La edecán
Julia Orayen, de playmate a edecán del debate.
Foto: IFE
Foto: IFE
MÉXICO, D.F. (apro).- La pobreza del primer debate presidencial fue más que evidente cuando la modelo argentina ,Julia Orayen, resultó ser la ganadora porque, con sólo 24 segundos en pantalla luciendo su figura de playmate, provocó más atracción del auditorio y de medios que de inmediato le comenzaron a ofrecer nuevos contratos.
Es preocupante que la modelo haya sido la figura más atractiva del primer debate presidencial y no las propuestas o la discusión que se dio entre los cuatro aspirantes presidenciales. Julia Orayen fue la atracción y quienes la contrataron sabían que su figura tendría un impacto, pero no de esta magnitud.
El fenómeno de la ahora conocida “Edecán del IFE” es grave porque sólo se puede explicar que haya crecido tanto por el vacío de ideas, propuestas y análisis de la realidad del país que hubo en Gabriel Cuadri, Josefina Vázquez Mota, Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador que se centraron en defenderse y ensalzar su figura.
Mientras la modelo hacía su trabajo caminando por el escenario, con un vestido blanco tatuado en su sinuoso cuerpo y un escote que robaba las miradas, los cuatro candidatos dejaron a un lado su función de representantes de un sector de la población.
Ninguno de ellos, por ejemplo, habló de las 60 mil muertes ocurridas en los últimos seis años producto de la violencia generada por el crimen organizado y la guerra que le declaró Felipe Calderón. Nadie se acordó que estamos viviendo la peor inseguridad del país en el último siglo que ha cobrado esta cantidad impresionante de víctimas y otra 10 mil que están desaparecidas.
Tampoco les pasó por su mente –porque no esta en su agenda–, que esta violencia ha ocasionado el cierre de miles de negocios en todo el país y la migración de más de 3 mil personas de los lugares donde radican, buscando nuevos espacios donde vivir tranquilamente.
Los cuatro candidatos tampoco mencionaron los más de 100 periodistas muertos y desaparecidos en la última década y las muertes y amenazas de muerte que ha recibido defensores de derechos humanos, quienes son perseguidos por autoridades corrompidas por el crimen organizado.
A ninguno se le ocurrió hablar del drama que viven 12 millones de mexicanos en extrema pobreza, que están abandonados en los rincones más marginados del país, muchos de ellos doblemente degradados por su condición social y racial, porque son indígenas.
En todo lo que hablaron ninguno de ellos incluyó en su discurso a los 8 millones de jóvenes que ni estudian ni trabajan y que peligrosamente son atraídos por el crimen organizado que les ofrece lo que les niega el gobierno, con su modelo económico neoliberal, es decir, una ocupación remunerada.
Los cuatro candidatos no incluyeron en su debate a las millones de familias que han modificado su forma de vida por el temor a ser secuestradas, asesinadas o extorsionadas por las diferentes bandas criminales que se pasean impunemente luciendo sus armas, demostrando que ellas son quienes mandan.
En el supuesto debate nadie fijo su mirada en los campesinos, ni en los obreros o en la clase media golpeada por la inflación silenciosa, el desempleo, el aumento del precio en la luz, el gas, la gasolina y el diesel.
Se les olvidó voltear la mirada a la calle, al campo, a las comunidades, los barrios y las colonias donde todos los días se sufre la miseria, mientras que en la televisión ven otro país, de políticos ricos y de actores ajenos a su realidad.
Se centraron únicamente en sus propios temas de corrupción, en el manejo de intereses particulares o de grupo, en el dinero del erario público que manejan como si fuera propio, de sus ausencias en el Congreso, en fin, en su propio mundo que esta alejado al que viven millones de mexicanos pobres, extorsionados, asesinados, sin oportunidades de empleo ni de educación.
Por eso y muchos otros olvidos es que Julia Orayen ganó el debate, porque por 24 segundos fue el sueño lúdico, lúbrico, de muchos televidentes, y el disgusto de muchas mujeres que vieron una vez más que son tomadas como un objeto.
