El Despertar
¿Y tú, a que generación perteneces?
José Agustín Ortiz Pinchetti
La muerte de Arnoldo Martínez Verdugo y Chema Pérez Gay, coetáneos conocidos y admirados por mí, me despiertan un cordial sentimiento de pérdida y de duelo, por mí y por mi generación, sobre la que ya se proyectan inevitables sombras. Para esquivar la depresión he vuelto a pensar la ronda de generaciones. Los dos amigos eran parte de la minoría rectora de la mía.
En su juventud disfrutaron de la modernización económica y la estabilidad. Mi generación es la de las vacas gordas del PRI; nacimos entre 1930 y 1945, y a ella pertenecieron Miguel de la Madrid y Porfirio Muñoz Ledo. Nos acomodamos al autoritarismo y aprovechamos el crecimiento económico, que se interrumpió en 1982, cuando estábamos llegando a la madurez. Ni la de nosotros ni generaciones anteriores pudimos actualizar el régimen.
Luego viene la que sufrió el impacto de 1968, nacidos a finales de los 40 y principios de los 50. A ella pertenecen Salinas y una elite de la que mucho se esperaba y que en su mayoría se replegó a la hegemonía neoliberal y se volvió conservadora. Su apogeo empieza ya a declinar.
La siguiente generación es la de la crisis y la quiebra del PRI. Nacidos a finales de los 50 y principios de los 60. Es la de AMLO y Calderón. Desde la adolescencia han oído que las cosas están peor cada día, unos han empujado en favor del status, otros a superarlo. Pero hasta hoy no hay democracia ni crecimiento.
Se vislumbra otra generación que sube penosamente la cuesta. Son los nacidos en la segunda mitad de los 60 y en los 70. Podrían ser los desilusionados. Ellos tendrían que recuperar el impulso vital del país y sacarlo del marasmo. Podrían ser líderes del cambio o deslizarse en la decadencia y tratar de acomodarse en la elite o buscar suerte en el extranjero.
Este es un trazo de brocha gorda sobre las minorías rectoras de las últimas generaciones. Salvo las dos primeras, las demás no hallaron la fórmula para dejar la nación mejor que como la encontraron. Los que estamos saliendo del escenario hacemos votos para que nuestros sucesores tengan más enjundia y mejor visión que nosotros.
Twitter: @ortizpinchetti
Que bonita familia-Hernández
¿Quién manda en la educación?
Miriam Sánchez Hernández*
En 2005 Emilio Azcárraga Jean, el dueño de Televisa, y 12 amigos crearon la fundación Mexicanos Primero. Después se sumarían otros más a su patronato. Todos ellos hombres de poder y dinero, frecuentes en las listas de los más ricos del mundo y del país.
Entre 2008 y 2012 elaboraron cuatro documentos en los que describen el estado de la educación en México, la evalúan y la planean para el futuro. Esos documentos son: 1) Contra la pared: estado de la educación (2009); 2) Brechas: estado de la educación (2010); 3) Metas: estado de la educación (2011), y 4) Ahora es cuando. Metas 2012-2024 (2012). En todo ese periodo, Silvia Schmelkes, actual titular del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), fue colaboradora de esa fundación, desempeñándose en su comité académico.
A la par, el director de Mexicanos Primero, David Calderón Martín del Campo, inventó un Índice de Desempeño Educativo Incluyente (IDEI), que consiste en evaluar a las 32 entidades del país con seis indicadores, asignando a cinco de ellos (eficacia, permanencia, profesionalización docente, supervisión y participación en las escuelas) un valor de 10 a cada uno y 50 puntos al aprendizaje de los estudiantes, medido con la prueba ENLACE. El IDEI es un indicador arbitrario, no tiene bases pedagógicas y sólo jerarquiza a los estados, poniendo en último lugar a los que se manifiestan en desacuerdo con sus propósitos.
