Indignaos
(Indignez-vous)
Stéphane
Hessel
Traducción de
María Belvis Martínez García
93 años. Es la
última etapa. El fin no está lejos. Qué suerte poder
aprovecharla para
recordar lo que ha servido de base a mi compromiso
político: los años
de resistencia y el programa elaborado hace 70 años por el
Consejo Nacional
de la Resistencia. A Jean Moulin le debemos, dentro del
marco de este
Consejo, el agrupamiento de todos los componentes de la
Francia ocupada,
los movimientos, los partidos, los sindicatos, con el fin de
proclamar su
adhesión a la Francia combativa y a su único jefe reconocido: el
general De Gaulle.
Desde Londres, donde me reuní con el general De Gaulle,
en marzo de 1941,
me llegó la noticia de que el Consejo había puesto en
marcha un programa
(adoptado el 15 de marzo de 1944) que proponía para
la Francia
liberada un conjunto de principios y valores sobre los que se
asentaría la
democracia moderna de nuestro país
i
.
Estos principios y
valores los necesitamos hoy más que nunca. Es nuestra
obligación velar
todos juntos para que nuestra sociedad siga siendo una
sociedad de la que
podamos sentirnos orgullosos, y no esta sociedad de
indocumentados, de
expulsiones, de sospechas con respecto a la inmigración;
no esta sociedad
en la que se ponen en cuestión las pensiones, los logros de
la Seguridad
Social; no esta sociedad donde los medios de comunicación
están en manos de
los poderosos. Todas estas son cosas que habríamos
evitado apoyar si
hubiéramos sido verdaderos herederos del Consejo
Nacional de la
Resistencia.
A partir de 1945,
después de un drama atroz, las fuerzas internas del Consejo
de la Resistencia
se entregan a una ambiciosa resurrección. Se crea la
Seguridad Social
como la Resistencia deseaba, tal y como su programa lo
estipulaba: “un
plan completo de Seguridad social que aspire a asegurar los
medios de
subsistencia de todos los ciudadanos cuando estos sean incapaces
de procurárselos
mediante el trabajo”; “una pensión que permita a los
trabajadores
viejos terminar dignamente su vida”. Las fuentes de energía,
electricidad y
gas, las minas de carbón y los bancos son nacionalizados. El
programa
recomendaba “que la nación recuperara los grandes medios de
producción, fruto
del trabajo común, las fuentes de energía, los yacimientos,
las compañías de
seguros y los grandes bancos”; “la instauración de una
2
verdadera
democracia económica y social, que expulse a los grandes
feudalismos
económicos y financieros de la dirección de la economía”. El
interés general
debe primar sobre el interés particular, el justo reparto de la
riqueza creada
por el trabajo debe primar sobre el poder del dinero. La
Resistencia
propone “una organización racional de la economía que garantice
la subordinación
de los intereses particulares al interés general y que se
deshaga de la
dictadura profesional instaurada según el modelo de los
Estados
fascistas”, y el gobierno provisional de la República toma el
relevo.
Una verdadera
democracia necesita una prensa independiente; la Resistencia
lo sabe, lo
exige, defiende “la libertad de prensa, su honor y su independencia
del estado, de
los poderes del dinero y de las influencias extranjeras”. Esto es
lo que, desde
1944, aún indican las ordenanzas en relación a la prensa. Ahora
bien, esto es lo
que está en peligro hoy en día.
La Resistencia
llamaba a la “posibilidad efectiva para todos los niños
franceses de
beneficiarse de la mejor instrucción posible”, sin discriminación;
ahora bien, las
reformas propuestas en 2008 van contra este proyecto.
Jóvenes
profesores, a los cuales apoyo, han peleado hasta impedir la
aplicación de
estas reformas y han visto disminuidos sus salarios a modo de
penalización. Se
han indignado, han “desobedecido”, han considerado que
estas reformas se
alejaban del ideal de la escuela republicana, que estaban al
servicio de la
sociedad del dinero y que no desarrollaban suficientemente el
espíritu creativo
y crítico.