Los que regresan
Migrantes en Estados Unidos.
Foto: Rafael Durán
Foto: Rafael Durán
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Un dato nuevo domina las noticias sobre migrantes mexicanos en Estados Unidos: ya no serán tantos; si tomamos en cuenta los que se van y los que regresan, la tasa neta de migración es cero. El informe elaborado por el Centro Pew de Estudios Hispánicos, reseñado en numerosos medios de comunicación, ha suscitado múltiples reacciones. El presidente Calderón lo tomó como un buen punto de partida para celebrar al México imaginario que a él le gusta. Regresan, declaró desde Los Ángeles, porque México está mejor, hay más empleo, mejores servicios de salud, mejores oportunidades.
La apreciación anterior no refleja, desde luego, lo que contiene el informe. Los motivos del regreso que se analizan son varios; entre ellos se encuentran la situación económica en Estados Unidos, el endurecimiento de las medidas de control en la frontera, las deportaciones y la curva demográfica en México.
Desde el punto de vista de la economía, uno de los sectores que se había convertido en fuente principal de trabajo para los indocumentados mexicanos era el de la construcción. Hacia él se dirigieron numerosos connacionales que en muchos casos abandonaron labores agrícolas provocando, en varias regiones del centro y suroeste de Estados Unidos, altas pérdidas por la escasez de mano de obra. Sin embargo, la crisis económica que se desencadenó en el 2008 afectó seriamente la construcción. El resultado fue una disminución de empleos que golpeó a los trabajadores mexicanos, algunos de los cuales han buscado regresar a labores agrícolas, en tanto que otros han optado por la vuelta a México.
El segundo factor a tomar en consideración es el fortalecimiento de las medidas de control para impedir el paso de migrantes indocumentados por la frontera. Uno de tantos ejemplos, citado en un reportaje reciente, se da cerca del Valle Imperial, donde se encuentra la montaña conocida como El Centinela. Ésta era popular por crear un paso por donde los “polleros” introducían cientos de trabajadores indocumentados; pero en pocos años dicho paso ha cambiado. Entre 2008 y 2009 se instalaron allí cámaras de seguridad que vigilan toda la zona; la tierra se cubrió de alambres que detectan cualquier huella; ha aumentado el número de agentes de la Patrulla Fronteriza y de efectivos de la Guardia Nacional. En resumen, las condiciones para atravesar son cada vez más difíciles y han empujado a los indocumentados que desean cruzar hacia regiones más inhóspitas y peligrosas.
Un tercer factor a considerar son las deportaciones, aceleradas desde la llegada al poder del gobierno de Obama. Entre 2005 y 2011, según datos del Colegio de la Frontera Norte, han sido devueltos un millón 200 mil mexicanos. La gran mayoría de ellos tenían más de un año de residir en Estados Unidos, y varios han dejado en aquel país hijos o cónyuges.
Ese retorno masivo e inesperado coloca a la sociedad mexicana ante retos bastante más serios que lo sugerido por las declaraciones alegres de Calderón. Algunos de tales retos están localizados en la zona fronteriza norte, donde albergues y otros sitios para recibir a los mexicanos no son suficientes. Lo que se requiere es ayudar a su reinserción económica y social en sus comunidades de origen, donde sus remesas hacen falta, pero, al mismo tiempo, su llegada puede ser una oportunidad por tratarse de trabajadores que han adquirido nuevas destrezas, tienen un espíritu más empresarial, hablan otro idioma.
Interesa, entonces, tener proyectos para aprovechar su regreso, sin perder de vista que éste podría ser coyuntural. En efecto, una mejoría sostenida de la economía estadunidense, acompañada de un resurgimiento de la construcción o de condiciones salariales más favorables en el ámbito de la agricultura (en vista de los problemas de escasez de mano de obra que están sufriendo) podría revertir en poco tiempo la tendencia y volver a situaciones en las que el flujo de los que se van supera al de los que regresan.
