Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

lunes, 26 de agosto de 2013

Soberanía, término que debe analizarse- Energéticos, la litis y lo que está en juego- El sueño de Martin Luther King

Soberanía, término que debe analizarse

Gonzalo Martínez Corbalá
Los grandes politólogos, como Norberto Bobbio y Nicola Matteucci, autores del Diccionario de política, se han dado a la tarea de delinear con precisión algunos términos que con el tiempo han sido manipulados, de manera que formalmente tienen significados diversos, que poco tienen que ver unos con otros, incluso tratándose del mismo autor en los mismos tiempos, como es natural, en la última edición, en dos volúmenes, en español, bajo el cuidado de José Aricó, Martí Soler y Jorge Tula, a finales del siglo pasado ya, da una larga definición, muy precisa, que tiene serias diferencias con la misma, pues en el índice de nombres de ésta, una de las últimas ediciones en el mercado, no considera el término para nada, aunque debieron haberlo hecho, por la importancia que por otro lado, dedica, desde la página 1483 hasta la 1492, un bien hecho análisis, que seguramente no hizo en las primeras ediciones de este magnífico libro.
 
Pero en el caso de Eligio Resia, de la Universidad de Nápoles, en un estudio titulado Soberanía, un principio que se derrumba, trata el asunto como de la mayor importancia, para nosotros, estamos del lado de quienes lo estudian por esto, precisamente, porque tiene gran importancia para quienes se dedican al estudio del desarrollo de las democracias, y vamos a verlo desde el severo punto de vista y rigor del análisis de Bobbio y Matteucci, como quien se enfrenta a los demás que lo consideran como un principio que se derrumba, como una propuesta para el lector que es más árida que la otra, pero que también está más cerca, con mucho, de la realidad, y pidiendo disculpas al lector, sin más, empezaremos.

En el sentido amplio, el concepto político-jurídico de soberanía indica el poder de mando en última instancia, en cuya asociación sirve solamente, y en consecuencia, para distinguir a las demás de ésta, por diversificaciones y destaca la ausencia en las otras, de un poder supremo, exclusivo, y no derivado y, por tanto, un poder de esta naturaleza. Así, el poder jurídico, sino como racionalización, en el sentido de que transforma la fuerza en un poder político, el poder de hecho, en el poder de derecho. De esta manera, se transforma en un poder haciendo que el poder político esté estrechamente vinculado al poder y pretenda ser solamente una racionalización de sí mismo, que se transforma de varias maneras, en el sentido de que se ha configurado de diversas formas y en muchas partes, y es así como se transforma en poder legítimo, según las formas de poder que se han dado en la historia de la humanidad, y hemos podido ver el enfoque que corre parejo con el carácter que encuentra, en épocas diversas, una autoridad suprema, aunque luego se explique y justifique de muy diferentes maneras.
 
En cuanto poder de mando, la soberanía se constituye en una última instancia, estrechamente interdependiente, unida ésta, con la realidad esencial de la paz y la guerra. De tal modo que en un cierto país puede darse el caso de que se produzca una guerra debido a que los rivales mantienen fuertemente la figura del hombre fuerte que llega a legitimar su figura y su personalidad, con una sólida unión de quienes creen en él, así sea que esto signifique un gran sacrificio para el pueblo que lo sigue a la guerra.
 
Puede también darse el caso, y se da en la historia de muchos países y/o regiones enteras, que se someten al poder y a la fuerza de los vecinos, encabezados con acierto pragmático, y que suman así su propia riqueza, que también es fuente de poder, cuando está debida y suficientemente legitimada por el poder jurídico correspondiente.
 
