Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

jueves, 26 de enero de 2012

Cuota de pendejadas- Davos: «gobernanza» del 1%- ASTILLERO


Astillero

El pensador de Davos
EPN en pose
¿Barrales o Padierna?
Claroscuros del bejaranismo

Julio Hernández López
Foto
EN CHETUMAL La precandidata del PAN a la Presidencia de la República, Josefina Vázquez Mota, durante la gira que realizó ayer por Chetumal, Quintana RooFoto La Jornada
Enrique Peña Nieto se ha hecho de una persistente escenificación tragicómica con una insólita rapidez. Desde su Error de Diciembre (en la Feria Internacional del Libro, en Guadalajara) parece predestinado a cometer error tras error pero, sobre todo, a demostrar con épica enjundia que le es casi imposible salir bien librado de sus propios traspiés e incluso, en un contraproducente espíritu de perfeccionismo, que es capaz de potenciarlos y darles caracter de memorables.
Ayer el virtual candidato priísta a la Presidencia de la República dedicó buena parte de su estancia en Davos a tratar de demostrar a los mexicanos que tiene la altura intelectual y las habilidades profesionales para codearse con personajes importantes del foro económico al que había asistido desde años atrás como gobernador del estado de México y al que ahora va en una gelatinosa condición de aspirante a presidir su nación.
En tales afanes de intelectualización por ósmosis, Peña Nieto se hizo fotografiar de manera que siempre se le viera profundamente interesado en las palabras de sus especializados interlocutores, con una pose de profundas reflexiones que pareciera pensada con la intención de contrarrestar la impresión de terrible déficit cultural y político que ha ido esparciendo por el país con una aplicación y consistencia dignas de mejores causas. Las gráficas de la sapiencia modelada fueron difundidas con entusiasmo tuitero por su coordinador de campaña, Luis Videgaray.
En ese periplo propagandístico, el candidato priísta se reunió con Ernesto Zedillo, quien se ha convertido en parte del inventario del citado foro. En momentos en que las rebeliones regionales parecen incontroladas por el peñanietismo, le es importante la toma de esa foto de unidad circunstancial con el principal opositor interno de Carlos Salinas de Gortari que, a su vez, es reputado como el tutor general del atribulado Peña Nieto. Por allí también andaba un personaje de apellido Calderón Hinojosa, pero a la hora de teclear las presentes líneas no se sabía si se habría producido una cumbre suiza bipartidista.
Tampoco se conocía aún el desenlace de la larga telenovela que ha causado la instalación de Miguel Ángel Mancera como candidato oficial de las izquierdas mediante un dedazo disfrazado de encuestas. Alejandra Barrales se ha negado hasta ahora a reconocer al ex procurador de justicia como legítimo ganador del peculiar proceso conducido por Manuel Camacho Solís y Marcelo Ebrard. Ella y algunos de sus allegados han hecho saber que persistirán en la lucha desde la izquierda, mientras se multiplican las especulaciones acerca de la manera como tal vuelta al carril habrá de ser pagada en términos electorales. Ayer mismo, dando curso a la versión de que a Barrales se le ha ofrecido que sea candidata al Senado por el Distrito Federal, el jefe político y administrativo de esta demarcación, el antes citado Ebrard, dijo que sería extraordinario verla postulada para ir a esa cámara. Tales palabras brotaron como reacción al temprano anuncio hecho por Dolores Padierna de que buscará la misma candidatura.