Un tema del que se habla poco tiene que ver con la seguridad. Aproximadamente 10% de los migrantes que han sido deportados, 120 mil, cuentan con antecedentes criminales serios en Estados Unidos. Es arriesgado afirmar que, por lo tanto, se integrarán al crimen organizado. Sin embargo, no es ocioso recordar que la Mara Salvatrucha, una de las pandillas que ha producido mayores problemas de violencia en México y Centroamérica, fue resultado de los deportados salvadoreños, jóvenes que habían estado en cárceles del condado de Los Ángeles.
Todo ello invita a seguir cuidadosamente las consecuencias del regreso al que nos hemos referido; hasta ahora no se tienen noticias de quién ha asumido la responsabilidad en el gobierno federal. Queda en manos de las autoridades estatales de las ciudades fronterizas del norte, en colaboración con grupos de la sociedad civil, resolver los problemas inmediatos, como el traslado a las comunidades de origen y atención inmediata a sus necesidades de habitación, alimentos, servicios médicos.
Para atender a los que regresan, es urgente una política más planeada, más eficiente, más atenta a los problemas de corto y largo plazo, que forme parte de la política migratoria del Estado mexicano. Sin embargo, a pesar de ser una sociedad con 10% de la población viviendo en Estados Unidos; a pesar de ser un país atravesado por transmigrantes provenientes de Centroamérica que constituyen hoy en día uno de los problemas centrales en materia de derechos humanos y combate a la violencia, no existe dicha política migratoria. ¿Qué dicen al respecto los candidatos a ocupar la Presidencia de la República? ¿Qué dicen al respecto los candidatos a senadores y diputados donde el problema de la migración es factor esencial para decidir el desarrollo social y la seguridad de sus estados?
Posdebate: rating y despilfarro con Televisa
El debate en la plaza de la Constitución.
Foto: Octavio Gómez
Foto: Octavio Gómez
MÉXICO, D.F., (apro).- El primer debate entre los cuatro candidatos presidenciales superó para muchos las expectativas de un encuentro accidentado, mientras una gran mayoría de espectadores esperaron más de este evento televisivo que, como tal, fue arrasado momentáneamente por los distractores propios del medio masivo por excelencia: una playmate-edecán que apareció 18 segundos con un escote tal que paralizó las miradas adolescentes de Quadri y buena parte de la audiencia; la pésima producción acordada por los partidos que impidió la fluidez de la polémica; y la incapacidad de entender las gráficas y apoyos documentales que todos los candidatos utilizaron con una pantalla censuradora.
La primera impostura del posdebate radica justamente en la importancia mediática inflada como merengue en torno a la edecán Julia Orayen, que ahora aprovecha sus warholianos quince minutos de fama para dar entrevistas a quien se le pida y autopromoverse en la República de Pantalla.
La segunda impostura está entre los propios consejeros del Instituto Federal Electoral (IFE) que se dicen alarmados y descontentos con la producción del debate, pero no aclaran cuánto le pagaron a Jesús Agustín Tapia Flores, un productor televisivo que se desempeñó como coordinador general de noticias para las televisoras locales en TV Azteca, desde 2007.
Los más suspicaces sospechan que el escote sugerente fue una manera de frivolizar el debate, mientras otros creen que ante tal aburrido esquema televisivo lo más destacado no fueron los argumentos de quienes nos piensan gobernar, sino la efímera presencia de la repartidora de bolitas.
Más allá de este posdebate inesperado, el evento del 6 de mayo dejó algunas lecciones para las mismas televisoras que esperaban su rotundo fracaso:
• La transmisión del debate registró un rating promedio, a escala nacional, de 10.4 puntos, es decir, casi 4 millones de personas. La audiencia más alta, según IBOPE, fue en el Canal 5, la segunda cadena nacional de Televisa que apenas llega a poco más de 41% de los 28 millones de tele-hogares en el país. En la parte final del debate, el rating alcanzó los 12 puntos, es decir, casi 5 millones de personas.