Parte de su estrategia ha sido preparar mediáticamente a la opinión pública en contra de los maestros y allanar el camino a Peña Nieto para encarcelar a Elba Esther Gordillo, quien estorbaba a los empresarios. Para tal fin, en 2012 estrenaron en Cinépolis, empresa cuyo director también participa en el patronato de Mexicanos Primero, la película De panzazo (2012), para la que contrataron a Juan Carlos Rulfo como director y a Carlos Loret de Mola para hacer el guión junto con la fundación. Este filme desprestigia al magisterio, lo ridiculiza, se burla de él y le atribuye el desastre educativo del país. Caricaturiza a la ex lideresa del SNTE en una entrevista en la que omite hablar sobre el manejo transparente de los recursos del sindicato que ella administraba. Sin embargo, ese
documentalno analiza ni critica las políticas educativas responsables de tal desastre.
Adicionalmente hicieron una campaña por Internet llamada Los niños primero, con dedicatoria en contra de los maestros de Oaxaca, Guerrero y Michoacán. Otra campaña televisiva para diferenciar a los profesores del SNTE de los de la CNTE, poniendo a los primeros como ejemplares y a los últimos como flojos, revoltosos y corruptos. Han difundido el desplegado Juntos por la educación (2013), en el que insisten en apoyar la reforma educativa, que hoy el magisterio cuestiona. Según ellos, registran más de dos centenas de fundaciones, aunque su padrón no es confiable, pues incluyeron a agrupaciones como Alcohólicos Anónimos, que se deslindó públicamente. Se dicen parte del Consejo Ciudadano Autónomo por la Educación (CCAE), que es otro conjunto de fundaciones creado a propuesta y con el apoyo de la entonces secretaria de la SEP Josefina Vázquez Mota. En este colectivo están otras 13 fundaciones empresariales, como Empresarios por la Educación Básica (ExEB); religiosas, como fundación SM, y de análisis educativo, como Educación a Debate (ED), que también aparece como firmante del desplegado anterior y que registra como parte de su comité editorial al director de Mexicanos Primero.
Todas estas acciones se corresponden con su más reciente documento: Ahora es cuando. Metas 2012-2024, en el que planean año por año sus metas en el campo de la educación para los próximos dos sexenios. Así, entre ellas, en 2012 se propusieron hacer una
alianza de anunciantes y medios masivos de comunicación para la valoración social de la profesión docente. A la que seguramente corresponden sus campañas.
En ese mismo año se propusieron el
nombramiento del equipo federal de la SEP con perfil en el sector y sin ataduras al SNTE. Aún no sabemos en qué medida las autoridades federales han sido a propuesta e impuestas por ellos, pero lo que sí es evidente es que en la junta de gobierno del INEE están sus colaboradores.
En 2013 destaca la meta “Primera reforma del orden jurídico nacional, con cambios a la LGE (Ley General de Educación) y la reglamentación…”, que corresponde con lo que el gobierno pretende hacer a resultas de la reforma educativa.
En 2014 proponen una “Reforma aprobada y funcional de la Ley General de Educación y su reglamentación federal y estatal que establece el Servicio Profesional de Carrera Docente…” Lo que rechazan los profesores por ser contradictorio con el artículo 123 de la Constitución y por generar un régimen de exclusión.
Y para seguir planeando el futuro, en 2022 tienen como meta el
Diseño de nuevas metas, para el periodo 2024-2036. Es decir, en manos de los empresarios están los siguientes cuatro sexenios, y tal vez los siguientes cuatro presidentes y los secretarios de Educación.
Desde el 2 de mayo de este año los maestros de la CNTE están en diálogo con Gobernación sobre la reforma educativa y su abrogación. Han acordado la realización de nueve foros estatales y uno nacional para la discusión de la misma. La pregunta que queda es si Gobernación, que no es una autoridad educativa, es el interlocutor que puede responder a las demandas y críticas de los maestros y, en todo caso, si tiene autonomía para la toma de decisiones. Es decir, si los ricos empresarios que apuntan con su índice autoritario –dibujado en el logo de Mexicanos Primero– permitirán a Gobernación o a cualquier otra autoridad educativa contravenir sus órdenes, sus metas, su reforma educativa.
Urge cambiar las tarifas eléctricas
Antonio Gershenson
Las tarifas eléctricas son un caos. En un conjunto de múltiples tarifas además hay tarifas locas que, siendo las mismas, emiten recibos varias veces mayores; en una tarifa doméstica en un multifamiliar el recibo puede indicar 5 mil o 10 mil pesos a pagar, y los afectados aumentan y están por todas partes.
