensa de la Comisión Europea, la primera ronda de negociaciones permitió delimitar las aproximadamente 20 áreas que intenta cubrir el acuerdo, las usuales para este tipo de entendimientos. Los negociadores identificaron algunas áreas de convergencia entre los diversos componentes de la negociación y, en lo que respecta a las áreas de divergencia, comenzaron a explorar posibilidades para superar las diferencias. Un intento de resumir éstas se encuentra en el portal de la representación en Irlanda de la Comisión Europea. Puede leerse como una descripción formal, oficial incluso, de cuáles son esas diferencias desde el punto de vista europeo: a) servicios audiovisuales: Francia apoya y subsidia a su sector audiovisual y desea excluirlo de las negociaciones; la Comisión Europea solicitará un mandato del consejo cuando la UE haya avanzado su propia negociación sobre medios digitales; b) organismos genéticamente modificados: permitidos en Estados Unidos pero prohibidos o restringidos en algunos países de la UE y sujetos a estrictas evaluaciones de seguridad por parte de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria; la comisión prefiere que permanezcan sin cambio estos procedimientos, y c) agricultura: la comisión considera que cualquier acuerdo comercial significativo entre la UE y Estados Unidos tiene que prever una apertura sustancial de los mercados agrícolas.
 
Es, desde luego, muy pronto para decidir si la iniciativa de la TTIP tendrá mejor fortuna que sus antecesoras, arriba mencionadas. La dificultad no parece haber estado en los procesos de negociación, aunque ninguno de los precedentes citados envolvió, ni de lejos, la complejidad del actual. La dificultad ha estribado en que los acuerdos se lleven a la práctica, para lo que parecen haber faltado incentivos económicos, o voluntad política sostenida, o ambos factores. El acuerdo marco para establecer el Consejo Económico Trasatlántico, por ejemplo, fue adoptado hacia el final del segundo periodo presidencial de George W. Bush, en 2007, y es explicable que no haya tenido un seguimiento entusiasta. Si la negociación del TTIP se extiende más allá de mediado el segundo mandato de Obama, cabe considerar si los republicanos estarán dispuestos a llevarla adelante y a asumir los compromisos consiguientes.
 
Hay ahora un nuevo elemento que no estuvo presente en los anteriores episodios: la presencia y proyección de China en el escenario global. Por ello, al igual que los provenientes de la TPP, los mensajes originados en la TTIP parecen tener a China como destinatario mayor.
 
En algunos círculos se ha leído el renacimiento de la cooperación del Atlántico norte como el anuncio de un prematuro final del pivote estadunidense hacia el Pacífico. No parece ser el caso. Es preferible la hipótesis de un impulso paralelo a la Asociación Transpacífica, elemento central de la política de contención de China, mientras que la Asociación Trasatlántica es instrumento para reafirmar el predominio de las naciones avanzadas, encabezadas por Estados Unidos y el núcleo de la UE, en la economía mundial, el comercio internacional y las finanzas globales. Es este un buen ejemplo del tipo de mudanzas geopolíticas asociadas al surgimiento de China y otros países emergentes en los escenarios internacionales.
 
Si alguna lección puede extraer América Latina de desarrollos como los que acaban de reseñarse, tanto en el Pacífico como en Atlántico norte, es la de la imperiosa necesidad de fortalecer su propia integración regional. En ausencia del perfeccionamiento de esquemas como el de CELAC (Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe), serán mucho menores de lo que ya son las oportunidades para la región en el mundo del siglo XXI.
FUENTE: LA JORNADA OPINION
 
EU: recuperación fallida


Luego de la difusión de que la tasa de desempleo en Estados Unidos se mantuvo en 7.6 por ciento en junio pasado –el mismo nivel con el que cerró un mes antes–, el presidente de la Reserva Federal (Fed) de ese país, Ben Bernanke, dijo que el indicador está muy por encima de lo normal; sostuvo que dicha situación justifica una continuidad de la política de flexibilidad monetaria de la entidad a su cargo (consistente en la compra mensual 85 mil millones de dólares en bonos de deuda pública, con el supuesto fin de inyectar liquidez a la economía) y descartó una modificación en la tasa de interés de referencia, la cual lleva varios años en niveles cercanos a cero por ciento.
 
El anuncio sobre la continuidad de las medidas de recuperación económica adoptadas por la Fed podrá ser efectivo para tranquilizar a los mercados financieros –los cuales, en semanas recientes, habían sufrido caídas atribuibles al anuncio de que el banco central estadunidense suspendería los estímulos mencionados–, pero también da cuenta, en forma paradójica, del fracaso de tales políticas para reactivar la economía del vecino país. En efecto, las acciones de la Fed no se han traducido en una caída pronunciada de desempleo ni han incentivado el crecimiento de la economía estadunidense, el cual se ha mantenido en niveles moderados desde el fin de la crisis financiera de 2008-2009. La razón fundamental de lo anterior es la ausencia de medidas y controles gubernamentales orientados a garantizar que el circulante emitido por la Fed durante los últimos años llegue a la economía real y se vea reflejado en los sectores productivos y en los bolsillos de los consumidores.
 
Por lo contrario, los planes de estímulo de la Reserva Federal han creado atractivas oportunidades de lucro para especuladores de deuda pública, y sus beneficios principales se han constreñido a los circuitos financieros de Wall Street y a los mercados cambiarios. Para colmo, el anuncio reciente de un posible fin a esas políticas ha generado intranquilidad en los mercados bursátiles –como quedó de manifiesto con los desplomes registrados a finales de junio pasado– y ello suma un nubarrón económico más en un entorno de por sí afectado por las dificultades económicas que enfrentan diversos países europeos, la consecuente desaceleración en la economía mundial y el riesgo del inicio de una nueva espiral recesiva.
 
El caso estadunidense es un ejemplo más del carácter fallido de las políticas de recuperación adoptadas por los principales gobiernos del planeta a raíz de la reciente crisis mundial: lejos de avanzar hacia una reformulación del modelo económico vigente, a efecto de terminar con el libertinaje que persiste en los mercados bursátiles e introducir elementos de control y racionalidad en el sistema financiero internacional, se han centrado en la aplicación de parches económicos financiados con recursos públicos que alientan la especulación en sus distintas vertientes, e incluso terminan auspiciando el surgimiento de nuevos factores de inestabilidad económica y financiera.
FUENTE: LA JORNADA OPINION
 

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