Crisis, o impulso a la economía nacional
Antonio Gershenson
Tanto en el plano internacional como en el nacional se ve, por un lado, la crisis en diferentes expresiones, como el impulso a la economía, a pesar de la influencia de la crisis.
En Gran Bretaña, su producción se redujo 0.2 por ciento en el cuarto trimestre del año que terminó. La Fed, autoridad financiera estadunidense, dijo que la recuperación de su país tardaría años.El Fondo Monetario Internacional habla de la fragilidad de la eurozona, y el Banco Mundial dice que urgen
grandes reformasen los gobiernos, incluyendo bajar el monto de las jubilaciones. Supongo que se refiere a las naciones que no han castigado las jubilaciones ya. En general, esas
reformascastigan a la mayoría de la población y protegen a los bancos. Esto reduce el mercado interno, frena el desarrollo económico y han castigado incluso a países con mayor crecimiento, como China, India y Brasil. Ya hablamos ampliamente de esto en el artículo del pasado 8 de enero.
Así como el premio Nobel de Economía 1998, Amartya Sen, de India, acusó a los gobernantes del euro de impulsar programas de austeridad que llevaban a sus países a una
catástrofe en espiraly a una economía lenta por lo menos a 10 años, ahora la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, habla de las
recetas fracasadasque se impulsan para las naciones europeas, y que esos gobernantes a quienes deberían oír es a
las voces de protesta en las calles. También deben oírlas los gobernantes de aquí, en especial si consideramos el encabezado principal de ayer en este diario, sobre el descontento.
Para quienes creen que los problemas europeos no afectan a México, en estas páginas se publicó que hay una fuga de capitales de nuestro país por la crisis en ese continente.
En México está especialmente castigado el sector campesino, y hasta el momento varios rubros del mismo están en pésima situación. La sequía, las heladas, y antes las inundaciones, se sumaron a la política oficial de apoyar sólo a las grandes empresas. En general, el número de puestos de trabajo estables se ha reducido ampliamente.
Aquí y allá hay quienes han olvidado la historia. Cuando la crisis de 1929–1933, en Estados Unidos hubo un cambio con el gobierno de Roosevelt, que aumentó el empleo y desarrolló la industria. Cobró más impuestos a los de altos ingresos.
En México, el gobierno de Cárdenas incrementó el peso del sector público, no sólo fundando instituciones como la eléctrica, sino, destacadamente, con la expropiación petrolera. Tanto en Estados Unidos como aquí los sindicatos nacionales de industria contribuyeron a las mejores condiciones para los trabajadores y, en el caso del petróleo mexicano, defendieron ampliamente la nacionalización. En ambos casos, fue la forma real de salir rápidamente de la crisis.
Actualmente en México hay quienes quieren seguir el camino de la crisis, aunque digan lo que digan. No de balde llevamos sin crecimiento por habitante casi 30 años. Y ya mencionamos que, según el Banco Mundial, el producto mexicano por habitante en 2006–2010, en comparación con 2006, se redujo 1.3 por ciento. Además, el candidato presidencial del PRI dice insistentemente que va a entregar Pemex a las empresas privadas. El PAN, desde el gobierno, ya lo está haciendo hasta donde puede. Contratismo cada vez más entreguista, mucho más presupuesto a las zonas contratadas, y menos a las productivas más operadas por Pemex. La corrupción está más que extendida.
La izquierda, destacadamente López Obrador, defiende el carácter público de Pemex y su carácter de pivote del desarrollo nacional. Esto es sólo un ejemplo, muy importante. Y es parte de la necesaria recuperación del crecimiento económico del país.
Los medios para la inversión pública vendrían de un uso eficiente de los bienes públicos, de una reducción importante a los ingresos de los altos funcionarios y de la producción de las áreas más eficientes, entre otras fuentes de recursos.
Otro medio que impulsa la economía es la industria eléctrica. Además de que es la base de la generación, transmisión y distribución, la construcción que impulsa el empleo y la adquisición, de la cual una parte creciente debe ser nacional.
Es necesario apoyar la inversión en alimentación, y en el campo en general. Se debe impulsar el riego y la productividad en general.
