Snowden: asilo político y enojo estadunidense
Más de un mes después de su sorpresivo arribo al aeropuerto moscovita de Sheremetievo, Edward Snowden, ex contratista de la Agencia Nacional de Inteligencia estadunidense (NSA, por sus siglas en inglés), quien sacó a la luz pública una masiva red de espionaje telefónico e informático operada por Estados Unidos, recibió respuesta favorable del gobierno de Rusia a su solicitud de asilo político temporal, concedido con la condición de que deje de difundir información clasificada.
Es de saludar que Moscú haya abandonado la postura ambigua y pragmática con que reaccionó inicialmente a la solicitud de asilo formulada por Snowden; que haya resistido a las improcedentes presiones de Washington para que le fuera entregado el ex contratista de inteligencia y que se haya conducido, en este asunto, de conformidad con el derecho internacional.
Desde el punto de vista geopolítico, el hecho reviste relevancia en la medida en que exhibe la existencia de contrapesos a los intereses hegemónicos de Washington y muestra a un gobierno ruso capaz de contravenir las presiones políticas de la Casa Blanca y el Pentágono y asumir medidas soberanas, por molestas que resulten para la superpotencia. Lo anterior es significativo ante el precedente inmediato de la sumisión mostrada por diversos países europeos –particularmente Francia, España, Italia y Portugal– a los designios estadunidenses en el contexto de la persecución internacional contra Edward Snowden, como quedó de manifiesto con el vergonzoso episodio de la retención del avión presidencial de Bolivia por la infundada sospecha de que en él se ocultaba el programador informático.
Ante la decisión de Rusia de dar asilo temporal a Snowden, lo procedente es que Estados Unidos desactive las reacciones virulentas y las amenazas de sus funcionarios y legisladores en contra del gobierno de Vladimir Putin, pues de no hacerlo podría multiplicar en forma indeseable las tensiones diplomáticas prexistentes entre el Kremlin y la Casa Blanca, así como los focos de conflictividad regional en el área de influencia tradicional de Moscú. Particularmente improcedentes resultan las declaraciones formuladas por el senador republicano John McCain, en el sentido de que en represalia por el asilo concedido a Snowden Estados Unidos debería
presionar para que se completen todas las fasesde los programas de defensa misilística en Europa y promover otra expansión de la OTAN que incluya a Georgia, pretensiones que, cabe recordar, influyeron en la configuración del más reciente escenario bélico en el Cáucaso, en agosto de 2008.
Tales amenazas, por lo demás, confirman que la persecución emprendida contra Snowden no está motivada por un afán estrictamente de carácter legal, sino por una determinación política mayor: la de cobrar venganza contra el ex contratista de la NSA por haber evidenciado algunos de los aspectos más impresentables del poder público de su país.
Si algo corrobora esa presunción es el conjunto de atropellos perpetrados por Washington contra el soldado Bradley Manning, acusado de haber entregado a Wikileaks la documentación que prueba los crímenes de guerra cometidos por los invasores en Afganistán e Irak y hallado culpable en un juicio que podría condenarlo a pasar el resto de su vida en prisión, mientras los autores materiales e intelectuales de esas atrocidades permanecen libres e impunes.
En lo inmediato, el otorgamiento de asilo a Edward Snowden evita que éste enfrente un escenario similar al del marine de 25 años, y evita también, en forma paradójica, que Estados Unidos profundice aún más su propia descomposición moral.
FUENTE: LA JORNADA OPINION
Enseñanzas del 26 de julio: amanecer de nuestra América
Gilberto López y Rivas
El 26 de julio de 1953, con el asalto al cuartel Moncada, se inicia la época que daría un giro trascendente a la historia de nuestra América con la siembra en tierra fértil de la semilla de la revolución social que establecería el primer bastión de socialismo en este hemisferio. A 60 años de esa clarinada de la liberación de nuestros pueblos, ¿qué nos enseña el asalto al cuartel Moncada?
Con todo, el asalto al Moncada no fue producto de la desesperación e irresponsabilidad que muchas veces han acompañado las iniciativas militares. Por muchos años circuló como moneda falsa lo fenoménico de la Revolución cubana, las acciones audaces fuera de su contexto histórico, los dirigentes sobresalientes aislados del pueblo. En realidad, el asalto al Moncada es el resultado de un análisis profundo de la realidad cubana, de lo que el viejo marxismo denominaba acertadamente las condiciones objetivas y subjetivas que condicionan la crisis revolucionaria. Los rebeldes, además, contaban con un programa expuesto magistralmente por Fidel durante su célebre alegato.