Es la base de las
conquistas sociales de la Resistencia la que hoy se
cuestiona
ii
.
--------------------
El motivo de
la resistencia es la indignación
Se tiene la
osadía de decirnos que el Estado ya no puede asegurar los costes
de estas medidas
sociales. Pero cómo puede faltar hoy dinero para mantener
y prolongar estas
conquistas, cuando la producción de la riqueza ha
aumentado
considerablemente desde la Liberación, periodo en el que Europa
estaba en la
ruina, si no es porque el poder del dinero, combatido con fuerza
por la
Resistencia, no ha sido nunca tan grande, tan insolente y tan
egoísta
con sus propios
servidores, incluso en las más altas esferas del Estado. Los
bancos, una vez
privatizados, se preocupan mucho por sus dividendos y por
los altos
salarios de sus dirigentes, no por el interés general. La brecha entre
3
los más pobres y
los más ricos no ha sido nunca tan grande, ni la búsqueda
del dinero tan
apasionada.
El motivo
principal de la Resistencia era la indignación. Nosotros, veteranos
de los
movimientos de resistencia y de las fuerzas combatientes de la
Francia
libre, llamamos a
las jóvenes generaciones a vivir y transmitir la herencia de
la Resistencia y
de sus ideales. Nosotros les decimos: tomad el relevo,
¡indignaos! Los
responsables políticos, económicos e intelectuales, y el
conjunto de la
sociedad no deben dimitir ni dejarse impresionar por la actual
dictadura de los
mercados financieros que amenaza la paz y la democracia.
Os deseo a todos,
a cada uno de vosotros, que tengáis vuestro motivo de
indignación. Es
algo precioso. Cuando algo nos indigna, como a mí me indignó
el nazismo, nos
volvemos militantes, fuertes y comprometidos.
Volvemos a
encontrarnos con esta corriente de la historia, y la gran corriente
de la historia
debe perseguirse por cada uno. Y esta corriente nos conduce a
más justicia y
libertad; pero no a la libertad incontrolada de la zorra en el
gallinero. Estos
derechos, recogidos en 1948 en un programa de la
Declaración
universal, son universales. Si conocéis a alguien que no los
disfruta,
compadecedlo, ayudadle a conseguirlos.
--------------------
Dos visiones
de la historia
Cuando intento
comprender qué fue lo que causó el fascismo, qué hizo que
fuéramos
absorbidos por él y por Vichy, me digo que los ricos egoístas
tuvieron mucho
miedo de la revolución bolchevique y que se dejaron guiar
por sus miedos.
Pero si, hoy como entonces, una minoría activa se levantara,
eso bastaría:
tendríamos la levadura que haría crecer la masa.
Desde luego, la
experiencia de alguien viejo, como yo, nacido en 1917, es
diferente de la
experiencia de los jóvenes de hoy. A menudo solicito a los
profesores de
colegios la oportunidad de dirigirme a sus alumnos, y les digo:
“vosotros no
tenéis las mismas razones evidentes para comprometeros. Para
nosotros,
resistir era no aceptar la ocupación alemana, la derrota. Era algo
relativamente
simple; simple como lo que vino a continuación: la
descolonización.
Siguió la guerra de Argelia: era necesario que Argelia se
independizara,
era algo evidente. En cuanto a Stalin, todos aplaudimos la
victoria del
ejército rojo contra los nazis, en 1943. Pero cuando nos
4
enteramos de las
grandes purgas estalinistas de 1935, aunque era necesario
estar al
corriente de lo que hacía el comunismo para contrarrestar el
capitalismo
americano, la necesidad de oponerse a esta forma insoportable
de totalitarismo
se impuso como una evidencia. Mi larga vida me ha dado una
serie de razones
para indignarme.
Estas razones son
fruto menos de una emoción que de una voluntad de
compromiso.
Cuando estudiaba en la Escuela Normal, Sartre, un condiscípulo
mayor que yo, me
influenció profundamente. La náusea, El muro, pero no
El
ser y la
nada, fueron muy importantes en la formación de mi pensamiento.