Es importante el gasto social, incluyendo educación, salud y cultura. En general, el gasto contra la miseria y contra el desempleo son necesarios no sólo por cuestión de justicia, sino para tener una economía interna firme.
En busca del voto latino
Jorge Durand
A medida que las primarias republicanas se mueven de norte a sur, el tema del voto latino se vuelve crucial. En la Florida hispana, de amplia tradición republicana, las opiniones están divididas, pero una mayoría considera el tema migratorio como prioritario, lo cual no deja de ser significativo porque para los cubanos el problema migratorio no existe, son prácticamente los únicos que acceden al asilo y a la documentación de manera casi automática.
El tema de la migración se ha convertido en una arma de doble filo para los republicanos que, por una parte, quieren complacer a los conservadores y los que pugnan por la mano dura en contra de la inmigración, y, por otra, requieren conquistar al voto latino que considera dicho tema como prioritario y urgente, porque afecta de manera muy especial a su comunidad.Los republicamos se mueven en el filo de la navaja y sólo se permiten hacer concesiones mínimas. Tanto Mitt Romney como Newt Gingrich han tenido que ceder ante la reforma parcial conocida como Dream Act, que legalizaría a los migrantes de la generación uno y medio que llegaron de niños y se socializaron en Estados Unidos. Pero sólo admiten el caso de legalización para aquellos que ingresan al ejército. Asunto que en la práctica ya se daba como un hecho. Los que optaban por ser carne de cañón podían acceder a la codiciada ciudadanía estadunidense. No hay ningún avance al respecto.
Por el contrario, el presidente Barack Obama ha tomado el Dream Act como parte crucial de su campaña para atraer al voto latino. En su discurso anual sobre el estado de la nación afirmó que si no se llega a ningún acuerdo firmaría de inmediato una propuesta en ese sentido. No obstante, el Dream Act es el asunto más sencillo de solucionar, lo complicado es una reforma migratoria integral donde no se ha podido avanzar ni siquiera un ápice.
El punto de quiebre radica en la situación de ilegalidad y en que el responsable debe purgar la culpa. En el caso de los niños migrantes, ellos no tomaron la decisión y eran menores de edad. Son los padres los culpables de haberlos ingresado de manera subrepticia. Hay un amplio movimiento de apoyo para estos jóvenes. En una encuesta reciente realizada en Florida, 68 por ciento opinó en favor del Dream Act.
Pero el tema migratorio ha entrado en el campo de discusión ideológica donde las posturas deben ser asumidas en blanco o negro. No se aceptan matices. En ese sentido, calificar de
ilegalesa 11 millones de personas que viven y trabajan en Estados Unidos desde hace décadas es un contrasentido, porque un país tan legalista no podría permitirse teóricamente tal situación.
Además, la condición e ilegalidad es situacional, es un estatus que puede cambiar de la noche a la mañana, simplemente porque se venció la visa. Del mismo modo, los que fueron ilegales pueden pasar a ser legales por una y mil razones. La diferencia entre ser y estar, tan clara para los que hablamos español, no lo es para los que hablan inglés.
El calificativo de
ilegalse ha convertido en una trampa, porque no hay posibilidad de dar marcha atrás, se es o no es, y eso tiene consecuencias. Incluso para algunos funcionarios que tienen que pasar el famoso Nanny test o la pregunta sobre si en alguna ocasión han contratado a una persona ilegal, lo que los imposibilitaría para desempeñar cargos públicos de importancia.
Sin duda, al moderar los calificativos se moderan las animadversiones. Ahora, en los foros de Naciones Unidas se ve mal utilizar el término
ilegalpara referirse a los migrantes, y es políticamente correcto usar el de
irregular, que no tiene tanta carga negativa y que deja abierta las puertas a la negociación, la explicación, la interpretación, la regularización.
Obama apremia a trabajar en una reforma migratoria
ahora mismo, a sabiendas de que es imposible llegar a un acuerdo. En la Cámara de Representantes se requieren 218 votos para pasar una ley, y sólo cuenta con 193 demócratas, y no todos votarían en favor. En el Senado se necesitan 60 votos, y sólo tiene 51.
Pero la urgencia, propiamente dicha, es la de contar con el voto latino. Obama ha puesto ahí sus baterías porque en los estados con más población y más migrantes, como California, Nueva York , Illinois, Texas y Florida, se gana la elección.
