Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

sábado, 25 de junio de 2011

LA EXPERIENCIA DE ENCINAS Y TERROR ENJALAPA

La experiencia de Encinas
 
Bernardo Bátiz V.
De los tres candidatos al gobierno del estado de México conozco personalmente a dos: a Alejandro Encinas y a Luis Felipe Bravo. A Eruviel Ávila como si lo conociera; es la repetición del modelo de idénticos candidatos y gobernantes del antiguo partido oficial, que como los “chuanes“ que salieron huyendo de Francia con la Revolución, a su regreso, ni olvidaron nada ni aprendieron nada.
A Bravo Mena lo conocí cuando la fuerte personalidad de Manuel Clouthier inició en Acción Nacional la incursión masiva de empresarios y sus empleados, que vieron en ese partido, entonces de centro, una fácil conquista que lograron consumar, convirtiéndolo en lo que es ahora, defensor del neoliberalismo y representante no del bien común, sino del bien de la clase empresarial.
En la Comisión Política, Jesús González Schmal, Jorge Eugenio Ortiz y otros, pudimos todavía, impedir que fuera diputado a la LIV legislatura; las razones fueron que estaba al servicio del Consejo Coordinador Empresarial y se había expresado meses atrás en forma despectiva del partido que pretendía representar. Al Maquio no le pareció que uno de sus hombres de confianza no fuera en esa ocasión diputado federal.
A Encinas lo conocí personalmente y lo traté como compañero de gabinete en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, pero acabé de aquilatarlo y de confirmar su calidad de político congruente y atinado cuando se quedó al frente del gobierno de la ciudad capital y le tocó sortear el proceso poselectoral, enturbiado y agitado al extremo por el fraude de 2006.
Su capacidad como gobernarte se demostró rápidamente; mantuvo la línea de su anterior jefe, pero sin duda alguna le puso al gobierno su estilo personal y acreditó de inmediato que estaba preparado para el que, en opinión de muchos, es el cargo más difícil y exigente que hay en el país. Por haber sido jefe de Gobierno del Distrito Federal, es ahora entre los tres candidatos, en mi opinión y así lo han demostrado los debates, el más calificado para encabezar el Poder Ejecutivo del estado de México, una de cuyas características más acusada es que su área más poblada es, precisamente, la conurbada con el Distrito Federal.
Afrontó los largos meses del platón más grande y prolongado (y justificado) que ha visto nuestra capital; todas las mañanas, antes de salir el sol, se revisaba lo sucedido en esa kilométrica fila de carpas, hogueras, tiendas, anafres, cobijas, en las que había coraje, pero también entusiasmo, representaciones populares, bailes, lecturas y solidaridad, que corría desde el Zócalo hasta la Fuente de Petróleos. Nunca hubo un incidente violento, nunca un delito entre los manifestantes, nunca un atropello a personas, vehículos o edificios.
Encinas mostró habilidad en el trato con el gobierno federal y actitud respetuosa y solidaria con los manifestantes; era indispensable mantener con firmeza el respeto al derecho de opinión y manifestación. Cuando se levantó el plantón logró, con el trabajo arduo de toda la noche, que una larga ruta tomada por meses amaneciera impecable y lista para las fiestas patrias.
Alejandro Encinas tomó la decisión de dar el Grito el 15 de septiembre desde un balcón del primer piso del Palacio Municipal y se vivió entonces, en el Zócalo citadino, la más popular de las fiestas de los años recientes. Durante su corto gobierno continuó con todos los proyectos sociales que tanto contribuyen a la justa distribución de la riqueza, llevó a cabo, con honradez, obra pública necesaria y en materia de seguridad, logró disminuir, como lo había hecho su predecesor, los índices delictivos en forma significativa.
