Caso Assange: Un año después, continúa el impasse
Assange durante su última aparición en la embajada de Ecuador en Londres.
Foto: AP
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LONDRES (apro).- Hace un año que el fundador de Wikileaks, Julian Assange, ingresó a la embajada de Ecuador, en el centro de Londres, para impedir que el Reino Unido lo extraditara a Suecia, donde es acusado por supuestos abusos sexuales contra dos mujeres.
Su principal temor es que, en caso de ser enviado a Estocolmo para enfrentar a la justicia sueca, pueda terminar extraditado a Estados Unidos, donde considera que el gobierno de Barack Obama ha preparado una acusación en secreto por cargos de espionaje, vinculados a la filtración –por parte de su sitio Wikileaks– de cientos de miles de documentos diplomáticos y militares secretos estadunidenses sobre las guerras de Irak y Afganistán.
Assange, de 41 años, ha manifestado que le preocupa sobremanera que una vez en Estados Unidos pueda ser sometido a una corte marcial y eventualmente condenado a la pena de muerte.
Su publicitado caso ha tensado las relaciones diplomáticas de Ecuador con el Reino Unido, y hasta la fecha sigue sin solución.
De hecho, el pasado lunes 17 el canciller británico William Hague confirmó, tras una reunión en Londres con su colega ecuatoriano, Ricardo Patiño, que el australiano podría seguir en la sede diplomática londinense hasta por lo menos 2022, cuando caduque el plazo por el pedido de extradición de Suecia.
Si la causa legal se extiende, podría incluso costarle al erario británico al menos 70 millones de dólares y volverse un verdadero dolor de cabeza para el primer ministro inglés David Cameron, quien ha dejado en claro su determinación de que Assange sea extraditado a Suecia.
El 7 de diciembre de 2010 agentes de Scotland Yard lo detuvieron en Londres tras el pedido de Suecia para su extradición. Su arresto y posterior liberación bajo el pago de fianza ocurrió 10 días después de que Wikileaks comenzara a filtrar 251 mil 287 documentos a través de su sitio en internet, en los que el gobierno estadunidense daba instrucciones a sus diplomáticos para que espíen a políticos extranjeros y altos funcionarios de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Desde su detención, Assange pasó casi 600 días en arresto domiciliario en la mansión de un amigo en la campiña inglesa, donde tenía prohibido salir de las 21:00 a las 07:00 horas y obligado a llevar una pulsera magnética.
La tarde del 19 de junio de 2012 el fundador de Wikileaks ingresó a la embajada de Ecuador en Londres, aunque tres meses antes ya había contactado a las autoridades de ese país sudamericano para solicitar un eventual asilo en ese país.
De hecho, el 17 de marzo de 2012 y gracias a un contacto con el cónsul ecuatoriano en Londres, Fidel Narváez, Assange logró grabar a través de una videoconferencia desde Inglaterra una entrevista con el presidente ecuatoriano, Rafael Correa.
La entrevista giró principalmente sobre el papel de los medios de comunicación en Ecuador y las repercusiones que tuvo la divulgación de los cables del Departamento de Estado de Estados Unidos filtrados por Wikileaks.
“Los Wikileaks nos fortalecieron, porque las grandes acusaciones de la embajada era el excesivo nacionalismo y la defensa de la soberanía del gobierno ecuatoriano. Y por supuesto que somos nacionalistas, y por supuesto que defendemos la soberanía del país. Muchos Wikileaks hablaban de todos los intereses que hay en los medios de comunicación nacionales, de los grupos de poderes que van a pedir ayuda, a marcar tarjeta en embajadas extranjeras”, sostuvo Correa durante la entrevista con Assange, lo que fue visto como un guiño del primero al activista.
El 16 de agosto de ese año, dos meses después de su permanencia en la sede diplomática ecuatoriana, el gobierno de Correa anunció oficialmente que se le había otorgado el asilo político al australiano. Sin embargo, Gran Bretaña rechazó categóricamente otorgarle un salvoconducto a Assange para que pueda trasladarse a Ecuador, alegando que en ese caso Londres estaría incumpliendo con las leyes europeas de extradición y violando las normas judiciales del Reino Unido. Desde entonces la situación de Assange se mantiene en un impasse.
El pasado 17 de junio, los cancilleres Hague y Patiño se reunieron durante 45 minutos en la sede del Ministerio de Exteriores británico, en pleno barrio gubernamental de Whitehall. Ahí acordaron crear una comisión de juristas de ambos países para analizar el caso.