¿Cuál sequía?-Ahumada
Crisis del capitalismo y desigualdad
Juan Somavia*
El capitalismo ha atravesado otras crisis de legitimidad antes, pero ésta no tiene precedentes. Las causas son complejas, pero el resultado es simple: la desigualdad es enorme y va en aumento. Hoy en día, 61 millones de personas poseen una riqueza equivalente a lo que logran reunir 3 mil 500 millones de personas.
Las perspectivas macroeconómicas siguen deteriorándose. De acuerdo con el informe Tendencias Mundiales del Empleo 2012 de la OIT, uno de cada tres trabajadores –unos mil 100 millones de personas– está desempleado o vive en la pobreza. Al ritmo actual, serán necesarios 88 años para erradicar la pobreza extrema. A lo largo de la próxima década, necesitamos crear 600 millones de empleos: 200 millones para los desempleados de hoy y otros 400 para aquellos que entrarán en el mercado laboral.Dada esta situación, no sorprende que el informe Riesgos Globales 2012 del Foro Económico Mundial (FEM) señalara la grave disparidad de ingresos y el alto desempleo, en particular entre los jóvenes, como los riesgos más probables de los próximos años a nivel mundial. En demasiados lugares la confianza de la gente en el futuro se está desvaneciendo.
Es evidente que esto no puede continuar. No podemos limitarnos a hacer pequeños ajustes. La recuperación después de la crisis 2008/9 fue efímera porque prevaleció la ‘solución de urgencia’. Sólo un nuevo paradigma logrará cambiar el rumbo: crear lazos entre la gente, la economía y la sociedad.
Creo que es urgente desarrollar un modelo más efectivo para lograr un crecimiento fuerte, sostenible y equilibrado que beneficie a las personas.
Primero debemos reconsiderar cómo medimos el crecimiento, más allá de los cambios porcentuales en el PIB o del promedio del ingreso per cápita. El indicador del progreso debe medir las mejoras tangibles en las vidas de las personas.
Segundo, el pleno empleo, junto a la reducción de la inflación y la estabilidad financiera, debe ser un objetivo macroeconómico prioritario y un objetivo de la política de los bancos centrales, como en Estados Unidos y Argentina. Los países que invirtieron en creación de empleo (y en protección social) como una salida a la crisis de 2008 tuv
Tercero, el sistema financiero debe estar al servicio de la economía productiva, no al revés. La distorsión de este concepto fundamental está en el corazón de la crisis actual. Sin embargo, los mercados están llevando la batuta de nuevo. Las operaciones arriesgadas e improductivas deben ser menos rentables para las instituciones financieras, y los contribuyentes no deberían absorber las pérdidas.
Cuarto, necesitamos fortalecer el marco para las inversiones productivas, incluso a través de una estrategia de crecimiento basada en los ingresos. Esto permitiría estimular la demanda mediante el consumo, y acumular ahorro para incentivar un crecimiento futuro, en vez de recurrir al endeudamiento.
Quinto, necesitamos protección social para los más vulnerables. En Brasil, la desigualdad de ingreso, medida según el coeficiente de Gini, está disminuyendo considerablemente gracias al mecanismo de transferencias monetarias condicionadas que proporciona apoyo a las familias pobres. Potenciar el empleo reduce la pobreza.
Sexto, tenemos que crear instituciones sólidas para facilitar la creación de nuevas empresas, incluso a través de asociaciones a largo plazo entre los bancos y las empresas. La promoción de trabajo decente y de los derechos laborales es parte del proceso.
En fin, necesitamos mayor coherencia entre políticas económicas y sociales para vincular las aspiraciones de justicia social de las personas con la gestión de una economía global sostenible. Pero los gobiernos no pueden cumplirla por sí solos. Necesitamos lo que la OIT denomina diálogo social.
Las empresas tienen un papel vital que desempeñar para que este cambio mundial sea posible. La mayor prioridad debe ser conferida a las pequeñas y medianas empresas, que son el motor del crecimiento.
Sobre todas las cosas, necesitamos ideas creativas e innovadoras para –finalmente– abordar de manera seria la dimensión social de la globalización.
*Juan Somavia es el director general de la Organización Internacional del Trabajo
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