Argentina: Veinte días sin Cristina
Cristina Fernández de Kirchner, en su primera aparición pública tras conocerse que sufre cáncer.
Foto: AP
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MONTEVIDEO (apro).- El pasado 28 de diciembre al mediodía, la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner compareció ante las cámaras en el Salón Mujeres Argentinas de la Casa Rosada con riguroso luto y la imagen de Evita Duarte de Perón a su espalda.
El acto no era particularmente relevante: la suscripción de un acuerdo con los gobernadores de varias provincias argentinas para prorrogar el pago de la deuda de éstas con el gobierno nacional. Pero apenas unas horas antes, la tarde del día anterior, su vocero, Alfredo Scoccimaro, había sacudido al país con el anuncio de que la presidenta, que sólo 17 días antes había comenzado su segundo mandato consecutivo de cuatro años, tenía un cáncer en la tiroides.
“Voy a seguir trabajando como siempre lo he hecho, con el mayor de los compromisos”, afirmó la mandataria, que en su intervención quiso transmitir a la vez un mensaje de normalidad, reforzar su imagen de líder dispuesta a sacrificar su salud por el país y lanzar una advertencia a sus contrincantes políticos para que no alborotaran el gallinero durante los 20 días que va a estar convaleciente entre el 4 de enero, cuando se someterá a una intervención quirúrgica para extraerle el tumor, y el 24 del mismo mes.
Según los médicos, el cáncer que padece Fernández de Kirchner, un carcinoma papilar de tiroides, se combate con un relativamente sencillo tratamiento y un muy buen pronóstico de curación, de más de 90%, particularmente si es detectado y tratado a tiempo, como es el caso. El tumor no presenta metástasis y la presidenta argentina no necesitará someterse a quimioterapia, por lo que, si todo va como debiera, únicamente deberá estar internada tres días en el hospital tras su intervención y luego convalecer durante otros 17. Luego quizás requiera de un tratamiento de yodo radiactivo para eliminar eventuales partículas cancerígenas residuales, que puede llevarse a cabo de forma ambulatoria. Y, para suplantar la hormona que produce la tiroides extraída, tomar durante el resto de su vida un medicamento.
No obstante, la gobernante se ocupó de resaltar su sacrificio por el bien nacional y aprovechó para arponear a todo aquel que protagoniza en estos momentos algún tipo de conflicto con el gobierno. Fue un intento de dejar las cosas bien atadas para el periodo de su ausencia, en la que será sustituida en la jefatura del Estado por su vicepresidente, Amado Boudou.
“Les pido prudencia, equilibrio y contribución. Porque una persona sola no puede, aun cuando ponga su salud al servicio del país”, indicó.
Fernández de Kirchner, pese a ejercer el poder de un modo cada vez más personal y firme y de haber reducido la delegación de funciones en otros desde la muerte de su esposo y antecesor, Néstor Kirchner, en octubre de 2010, ha sabido explotar al mismo tiempo una imagen de mujer abnegada, solitaria y heroica ante la desgastante responsabilidad de gobernar.
“Conexión histórica”
A raíz de la muerte de Kirchner a causa de un paro cardiorrespiratorio, una ola de simpatía con su viuda hizo subir sus entonces titubeantes índices de popularidad en las encuestas, en una tendencia que continuó hasta su arrolladora victoria electoral del pasado 23 de octubre: obtuvo más de 54% de los votos. Ella, más de 14 meses después del deceso de su marido, sigue vistiendo de luto y aprovecha casi cada intervención pública para recordarlo, refiriéndose al difunto como “él”.
Además, ha sabido presentar sus problemas de salud, una hipotensión crónica que la ha obligado en varias ocasiones a modificar su agenda y a cancelar algún viaje al exterior, como un síntoma del desgaste por el poder que ha estado dispuesta a pagar para servir al país. Su figura ha sido encumbrada así por sus múltiples incondicionales, algunos de los cuales la comparan incluso con Eva Duarte de Perón, “Evita”, icono idolatrado por las clases populares argentinas.