Suponemos que si Televisa hubiera decidido transmitir el debate en el Canal 2, la cadena que llega a más de 85% de los telehogares, el rating sería sustancialmente mayor. La empresa de Emilio Azcárraga Jean decidió transmitir Pequeños Gigantes, su reality de concurso donde explotan la infancia de los “niños talentosos” que, por cierto, no fue mencionado nunca en aquellos videos de los “niños incómodos” que circularon en Youtube. Los Pequeños Gigantes tuvieron ese día un rating de 17.3 puntos.
• En comparación con los debates presidenciales del 2000 y del 2006, el rating televisivo de éste fue menor. Según las cifras de IBOPE, en el 2000, el debate entre Fox, Cárdenas y Labastida tuvo un índice de audiencia de 18 puntos, y en el 2006, el debate entre Calderón, López Obrador y Madrazo tuvo un índice de 21.6 puntos, más del doble del presente.
La diferencia sustancial es que en el 2000 y el 2006 el debate se transmitió en las dos cadenas nacionales con mayor alcance: Canal 2 y Canal 13.
• La bravuconada de Ricardo Salinas Pliego fue contraproducente. Su transmisión del partido de futbol entre el Morelia y los Tigres tuvo menor rating que el debate: 9.6 puntos, a pesar de ser transmitido por la cadena nacional de Canal 13. La mala broma de transmitirlo en el canal 40 sólo impactó en el Valle de México. Esta señal de la que se apropió con sus típicas malas artes el señor Salinas Pliego tiene menor audiencia, incluso, que otras señales metropolitanas como Canal 4, de Televisa e, incluso, de Canal 28 o Cadena Tres, de Grupo Imagen.
La cuenta de Twitter de Salinas Pliego no ha cumplido con lo que prometió: ofrecernos sus datos de rating para demostrar la validez de su argumento de que a nadie le interesa el debate presidencial.
• El elemento novedoso fue la intensidad de los medios convergentes y cibernéticos en este episodio. Las cifras indican que en la zona metropolitana unas 294 mil personas vieron el debate presidencial a través de alguna de las plataformas por Internet. La cifra nacional puede llegar a las 500 mil personas.
Evidentemente son diez veces menos personas que las audiencias televisivas. La razón es lógica: menos de 30% de los hogares mexicanos tienen acceso a Internet, en comparación con 92% que tiene acceso a televisión abierta.
La diferencia radica en la condición deliberativa y más crítica de las audiencias por Internet. Tan sólo en las redes sociales, como Twitter, los dos Trending Topics que se formaron antes de que terminara el debate fueron: #UnSalvavidasParaJosefina y #HoyGanamosConAMLO. Al día siguiente, el grupo @ectivista, afín a Peña Nieto, armó su propio Trending Topic con el hashtag #EPNGanóElDebate. Pronto se confirmó que muchas cuentas que inflaron este Trending fueron bots (Francie French, Junko Forester, Shanel Hardesty, Bessie Gard, Kassandra Abner, por mencionar algunos ejemplos de bots que inflaron el TT de Peña Nieto).
Las cuentas de Peña Nieto con Televisa
Peña Nieto desestimó en el debate y en la serie de entrevistas que ha ofrecido en el posdebate las cifras proporcionadas por Andrés Manuel López Obrador sobre el gasto de 742 millones de pesos en el primer año de su gobierno (2005-2006) con Grupo Televisa. Este gasto se desglosa en los documentos de la siguiente manera:
–691 millones fueron para publicidad televisiva, incluyendo infomerciales disfrazados de “entrevistas”.
–10 millones para publirreportajes en editorial Televisa.
–7.5 millones para la elaboración de la “estrategia” de comunicación política.
–1 millón 280 mil pesos para “entrenamiento de voceros”.
–7.2 millones para “diseño de identidad gráfica”.