Sartre nos enseñó
a decirnos: “Sois responsables en tanto que individuos”.
Era un mensaje de
libertad. La responsabilidad del hombre que no puede
confiar ni en un
poder ni en un dios. Al contrario, es necesario
comprometerse en
nombre de la propia responsabilidad como persona
humana. Cuando
entré en la Escuela Normal de la calle Ulm, en Paris, en
1939, entré como
ferviente discípulo del filósofo Hegel, y seguí el seminario
de Maurice
Merleau-Ponty. Su enseñanza exploraba la experiencia concreta,
la del cuerpo y
sus relaciones con los sentidos, gran singular frente a la
pluralidad de los
sentidos. Pero mi optimismo natural, que quiere que todo lo
que es deseable
sea posible, me encaminaba más bien a Hegel. El
hegelianismo
interpreta que la larga historia de la humanidad tiene un
sentido: la
libertad del hombre que progresa paso a paso. La historia está
hecha de choques
sucesivos, es la asunción de los desafíos. La historia de las
sociedades
progresa, y al final, cuando el hombre ha alcanzado su completa
libertad, se
tiene el estado democrático en su forma ideal.
Existe, desde
luego, otra concepción de la historia. Los progresos conseguidos
por la libertad,
la competición, la carrera por el “siempre más” pueden ser
vividos como un
huracán destructor. Así la concibe un amigo de mi padre, el
hombre que
compartió con él la tarea de traducir al alemán En busca del
tiempo
perdido, de Marcel Proust. Es el filósofo alemán Walter Benjamin.
Él
había encontrado
un mensaje pesimista en un cuadro del pintor suizo Paul
Klee, el
Angelus Novus, en el que la figura de un ángel abre los brazos
como
para contener y
rechazar una tempestad que Benjamin identifica con el
progreso. Para
Benjamin, que se suicidó en septiembre de 1940 para huir del
nazismo, el
sentido de la historia es un camino irresistible de catástrofe en
catástrofe.
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La
indiferencia: la peor de las actitudes
5
Es verdad que las
razones para indignarse pueden parecer hoy menos claras o
el mundo
demasiado complejo. ¿Quién manda, quién decide? No siempre es
fácil distinguir
entre todas las corrientes que nos gobiernan. Ya no tenemos
que vérnoslas con
una pequeña élite, cuyo modo de actuar conocemos con
claridad. Este es
un vasto mundo de cuya interdependencia nos percatamos
claramente.
Vivimos con una interconectividad como jamás ha existido. Pero
en este mundo hay
cosas insoportables. Para verlas, hace falta observar con
atención, buscar.
Les digo a los jóvenes: buscad un poco, encontraréis. La
peor de las
actitudes es la indiferencia, el decir “yo no puedo hacer nada, yo
me las apaño”. Al
comportaros así, perdéis uno de los componentes
esenciales que
hacen al ser humano. Uno de sus componentes
indispensables:
la capacidad de indignarse y el compromiso que nace de ella.
Es posible
identificar desde ahora dos grandes desafíos nuevos:
1. La gran
diferencia que existe entre los muy pobres y los muy ricos, la cual
no deja de
crecer. Se trata de una innovación de los siglos XX y XXI. Los
muy pobres del
mundo de hoy ganan apenas dos dólares al día. No se
puede dejar que
esta diferencia se haga más profunda todavía. La
constatación de
este hecho debería suscitar por sí misma un compromiso.
2. Los derechos
del hombre y el estado del planeta. Después de la Liberación
tuve la suerte
de participar en la redacción de la Declaración universal de
los derechos del
hombre adoptada por la Organización de Naciones
Unidas el 10 de
diciembre de 1948, en el palacio de Chaillot, en Paris.