El forcejeo entre Barrales, apoyada a medias por los Chuchos y ahora por Ebrard, y Padierna, que ejerce una especie de codirección del movimiento bejaranista, forma parte de los reacomodos crujientes que se están dando en la política capitalina, donde el marcelismo-camachismo ha ido formando su propia corriente al mismo tiempo que le abre paso arguyendo justamente lo contrario, es decir, estar por encima de las corrientes y no aspirar a generar la propia.
La dupla Bejarano-Padierna podría estar, de prosperar sus aspiraciones, en una privilegiada condición política, instalado uno en San Lázaro, a donde pretende llegar como candidato por la vía plurinominal, y otra en el Senado, aprovechando la aritmética de género. Ha sido impresionante la reconstitución política después del golpe que en su momento parecía mortal, el de los videoescándalos urdidos por el salinismo a partir de material ahumado pero verídico.
Bejarano quedó sin imputación judicial y con sus derechos cívicos a salvo y emprendió una tarea de resurrección que le llevó a crear su propio movimiento, el de la Esperanza, que le permitió recorrer el país y comenzar a presentarse en público de nuevo. Sin conexión directa, sin diálogos personales, el neobejaranismo, que en realidad es el de siempre, ha sido soporte de las movilizaciones importantes de López Obrador en la capital del país, y a esa carta tabasqueña sigue apostando abiertamente, tratando de no aportar más parque negativo a quienes insisten en ligar (vaya verbo) al virtual candidato presidencial perredista con las escenas machaconamente utilizadas por las televisoras para dar cuenta de una forma de corrupción política.
Beatriz Paredes, por su parte, se declara lista para emprender la campaña que podría devolver al PRI un poder perdido durante largos años. Su larga carrera política contrastará con la novatez de la postulada por el PAN, Isabel Miranda de Wallace, y sus destellos de izquierda priísta podrían agigantarse ante la poca fuerza ideológica de su contrincante izquierdista, Miguel Ángel Mancera. Ya se verá si el efecto Peña Nieto, que hace meses hacía pensar en una revitalización del voto de tres colores en la capital del país, acaba funcionando en sentido adverso, pues una parte importante de la conciencia más crítica respecto a las insuficiencias del ex gobernador mexiquense está justamente en la ciudad de México.
Silencio, mientras tanto, guarda el otras veces estridente esposo de la señora Marta, cuyas propiedades y cuentas están siendo revisadas de manera ostentosa por las fuerzas policiacas calderonistas a partir de una denuncia por indicios de corrupción que fue presentada años atrás. El posible destinatario final de estas diligencias político-electorales, Santiago Creel, ha dicho que es una infamia lo que se hace contra el ex presidente. Todo sea en aras de que Calderón pueda manejar la postulación panista sólo entre dos piezas de su agrado. ¡Hasta mañana!
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Cuento corto-Fisgón