El Moncada no fue la acción de un grupo de conspiradores apartados del pueblo, de sus necesidades y luchas; los atacantes provenían de las capas pobres y medias de la sociedad cubana, quienes habían participado en la lucha legal y clandestina; eran hijos del pueblo ligados a las ideologías de los oprimidos y explotados, enraizados en las tradiciones independentistas, en las enseñanzas de José Martí,
el autor intelectual del Moncada, quien legara su ejemplo de acción, e incluso, de máximo sacrificio, como camino de lucha, y formas organizativas que adoptó el Movimiento 26 de Julio.
Los jóvenes insurrectos no desconocían el marxismo, pero lo interpretaron creativamente según su realidad nacional, representando la continuidad y la ruptura de una herencia histórica. Continuidad, porque recoge la vivencia de los independentistas, de los combatientes contra la dictadura de Machado, de las vertientes de lucha sindicales y estudiantiles, de las escaramuzas electorales; ruptura, porque los fines que se planteaban los llevarían a transitar por los caminos inéditos, en nuestra América, de la trasformación radical de las estructuras económicas, sociales, ideológicas y políticas del país caribeño. Por primera vez en el continente, una revolución de
los humildes y para los humildesse planteaba –con posibilidades de victoria– un plan de gobierno en beneficio del principal protagonista del proceso.
El Moncada demostró, como afirmara Fidel, que
no hay situación social y política, por complicada que parezca, sin una salida posible, importante tesis a la que hay que dar énfasis cuando reina la confusión en torno a las veredas que llevarán a encontrar una solución a la profunda crisis que atraviesa nuestra patria mexicana, por ejemplo. El 26 de julio de 1953, como el 1º de enero de 1994, enseñan que es posible plantear acciones de cambio real a pesar de supuestos determinismos geopolíticos y por encima de pesimismos y derrotismos. ¿Quién puede determinar que una vía de lucha está cerrada, o no tiene viabilidad, por la infinita superioridad técnica y militar del enemigo? Si así fuera, no habría derrotas como las sufridas por los gringos en Vietnam, ni revoluciones victoriosas como las de Cuba, y ahora, la bolivariana del comandante Chávez.
Por muchos años se pensó erróneamente que la Revolución cubana había sido la obra de un grupo de hombres y mujeres ejemplares. Que bastaba la presencia guerrillera para que se diera la explosión revolucionaria. ¡Cuántas vidas valiosas se perdieron por el predominio de esta visión superficial de la experiencia cubana! La verdad es que el Movimiento 26 de Julio mantuvo durante toda la lucha revolucionaria una permanente presencia política en las masas populares, con ramificaciones orgánicas en toda la isla. También, el espíritu unitario del 26 de Julio y sus alianzas con el Partido Socialista Popular y el Directorio Revolucionario 13 de Marzo hizo posible, en la práctica, la existencia de un frente político único que a partir de las acciones del ejército rebelde en formación permitió derrocar al régimen de Batista.
El 1º de enero de 1959, los barbudos entraron en La Habana, cuyos habitantes se volcaron a las calles radiantes de júbilo por el triunfo de la Revolución y la huida del tirano. Cuba se convirtió, desde entonces, en el parteaguas de nuestra historia. Su voz digna se dejó escuchar hasta el último rincón del continente y del mundo, anunciando que el
destino manifiestopuede ser cambiado de raíz; que son posibles las reformas agraria y urbana, que se puede destruir el aparato de la dominación burguesa, acabar con el analfabetismo, construir una democracia con el pueblo armado y organizado, y darse las formas de gobierno libremente consensuadas, recobrar la soberanía y enfrentar a los imperialistas yanquis exitosamente, esto es, conquistar la verdadera independencia.