Como jefe de
gabinete de Henri Laugier, secretario general adjunto de la
ONU y secretario
de la Comisión de los Derechos del hombre participé,
entre otros, en
la redacción de esta declaración. No puedo olvidar el papel
que tuvo en su
elaboración René Cassin, comisario nacional de justicia y
educación del
gobierno de la Francia libre, en Londres, en 1941, el cual fue
premio Nobel de
la paz en 1968, ni el de Pierre Mendès France dentro del
Consejo
económico y social, al que enviábamos los textos que
elaborábamos
antes de que fueran examinados por la Tercera Comisión
de la Asamblea
General, encargada de los aspectos sociales, humanitarios
y culturales. La
Comisión contaba con los 54 estados que eran miembros,
en aquel
momento, de las Naciones Unidas, y yo me encargaba de su
secretaría. A
René Cassin debemos el término de derechos “universales”, y
no
“internacionales” como proponían nuestros amigos anglosajones.
Puesto que en
esto está lo que se juega al terminar la segunda guerra
6
mundial: la
emancipación de las amenazas que el totalitarismo hizo pesar
sobre la
humanidad. Para emanciparse, es necesario conseguir que los
estados miembros
de la ONU se comprometan a respetar estos derechos
universales. Es
una manera de desmontar el argumento de plena
soberanía que un
estado puede hacer valer mientras comete crímenes
contra la
humanidad dentro de su territorio. Este fue el caso de Hitler, que
se consideraba
dueño y señor en su tierra y autorizado a provocar un
genocidio. Esta
declaración universal debe mucho a la revulsión universal
contra el
nazismo, el fascismo, el totalitarismo, y, también, a nosotros, al
espíritu de la
Resistencia. Sentía que había que actuar rápidamente, no ser
víctima de la
hipocresía que había en la adhesión proclamada por los
vencedores a
estos valores que no todos tenían la intención de promover
limpiamente,
pero que nosotros intentábamos imponerlesiii.
No me aguanto las
ganas de citar el artículo 15 de la Declaración Universal de
los Derechos del
Hombre: “Toda persona tiene derecho a una nacionalidad”;
el artículo 22:
“Toda persona, como miembro de la sociedad, tiene derecho a
la seguridad
social, y a obtener, mediante el esfuerzo nacional y la
cooperación
internacional, habida cuenta de la organización y los recursos de
cada Estado, la
satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales,
indispensables a
su dignidad y al libre desarrollo de su personalidad”. Y si esta
declaración tiene
un alcance declarativo, y no jurídico, no por eso ha
desempeñado un
papel menos importante desde 1948; se ha visto a pueblos
colonizados
acogerse a ella en su lucha por la independencia; ha inspirado a
los espíritus en
su lucha por la libertad.
Constato con
alegría que a lo largo de las últimas décadas se han multiplicado
las
organizaciones no gubernamentales, los movimientos sociales como
Attac
(Association
pour la taxation des transactions
financières
1
), la
FIDH
(Fédération
international des Droits de l”homme
2
), Amnesty…, que
son
activas y
efectivas. Es evidente que para ser eficaz actualmente es necesario
actuar
conjuntamente; aprovechar todos los medios modernos de
comunicación.
A los jóvenes,
les digo: mirad alrededor de vosotros, encontraréis temas que
justifiquen
vuestra indignación –el trato que se da a los inmigrantes, a
los
1 N. de la T.: Asociación por la Tasación de las
Transacciones y por la Ayuda a los
Ciudadanos.
2 Federación
Internacional de Derechos Humanos.
7
indocumentados, a
los Roms
3
. Encontraréis
situaciones concretas que os
empujarán a
llevar a cabo una acción ciudadana de importancia. ¡Buscad y
encontraréis!
--------------------
Mi
indignación a propósito de Palestina
Hoy, mi principal
indignación concierne a Palestina, la franja de Gaza y
Cisjordania. Este
conflicto es un motivo propio de indignación. Es necesario
leer el informe
Richard Goldstone, de septiembre de 2009, sobre Gaza. En él
este juez
sudafricano, judío, que se declara incluso sionista, acusa al
ejército
israelí de haber
cometido ““actos asimilables a crímenes de guerra y quizás,
en ciertas
circunstancias, a crímenes contra la humanidad”“ durante la
operación “Plomo
Fundido” que duró tres semanas. Volví a Gaza en 2009,
pude entrar con
mi mujer gracias a nuestros pasaportes diplomáticos, para
verificar con mis
propios ojos lo que el informe contaba. Las personas que nos
acompañaban no
fueron autorizadas a entrar a la franja de Gaza. Ni a
Cisjordania.