Cuota de pendejadas
Miguel Marín Bosch
  Hace unos días un amigo me dijo que muchas de las declaraciones de los políticos en este y otros países se debían a que estamos en época electoral. Ello explica –me comentó– la amenaza del presidente francés Nicolas Sarkozy de retirar sus tropas de Afganistán tras el asesinato de cuatro soldados franceses por un militar y supuesto aliado afgano.
La plática con mi amigo derivó hacia lo que calificamos de expresiones absurdas de la democracia. En efecto, pareciera que el ejercicio democrático (léase elecciones periódicas) está degenerando en una serie de situaciones que poco tienen que ver con lo que inquieta a la población. Los gobernantes (y los aspirantes a serlo) operan de espaldas a los gobernados. Y todo indica que esa tendencia va en aumento.
En efecto, el espectáculo que ofrecen en estos días los aspirantes a un cargo de elección popular en México, Estados Unidos, Francia y Rusia no puede sino seguir enajenando a un electorado ya muy harto de la mediocridad de sus dirigentes políticos. Las encuestas en Estados Unidos le dan a su Congreso las peores calificaciones. Lo mismo ocurre en México.
En nuestro país se ha llegado inclusive a debatir si debe o no haber debates. En las semanas recientes los que buscan la candidatura del PAN a la Presidencia se vieron envueltos en una discusión sobre la legalidad de los debates en radio y televisión. Dudaban de cuándo y cómo pueden participar en los debates. Esa discusión resultó un tanto absurda.
Pero no pocos comentaristas calificaron dichos debates como un elemento fundamental para la vida democrática de nuestro país. Se nos dijo que son un ingrediente indispensable para permitir al electorado conocer mejor a los aspirantes a la Presidencia. ¿Algunos tuvieron ocasión de apreciar el triste espectáculo que en Estados Unidos ofrecieron los candidatos republicanos en sus numerosos debates?
Hace poco le preguntaron a Vladimir Putin si estaría dispuesto a participar en unos debates con sus contrincantes a la presidencia de Rusia. Respondió que su apretada agenda no se lo permitiría y que si querían conocer su programa de gobierno su portavoz se encargaría de difundirlo. Putin tiene razón de dudar de la conveniencia de unos debates. La oposición, por conducto de algunos de los candidatos, podría plantearle directamente y por televisión algunas de las quejas que dieron pie a las manifestaciones multitudinarias en Rusia y que el propio Putin ha menospreciado.
He ahí un ejemplo más de la brecha entre el pequeño mundo de los políticos y la población en general. Periódicamente los políticos se vuelven para ver al electorado y pedirles el voto a fin de conseguir un cargo o perpetuarse en el mismo. Y en esa época electoral inundan los medios de comunicación con propaganda y también participan en debates públicos. Éstos sirven muy poco para aclarar propuestas de solución a los problemas que aquejan a la población. En efecto, la clase política parece haber secuestrado el proceso democrático. Su actitud parece resumirse en una frase: me interesa tu voto, mas no tu opinión.
En los debates se pierde el sentido de lo que constituye gobernar. En Estados Unidos los innumerables debates entre los aspirantes presidenciales del Partido Republicano se han limitado a ver quién es el más conservador y así quedar bien con los militantes del Tea Party. Poco les interesa el rumbo del país en general. Se la pasan repitiendo frases hechas y banales.
La semana pasada en Carolina del Sur las primarias de los republicanos pusieron en un brete a muchos evangélicos. Tuvieron que decidir, entre otras cosas, si querían sacar al actual inquilino de la Casa Blanca para meter ahí a un mormón o un católico dos veces divorciado. Optaron por este último.
¿Para qué queremos debates públicos entre los candidatos? Desde luego que pueden tener un impacto importante en los resultados de los comicios. Se dice que Richard Nixon perdió la elección presidencial de 1960 porque salió muy mal parado frente al fotogénico John F. Kennedy en lo que fue el primer debate que se transmitió por televisión. Veinte años después Ronald Reagan ganó el debate con Jimmy Carter y luego ganó las elecciones.
Sin embargo, por lo general, los debates sirven de muy poco. No ilustran a la población y rara vez sirven para definir posiciones y presentar propuestas novedosas. Es obvio que una persona de mente ágil y fácil palabra puede meter más de un gol en los debates. Pero ¿estamos buscando a un buen orador? Barack Obama ha demostrado que un buen orador no es necesariamente un buen gobernante.
Los debates entre candidatos presidenciales quizás fueran aceptables si las autoridades encargadas de supervisar el proceso electoral fijaran lo que podría llamarse una cuota de pendejadas a los aspirantes. Consistiría en designar un jurado encargado de seguir de cerca las declaraciones públicas de los candidatos y llevar una cuenta del número de tonterías que espetan. Cuando agoten esa cuota tendrían que guardar silencio y si no lo hicieren tendrían que abandonar la contienda electoral. Quedarían inhabilitados para ocupar cargos públicos.
En México se transmite un anuncio que señala que la democracia es una tarea que compete a todos y todos deben ejercerla. Los políticos aquí y en otros países no parecen compartir esa idea. Al ciudadano común se le pide que participe acudiendo a las urnas, pero lo hace para darle un cargo de elección popular a una persona que ni caso le hace.
Y, ¿qué de los asuntos de actualidad que afectan a buena parte de la población? Los candidatos no se atreven a manifestarse sobre ellos. ¿Alguno de los aspirantes a la Presidencia de México se pronunció de manera inequívoca antes del fallo el pasado martes de la Comisión Federal de Competencia sobre la fusión monopolista entre Televisa y Iusacell?
Son raros los políticos que ofrecen apoyar los intereses verdaderos de las sociedades que supuestamente quieren gobernar.

