Astillero
Primer semestre
EPN: reformar, no cambiar
Mancera desleído
El infiltrado Cossío
Julio Hernández López
GOZOTERAPIA. Durante el baile organizado ayer en el centro de Coyoacán
Foto Marco Peláez
Enrique Peña Nieto ha cumplido su primer semestre de gobierno sin despeinarse el copete que muchos auguraban maltrecho a las primeras de cambio. Ha impuesto una agenda reformista que tuvo su primera prueba a la hora de encarcelar a una lideresa sindical cuyas garras acabaron siendo de papel, siguió con un nuevo diseño de reparto de pastel en materia de telecomunicaciones que no se le ha desbordado y se alista a intentar las suertes más riesgosas, las relacionadas con lo fiscal y, sobre todo, con lo energético.
Su llave maestra ha sido el Pacto por México, un mecanismo de concertación entre los dirigentes de los tres principales partidos del país mediante el cual el propio EPN ha podido impulsar sus proyectos de segundo salinismo sin que las raspaduras le alcancen directamente; un pacto utilizado para que ahonde las divisiones internas en el PAN y el PRD, supla el jaloneo en las cámaras por los arreglos en las cúpulas partidistas y reduzca corporativamente los márgenes de la oposición política (al darle viabilidad solamente a la que se expresa en los entretelones palaciegos, condenando a la marginalidad toda disidencia no pactista).
Sin embargo, el efectista éxito político de Peña Nieto y su grupo no corresponde con el del país. En este primer semestre la administración priísta no ha hecho absolutamente nada que signifique cambios sustanciales en el esquema de injusticia, pobreza, impunidad, violaciones a los derechos humanos y corrupción que caracterizó al primer priísmo, el septuagenario, y a la docena trágica del panismo de la alternancia partidista. No se ha producido el crecimiento económico esperado, los amagos especulativos del gran capital siguen generando zozobra, la cruzada contra el hambre es solamente una variante del clientelismo electoral, el nivel de la violencia pública continúa igual o es peor que durante el calderonismo, la estrategia contra la delincuencia organizada parece errática y no está dando resultados positivos, la resistencia a la reforma laboral en materia educativa ha sido mayor a la esperada por ese gobierno federal y ha hecho recular más de una vez los ánimos represivos de tres colores, los grupos civiles de autodefensa se han multiplicado y ni siquiera el Ejército ha podido desarmar a ciertas comunidades (sobre todo en Michoacán) y el piso político no se siente firme, a pesar de la reinstalación de mecanismos clásicos de control mediático, de la
nueva narrativaen materia de criminalidad organizada y del
oficiode algunos dinosaurios de museo que asesoran al equipo en el poder, mayoritariamente integrado por oriundos del estado de México y de Hidalgo.
Las apariencias triunfales del peñismo son proporcionales al decaimiento de sus opositores. Andrés Manuel López Obrador sigue regalándole tiempo precioso, concentrado como está en el armado de un aparato partidista propio que aspirará a tener eficacia en 2015, aunque dispuesto a hacer un pronto intento de reconstitución como dirigente social con la bandera de la defensa del petróleo. Felipe Calderón y su banda están dedicados a tratar de recuperar la presidencia, pero del PAN, y Josefina Vázquez Mota es un fantasma en busca de reacomodar en algún estante político su sonrisa tatuada.
En ese esquema de abatimiento de la oposición destaca el caso del gobierno de la ciudad de México, acaso el último reducto de poder con capacidad para resistir al peñismo. Miguel Ángel Mancera fue designado candidato por un acuerdo entre dos personas, Marcelo Ebrard y AMLO, dejando al primero el control político de la capital del país a cambio de que cediera la candidatura presidencial al segundo.