Visitamos los campos de refugiados palestinos creados en 1948
por la Agencia de
Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en
Oriente Próximo,
UNRWA, donde más de tres millones de palestinos
expulsados de sus
tierras por Israel esperan un retorno cada vez más
problemático. En
cuanto a Gaza, ésta es una prisión a cielo abierto para un
millón y medio de
palestinos. Una prisión donde se organizan para sobrevivir.
Más que las
destrucciones materiales, como la del hospital de la Media Luna
Roja por la
operación “Plomo Fundido”, es el comportamiento de los
habitantes de
Gaza, su patriotismo, su amor por el mar y la playa, su
constante
preocupación por el bienestar de sus hijos, numerosos y risueños,
lo que llena
nuestra memoria. Quedamos impresionados por su ingeniosa
manera de hacer
cara a todas las penurias que les son impuestas. Les hemos
visto fabricar
ladrillos, por falta de cemento, para reconstruir las miles de
casas destruidas
por los tanques. Nos confirmaron que hubo 1400 muertos –
mujeres, niños y
viejos incluidos en el campo palestino– a lo largo de esta
operación “Plomo
Fundido”, llevada a cabo por el ejército israelí, contra sólo
cincuenta heridos
del lado de Israel. Comparto las conclusiones del juez
surafricano. Que
judíos puedan cometer crímenes de guerra es insoportable.
Desgraciadamente,
la historia ofrece pocos ejemplos de pueblos que
aprenden de su
propia historia.
3 N. de la T.: Gitanos, zíngaros, etc.
8
Lo sé, Hamas, que
había ganado las últimas elecciones legislativas, no pudo
evitar que se
dispararan cohetes sobre las ciudades israelíes en respuesta a la
situación de
aislamiento y de bloqueo en la que se encuentran los gazatíes.
Evidentemente,
pienso que el terrorismo es inaceptable, pero hay que
reconocer que
cuando se está ocupado con medios militares infinitamente
superiores a los
nuestros, la reacción popular no puede ser sólo no-violenta.
¿Le sirve de algo
a Hamas enviar cohetes sobre la ciudad de Sderot? La
respuesta es no.
No sirve a su causa, pero se puede explicar debido a la
exasperación del
pueblo de Gaza. En la noción de exasperación, hay que
entender la
violencia como una lamentable conclusión de situaciones
inaceptables para
aquellos que las sufren. Se puede decir que el terrorismo es
una especie de
exasperación. Y que esta exasperación es un término
negativo. Uno no
se debe exasperar, uno debe esperar. La exasperación es la
negación de la
esperanza. Es comprensible, diría que hasta es natural; sin
embargo, no es
aceptable porque no permite obtener los resultados que
puede
eventualmente producir la esperanza.
--------------------
La
no-violencia, el camino que debemos aprender a seguir
Estoy convencido
de que el futuro pertenece a la no-violencia, a la
conciliación de
las diferentes culturas. Por esta vía, la humanidad deberá
franquear su
próxima etapa. Y aquí coincido con Sartre: uno no puede
excusar a los
terroristas que arrojan bombas, pero puede comprenderlos.
Sartre escribió
en 1947: “Reconozco que la violencia bajo cualquier forma que
se manifieste es
un fracaso. Pero es un fracaso inevitable porque estamos en
un universo de
violencia. Y si es verdad que el recurso a la violencia hace que
la violencia
corra el riesgo de perpetuarse, también es verdad que es el único
medio de hacerla
cesar”
iv
. A lo que yo
añadiría que la no-violencia es una
manera más segura
de hacerla cesar. No se puede apoyar a los terroristas
como Sartre lo
hizo, en nombre de ese principio, durante la guerra de Argelia,
o a propósito del
atentado de los juegos de Munich, en 1972, cometido
contra atletas
israelíes. No es eficaz, y Sartre mismo acabará por preguntarse
al final de su
vida por el sentido del terrorismo y a dudar de su razón de ser.