50 mil voces autorizadas-Magú


Davos: gobernanza del 1%


John Saxe-Fernández



  Las decisiones de unos pocos nos han llevado a la crisis de los últimos años” y ahora (esas) mismas personas se presentarán aquí como la solución a esos problemas, advirtió David Roth, presidente del ala joven del Partido Socialista Suizo. Lo dijo bajo una manta que rezaba: No dejes que decidan por tí, en referencia a los poco más de 2 mil 600 participantes en el Foro Económico Mundial (FEM), que desde ayer, como lo han hecho por 42 años, se reúnen en Davos, Suiza.
Acuden a los Alpes suizos encubridores, encargados de despojos y estafas bancario/financieras y administradores del pillaje de naciones enteras. En ese lujoso centro invernal, alejado del mundanal ruido, se refuerza la seguridad: ante los desmanes y la guerra de clase desatada por el capital, ya les alcanzó la protesta de los Ocupa el FEM.
Pero Davos ofrece a sus huéspedes discreta cercanía a la banca suiza, feroz opositora a la más leve medida que toque el secreto bancario de su heterogénea clientela; a decir de ex funcionarios del Banco Mundial (BM) ese hermetismo es ingrediente nodal de la gobernanza de la periferia capitalista.
A Davos acuden algunos personajes de la burguesía europea y de Estados Unidos, hoy como ayer, en relaciones de amor/ odio por mercados, moneda y recursos. La mayoría de asistentes son Ceos que operan desde bancos, firmas de inversión, grandes empresas, representantes del G-20, ideólogos, economistas de prestigio e importantes cargos del Banco Central de Europa (BCE), del FMI y BM-BID –entes subrogados del Departamento del Tesoro y sus country managers, que fungen como presidentes, ministros de Hacienda o Economía, etcétera.
Ahí están los sicarios económicos y sus cómplices en los más altos puestos gubernamentales, encargados de las reformas estructurales: del ataque al salario, a los contratos colectivos y al patrimonio nacional, bajo impulso de cañonazos billonarios, o sea, empréstitos de sobornización, como los califica Joseph Stiglitz, porque conllevan jugosas comisiones en depósito bancario seguro y legal.
Según John Perkins, reclutado por la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos, quien operó desde una firma de inversión bostoniana dedicada a proyectos de ingeniería, al igual que nuestros semejantes en la mafia... concedemos favores. Éstos adoptan la apariencia de créditos destinados a desarrollar infraestructuras, centrales generadoras de elecricidad, carreteras, puertos, aeropuertos o parques industriales. Una de las condiciones de estos empréstitos es que los proyectos y la construcción deben correr a cargo de compañias de nuestro país. Y el resultado es que, en realidad, la mayor parte del dinero nunca sale de Estados Unidos. En esencia, sencillamente se transfiere desde los emporios bancarios de Washington a las constructoras de Nueva Yortk, Houston o San Francisco (Confesiones de un gánster económico, Barcelona, Urano, 2004, p.22).

Son ellos y sus cómplices en las cúpulas gubernamentales, encargados de la gestión de empréstitos del BM-BID, quienes, junto al resto de los invitados al FEM disertarán, con gran despliegue en los medios, sobre la gran transformación: desarrollar nuevos modelos. Como ya Klaus Schwab, fundador del FEM, admitió que el capitalismo es obsoleto se intentaría su transformación, como si fuera posible despojarlo de sus contradicciones inherentes, de su insostenibilidad social, bioatmosférica: en momentos en que se profundiza la crisis múltiple, con más desempleo crónico y polarización, con amagos de un acople recesivo –o depresivo– global. La historia muestra que son procesos usualmente seguidos de desacoples comerciales, monetarios y de la geopolitización de relaciones económicas esenciales, como el mercado petrolero.
La convocatoria usa el título del clásico (1944) de Karl Polanyi, La gran transformación (FCE, 1992) sobre el librecambismo, la desregulación y el desenfreno especulativo, en la génesis de la gran depresión y la Segunda Guerra Mundial.
En Davos se recurre al despliegue policial/militar, con 4 mil policías, ante la protesta in situ de cientos de indignados de Ocupa el FEM, instalado en medio de la nieve y el hielo que todavía existen en los Alpes.
¿Es eso y la insaciable codicia por más reformas estructurales o la alarmante nazificación del capitalismo (manifiesta en guerras de agresión por parte de una OTAN encabezada por Estados Unidos, en pos del magno botín petrolero de Irak, Libia e Irán), parte de la “gran transformación? ¿o es un estado de excepción global, la antesala de una conflagración terminal?

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