Esta comisión, cuyos integrantes serán designados en las próximas semanas, realizaría visitas tanto al Reino Unido como a Ecuador para tratar de destrabar el impasse.
Según Patiño, las conclusiones de la comisión serán avaladas de lleno por Quito, aunque Londres no quiso dar esas mismas garantías.
“Al final de nuestro diálogo con William Hague hemos planteado la conformación de un grupo de juristas de ambas cancillerías para la búsqueda de puntos de acercamiento entre los dos países. Porque creemos que es absolutamente necesario para que prevalezca la justicia en un caso de conflicto legal, que se encuentre una solución a la necesidad de que los derechos fundamentales del señor Assange sean respetados”, indicó Patiño en una conferencia de prensa realizada en el Instituto de Ingenieros de Londres.
“El gobierno del Ecuador considera que las razones por las cuales Ecuador le concedió el asilo se mantienen y que, por lo tanto, esa circunstancia no cambiará. Nuestra decisión de concederle el asilo político está completamente sustentada en los principios del derecho internacional y particularmente en el pacto de Caracas, que hace referencia al tema del asilo político. Este acto y la legislación ecuatoriana y nuestra Constitución establecen el principio de no devolución. Esto es: que el gobierno ecuatoriano no entregará al señor Assange al gobierno británico ni a ningún otro gobierno”, subrayó enérgico el diplomático.
Por su parte, el jefe del Foreign Office (Cancillería británica) sostuvo que aunque el Reino Unido “sigue comprometido a hallar una solución diplomática a la situación, también debe asegurarse que las leyes británicas sean cumplidas”.
Desde que ingresó a la sede diplomática en el edificio de ladrillos de Hans Crescent, ubicado en el exclusivo barrio londinense de Knightsbrige, Scotland Yard ha destinado unos 17 mil 220 dólares diarios para mantener allí a tres policías las 24 horas al día, y evitar que el australiano escape del lugar.
La Policía Metropolitana estimó que el costo para mantener a los agentes policiales haciendo guarda fuera de la Embajada ecuatoriana entre junio de 2012 y finales de mayo pasado asciende a 3.8 millones de libras esterlinas (unos 5.95 millones de dólares).
Un policía suele hacer guardia en el hall de entrada de la embajada, cerca del ascensor del edificio, otro se encuentra fuera, cerca de las escaleras de ingreso, y un tercero hace guardia en una escalera exterior donde puede ver la cama individual donde duerme el activista.
Periódicamente suelen acercarse grupos que apoyan la causa de Assange, algunos de ellos con pancartas y banderas, y le gritan cánticos a su favor.
El fundador de Wikileaks vive en una pequeña habitación en el segundo piso de la sede diplomática, pasa toda la noche navegando en internet y prácticamente no ve la luz del día. Ha perdido mucho peso y está pálido. Trabaja unas 17 horas al día con su computadora para su sitio de filtraciones.
Patiño abandonó Londres sin una respuesta concreta por parte del gobierno británico.
Pero un día después, el martes 18, Assange habló con un reducido grupo de periodistas y prometió que permanecerá en la embajada ecuatoriana en Londres, incluso si se retiran en Suecia las acusaciones contra él por abusos sexuales.
“Mis abogados me han aconsejado que no debería abandonar la embajada por el riesgo de ser arrestado y extraditado a Estados Unidos”, afirmó Assange dentro de la embajada.
Según el creador de Wikileaks, las autoridades estadunidenses han preparado en secreto una acusación en su contra, la cual podría permitir su traslado desde el Reino Unido a Estados Unidos en caso de abandonar la embajada ecuatoriana.
“La posición más contundente de mi abogado estadunidense es que seré arrestado, al menos que el gobierno británico dé información o garantías que me otorgará el salvoconducto (a Ecuador)”, agregó.
Assange dijo estar en conocimiento de una “investigación en curso” en Estados Unidos, y agregó que es blanco “de un jurado federal”.
“Hay 99.97% de probabilidad de que sea acusado (en Estados Unidos)”, continuó.
De acuerdo con el australiano, aunque el gobierno sueco retire los cargos en su contra mañana mismo, “no podría abandonar la embajada”.
Assange recibió el estatus de asilado político dos meses después que la Corte Suprema de Londres rechazara un pedido de apelación contra su extradición a Suecia.
Durante su diálogo con la prensa dijo que su estancia en la embajada “es menos estresante” que el arresto domiciliario al que fue sometido durante 600 días mientras batallaba en los tribunales británicos contra su extradición. Sin embargo, admitió que a largo plazo podría tener implicaciones para su salud física.
