Sobre combate a la criminalidad, un tercio del mensaje en el Museo de
Antropología
Calderón ofrece atender a víctimas de la violencia, pero
insiste en seguir la estrategia
La
abrumadora preocupaciónpor la seguridad ha opacado los logros del gobierno, expresa
Diversos momentos del
acto de ayer en el Museo Nacional de Antropología. José González Morfín,
presidente del Senado; Santiago Creel Miranda, senador con licencia; Carlos
Romero Deschamps, líder del sindicato petrolero; Joaquín Gamboa Pascoe,
dirigente de la CTM, y Emilio Gonzalez Márquez, gobernador de JaliscoFoto Francisco Olvera
Carlos Romero Deschamps, Joaquín Gamboa Pascoe y Joel Ayala
Almeida, líder de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del
EstadoFoto Francisco Olvera
Los presidentes del Senado, José González Morfín, y de la
Cámara de Diputados, Emilio Chuayffet Chemor, y los titulares de la PGR,
Marisela Morales Ibáñez, y de Marina, Francisco Saynez, escuchan el mensaje del
presidente Felipe CalderónFoto Francisco Olvera
Rosa Elvira Vargas
Periódico La Jornada
Sábado 3 de septiembre de 2011, p. 8
Sábado 3 de septiembre de 2011, p. 8
Cincuenta mil muertos después, el presidente Felipe Calderón
Hinojosa decide que ya es momento de iniciar algo parecido a un acto de
justicia: la creación de una procuraduría social para la atención a las víctimas
de la violencia. Y el anuncio llega luego de pedir para aquellas un minuto de
silencio, pero 15 después de lanzar una frase no por reiterada, menos lapidaria:
la única manera de terminar verdaderamente con este cáncer es perseverar en la estrategia.
Esta vez su expresión queda patente en la ceremonia para el mensaje alusivo
al penúltimo informe de gestión, y en la cual el jefe del Ejecutivo recurre
–como sus antecesores en el quinto año, antes del obligado declive de los
fulgores del poder pleno– al autohomenaje y al puntual recordatorio de cuánto y
de qué manera, según él, ha llevado al país por la senda del desarrollo.
Así, Calderón pronuncia ante los mil invitados al Museo de Antropología
aquello dispuesto originalmente para ser dicho ante 10 mil personas en el
Auditorio Nacional, en un fasto cancelado debido a los hechos del 25 de agosto
en el casino Royale de Monterrey.
Este cambio llevó, por supuesto, a la obligada desinvitación de 90 por ciento
de los convocados y la lista se constriñó a quienes debían estar ahí en atención
a la civilidad republicana, por adhesión partidista o la mera militancia
compartida en la nómina.
Los imprescindibles, pues: representantes de los poderes de la Unión,
gobernadores, líderes políticos, empresarios, presidentes de organismos
autónomos, diplomáticos, jerarcas religiosos y algunos dueños y comentaristas de
medios de información.
Están, por ejemplo, los líderes del PRI, Humberto Moreira, y del PAN, Gustavo
Madero, pero no el del PRD, Jesús Zambrano. Y llegan todos los gobernadores,
salvo Leonel Godoy, de Michoacán (también del PRD), quien argumentó compromisos
previamente contraídos. Y hubo intercambio de saludos entre Calderón y el jefe
de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard.
Tampoco asisten el empresario Carlos Slim ni el magnate de la televisión
Emilio Azcárraga Jean, pero sí el cardenal Norberto Rivera Carrera y los líderes
sindicales Carlos Romero Deschamps, Joel Ayala y Víctor Flores, aunque no Elba
Esther Gordillo. Y sí, los abogados Diego Fernández de Cevallos y Fernando Gómez
Mont.
De pronto, sin ser atronador ni unánime, pero sí perfectamente audible, un
aplauso anuncia la llegada de Josefina Vázquez Mota, quien recorre entre
saludos, abrazos y sonrisas la distancia que la lleva hasta su lugar con los
líderes de las bancadas en el Congreso. No ocurre lo mismo, empero, con Santiago
Creel ni con Ernesto Cordero, junto con ella los principales aspirantes a la
candidatura del PAN a la Presidencia.
Intelectuales, prácticamente ninguno. Ni representantes de pueblos indígenas
o de alguno de esos oficios cuyas vestimentas y uniformes tanta vista dan a las
escenografías oficialistas. Ayer, pues, debajo de la reluciente fuente de la
sombrilla, sólo hay trajes oscuros y discretos atuendos de falda y saco de un
solo tono. ¡Ah!, y obviamente, uniformes militares. Porque, como siempre en
estas ceremonias, también ayer –todos de pie– el más largo aplauso es para
reconocer a las fuerzas armadas.
A partir de las 9:10, Calderón invierte los primeros 35 minutos de su
discurso en una exposición didáctica de su perspectiva sobre la expansión de la
criminalidad y en detallar cómo, gracias a su estrategia para combatirla, ésta
no ha logrado, como sería su intención, apoderarse del Estado, usarlo para sus
fines o de plano suplantarlo.
Sigue por esa ruta. Reitera su
franca disposicióna escuchar alternativas y propuestas, a dialogar y a realizar los
ajustesque las circunstancias aconsejen en su guerra contra el narcotráfico, pero porfía:
si perseveramos en este esfuerzo lograremos contener y dominar a los criminales hasta vencerlos.
Un México
que vendrá
Más adelante, desmenuza los logros de su administración,
desafortunadamente
opacados, dice, ante la
abrumadora preocupaciónpor la seguridad.
Habla entonces de estabilidad económica, finanzas públicas sanas, deuda
externa baja, construcción del mayor número de instituciones de educación media
superior y superior
en la historia del país, cifra récord en la edificación y modernización de infraestructura, otorgamiento de créditos a empresarios y para obtener vivienda... En suma, un país, asegura,
que está saliendo adelante pese a las adversidades.
Pero la realidad se le impone también aquí, y entonces Calderón debe admitir
–aunque sin recurrir a cifras tan a la mano como las divulgadas recientemente
por el Coneval– que
hay millones de mexicanosen pobreza extrema.
En algún momento del mensaje, hubo quien ubicó paralelismos entre los
discursos del hoy tan distanciado Vicente Fox –a estas mismas alturas de su
sexenio– con expresiones de Calderón cuando pide, de nuevo,
perseveranciaen la ruta diseñada, y seguir por
ese caminopara desterrar
a mediano plazopobreza e insalubridad.
Y no olvida pasar revista a los pendientes que le deben el Legislativo y el
Judicial en reformas estructurales; advierte de la
frustraciónderivada de la falta de acuerdos entre las fuerzas políticas y, una vez más, apela al diálogo entre los actores políticos y con la sociedad, y se pone a sí mismo como ejemplo de tal ejercicio.
Así, al igual que cuando buscaba la Presidencia, sigue, luego de cinco años
de ocuparla, a la espera de un México
que vendrá.
Para ello se aferra a una divisa: perseverar en la estrategia.
Ha pasado poco más de hora y media desde que arribó al Museo Nacional de
Antropología. Se cumple el protocolo. Calderón se despide y se va a continuar
perseverando... y, claro, movidos por sus propias razones, sus invitados,
también.
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