Dice Bobbio que la plenitud del poder estatal, en casi todo el mundo, está en decadencia, debido a que es muy difícil que se den el poder y el jurídico, en momentos adecuados para la unidad política, y que también surja en los momentos oportunos y tenga el respaldo de orden adecuado, entre quienes se den la ocasión para unificarse, y se tomen las decisiones políticas en punto y se mantengan con la oportunidad suficiente, oportuna y con la fuerza y el respaldo económico, en relación con las circunstancias que privan en la región, que son demasiados factores, que muy probablemente vivan diferentes tiempos políticos, para conseguir la unidad necesaria, defensiva, que logre detener al enemigo de enfrente. Hay muchos casos en la historia, si no universal, sí local, de menos alcances regionales. Es cada vez más complejo, y más difícil conseguir un triunfo en estas condiciones. Afortunadamente para todo el mundo. Además, los pequeños líderes, generalmente, son de mala salud, y débil contextura física.
FUENTE: LA JORNADA OPINION
 Monedas de cambio-Magú
Energéticos, la litis y lo que está en juego

Bernardo Bátiz V.
Qué pensaríamos si el 5 de mayo de 1862, el general Ignacio Zaragoza, presionado por las fuerzas del mercado, por los intereses internacionales y por la opinión de los ricos poblanos, hubiera entregado al conde de Lorencez uno de los fuertes de Loreto y Guadalupe, que eran en la Batalla de Puebla, sus puntos estratégicos, desde los que dominaba el campo, en que se encontraba fortificado y desde donde podía apuntar su artillería con ventaja y acierto. Pensaríamos que perdió el juicio, que los franceses lo compraron o que era el peor militar del mundo, un pésimo general y no el héroe que fue.
 
Doy este ejemplo extremo, porque veo y vivo y no puedo menos que asombrarme de lo que está pasando en México; todos sabemos que el gobierno mexicano pretende entregar a la iniciativa privada nacional y extranjera ­–es­pecialmente a ésta– los hidrocarburos y la electricidad, áreas estratégicas de la economía, preservadas en la Constitución como exclusivas del Estado mexicano, quien debe mantener sobre ellas la propiedad y el control.

Lo que está en juego en este momento no es poca cosa, es la renuncia de una exclusividad, de unos derechos amparados por la Carta Magna, es determinar si conservamos para México esa herramienta del desarrollo, que nos permite defendernos en el desconsiderado mundo globalizado del libre mercado, en el que el pez grande se come al chico o si las abandonamos y las perdemos; si somos previsores y patriotas o renunciamos a algo de lo poco que nos queda para subsistir con independencia económica y conservar la posibilidad de tomar decisiones soberanas.

Los abogados saben que en un litigio debe fijarse la litis, el punto preciso de una controversia, aquello sobre lo que el juez resolverá; fijar la litis en un proceso judicial es determinar cuál es el desacuerdo sobre el que se discute. Los malos abogados, sin ética, cuando saben que la parte que representan no tiene la razón, buscan distraer la atención del juez a cuestiones insulsas, a puntos secundarios que poco o nada tienen que ver con lo que se debate; algo así esta pasando con el intento de abrir a la iniciativa privada el petróleo y la electricidad; es fundamental determinar el punto de debate, la Litis.

En una controversia transparente y leal, con argumentos, se vería si la propuesta del presidente Peña Nieto tiene posibilidades de salir avante; un debate en condiciones de equidad que es necesario para ilustrar a quienes en el Congreso decidirán y a la opinión pública que debe ser oída con o sin consulta pública. Hasta hoy, no ha habido un verdadero debate ni equidad en el trato a las partes, ni equilibrio en tiempos y espacios para opinar con libertad; la propuesta de reforma constitucional cuenta con todos los medios, especialmente la televisión, y quienes impugnan no han tenido acceso en igualdad de condiciones a tribunas parecidas.
 
Quienes han hablado en favor de la iniciativa presidencial han optado por eludir la exposición clara de lo que proponen y el objetivo de las reformas, han preferido anegarnos de propaganda engañosa y distractora, dirigida a la superficie y no al fondo del problema, más a los ojos y a los oídos que a la inteligencia y para ello han contado con todo un aparato de mercadotecnia, dinero en abundancia y el duopolio de la televisión.
 
La terminología usada para convencer a la opinión pública es falaz y hueca; términos usados en forma machacona hasta el cansancio, no dicen nada en cuanto se trata de someterlos a la reflexión o a la critica; ¿qué significa afirmar que el viento es energía y es nuestro? ¿Qué tiene esa aseveración que ver con el meollo de la cuestión? Usan frases como modernización, reforma transformadora o toda nuestra energía para mover a México, todas fórmulas vagas, tautológicas y vacías, dichas no para convencer sino para simular un debate y distraer la atención.
 