–6 millones para la agencia Central de Estrategias Políticas (Cepol) por la “asesoría permanente” al gobierno de Peña Nieto.
–10 millones de pesos para la empresa Filmmates, de Pedro Torres, quien ha sido el productor de los spots más caros de la carrera mediática de Peña Nieto.
Las cifras son las mismas que publicó Proceso desde octubre 2005 y forman parte del Plan de Acción que Televisa negoció con el gobierno de Peña Nieto para “fortalecer su liderazgo a nivel nacional y su proyección a escala nacional e internacional”.
Los documentos internos que fueron entregados a este reportero, desde octubre de 2005, no sólo mencionaban las cifras sino ampliaba la inversión y el Plan de Acción, y explícitamente mencionaban una serie de sugerencias que fueron cumplidas al pie de la letra por Peña Nieto, empezando por la primera campaña de los “100 compromisos cumplidos”. La explicación amplia de este proyecto está en el capítulo dos del libro Si yo fuera presidente, el reality show de Peña Nieto, editado por Grijalbo desde 2009.
Peña Nieto volvió a descalificar esta información. En el debate la calificó de “totalmente falsa” y no se atrevió siquiera a mencionar el nombre de la revista donde originalmente se publicó: Proceso. Para el candidato presidencial priista sólo existe el nombre de los medios afines.
En la entrevista que este martes 8 ofreció a Ciro Gómez Leyva, en Radio Fórmula, Peña Nieto fue más allá. Dijo que “esta información que publicó una revista” es un invento y no tuvo ninguna consecuencia, porque no se aprobó la formación de una comisión investigadora en la Cámara de Diputados.
El cinismo del candidato presidencial no tiene límites. El convenio publicado es original. Lo saben él, David López, Alejandro Quintero, vicepresidente de Televisa y accionista de la empresa TV Promo, que sirvió de broker o intermediario para ocultar o encubrir el desvío de recursos públicos.
Sí tuvo consecuencias esta información. El acceso a los contratos originales entre Peña Nieto y los medios masivos de comunicación están “reservados”. La opacidad creció junto con el dispendio. Los siguientes contratos ya no fueron “filtrados” y el gasto se incrementó sustancialmente.
Televisa siempre salió al quite para descalificar esta información. El miércoles 24 de junio de 2009, la empresa de Emilio Azcárraga Jean publicó un desplegado en todos los medios impresos diciendo “Aristegui y Villamil mienten”. Les molestó, de nuevo, que se diera a conocer el dispendio de Peña Nieto con Televisa.
Peña Nieto y Televisa le apuestan a la desmemoria de los mexicanos y al chantaje con todos los gobernadores: si ellos no firman convenios similares a los del exgobernador del Estado de México, serán sacrificados en pantalla. Les inventarán un escándalo. Serán un “peligro para México”.
Un viejo dicho señala que el amor y el dinero no se pueden ocultar. El despilfarro de Peña Nieto en la pantalla durante su gobierno en el Estado de México y ahora –con doble contabilidad encubierta– en la campaña presidencial son la más clara confirmación de que ese contrato y el Plan de Acción se cumplieron puntualmente.
Habrá más información. Y Peña Nieto lo sabe. Aunque ahora estén distanciados “tácticamente” Alejandro Quintero y el equipo de comunicación de Peña Nieto.
www.homozapping.com.mx
La primera impostura del posdebate radica justamente en la importancia mediática inflada como merengue en torno a la edecán Julia Orayen, que ahora aprovecha sus warholianos quince minutos de fama para dar entrevistas a quien se le pida y autopromoverse en la República de Pantalla.
La segunda impostura está entre los propios consejeros del Instituto Federal Electoral (IFE) que se dicen alarmados y descontentos con la producción del debate, pero no aclaran cuánto le pagaron a Jesús Agustín Tapia Flores, un productor televisivo que se desempeñó como coordinador general de noticias para las televisoras locales en TV Azteca, desde 2007.