A unos días de cumplir también su primer semestre en el Gobierno del DF, el saldo para Mancera es negativo, cargado con gran rapidez y desdoro hacia el peñismo. Aún no ofrece una explicación socialmente satisfactoria de lo que sucedió el 1º de diciembre del año pasado, cuando todavía Marcelo Ebrard era jefe de Gobierno y se produjeron abusos policiales contra jóvenes y ciudadanos luego liberados sin cargo alguno. Esa vocación represiva se volvió a manifestar este sábado, cuando grupos de jóvenes que pretendían trasladarse en Metro a Los Pinos para protestar contra el ocupante de esa residencia, en el contexto de las acciones convocadas por Internet y denominadas #OpDesobediencia, fueron infiltrados por provocadores y luego agredidos.
Un ejemplo de ese desleimiento político, que desalienta a la izquierda y abre camino al PRI, se ha visto en el tratamiento del caso de la desaparición de cuando menos 11 jóvenes tepiteños. Enredos, zigzagueos y una increíble ineficacia a más de una semana de los hechos. Eso sí, Mancera se alistaba para ir este sábado a Baja California a apoyar a los candidatos de la alianza PAN-PRD a diversos cargos de elección popular (viaje que con buen criterio prefirió suspender) y estar el lunes en San Diego en una conferencia sobre medio ambiente.
Y, a propósito de infiltrados, la revista Contralínea publicó el organigrama del Cisen en el que Manuel Cossío Ramos aparece como director de información de fuentes abiertas (área dedicada al espionaje y la provocación en movimientos sociales), con un sueldo de 171 mil pesos (nota de Jorge Torres, http://bit.ly/14mjb69). El ahora funcionario se acercó en los primeros días al movimiento #YoSoy132, se apropió de esa dirección electrónica (que ahora está a la venta en http://bit.ly/17OUarv) y a partir de una conversación grabada con Saúl Alvídrez organizó una
denunciade que AMLO y otros personajes de izquierda financiaban y utilizaban a ese movimiento.
Y, mientras avanza desde Aeroméxico la precarización laboral, obligando a los trabajadores a aceptar negociaciones contractuales lesivas, bajo la amenaza de cierre de la empresa, y a permitir que nuevos empleados tengan menores prestaciones, ¡hasta mañana, con Nuevo León inaugurando sanciones penales a quienes por
cualquier medio electrónicocausen “deshonra, descrédito, perjuicio o (…) desprecio de alguien”!
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Gobierno eficaz-Hernández
México en WikiLeaks
Gonzalo Martínez Corbalá
Claro que haremos nuestro mejor esfuerzo para definir el concepto tan complejo que encierra esta palabra inglesa, compuesta, porque si no se hace, habrá que continuar describiendo las actividades a las que se refiere, que no son pocas ni tampoco sencillas, además de que, por lo menos la primera parte, me parece que fue recientemente creada para el caso, y no figura todavía en los diccionarios Appleton, ni tampoco en el tesauro de Oxford. Tendría sentido interpretar el término
wikicomo este género de ardillas de campo que se atraviesan a gran velocidad en las carreteras que van por zonas áridas. Son tan veloces y tan ágiles, que ni un automóvil a toda velocidad la atropellaría, y luego la palabra
leak, que sí figura en el diccionario, y que quiere decir: fuga o escurrimiento en un recipiente para ciertas clases de líquidos, que puede incluso derribar una cortina de una presa, por la rapidez, y por lo difícil que es localizarlos con la rapidez y la precisión que se requiere.
legitimadoen México, por Carlos Pascual, entonces embajador de Estados Unidos, quien dio por auténticos los cables en cuestión.
Tenemos, pues, ya un libro formal que cumple con todos los requisitos que se exigen, en el medio de las buenas librerías para ser considerado como tal, y nos satisface profundamente que éste hubiera sido concebido y hecho hasta la impresión de la última palabra, bajo el cuidado de personal de planta de La Jornada.
Dice bien el título, que se trata de escribir sin omisiones y sin disimulos, poner al alcance del lector los largos alcances que el libro, bien usado y bien concebido, desde el principio, sin pretensiones ni tampoco modestias improcedentes, que no vienen al caso, ni contribuyen a que nos interesemos, como lo hago ahora, sin perjuicio de que podamos profundizar y ampliar el alcance de nuestra materia: México en WikiLeaks, y luego, quizás entreverado La Jornada en WikiLeaks.