La presidenta, lejos de rehuir la comparación, parece alimentarla. Su primera aparición pública luego del anuncio de su tumor (la propia Evita murió, en 1952, a causa de un cáncer), fue con una maqueta de la sede del Ministerio de Salud a su espalda, con la efigie de Eva Perón que la propia Fernández de Kirchner inauguró hace unos meses.
Unos metros al costado, había también una foto mural de que la que fue primera dama de Juan Domingo Perón (el fundador del movimiento peronista) durante su primer gobierno (1946-1952), como Cristina lo fue de Néstor Kirchner.
El periódico oficialista y ultrakirchnerista Tiempo Argentino se encargó de destacar la conexión histórica al relacionar los primeros momentos de incertidumbre, luego de conocerse que Fernández de Kirchner tenía cáncer con la prematura muerte de Evita (a los 33 años), así como con el fallecimiento, en pleno mandato, del propio Perón y con el también inesperado deceso de Néstor Kirchner. “¿Por qué nos persigue la fatalidad si muchos creen que Dios es argentino? (…) Hay personas que, en determinados momentos, son insustituibles. Felizmente, los médicos dicen que ella vivirá para continuar trabajando por una sociedad más justa”, se congratuló la publicación en su sección de opinión.
“Otra vez tu ejemplo, tu entrega, tu gran responsabilidad, tu amor hacia nosotros’(…) La vida te pide otra vez una prueba y vos nos demostrás que vencerás”, le escribió en una carta con el mismo tono épico la presidenta de la asociación Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, otra de sus incondicionales.
El columnista de La Nación, Carlos Pagni, habló de “politización del diagnóstico médico” de Cristina Fernández. “No hará como Chávez, ni como Fidel Castro, ni como François Mitterrand, ni como su esposo, Néstor, que con éxito dispar intentaron ocultar sus males. Ella decidió (…) transparentar su situación, comunicar el sufrimiento. (…) Está segura de que en la exhibición de ese padecimiento está su fortaleza”, opinó.
Mensajes políticos
Nada más conocerse la noticia de la enfermedad de la presidenta, las redes sociales comenzaron a llenarse de mensajes de ánimo y de solidaridad. Algunos están convocando vigilias para el día 4 de enero en la Plaza de Mayo, frente a la cual está la Casa Rosada, o frente al hospital del norte de Buenos Aires donde tendrá lugar la operación, como sucedió durante la larga convalecencia de Evita por el cáncer de cuello uterino que terminó con su vida.
Le llegaron también deseos de pronta recuperación desde el extranjero y de todo el espectro político argentino. Sin embargo, Fernández de Kirchner mostró su cara más aguerrida antes de su operación y lanzó una oleada de dardos a todos con los que está actualmente enfrentada de una manera u otra.
“Quiero pedir colaboración a todos los argentinos, especialmente aquellos que han logrado mejorar su posición. Esto va tanto para trabajadores como para empresarios”, afirmó.
Apelaba, por un lado, sin nombrarlo, a Hugo Moyano, líder de la Confederación General del Trabajo (CGT), la central obrera más poderosa del país y soporte tradicional del peronismo, con el que mantiene un pulso desde su victoria electoral en octubre pasado. Mientras el sindicato reclama en estos días a los empresarios un pago extra de fin de año, la mandataria le reprochó sus tácticas de presión mediante “piquetes”, que “muchas veces terminan convirtiéndose en obtención de privilegios”.
Por otra parte, advirtió a las petroleras privadas ante posibles aumentos de precios en la época vacacional por el verano austral, en las que a veces se ha dado escasez de combustibles. “El aumento de naftas (gasolinas) y combustibles también es una forma de presionar”, criticó.
Pero con quien más dura se mostró fue con Mauricio Macri, el alcalde de Buenos Aires y una de las principales figuras de la oposición, sobre todo luego del descalabro de ésta en las pasadas elecciones. El gobierno nacional y el de la capital se encuentran enfrentados por los plazos sobre las transferencias del sistema de transporte subterráneo de la ciudad (fuertemente subvencionado hasta ahora por el gobierno de Fernández), que el primero pretendía culminar el 1 de enero, mientras que Macri pidió aplazarlo un par de meses.