Los más suspicaces sospechan que el escote sugerente fue una manera de frivolizar el debate, mientras otros creen que ante tal aburrido esquema televisivo lo más destacado no fueron los argumentos de quienes nos piensan gobernar, sino la efímera presencia de la repartidora de bolitas.
Más allá de este posdebate inesperado, el evento del 6 de mayo dejó algunas lecciones para las mismas televisoras que esperaban su rotundo fracaso:
• La transmisión del debate registró un rating promedio, a escala nacional, de 10.4 puntos, es decir, casi 4 millones de personas. La audiencia más alta, según IBOPE, fue en el Canal 5, la segunda cadena nacional de Televisa que apenas llega a poco más de 41% de los 28 millones de tele-hogares en el país. En la parte final del debate, el rating alcanzó los 12 puntos, es decir, casi 5 millones de personas.
Suponemos que si Televisa hubiera decidido transmitir el debate en el Canal 2, la cadena que llega a más de 85% de los telehogares, el rating sería sustancialmente mayor. La empresa de Emilio Azcárraga Jean decidió transmitir Pequeños Gigantes, su reality de concurso donde explotan la infancia de los “niños talentosos” que, por cierto, no fue mencionado nunca en aquellos videos de los “niños incómodos” que circularon en Youtube. Los Pequeños Gigantes tuvieron ese día un rating de 17.3 puntos.
• En comparación con los debates presidenciales del 2000 y del 2006, el rating televisivo de éste fue menor. Según las cifras de IBOPE, en el 2000, el debate entre Fox, Cárdenas y Labastida tuvo un índice de audiencia de 18 puntos, y en el 2006, el debate entre Calderón, López Obrador y Madrazo tuvo un índice de 21.6 puntos, más del doble del presente.
La diferencia sustancial es que en el 2000 y el 2006 el debate se transmitió en las dos cadenas nacionales con mayor alcance: Canal 2 y Canal 13.
• La bravuconada de Ricardo Salinas Pliego fue contraproducente. Su transmisión del partido de futbol entre el Morelia y los Tigres tuvo menor rating que el debate: 9.6 puntos, a pesar de ser transmitido por la cadena nacional de Canal 13. La mala broma de transmitirlo en el canal 40 sólo impactó en el Valle de México. Esta señal de la que se apropió con sus típicas malas artes el señor Salinas Pliego tiene menor audiencia, incluso, que otras señales metropolitanas como Canal 4, de Televisa e, incluso, de Canal 28 o Cadena Tres, de Grupo Imagen.
La cuenta de Twitter de Salinas Pliego no ha cumplido con lo que prometió: ofrecernos sus datos de rating para demostrar la validez de su argumento de que a nadie le interesa el debate presidencial.
• El elemento novedoso fue la intensidad de los medios convergentes y cibernéticos en este episodio. Las cifras indican que en la zona metropolitana unas 294 mil personas vieron el debate presidencial a través de alguna de las plataformas por Internet. La cifra nacional puede llegar a las 500 mil personas.
Evidentemente son diez veces menos personas que las audiencias televisivas. La razón es lógica: menos de 30% de los hogares mexicanos tienen acceso a Internet, en comparación con 92% que tiene acceso a televisión abierta.
La diferencia radica en la condición deliberativa y más crítica de las audiencias por Internet. Tan sólo en las redes sociales, como Twitter, los dos Trending Topics que se formaron antes de que terminara el debate fueron: #UnSalvavidasParaJosefina y #HoyGanamosConAMLO. Al día siguiente, el grupo @ectivista, afín a Peña Nieto, armó su propio Trending Topic con el hashtag #EPNGanóElDebate. Pronto se confirmó que muchas cuentas que inflaron este Trending fueron bots (Francie French, Junko Forester, Shanel Hardesty, Bessie Gard, Kassandra Abner, por mencionar algunos ejemplos de bots que inflaron el TT de Peña Nieto).