Decirse “la
violencia no es eficaz” es más importante que saber si se debe
condenar o no a
aquellos que la utilizan. El terrorismo no es eficaz. En la
noción de
eficacia, es necesaria una esperanza no-violenta. Si existe una
esperanza
violenta es la de la poesía de Guillaume Apollinaire: “Que
9
l”esperance est
violente”
4
; no en
política. Sartre, en marzo de 1980, tres
semanas antes de
morir, declaraba: “Hay que intentar explicar por qué el
mundo de hoy,
que es horrible, no es más que un momento en el largo
desarrollo
histórico, que la esperanza ha sido siempre una de las fuerzas
dominantes de
las revoluciones y de las insurrecciones, y cómo todavía siento
la esperanza
como mi concepción del futuro”
v
.
Hay que entender
que la violencia vuelve la espalda a la esperanza. Hay que
preferir la
esperanza, la esperanza de la no-violencia. Es el camino que
debemos aprender
a seguir. Tanto por parte de los opresores como por parte
de los
oprimidos, hay que llegar a una negociación para acabar con la
opresión; esto
es lo permitirá acabar con la violencia terrorista. Es por eso
que no se debe
permitir que se acumule mucho odio.
4 N. de la T.:
Se refiere al poema Le Pont Mirabeau, de Guillaume Apollinaire, que se
transcribe a continuación:
Sous le pont
Mirabeau coule la Seine
Et nos
amours
Faut-il qu’il
m’en souvienne
La joie venait
toujours après la peine.
Vienne la nuit
sonne l’heure
Les jours s’en
vont je demeure
Les mains dans
les mains restons face à face
Tandis que
sous
Le pont de nos
bras passe
Des éternels
regards l’onde si lasse
Vienne la nuit
sonne l’heure
Les jours s’en
vont je demeure
L’amour s’en va
comme cette eau courante
L’amour s’en
va
Comme la vie est
lente
Et comme
l’Espérance est violente
Vienne la nuit
sonne l’heure
Les jours s’en
vont je demeure
Passent les
jours et passent les semaines
Ni temps
passé
Ni les amours
reviennent
Sous le pont
Mirabeau coule la Seine
Vienne la nuit
sonne l’heure
Les jours s’en
vont je demeure
10
El mensaje de
alguien como Mandela, como Martin Luther King, encuentra
toda su
pertinencia en un mundo que ha sobrepasado la confrontación de las
ideologías y el
totalitarismo. Es un mensaje de esperanza en la capacidad que
tienen las
sociedades modernas para sobrepasar los conflictos por medio de
una comprensión
mutua y de una paciencia vigilante. Para llegar a ello, es
necesario
basarse en los derechos, cuya violación, sea quien sea el autor,
debe provocar
nuestra indignación. No debemos consentir la transgresión de
estos
derechos.
--------------------
Por una
insurrección pacífica
He constatado, y
no soy el único, la reacción del gobierno israelí ante el
hecho de que
cada viernes los ciudadanos de Bil”id van, sin arrojar piedras,
sin utilizar la
fuerza, hasta el muro contra el cual protestan. Las autoridades
israelíes han
calificado esta marcha de “terrorismo no-violento”. No está
mal… Hay que ser
israelí para calificar de terrorista a la no-violencia. Hay que
estar molesto
por la eficacia que tiene la no-violencia para suscitar el apoyo,
la comprensión y
el sostén de todos los adversarios de la opresión.
El pensamiento
productivista, sostenido por Occidente, ha metido al mundo
en una crisis de
la que hay que salir rompiendo radicalmente con la huída
hacia adelante
del “siempre más”, tanto en el dominio financiero como en el
dominio de las
ciencias y de la técnica. Ya es hora de que la preocupación por
la ética, la
justicia y la estabilidad duradera sea lo que prevalezca. Pues nos
amenazan los
riesgos más graves; riesgos que pueden poner fin a la aventura
humana sobre un
planeta que puede volverse inhabitable.