Sin una solución a corto plazo y ahora con una férrea negativa a abandonar la embajada, su caso podría extenderse por muchos años, a menos de que el Reino Unido decida dar el brazo a torcer y le otorgue el preciado salvoconducto, una posibilidad que, por ahora, parece impensable.
Su principal temor es que, en caso de ser enviado a Estocolmo para enfrentar a la justicia sueca, pueda terminar extraditado a Estados Unidos, donde considera que el gobierno de Barack Obama ha preparado una acusación en secreto por cargos de espionaje, vinculados a la filtración –por parte de su sitio Wikileaks– de cientos de miles de documentos diplomáticos y militares secretos estadunidenses sobre las guerras de Irak y Afganistán.
Assange, de 41 años, ha manifestado que le preocupa sobremanera que una vez en Estados Unidos pueda ser sometido a una corte marcial y eventualmente condenado a la pena de muerte.
Su publicitado caso ha tensado las relaciones diplomáticas de Ecuador con el Reino Unido, y hasta la fecha sigue sin solución.
De hecho, el pasado lunes 17 el canciller británico William Hague confirmó, tras una reunión en Londres con su colega ecuatoriano, Ricardo Patiño, que el australiano podría seguir en la sede diplomática londinense hasta por lo menos 2022, cuando caduque el plazo por el pedido de extradición de Suecia.
Si la causa legal se extiende, podría incluso costarle al erario británico al menos 70 millones de dólares y volverse un verdadero dolor de cabeza para el primer ministro inglés David Cameron, quien ha dejado en claro su determinación de que Assange sea extraditado a Suecia.
El 7 de diciembre de 2010 agentes de Scotland Yard lo detuvieron en Londres tras el pedido de Suecia para su extradición. Su arresto y posterior liberación bajo el pago de fianza ocurrió 10 días después de que Wikileaks comenzara a filtrar 251 mil 287 documentos a través de su sitio en internet, en los que el gobierno estadunidense daba instrucciones a sus diplomáticos para que espíen a políticos extranjeros y altos funcionarios de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Desde su detención, Assange pasó casi 600 días en arresto domiciliario en la mansión de un amigo en la campiña inglesa, donde tenía prohibido salir de las 21:00 a las 07:00 horas y obligado a llevar una pulsera magnética.
La tarde del 19 de junio de 2012 el fundador de Wikileaks ingresó a la embajada de Ecuador en Londres, aunque tres meses antes ya había contactado a las autoridades de ese país sudamericano para solicitar un eventual asilo en ese país.
De hecho, el 17 de marzo de 2012 y gracias a un contacto con el cónsul ecuatoriano en Londres, Fidel Narváez, Assange logró grabar a través de una videoconferencia desde Inglaterra una entrevista con el presidente ecuatoriano, Rafael Correa.
La entrevista giró principalmente sobre el papel de los medios de comunicación en Ecuador y las repercusiones que tuvo la divulgación de los cables del Departamento de Estado de Estados Unidos filtrados por Wikileaks.
“Los Wikileaks nos fortalecieron, porque las grandes acusaciones de la embajada era el excesivo nacionalismo y la defensa de la soberanía del gobierno ecuatoriano. Y por supuesto que somos nacionalistas, y por supuesto que defendemos la soberanía del país. Muchos Wikileaks hablaban de todos los intereses que hay en los medios de comunicación nacionales, de los grupos de poderes que van a pedir ayuda, a marcar tarjeta en embajadas extranjeras”, sostuvo Correa durante la entrevista con Assange, lo que fue visto como un guiño del primero al activista.
El 16 de agosto de ese año, dos meses después de su permanencia en la sede diplomática ecuatoriana, el gobierno de Correa anunció oficialmente que se le había otorgado el asilo político al australiano. Sin embargo, Gran Bretaña rechazó categóricamente otorgarle un salvoconducto a Assange para que pueda trasladarse a Ecuador, alegando que en ese caso Londres estaría incumpliendo con las leyes europeas de extradición y violando las normas judiciales del Reino Unido. Desde entonces la situación de Assange se mantiene en un impasse.
El pasado 17 de junio, los cancilleres Hague y Patiño se reunieron durante 45 minutos en la sede del Ministerio de Exteriores británico, en pleno barrio gubernamental de Whitehall. Ahí acordaron crear una comisión de juristas de ambos países para analizar el caso.
Esta comisión, cuyos integrantes serán designados en las próximas semanas, realizaría visitas tanto al Reino Unido como a Ecuador para tratar de destrabar el impasse.
Según Patiño, las conclusiones de la comisión serán avaladas de lleno por Quito, aunque Londres no quiso dar esas mismas garantías.