Quienes nos reclamamos la generación de la Revolución cubana, que vivimos paso a paso las agresiones imperialistas, la invasión a Playa Girón y la Crisis de Octubre, el injusto bloqueo, y ahora, el secuestro de los cinco héroes, defendemos sin ambages este proceso. En la solidaridad con esta revolución en las calles aprendimos las primeras letras de la política y sufrimos las represiones de un gobierno que si bien no rompió relaciones con Cuba, perseguía arteramente a quienes pretendíamos cambios democráticos y aspirábamos a trasformaciones como las llevadas a cabo por esos patriotas que el 26 de julio de 1953 tomaron el futuro por asalto.
FUENTE: LA JORNADA OPINION
9 mil 810.89 euros
Jorge Carrillo Olea
¡Qué extraño título para un texto! Pues sí, más extraña, y la palabra no es suficiente, resulta la decisión del presidente Enrique Peña de regalarle el consulado general de Milán a alguien que bien pudiera ser presunta responsable de delitos como obstrucción de la justicia, en sus tipificaciones de prevaricación, peculado y fraude, por lo menos.
La prevaricación es un delito que consiste en que una autoridad oficial, en este caso ella, como Ministerio Público Federal, asuma una decisión arbitraria a sabiendas de que la misma es injusta ante la buena procuración de justicia. Está sancionada por el derecho penal con hasta ocho años de prisión y es una vía de protección tanto del ciudadano como de la propia justicia.
Con la salida de Marisela Morales de la PGR, se destapó la podredumbre que desde el sexenio de Zedillo se vino gestando a ciencia y paciencia de él, quien buscó vengarse de Salinas empinando a su hermano con datos de una vidente, Francisca Zetina, La Paca, hoy en prisión por haber sembrado un cadáver. Fox intentó cerrar el camino a AMLO mediante un juicio de desafuero fallido por amañado. De Calderón hay que decir que fue su enorme estupidez y perversidad cuando quiso cargarse a Yarrington, a la Reina del Pacífico, al general Ángeles Dauahare, a otros generales y de pasó le asestó gran raspón a la respetabilidad del Ejército.
En materia administrativa, cada semana surgen datos de malos manejos: compras sin la debida licitación, pago de sobrecostos, bienes perdidos y más. Todo, en síntesis, haciendo como nunca un uso político, discrecional y de propietario de la institución, mediante seriesísimas irregularidades penales y administrativas que lesionaron terriblemente a la institución en su respetabilidad y en sus finanzas.
Nada de esta degradación paulatina de casi 20 años se hubiera dado si los presidentes Zedillo, Fox y Calderón no hubieran dado un uso político a la procuraduría, lo que fue evidente en incontables casos.
La designación de Morales supera los ejemplos de irracionalidad y autoritarismo de Peña en ciertos nombramientos. Algo se esconde. Pudiera haber una revelación aún más grave: un acto del presidente Peña presumiblemente encubriendo delitos como los ya señalados u otros que sólo él y la señora Morales conocen. Sería gravísimo para él y para el país, que más pronto que tarde se supiera de actos punibles de la propia ex procuradora o bien de actos punibles que ella encubrió faltando a su deber.
Es tan absurdo e increíble el acto de Enrique Peña, tan inhallable su explicación lógica, tan antinatural, que aun a personas sumamente objetivas las lleva a pensar que algo se esconde. No sólo fue el nombramiento a secas. Se le nombró a una sede, Milán, cuya categoría, que era de segundo rango, no obligaba a la sabida comparecencia ante el Senado. No pasó por esa aduana que hubiera sido dura, no. Hubo más: asumido el cargo, se elevó al consulado a un rango de primera –lo que sí hubiera obligado a la mencionada comparecencia–, además de un bienvenido aumento de salario. ¿Entonces, hay gato encerrado o no?
De no aclararse este intríngulis de aparente impunidad gracias al encubrimiento presidencial ¡¡¡gravísimo!!!, de una u otra manera persistirá la grave duda de que algo se esconde, o bien que el presidente Peña con sus impulsos de omnisapiente actúa con la certidumbre de que el gobierno le pertenece.
Es cierto que la Constitución le da amplias facultades para nombrar y remover a sus colaboradores (artículo 89 fracción II), pero como toda ley que asigna facultades, lo hace en el entendido de que la libertad dada a un funcionario se otorga ante el supuesto de buena fe de que esa facultad se ejercerá en conciencia, para el bien de la nación, con prudencia y total dignidad, lo que no parece cumplirse en el caso de la señora Morales.
FUENTE: LA JORNADA OPINION
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