Su seriedad, que nada tiene que ver con la solemne vacuidad de muchos políticos, le granjeó el respeto del que goza; su experiencia de gobierno lo hacen ahora el mejor candidato de la vecina entidad. Los mexiquenses se merecen un gobernante como él.
Palabra empeñada-Helguera
Desfiladero
Terror en Jalapa
Pánico en Monterrey
Esperanza en el Edomex
Jaime Avilés
Tres empleados de Construcciones Santa Clara –entre ellos, el ingeniero Raúl Tecatl Cuevas–, regresaban a Jalapa, el viernes 17 de junio, cuando a las siete de la noche los detuvo un retén del 63 batallón de infantería, en la ex hacienda El Lencero. Los soldados los bajaron de la camioneta en que viajaban. De pronto se desató una balacera. Los militares respondieron con todo, incluso con apoyo de helicópteros artillados. Fue cosa de minutos.
Cuando el zafarrancho terminó, el ingeniero estaba muerto dentro de otro vehículo, con diez heridas de bala en la espalda y un tiro de gracia. Sus dos amigos también estaban muertos, pero incompletos, pues a ellos les habían cortado las manos. Los cadáveres fueron retratados junto con armas de alto poder. La versión oficial los tachó de sicarios.
Durante horas circularon rumores que hablaban de cuatro víctimas inocentes: tres hombres y una mujer. En su palacio, el gobernador Javier Duarte analizaba la matanza. Cuando se puso de acuerdo con sus cómplices, declaró que, en un exitoso operativo, habían muerto 11 sicarios.
Indignados, los allegados al ingeniero hoy combaten la mentira. En el portal Plumas Libres, Eduardo Segura escribió: por la maldita guerra estúpida que vive nuestro país, murió sin deberla ni temerla Raúl Tecatl, primo político de un servidor (...) brillante profesionista, originario de Jilotepec (...) que fue cruelmente acribillado de 10 balazos y pasó por boca de las autoridades a ser un sicario; por favor, qué falta de escrúpulos tienen al asesinar a un hombre de bien y destruir moralmente a toda una familia, dejar a su pequeño hijo en la orfandad y sembrar un futuro incierto y de desesperanza.
En el periódicodigital.com.mx, alguien bajo el seudónimo de Ozz, reiteró: el 17 de junio, en El Lencero, fueron asesinados a sangre fría un familiar y otros dos compañeros de trabajo. Las autoridades dicen que están limpiando Veracruz, pero están matando civiles como ustedes y como yo. Otro lanzó esta pregunta: ¿por qué no dicen nada de mi amigo que le desfiguraron su cuerpo y de los otros dos pobres que les cortaron sus manos?.
Obvio: en Jalapa ocurrió lo mismo que el 20 de marzo de 2010 en Monterrey, donde dos estudiantes del Tec fueron torturados y asesinados por el Ejército que los acusó de sicarios; o lo mismo que el 31 de marzo de 2008 en Culiacán, donde cuatro jóvenes que iban a una fiesta fueron ametrallados en un retén militar; o lo mismo que el 5 de abril de 2010 en Tamaulipas, donde otros soldados dispararon a ciegas contra una camioneta y dieron muerte a dos niños. O lo mismo que... escriban ustedes la fecha y el sitio donde se han producido hechos similares en todo el país.
Exhortar a los soldados a matar inocentes y presentarlos como sicarios para cobrar un premio, es una práctica llamada falsos positivos, que inventó el actual presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, cuando era jefe de la policía de Álvaro Uribe, otro genocida de la talla de Felipe Calderón. Hoy, Uribe es interrogado por la justicia de su país, debido a sus vínculos con los paramilitares que exterminaron a miles de hombres y mujeres. Santos, por su parte, condecoró a Genaro García Luna porque desde 2008 las fuerzas armadas mexicanas entregan falsos (resultados) positivos, como acaba de reconfirmarlo el caso del ingeniero Raúl Tecatl y sus acompañantes, un asunto que debe volver a movilizar a la sociedad para que los responsables del crimen sean castigados en forma ejemplar. ¡Atropellos como éstos ya no deben repetirse nunca, nunca más en México!