Las cuentas de Peña Nieto con Televisa
Peña Nieto desestimó en el debate y en la serie de entrevistas que ha ofrecido en el posdebate las cifras proporcionadas por Andrés Manuel López Obrador sobre el gasto de 742 millones de pesos en el primer año de su gobierno (2005-2006) con Grupo Televisa. Este gasto se desglosa en los documentos de la siguiente manera:
–691 millones fueron para publicidad televisiva, incluyendo infomerciales disfrazados de “entrevistas”.
–10 millones para publirreportajes en editorial Televisa.
–7.5 millones para la elaboración de la “estrategia” de comunicación política.
–1 millón 280 mil pesos para “entrenamiento de voceros”.
–7.2 millones para “diseño de identidad gráfica”.
–6 millones para la agencia Central de Estrategias Políticas (Cepol) por la “asesoría permanente” al gobierno de Peña Nieto.
–10 millones de pesos para la empresa Filmmates, de Pedro Torres, quien ha sido el productor de los spots más caros de la carrera mediática de Peña Nieto.
Las cifras son las mismas que publicó Proceso desde octubre 2005 y forman parte del Plan de Acción que Televisa negoció con el gobierno de Peña Nieto para “fortalecer su liderazgo a nivel nacional y su proyección a escala nacional e internacional”.
Los documentos internos que fueron entregados a este reportero, desde octubre de 2005, no sólo mencionaban las cifras sino ampliaba la inversión y el Plan de Acción, y explícitamente mencionaban una serie de sugerencias que fueron cumplidas al pie de la letra por Peña Nieto, empezando por la primera campaña de los “100 compromisos cumplidos”. La explicación amplia de este proyecto está en el capítulo dos del libro Si yo fuera presidente, el reality show de Peña Nieto, editado por Grijalbo desde 2009.
Peña Nieto volvió a descalificar esta información. En el debate la calificó de “totalmente falsa” y no se atrevió siquiera a mencionar el nombre de la revista donde originalmente se publicó: Proceso. Para el candidato presidencial priista sólo existe el nombre de los medios afines.
En la entrevista que este martes 8 ofreció a Ciro Gómez Leyva, en Radio Fórmula, Peña Nieto fue más allá. Dijo que “esta información que publicó una revista” es un invento y no tuvo ninguna consecuencia, porque no se aprobó la formación de una comisión investigadora en la Cámara de Diputados.
El cinismo del candidato presidencial no tiene límites. El convenio publicado es original. Lo saben él, David López, Alejandro Quintero, vicepresidente de Televisa y accionista de la empresa TV Promo, que sirvió de broker o intermediario para ocultar o encubrir el desvío de recursos públicos.
Sí tuvo consecuencias esta información. El acceso a los contratos originales entre Peña Nieto y los medios masivos de comunicación están “reservados”. La opacidad creció junto con el dispendio. Los siguientes contratos ya no fueron “filtrados” y el gasto se incrementó sustancialmente.
Televisa siempre salió al quite para descalificar esta información. El miércoles 24 de junio de 2009, la empresa de Emilio Azcárraga Jean publicó un desplegado en todos los medios impresos diciendo “Aristegui y Villamil mienten”. Les molestó, de nuevo, que se diera a conocer el dispendio de Peña Nieto con Televisa.
Peña Nieto y Televisa le apuestan a la desmemoria de los mexicanos y al chantaje con todos los gobernadores: si ellos no firman convenios similares a los del exgobernador del Estado de México, serán sacrificados en pantalla. Les inventarán un escándalo. Serán un “peligro para México”.
Un viejo dicho señala que el amor y el dinero no se pueden ocultar. El despilfarro de Peña Nieto en la pantalla durante su gobierno en el Estado de México y ahora –con doble contabilidad encubierta– en la campaña presidencial son la más clara confirmación de que ese contrato y el Plan de Acción se cumplieron puntualmente.
Habrá más información. Y Peña Nieto lo sabe. Aunque ahora estén distanciados “tácticamente” Alejandro Quintero y el equipo de comunicación de Peña Nieto.
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