Esta manera de expresarse, puede tener muy largos alcances, y contribuir muy –todo dicho en superlativo– claramente a reunir los idiomas que han venido desarrollándose y evolucionando, y progresando en cuanto, como lenguajes a su difícil modo de entenderse cabalmente en la actualidad, vendrá pues a unir y entreverarse, hasta el punto de no ser identificadas más como lenguas aisladas e independientes.
Como lenguajes separados y distantes en la historia y contribuir de esta manera tan importante a crear las circunstancias para que entonces sí, sea válido referirse a una sola humanidad, con todas las consecuencias del caso, cuya importancia para el entendimiento cabal de los hombres entre sí.
Dicho con otras palabras, las expresiones a todo color, como las plasmadas en los muros que constituyen espacios disponibles, que eventualmente quedan a la vista de todo el mundo, quiere llegar a constituirse en un lenguaje, en el grafiti, que se supone aspirar a ser un medio de expresión, de comunicación, que en realidad no llega a serlo, porque los anónimos autores quedan muy frecuentemente insatisfechos con su obra que algo llega a tener de artístico ocasionalmente, pero que en la realidad, ni el autor sabe qué quiere decir con su mensaje, confuso y divagante, ni mucho menos el espectador, con todo su deseo de entender algo de lo que se quiere transmitir en grafitis, y más bien todo el mundo queda enfadado y molesto por diversas causas.
En el caso del WikiLeaks , al tratar de interpretar la velocidad de la onda de transmisión y del esfuerzo que muchas partes, muy principalmente relacionadas con los medios, han logrado constituirse en alguna clase de lenguaje, que con el impulso que lleva y con lo atrayente que viene resultando, por los medios en los que se desarrolla, más vale empezar a leer lo más pronto posible México en WikiLeaks, si no se quiere quedar atrás.
Por ahora, el grafiti no quiere que se le entienda algún mensaje, pero sí pretende expresar: ¡Aquí estamos!
El WikiLeaks parece que quiere llegar mucho más pronto y más claramente a que sus mensajes se entiendan y se acepten, además de que se transmitan, por voluntad y fuerza propia.
Enlaces:
Nosotros los nobles-Rocha
La necesaria unidad de la izquierda
Víctor Flores Olea
Evidentemente es una necesidad planteada para el futuro, con mayor o menor lejanía, porque al momento es algo que parece escapar a las posibilidades de nuestra actual realidad política. Y esto se puede afirmar no obstante que en las últimas elecciones presidenciales Andrés Manuel López Obrador obtuvo el segundo lugar con un total cercano a los 16 millones de votos (Enrique Peña Nieto habría logrado un poco más de 19 millones, según los resultados oficiales), que es una cifra impresionante en el conjunto, sin olvidar que en 2006 el propio López Obrador fue también el segundo candidato en número de votos, según los resultados oficiales, apenas unos 250 mil por debajo de Felipe Calderón.
oficiales(cuando hay además una amplia sospecha de que en ambas ocasiones la cifra oficial estuvo incrementada artificialmente, es decir, tramposamente, en alguna medida). Pero sin regresar a esta discusión subrayamos una vez más el poder innegable de una izquierda que, desafortunadamente en el plano de la realidad política, no tiene toda la presencia e influencia que indicaría la innegable abundancia de sus votos al menos en las dos últimas justas electorales para la Presidencia de la República. Hay allí una desproporción que es preciso compensar y que resulta uno de los retos más importantes a que se enfrenta la poderosa izquierda y la democracia mexicana.
