Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

viernes, 21 de junio de 2013

Reforma petrolera: clase política y sociedad- Años de tortura, años de impunidad

Reforma petrolera: clase política y sociedad


El presidente del Partido Acción Nacional, Gustavo Madero, señaló ayer que hay condiciones para aprobar una reforma energética en los próximos meses, concretamente a partir del primero de septiembre. Por su parte, el presidente del Senado, Ernesto Cordero, dijo que los legisladores del blanquiazul están dispuestos a modificar la Constitución y hacer una reforma de verdad en el sector energético y ofreció su respaldo absoluto a una reforma energética de fondo, no cosmética. Tales declaraciones ocurren con el telón de fondo de las recientes declaraciones de Enrique Peña Nieto –formuladas en el extranjero a medios como The Wall Street Journal y Financial Times– en el sentido de que existe ya un acuerdo, en el marco del llamado Pacto por México, para liberalizar la industria petrolera y permitir la participación de empresas privadas en actividades que la Constitución considera exclusivas de la nación.
 
Es significativo que entre los primeros que salen en respaldo a los señalamientos presidenciales se encuentren los representantes de las dos facciones que se disputan hoy por hoy el control del PAN, pues ello deja ver el decidido afán de ese partido por legitimar un nuevo intento de trastocar el carácter público de la industria nacional de los hidrocarburos. Visto en perspectiva, el alineamiento del blanquiazul a la reforma energética del gobierno peñista resulta lógico, en la medida en que ese plan retomaría en lo esencial el proyecto presentado por la pasada administración en abril de 2008. Y es de suponer que el respaldo del binomio PRI-PAN a una iniciativa como la comentada –aunado al apoyo de partidos como el Verde Ecologista y Nueva Alianza– permitiría que ésta contara con los votos suficientes para ser aprobada.

No obstante, tales promotores podrían estar incurriendo en un error de cálculo si consideran que la factibilidad legislativa de la reforma energética equivale en automático a su viabilidad política, sobre todo si se toma en cuenta la postura expresada hace cinco años por la mayoría de la sociedad frente al intento privatizador emprendido por el calderonismo. Más allá de la oposición de liderazgos y de partidos políticos, si algo quedó demostrado hace un lustro fue la existencia de una amplia postura social contraria a la privatización energética, en general, y petrolera, en particular: esa postura se expresó durante las movilizaciones populares realizadas en respuesta a la convocatoria de Andrés Manuel López Obrador y forzaron a que hubiera un amplio debate en el Senado, en el curso del cual los argumentos privatizadores fueron sistemáticamente neutralizados y desmentidos por numerosos expertos. Asimismo, aquellas expresiones de protesta –entre las que destacaron las de los contingentes de mujeres que se bautizaron a sí mismas como Adelitas– obligaron a efectuar una consulta nacional que ratificó, por abrumadora mayoría, el respaldo de la población al estatuto nacional de la industria petrolera.
 
Volviendo al presente, ha de tomarse nota de la súbita e inopinada radicalización verbal de la dirigencia perredista, la cual pasa sin solución de continuidad de la adhesión acrítica al Pacto por México –que es, a fin de cuentas, el paraguas político de las reformas peñistas, incluida la energética– al anuncio de que el partido del sol azteca participará en las movilizaciones en contra de la pretendida privatización de la industria petrolera.
 
Antes incluso de anunciar y presumir mayorías legislativas y consensos partidistas, los promotores de la privatización harían bien en tomar el pulso de la sociedad sobre un tema que en 2008 concluyó con la derrota de la iniciativa sobre el petróleo presentada por el panismo, entonces gobernante.
 
Queda la incógnita de si, de cinco años a la fecha, las preferencias y posturas de la ciudadanía han dado un viraje en torno a ese asunto o, por el contrario, la mayoría de la población aún piensa que la exploración, la extracción y la explotación del crudo deben seguir exclusivamente en manos de la nación. De ser ese el caso, el empeño por transferir parte del negocio de los hidrocarburos y de la renta petrolera a intereses privados conllevaría un peligroso desconocimiento del pacto social –el cual se expresa, en última instancia, en el texto constitucional vigente–, que podría desembocar en una nueva crisis de representatividad y en fracturas nacionales a todas luces indeseables.
FUENTE: LA JORNADA OPINION
Lograron la unidad-Magú
Años de tortura, años de impunidad

Víctor M. Quintana S.
La práctica de la tortura es uno de los atropellos a los derechos humanos menos visibilizados, menos comentados y más impunes de los seis años de guerra que ha padecido este país. Junto con las desapariciones forzadas, las ejecuciones extrajudiciales y las detenciones arbitrarias, forma parte del repertorio de abusos de poder que el Ejército y los diversos cuerpos policiacos han implementado contra la población civil, doble víctima de criminales y agentes del orden.
 