Pero es verdad
que se han hecho importantes progresos desde1948: la
descolonización,
el fin del apartheid, la destrucción del imperio soviético, la
caída del Muro
de Berlín. Por el contrario, los diez primeros años del siglo XXI
han supuesto un
periodo de retroceso. Este retroceso, yo lo achaco, en parte,
a la presidencia
americana de George Bush, al 11 de septiembre y a las
consecuencias
desastrosas que de él han sacado los Estados Unidos, como la
intervención
militar en Irak. Hemos tenido esta crisis económica, pero
tampoco hemos
comenzado una nueva política de desarrollo. La cumbre de
Copenhague
contra el calentamiento climático no ha permitido establecer
una verdadera
política para la preservación del planeta. Estamos en un
umbral, entre
los horrores de la primera década y las posibilidades de las
décadas
siguientes. Pero hay que esperar, siempre hay que esperar. La
11
década anterior,
la de los años 1990, fue una fuente de grandes progresos.
Las Naciones
Unidas convocaron conferencias como las de Rio sobre el medio
ambiente, en
1992; la de Pekín sobre las mujeres, en 1995; en septiembre de
2000, a
iniciativa del secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan,
los
191 países
miembros adoptaron la declaración sobre los “Ocho objetivos del
milenio para el
desarrollo”, por la cual se comprometen a reducir a la mitad la
pobreza en el
mundo de aquí a 2015. Mi gran pesar, es que ni Obama ni la
Unión Europea
hayan manifestado aún lo que debería ser su aportación para
una fase
constructiva que se apoye en los valores fundamentales.
¿Cómo terminar
esta llamada a indignarse? Recordando que, con ocasión del
sexagésimo
aniversario del Programa del Consejo nacional de la Resistencia,
dijimos, el 8 de
marzo de 2004, nosotros, los veteranos de los movimientos
de Resistencia y
de las fuerzas combativas de la Francia libre (1940-1945),
que, desde
luego, “el nazismo ha sido vencido gracias al sacrificio de
nuestros
hermanos y
hermanas de la Resistencia y de las Naciones Unidas contra la
barbarie
fascista. Pero esta amenaza no ha desaparecido por completo, y
nuestra cólera
contra la injusticia permanece intacta”
vi
.
No, esta amenaza
no ha desaparecido por completo. Por eso, hagamos
siempre un
llamamiento a “una verdadera insurrección pacífica contra los
medios de
comunicación de masas que no proponen como horizonte para
nuestra juventud
más que el consumismo de masas, el desprecio de los más
débiles y de la
cultura, la amnesia generalizada y la competición a ultranza de
todos contra
todos”.
A los hombres y
mujeres que harán el siglo XXI, les decimos con nuestra
afección:
“CREAR ES
RESISTIR,
RESISTIR ES
CREAR”.
12
i Creado clandestinamente el 27 de mayo de 1943, en París,
por los representantes de los ocho grandes movimientos de Resistencia,
de
los dos grandes
sindicatos anteriores a la guerra: la CGT y la CFTC (Confederación francesa de
trabajadores cristianos) y de los diez
principales
partidos políticos de la III República, el PC y la SFIO (los socialistas), el
Consejo Nacional de la Resistencia (CNR) se
reunió por
primera vez este 27 de mayo bajo la presidencia de Jean Moulin, delegado del
general De Gaulle, el cual quería crear este
Consejo para
hacer más eficaz la lucha contra los nazis y reforzar su propia legitimidad de
cara a los aliados. De Gaulle encargó a este
Consejo la
elaboración de un programa de gobierno en previsión de la liberación de Francia.