Hay tarifas agrícolas y de negocios, y existen lugares en los que el equipo para controlar el clima causan grandes consumos, a pesar de las tarifas especiales, que no protegen a todas las áreas. Como sólo se regulan con el termómetro, están ajustadas para zonas que en los periodos calurosos son muy secas. Pero en las zonas sur y sureste, que tienen calor y humedad, ahí no los protegen, lo cual ha dado lugar a regiones enteras que llevan mucho tiempo sin pagar.
Tampoco se considera el estado social de las regiones. No les importa a los burócratas corruptos si los consumidores tienen posibilidad de pagar.
Es tan complicada la situación, que ha motivado quiebras de empresas, situaciones insostenibles de familias que no pueden pagar, ruinas en el campo, etcétera, cuya solución o soluciones son muy complicadas. Las posibilidades incluyen:
Una especie de juicio con especialistas que conozcan el campo. Es muy delicada la selección, como lo muestran las elecciones presidenciales y similares, que nunca han ganado la confianza de los electores. En cambio, ha habido casos con confianza, como los de universidades y otros.
Revisión, también por especialistas, de la definición de los sistemas de tarifas de la industria eléctrica. Por ejemplo, debe ser suprimido el DAC. El trabajo, en caso de que se realice, debe ser a la vista de grupos de usuarios.
Pero donde sí se derrocha el dinero es en las trasnacionales, especialmente españolas. Se les compra energía, se les pagan refacciones y gastos en general y se les da el gas que compra caro la CFE. A cambio de más mordidas que las iniciales, se les compra más energía; por ejemplo, sobrellenando los ríos para no generar electricidad con la hidroenergía. Se cierran o se subutilizan las plantas usadas de la CFE para pagarles más a los extranjeros y recibir mayores mordidas. Parte de la solución es acabar con esta corrupción y regresar las plantas a la nación.
Otro derroche es la cantidad de la importación de gas de Estados Unidos a México. Claro, más mordidas. Y hay que hacer a un lado las fuentes nacionales de generación de electricidad: plantas de la nación de geotermia, de hidroelectricidad, de viento. Siempre prefieren sacrificar a los que consumen electricidad, que paguen más caras sus facturas, y los altos funcionarios, aventando para arriba parte del dinero hacia funcionarios más altos, recibir más mordidas. Otra parte de la solución es la recuperación de todo esto de la nación y enviar a la cárcel a esos delincuentes.
A estas posibilidades pueden agregarse otras.
No se deben establecer en el área de control central plantas de gas natural, ciclo combinado, como se ha hecho en otros lados. Además de los problemas generales, están las pérdidas derivadas de la altura de más de 2 mil metros sobre el nivel del mar y la temperatura (en total, más de 30 por ciento de pérdidas).
Hay plantas muy eficientes, con combustóleo desulfurado, con la caldera trabajando a más de 600 grados centígrados.
Otra solución la constituyen plantas pequeñas, de unos 30 megawatts, conectadas a cada subestación y con un sistema de control. Éstas se pueden instalar más rápido y resolver muchos problemas.
Estas pequeñas plantas tienen ventajas si usamos motor diésel para impulsar el generador, porque se instalan más rápido, porque son más eficientes y porque podemos usar combustible diésel desulfurado en vez de gas natural.
De la consigna a la realidad
Rolando Cordera Campos
Una y otra vez, los gobiernos mexicanos han descubierto en la eficiencia la varita mágica del progreso nacional. Productividad y eficiencia han sido las consignas del desarrollo compartido, del desarrollo estabilizador, del cambio estructural y su apertura externa, así como de los extraños senderos al país de nunca jamás de Fox o de la patria del empleo que Calderón prometió, antes de enfilarnos al infierno de la violencia social y criminal que se apoderó de vidas y haciendas en los últimos años.
Cuando se vuelve reclamo social, enarbolado por masas organizadas o no, airadas o pausadas, la oferta de bienes y dones que envuelven los vocablos referidos se convierte en pretexto: no hay reparto si no hay antes la generación de excedentes o la acumulación de capital y capacidades indispensables para combinar virtuosamente distribución de ingresos, bienestar social y crecimiento económico.