Por ello es fundamental fijar la litis; lo que se discute no es sí Lázaro Cárdenas apoyara hoy la propuesta o no, por supuesto que no, pero eso no importa, lo que importa es saber en que consiste en efecto, más allá de engaños y escamoteos y que significará para el futuro de México.
 
Hojarasca a un lado, el punto central es este: o la electricidad, el petróleo, el gas, continúan como aun lo dispone la Constitución, en el catálogo de las áreas estratégicas de la economía, reservadas al Estado mexicano o entran a la rebatiña del libre mercado; o mantenemos la propiedad y el control o permitimos que otros se adueñen y decidan. Ese es el punto; es fundamental para el futuro de la patria y no puede resolverse eludiendo su análisis ni usando propaganda en lugar de argumentos económicos, jurídicos e históricos.
 
Si la reforma se aprueba, no será nada fácil dar marcha atrás y corregir el desaguisado, si se reforma la Constitución en el sentido propuesto, las compañías que entren al negocio de los energéticos crearán derechos a su favor y se requeriría un Lázaro Cárdenas del futuro para volver a rescatar lo perdido.
Solidaridad con la CNTE, maestros dignos e indignados.
FUENTE: LA JORNADA OPINION
 
El sueño de Martin Luther King

Arturo Balderas Rodríguez
El 28 de agosto se celebran 50 años desde que Martin Luther King pronunció el discurso que marcó un hito en la historia de la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos. Una frase fue suficiente para impactar la conciencia del pueblo estadunidense sobre la necesidad de acabar con la injuriosa segregación racial: tuve un sueño en el que mis cuatro pequeños hijos podrán vivir algún día en esta nación y no serían juzgados por el color de su piel, sino por su carácter.
 
Más de 250 mil personas procedentes de todos los confines del país, una multitud sin precedente, se concentraron frente al monumento a Abraham Lincoln para protestar en contra de la discriminación y las injustas condiciones de vida de millones de negros. Fue en ese simbólico sitio donde King eslabonó un discurso en el que expresó su sueño de igualdad social, la necesidad de mejores trabajos y salarios para los negros y de una justicia en la que no estuviera de por medio el color para definir a culpables o inocentes. Soñó que a 100 años de que Lincoln declarara la emancipación de los negros era posible alcanzar, en los hechos, su igualdad.

Cincuenta años han pasado desde aquel famoso discurso que detonó una serie de cambios en la conciencia y las leyes de Estados Unidos. Los avances que en el transcurso de esos años han alcanzado en cuestiones de igualdad y justicia social, no sólo los negros, sino también otras minorías raciales como los latinos, han sido sustanciales. En 1963 nadie hubiera imaginado que menos de cinco décadas después, en el país que en ese entonces negaba a las minorías de color los más elementales derechos, un negro llegaría a ser presidente, y con él decenas de alcaldes, legisladores y funcionarios hubieran también sido elegidos para gobernarlo.
 
Pero si bien cabe reconocer la evolución que la sociedad estadunidense ha tenido en el aspecto social, es imposible hacer caso omiso de las desigualdades que aún prevalecen en su seno. La pobreza, los malos salarios y trabajos de baja calificación, a los que aludiera King en su discurso, no sólo no han desaparecido, sino que proporcionalmente han crecido entre la población de color. Pero si en el aspecto económico los negros están a la saga, en la cuestión concerniente a la la justicia, la discriminación es aún más dramática y ha demostrado ser insensible a la equidad que debiera haber en su aplicación. A pesar de que sólo 14 por ciento de la población es negra, en las cárceles suma más de 37 por ciento. Fueron causa de asombro e indignación los asesinatos de dos jóvenes negros, Trevor Martin en Florida y Oscar Grant en California, este último dramatizado en la película Fruitvale Station, y en ambos casos, la exoneración de sus asesinos blancos por jurados integrados en su mayoría también por blancos.
 
Por lo visto, es aún largo el camino que la sociedad tiene que recorrer para cumplir con el sueño de Martin Luther King.
FUENTE: LA JORNADA OPINION

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