Este programa fue objeto de muchas idas
y venidas del
CNR y del gobierno de la Francia libre, unas veces a Londres y otras a Argel,
antes de ser adoptado el 15 de marzo de
1944 en sesión
asamblearia por el CNR. El CNR entregó este programa al general De Gaulle el 25
de agosto de 1944 en el
ayuntamiento de
París. El decreto en relación a la prensa se promulgó el 26 de agosto. Uno de
los principales redactores del programa
fue Roger
Ginsburger, hijo de un rabino alsaciano; bajo el pseudónimo de Pierre Villon fue
secretario general del frente nacional para
la independencia
de Francia, movimiento de resistencia creado por el partido comunista francés en
1941, y representó a este
movimiento en el
seno del CNR y de su oficina permanente.
ii Según una estimación sindicalista, hemos pasado de entre
el 75 al 80% del salario como importe de las jubilaciones a alrededor
del
50%. Jean-Paul
Domin, catedrático de Economía en la universidad de Reims Champagne-Ardennes, en
2010, redacta para el Instituto
Europeo de
Ciencias Sociales (IES, Institut Européen du Salariat) un apunte sobre “El
seguro de enfermedad complementario”. En él
revela en qué
medida el acceso a un seguro complementario de calidad es ahora un privilegio
del estatus social, que los más frágiles
renuncian a los
cuidados por falta de seguros complementarios y por la cuantía del resto que
queda por pagar; que la fuente del
problema es no
haber hecho del salario el soporte de los derechos sociales –punto central de
los decretos del 4 y del 15 de octubre de
1945. Estos
promulgaban la Seguridad Social y encomendaban su gestión a la doble autoridad
de los representantes de los trabajadores
y del Estado.
Después de las reformas Juppé de 1995, promulgadas por decreto, más la ley
Douste Blazy (médico de formación), de
2004, es el
Estado el único que gestiona la Seguridad Social. Es, por ejemplo,el jefe del
Estado el que nombra por decreto al director
de la Tesorería
General de la Seguridad Social (Caisse National d”Assurance Maladie (CNAM)).Ya
no son los sindicalistas, como
después de la
Liberación, sino el Estado quien está a la cabeza del organismo que gestiona las
prestaciones sanitarias a nivel
departamental a
través de los gobernadores (préfets de département).Los representantes de los
trabajadores ya no tienen más que el
papel de
consejero.
iii La Declaración Universal de los Derechos del hombre fue
adoptada el 10 de diciembre de 1948, en Paris, por 48 de los 58
estados
miembros de la
Asamblea general de Naciones Unidas. Hubo ocho abstenciones: África del Sur, a
causa del apartheid que la
declaración
condenaba de hecho; Arabia Saudita, igualmente, a causa de la igualdad entre
hombres y mujeres; la URSS (Rusia,
Ucrania,
Bielorrusia), Polonia, Checoslovaquia y Yugoslavia estimaron que la Declaración
no iba lo bastante lejos en la consideración
de derechos
económicos y sociales y sobre los derechos de las minorías; sin embargo, hay que
tener en cuenta que Rusia en particular
se opuso a la
proposición australiana de crear una Corte internacional de derechos humanos
encargada de examinar las peticiones
dirigidas a
Naciones Unidas; hay que recordar que el artículo 8 de la Declaración introduce
el principio de apelación individual contra
un estado en
caso de violación de los derechos fundamentales. Este principio se aplicaría en
Europa en 1998 con la creación de una
Corte europea
permanente de derechos humanos, la cual garantizó este derecho de apelación a
más de 800 millones de europeos.
iv Sartre J.P; “Situation de l”écrivain en 1947”, en
Situation II, Paris, Gallimard, 1948.
v Sartre J.P; “Maintenat l”espoir… (III)” en Le Nouvel
Observateur, 24 de marzo de 1980.
vi Los firmantes del Appel del 8 de
marzo de 2004 son: Lucie Aubrac, Raymond Aubrac, Henri Bartoli, Daniel Cordier,
Philippe
Dechartre,
Georges Guingouin, Stéphane Hessel, Maurice Kriegel-Valtimont, Lise London,
George Séguy, Germaine Tillion, Jean-
Pierre Vernat,
Maurice Voutey.