No hay ni puede haber mejores salarios, se insiste, sin incrementos significativos en la productividad, los que nunca se dan o se mantienen en la zona difusa de las posibilidades siempre en peligro de alejarse si la demanda reivindicativa no cursa la asignatura elemental de los paradigmas neoclásicos. La insistencia del presidente Peña Nieto y su secretario de Hacienda en la democratización de la productividad se inscribe en esta larga tradición. Tener un país donde la ciencia y la técnica estén al alcance de todos para volverse fuerzas productivas es propósito compartible, pero no como petición de principio, mucho menos como aliciente para alargar, sin fecha de término, la cita con la justicia social que, en gran medida, depende de los términos, tiempos y movimientos del proceso económico y social en su conjunto.
El punto de partida de la reflexión y discusión a la que convocan el Presidente y su gobierno, debe ser el reconocimiento expreso de la desigualdad que cruza la distribución del ingreso entre las personas, las familias y las regiones, así como la distribución del progreso técnico y de sus frutos. Inscrita en una heterogeneidad pasmosa, la sociedad mexicana del presente ha visto cómo la peor de las profecías del vidente Fox se fue volviendo realidad envolvente. La changarrización ofrecida se volvió vivencia colectiva y modo de vida, cultura económica y conducta social predominante.
La punta de este iceberg, contra el cual choca una y otra vez nuestro escorado Titanic, ha sido ya reconocida oficialmente: el mundo del trabajo está dominado por una informalidad galopante que se despliega en comunidades desprotegidas, millones de jóvenes a la deriva y multitud de hogares desmembrados, universo sobre el cual debe actuarse para buscar en sus escombros los tesoros escondidos del crecimiento esquivo y el desarrollo extraviado.
Sin duda, se puede, pero a condición de que sin ambages se reconozcan los dilemas y conflictos que la tarea implica. Para empezar, hay que evitar poner de nuevo la carreta delante del caballo. Lo que ha faltado en México es inversión, sin la cual la dotación de capital por trabajador será siempre baja e insuficiente, incapaz de propiciar aumentos sostenidos en la producción por hora hombre. No hay productividad sin acumulación de capital físico, y los millones de físicos que pudiésemos formar nunca podrán subsanar esta falla. Por lo demás, no es la carencia de recursos humanos la que explica la insuficiencia del crecimiento sino al revés: es el crecimiento exiguo de las últimas décadas el que ha llevado al inaudito desperdicio de nuestra gente mejor formada que, o bien asiste a la tragedia cotidiana de su obsolescencia precoz u opta por el exilio profesional o científico, marcando una senda que desalienta a los jóvenes o les induce a seguirla apenas se pueda.
Luego, o a la par del factor acumulación, está el factor humano: la productividad y su difusión también dependen de la capacidad de organización y uso eficiente del trabajo, la técnica y las máquinas, así como de la disposición cooperativa de quienes participan en el proceso productivo, en primer término los trabajadores directos y a cargo del uso y abuso del capital físico. No hay cooperación en la soledad y el desaliento de la inseguridad laboral, la falta casi absoluta de representación sindical y sus resultados más conspicuos: salarios bajos y prácticamente estancados, precariedad laboral y cotidianidad abrumada por los accidentes, el descuido patronal y el mal trato de los capataces, muchas veces disfrazados de líderes de sindicatos de protección de los patrones, o de inspectores del trabajo cuyas horas extra subsana el dueño del negocio.
Nada de esto puede quedar al final del camino de la democratización productiva, sino al mero principio. Es, como ha sido siempre, una condición sin la cual el trabajo humano no podrá movilizarse en la dirección necesaria para hacer del desarrollo una efectiva larga marcha.
Mal inicio si la inauguración de la campaña por la productividad y su democratización se da por concluida con la conformación del consejo respectivo. Sin cultura empresarial inoculada de industrialismo no habrá inversión privada productiva, como tampoco habrá la cooperación mínima necesaria sin incorporar la voz laboral para montar una nueva conversación entre la acumulación y la distribución, que pueda combinar más inversión y mejoramiento progresivo, gradual pero acelerado, de los niveles generales de vida.
Las brechas culturales, de capacidades productivas y de infraestructura son enormes, pero la mayor está instalada en la voluntad cuarteada de un desarrollismo que todavía hoy, a pesar de todo lo ocurrido, tiene pena de decir su nombre.
Se nos fue Chema, pero su memoria nunca quedará en silencio; su nombre estará siempre con nosotros.
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