El próximo miércoles se conmemora el Día de Apoyo a las Victimas de la Tortura. Como muchas organizaciones de derechos humanos, el Centro de Derechos Humanos Paso del Norte, en Ciudad Juárez, y los familiares de las víctimas, van a manifestarse por los numerosos casos de tortura en esta frontera. Van a realizar tres plantones y performances ante dependencias de administración de la justicia para exigir la erradicación de esta práctica. Ya en el mes de marzo pasado, este centro, la Red Todos los Derechos para Todos, la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez y El Colegio de la Frontera Norte organizaron un concurrido foro sobre la tortura.

El Centro Paso del Norte, de septiembre de 2011 a la fecha ha registrado 65 casos de tortura y atendido 26 de ellos. Los juarenses pensaron que esta práctica se terminaría al salir de la frontera el Ejército y la Policía Federal, pero ahora los agentes ministeriales adscritos a la Fiscalía General del Estado y la policía municipal se han encargado de continuar empleando esta vergonzosa herramienta. En Juárez hay un promedio de 10 mil detenciones mensuales, sobre todo de jóvenes, muchas de ellas arbitrarias. Ese es el punto de partida de la cadena de la tortura. Una vez detenidos, muchos son torturados para que se autoinculpen o den información que luego será utilizada para culpabilizarlos.

En el informe sombra de la Comisión contra la Tortura de las Naciones Unidas, elaborado a finales de 2012 con la participación de diversas organizaciones de la Red Todos los Derechos para Todos, entre ellas el Centro Paso del Norte, se afirma que el hecho de que fuera el estado de Chihuahua el primero que implementó, desde 2008, el nuevo sistema de justicia penal, acusatorio, y oral regido por los principios de publicidad, contradicción, concentración, continuidad e inmediación, hacía esperar que incidiría directamente en la disminución de los casos de tortura y de impunidad de quienes la perpetran.

No ha sido así, por varias razones, como vuelve a señalar el informe: porque el sistema de justicia penal ha sido objeto de tantas reformas que ha devenido un verdadero Frankenstein jurídico, anulando muchas de sus cualidades y reviviendo los vicios del anterior. Sobre todo porque las contrarreformas permiten las detenciones sin orden judicial del probable responsable, propician el uso excesivo de la prisión preventiva y permiten la valoración de las pruebas fuera de juicio en contra del acusado.
 
Adicionalmente, la presión de las organizaciones sociales y de las familias de las víctimas de delitos como el feminicidio es tal que diversas autoridades acuden a la tortura para arrancar confesiones autoinculpatorias y así fabricar chivos expiatorios, que disminuyan la presión de la sociedad. Es el caso de Israel Arzate, joven acusado en falso de haber participado en la masacre de Villas de Salvárcar, ya relatado en este espacio.
 
Así, a pesar de indudables avances jurídico-legislativos, como las reformas constitucionales de hace dos años, en materia de derechos humanos, o el que México suscriba los principales tratados internacionales sobre abolición de la tortura, o la publicación desde septiembre de 2012 de la Ley para Prevenir, Erradicar y Sancionar la Tortura en el Estado de Chihuahua, ésta continúa practicándose sistemáticamente por autoridades de todos los niveles. El principal factor de la permanencia y reproducción de este tipo de atropellos es la impunidad de que gozan quienes los llevan a cabo. En Chihuahua no se ha dado en todos los años de esta guerra contra el crimen ningún caso de un soldado o policía procesado y castigado por haber torturado a personas, a pesar de que los hechos de tortura se incrementaron significativamente con la cobertura de la guerra. En los primeros cuatro años de dicha guerra, entre 2006 y 2010, a pesar de que las denuncias por tortura se elevaron en 500 por ciento, sólo se procesó a dos personas por ese delito.
 
La impunidad de los torturadores es favorecida por fallas estructurales que el Estado debe eliminar a todos los niveles: hay falta de investigaciones ex oficio y de capacitación de quien deben llevarlas a cabo; se desincentiva la presentación de la denuncia, pues muchas veces son las mismas autoridades competentes quienes permiten la tortura; se deja toda la carga de la prueba al denunciante; falta la debida diligencia en las investigaciones, muchas veces los agentes del Ministerio Público, tanto civil como militar, clasifican los casos de tortura como delitos de menor gravedad, otras veces, las propias autoridades hostigan a las víctimas y sus familiares si presentan alguna denuncia por tortura.
 
Por todo esto es urgente que, aprovechando este Día de Apoyo a las Víctimas de la Tortura, el gobierno federal y los gobiernos estatales abran espacios de diálogo, de trabajo conjunto, con las organizaciones de derechos humanos y de víctimas para reconocer, por fin, el mal de la tortura en toda su dimensión, para escuchar las propuestas e iniciativas muy concretas y pensadas que éstas manejan, para transformar en cursos de acción efectivos los buenos marcos jurídicos y para terminar con la impunidad que opera como aval de Estado para que se siga torturando.
FUENTE: LA JORNADA OPINION

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