¿En qué o dónde reside la falla? En una visión inmediata el problema parece residir sobre todo en la división
partidariade la izquierda o de las izquierdas, hasta el año pasado con filiación cuando menos en tres organizaciones: el PRD, pero también el Partido del Trabajo (PT) y Movimiento Ciudadano (MC). Situación que probablemente se verá agravada en el futuro por la conversión de Morena en partido político reconocido formalmente (¿O es un camino de solución, en la medida en que el nuevo partido político derivado de Morena sea capaz de atraer a sus filas, o a la votación de sus candidatos, a un número importante de ciudadanos que hoy forman parte de los otros partidos de la izquierda?) La posibilidad siempre existe aun cuando su cumplimiento no sea ni tan claro ni tan evidente.
Por supuesto que en esta reflexión está inevitablemente mezclada la personalidad de los candidatos, y tratándose de la izquierda concretamente la de Andrés Manuel López Obrador, que ha sido el factor principalísimo, sin duda, del muy alto número de votos en favor de la izquierda en las dos últimas elecciones presidenciales. La principal reserva del liderazgo de la izquierda parece recaer en Marcelo Ebrard, más allá de los azares que le depare su futuro como funcionario (¿presidente del PRD?) ¿Y el papel de Morena en el futuro unitario de la izquierda?
Pero, aparte de las circunstancias señaladas, parece absolutamente necesario que en el próximo futuro la izquierda mexicana ponga en primerísimo lugar de su agenda el de la unidad. Y esto, por diversas circunstancias, tal vez no sea tan sencillo, entre otras razones porque ya a un año de las últimas elecciones presidenciales no parece surgir o plantearse sino por excepción ese tema imprescindible de la unidad de la izquierda.
Me parece imprescindible el tema porque sin realizarlo de alguna manera no parece nada fácil (como ya se ha demostrado) acceder por la vía electoral a la Presidencia de la República. Tanto desde el punto de vista geopolítico como de la composición de los principales intereses del país parece México configurado y digamos predestinado ya, al menos por un tiempo histórico, a formar parte del bloque norteamericano del capital, con Estados Unidos a la cabeza y Canadá. Este significado es el que ha cobrado ya claramente la presidencia de Enrique Peña Nieto, que además fue confirmado rotundamente en la reciente visita de Barack Obama a México.
Hacer explícita esta pertenencia geopolítica y de intereses de México en el momento presente creo que fue el real significado profundo de la visita de Barack Obama a México, todo ello construido explícitamente desde hace décadas, cuando menos desde los sexenios de Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón. Esa construcción de pertenencia política de México al norte, unida al fuerte alejamiento mexicano de la recomposición de América Latina, explica con bastante exactitud nuestra posición política actual (esperar el mayor beneficio de nuestra alianza más que virtual con Estados Unidos y en general con el norte del globo), y nuestro alejamiento de los países del sur hacia los cuales hay desconfianza o al menos muchas dudas de que históricamente obtengamos beneficios apreciables de esta liga con el sur).
Los hechos, sin embargo, parecen negar esta visión simplista. Es verdad, en un sentido nuestra vecindad con Estados Unidos debiera traducirse en beneficios constantes y sonantes para México. El carácter de dominación imperial que define la estructura del poder capitalista en ese país no hace tan claras esas posibles ventajas; históricamente se ha traducido más bien en la sumisión que cobra la figura de una tremenda concentración de capitales en nuestro país, ampliamente vinculados a los intereses del norte, y en un tipo de economía que ni de lejos aspira a resolver los problemas de las más amplias masas populares. Cuando menos ha sido así hasta el momento.
Por el otro lado, la información aplastante que nos llega del sur continental es que los países de esa parte del mundo, en su conjunto, han logrado en la actualidad un crecimiento que supera fácilmente al de nuestro país. Resulta imprescindible entonces diseñar un
modelode crecimiento y desarrollo que no ponga
todos los huevos en la misma canasta(como en la práctica fue el TLCAN), y que busque más bien la diversificación y la autonomía en el desarrollo mexicano, como han procurado hacerlo con éxito los países del sur continental.
La unidad de la izquierda es imprescindible para lograr entonces un modelo de desarrollo más autónomo y eficaz.
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