Cárdenas, símbolo de la izquierda, frente a EPN
Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano es un símbolo de la izquierda mexicana, no sólo por haber fundado el Partido de la Revolución Democrática (PRD), el 5 de mayo de 1989, sino porque, antes, desde 1987, logró conjuntar a todas las fuerzas de la izquierda organizada que entonces participaban en la política del país para enfrentar a un Partido Revolucionario Institucional (PRI) que, hasta entonces, lucía como una estructura invencible.
Para las elecciones del 6 julio de 1988, el Ingeniero Civil logró conjuntar en el Frente Democrático Nacional a tres partidos de izquierda con registro así como a una veintena de agrupaciones políticas y sociales que lo respaldaron en su candidatura. El éxito de su propuesta, como ya se sabe, puso en evidencia el rechazo de la sociedad mexicana a los gobiernos priistas.
Se ha documentado ampliamente que Cárdenas Solórzano habría ganado esas elecciones, frente al priista Carlos Salinas de Gortari, de no ser por una misteriosa “caída del sistema” de votaciones, operada entonces desde la Secretaría de Gobernación (Segob), cuyo titular entonces era Manuel Bartlett Díaz.
Luego, su carrera política ha sido ampliamente documentada pero este hecho marcó un hito para la democracia en México. De ahí en adelante, ninguna elección federal ni estatal fue pan comido para el PRI, hasta que, finalmente y luego de siete décadas, en 2000 perdió la Presidencia de la República.
Ahora, nuevamente, Cuauhtémoc Cárdenas tiene ante sí el reto de unir a la izquierda frente a un PRI que está de vuelta en Los Pinos [la casa presidencial bautizada así por su madre, Amalia Solórzano Bravo, y donde el Ingeniero nació en una fecha emblemática para el movimiento obrero: el 1 de mayo de 1934] y evitar la supuesta privatización de Petróleos Mexicanos (Pemex) que pretende el gobierno de Enrique Peña Nieto.
Cárdenas será quien explique a los diputados y senadores del PRD, así como a diversas organizaciones ciudadanas, el contenido de la propuesta de esta fracción del izquierda, por cierto diseñada por él mismo y presentada ante la opinión pública desde enero pasado.
En síntesis, su “propuesta progresista” plantea que Petróleos Mexicanos debe seguir manteniendo la conducción central y dirección estratégica de la industria petrolera garantizando la seguridad energética de las próximas generaciones de manera suficiente, continua, económica, diversificada y de alta calidad.
Destaca que estos objetivos deben regirse siempre con respeto pleno al medio ambiente, impulsando el desarrollo sustentable y propiciando una transición energética a fuentes alternativas de energía.
Y para ello se sustenta en ocho ejes estratégicos:
1. Cambio en el Régimen Fiscal.
2. Autonomía Presupuestal.
3. Autonomía de Gestión.
4. Fortalecer a la Secretaría de Energía (Sener) y a la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH)
5. Tarifas, precios y subsidios de los combustibles y la electricidad para un acceso equitativo a la energía.
6. Convertir al Fondo de Estabilización de Ingresos Petroleros en un Organismo Financiero.
7. Impulsar la Investigación y Desarrollo Tecnológico.
8. Transición energética, cuidado del Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable.
Uno de los argumentos más fuertes del ingeniero Cárdenas frente al discurso del gobierno de Peña Nieto de que Pemex necesita recursos y por ello debe abrirse aún más a la inversión, sea nacional o extranjera, es que la paraestatal produce recursos suficientes para ser rentable, pero en cada sexenio es producto de un incesante saqueo que le impide crecer.
Por ejemplo, dice, durante los últimos seis años pasaron por el Fondo de Estabilización más de 40 mil millones de dólares que se erogaron sin un objeto concreto y en gran medida para complementar el gasto corriente del gobierno federal y hasta para usarse, a diestra y siniestra, con objetivos de consolidación política, como es el caso de campañas electorales.
Conocedor profundo del tema, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano volverá a ser centro de atención mediática en los próximos días. Se verá también qué tanto del capital político que amasó en los últimos 25 años puede incidir en la discusión de la Reforma Energética y, más importante aún, si todavía tiene la capacidad para cohesionar a los diversos grupos de la izquierda mexicana que hoy, como sucedía en 1988, requieren de liderazgos para hacer un contrapeso real al poder del PRI.

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