A propósito de lo mismo, Yuriria Iturriaga, corresponsal de La Jornada en París, me renvió una carta que alguien de su confianza le mandó desde Monterrey, ciudad en la que se está dando, le dicen, un fenómeno jamás antes visto, que es el secuestro masivo y al azar de la gente en la calle, es decir, te ven, te detienen, te suben a una camioneta con otros secuestrados, y te van cambiando de camioneta hasta que tu familia da el dinero o te matan.
Se presume, añade la carta, que se están cometiendo de 80 a 110 secuestros diarios. Mujeres, niños, ancianos, de todas las clases sociales sin distingo, lo que habla de unas tres mil personas secuestradas al mes. ¿Será verdad tanto horror?, pregunta Yuriria. No sé, pero intento recordar. ¿Cómo empezaba el reportaje que Sanjuana Martínez publicó el domingo pasado en este diario?
Así. ¿Qué se hace en un anfiteatro con 50 descuartizados? Para los médicos forenses integrar las piezas de cada persona es una tarea difícil, imposible en algunos casos, tanto que algunos familiares deciden enterrar a sus muertos de manera incompleta. En lo que va del año, 50 personas han sido descuartizadas en Nuevo León, la mayoría con el uso de sierra eléctrica. Y ha habido, agrega, según estadísticas oficiales, 743 asesinatos.
¿Es verdad que salir a la calle en Monterrey es tan pero tan peligroso? Sí, me dicen periodistas amigos, consultados por teléfono. El gobernador (Rodrigo Medina) ya no existe. La desaparición de poderes se masca en el aire, pero la popularidad del Ejército está al alza. Acaba de haber una expo de las fuerzas armadas: la asistencia sobrepasó el medio millón de personas. Saca tus conclusiones.
Lo intento. Hace 11 años, cuando la conocí, Monterrey era la ciudad más segura de México: los pobres vivían amontonados en los cerros; en el centro había tolerancia cero, y entre los ricos, en todos los casos de injusticia, siempre ganaban los injustos. ¿Quién recuerda a Gabriela Rodríguez Segovia, la acaudalada mujer a quien sus hermanos encerraron en un manicomio para quitarle su casa, su dinero y sus hijos? ¿Qué fue de Joaquín Romo de Vivar, el empresario a quien el gobierno panista despojó de su spa y trató de matarlo? A costa de los más débiles, los poderosos dinamitaron el estado de derecho, pero crearon una impunidad sin límites que terminó devorándolos.
Volvamos a Veracruz, donde Fidel Herrera brindó impunidad a todos corrompiendo todo. Anteayer, mientras su sucesor presidía un banquete en El Lencero, para festejar el asesinato del ingeniero Raúl Tecatl, por las calles de Jalapa protestaban los padres de decenas de jóvenes desaparecidos en esa ciudad, de abril a la fecha. Moraleja: socializa la impunidad y generarás caos. ¿O qué hizo Felipe Calderón en todo México? Se robó la presidencia y para poder gobernar, abolió el estado de derecho. Más de 40 mil muertos, más de 10 mil desaparecidos; cientos de narcofosas aún sin abrir a lo largo de las vías del tren que va de Chiapas a Texas; la droga más presente y más barata que nunca; la inseguridad pública en todo su esplendor y Estados Unidos construyendo una base militar en Puebla para invadirnos desde adentro. ¡Esta es su obra!
¿Y qué hay de Paulette, y de Mónica Pretelini, y de los feminicidios y de la corrupción de Peña Nieto? En Youtube, un video (busquen secundaria 582) muestra a alumnos de una escuela pública haciendo banderitas que proclaman: Eruviel gobernador. Cuando AMLO dijo en 2006 que la mancha de un fraude electoral no se puede borrar ni con el agua de todos los mares, jamás pensamos que esa mancha sería de nuestra sangre. Pero hoy, si algo tenemos claro, es que para salir de esta pesadilla sólo debemos despertar. La rebelión pacífica puede estallar de mañana en ocho, cuando Alejandro Encinas y las estructuras de Morena en el estado de México enfrenten al copetón, al chapitas y a la narcodictadura salinista y, con ayuda de usted, señorita, y de usted, señor, sí, y también de usted, señora... tal vez los derroten.
 

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