“Al final de nuestro diálogo con William Hague hemos planteado la conformación de un grupo de juristas de ambas cancillerías para la búsqueda de puntos de acercamiento entre los dos países. Porque creemos que es absolutamente necesario para que prevalezca la justicia en un caso de conflicto legal, que se encuentre una solución a la necesidad de que los derechos fundamentales del señor Assange sean respetados”, indicó Patiño en una conferencia de prensa realizada en el Instituto de Ingenieros de Londres.
“El gobierno del Ecuador considera que las razones por las cuales Ecuador le concedió el asilo se mantienen y que, por lo tanto, esa circunstancia no cambiará. Nuestra decisión de concederle el asilo político está completamente sustentada en los principios del derecho internacional y particularmente en el pacto de Caracas, que hace referencia al tema del asilo político. Este acto y la legislación ecuatoriana y nuestra Constitución establecen el principio de no devolución. Esto es: que el gobierno ecuatoriano no entregará al señor Assange al gobierno británico ni a ningún otro gobierno”, subrayó enérgico el diplomático.
Por su parte, el jefe del Foreign Office (Cancillería británica) sostuvo que aunque el Reino Unido “sigue comprometido a hallar una solución diplomática a la situación, también debe asegurarse que las leyes británicas sean cumplidas”.
Desde que ingresó a la sede diplomática en el edificio de ladrillos de Hans Crescent, ubicado en el exclusivo barrio londinense de Knightsbrige, Scotland Yard ha destinado unos 17 mil 220 dólares diarios para mantener allí a tres policías las 24 horas al día, y evitar que el australiano escape del lugar.
La Policía Metropolitana estimó que el costo para mantener a los agentes policiales haciendo guarda fuera de la Embajada ecuatoriana entre junio de 2012 y finales de mayo pasado asciende a 3.8 millones de libras esterlinas (unos 5.95 millones de dólares).
Un policía suele hacer guardia en el hall de entrada de la embajada, cerca del ascensor del edificio, otro se encuentra fuera, cerca de las escaleras de ingreso, y un tercero hace guardia en una escalera exterior donde puede ver la cama individual donde duerme el activista.
Periódicamente suelen acercarse grupos que apoyan la causa de Assange, algunos de ellos con pancartas y banderas, y le gritan cánticos a su favor.
El fundador de Wikileaks vive en una pequeña habitación en el segundo piso de la sede diplomática, pasa toda la noche navegando en internet y prácticamente no ve la luz del día. Ha perdido mucho peso y está pálido. Trabaja unas 17 horas al día con su computadora para su sitio de filtraciones.
Patiño abandonó Londres sin una respuesta concreta por parte del gobierno británico.
Pero un día después, el martes 18, Assange habló con un reducido grupo de periodistas y prometió que permanecerá en la embajada ecuatoriana en Londres, incluso si se retiran en Suecia las acusaciones contra él por abusos sexuales.
“Mis abogados me han aconsejado que no debería abandonar la embajada por el riesgo de ser arrestado y extraditado a Estados Unidos”, afirmó Assange dentro de la embajada.
Según el creador de Wikileaks, las autoridades estadunidenses han preparado en secreto una acusación en su contra, la cual podría permitir su traslado desde el Reino Unido a Estados Unidos en caso de abandonar la embajada ecuatoriana.
“La posición más contundente de mi abogado estadunidense es que seré arrestado, al menos que el gobierno británico dé información o garantías que me otorgará el salvoconducto (a Ecuador)”, agregó.
Assange dijo estar en conocimiento de una “investigación en curso” en Estados Unidos, y agregó que es blanco “de un jurado federal”.
“Hay 99.97% de probabilidad de que sea acusado (en Estados Unidos)”, continuó.
De acuerdo con el australiano, aunque el gobierno sueco retire los cargos en su contra mañana mismo, “no podría abandonar la embajada”.
Assange recibió el estatus de asilado político dos meses después que la Corte Suprema de Londres rechazara un pedido de apelación contra su extradición a Suecia.
Durante su diálogo con la prensa dijo que su estancia en la embajada “es menos estresante” que el arresto domiciliario al que fue sometido durante 600 días mientras batallaba en los tribunales británicos contra su extradición. Sin embargo, admitió que a largo plazo podría tener implicaciones para su salud física.
Sin una solución a corto plazo y ahora con una férrea negativa a abandonar la embajada, su caso podría extenderse por muchos años, a menos de que el Reino Unido decida dar el brazo a torcer y le otorgue el preciado salvoconducto, una posibilidad que, por ahora, parece impensable.
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