“Estoy dispuesta a hacerme cargo de todo, pero me parece que todo es mucho (…). Es muy importante que todos sepamos las responsabilidades que tenemos”, espetó, a pesar de que el alcalde capitalino, que tiene las miras puestas en la elección presidencial de 2015, hace tiempo que rehuye los enfrentamientos con el gobierno y todo su gabinete le deseó a la presidenta una rápida recuperación.
“Yo me iba a tomar mi primera semana (de vacaciones) el día 2 (de enero). Desde lo de Néstor (su muerte) que no me había podido tomar un solo día de descanso”, recordó Cristina. “Pensaba irme a Calafate (en la provincia patagónica de Santa Cruz donde tiene su residencia familiar). No me iba a ir a Italia ni a ningún crucero, ninguna cosa rara”, añadió en referencia al viaje por Europa que hace unos meses realizó Macri, quien a menudo es criticado por sus continuas vacaciones. “Porque yo descanso en mi casa. Otros son más suertudos que yo”, remató con ironía.
Pese al tono combativo de la presidenta, se esperan pocos sobresaltos durante su convalecencia. En enero, plenas vacaciones de verano, la actividad política y judicial en Argentina queda prácticamente paralizada. Y al frente del gobierno va a dejar a Boudou, un hombre de confianza.
Sólo unos días antes, esta situación hubiera forzado a Fernández de Kirchner a dejar el poder durante casi tres semanas en manos de Julio Cobos, quien fue su compañero de fórmula en su primera victoria electoral, en 2007. Necesitada de alianzas, lo había llevado entonces como número dos, a pesar de que Cobos pertenecía a la Unión Cívica Radical (UCR), histórica rival del peronismo al que representa la presidencia.
Sin embargo, ambos se distanciaron al año siguiente, cuando el vicepresidente votó en el Senado en contra del proyecto del gobierno de aumentar las retenciones a las exportaciones agropecuarias, sellando una importante derrota para Fernández, que desde entonces se mantuvo enfrentada con su vicepresidente.
Aunque Cobos la sustituyó en varias ocasiones durante su primer mandato (cada vez que tuvo que viajar al extranjero), nunca lo hizo durante un periodo tan largo. Así que la mandataria destacó durante su intervención de la semana pasada la importancia de que “el vicepresidente piense lo mismo que quien ha sido elegido para conducir los destinos del país”.
“Sólo entregará el mando por unos días a quien considera un compañero y no un desleal. Unos meses atrás todo hubiese sido más dramático”, subrayó Tiempo Argentino.
“No parece que la enfermedad de la presidenta traiga aparejado algún cambio en el escenario político del país”, señaló el secretario general de la opositora Coalición Cívica.
“La realidad no será muy distinta a la que hubiera sido si la presidenta se tomara tres semanas de descanso”, declaró por su parte al diario La Nación el ministro de Economía del gobierno de la capital, Néstor Grindetti.
Con todo, la mandataria, quizás escarmentada de su experiencia con Cobos, le lanzó una advertencia, medio en broma medio en serio, a Boudou, un economista de 48 años, ministro de Hacienda en el primer gobierno de Fernández y con un pasado neoliberal. “Guarda con lo que hacés”, le soltó a su vicepresidente, a quien recientemente calificó como “cheto (fresa) de Puerto Madero”, en referencia a la moderna y exclusiva zona de la capital argentina donde vive.
Así pues, puede que no se le vaya a ver en público en unos días, pero Cristina Fernández, que desde las elecciones de octubre ostenta un poder sin precedentes desde el retorno de la democracia a Argentina, en 1983, no parece dispuesta a dejar la escena política. De una forma o de otra, pretende hacer notar su presencia.
El acto no era particularmente relevante: la suscripción de un acuerdo con los gobernadores de varias provincias argentinas para prorrogar el pago de la deuda de éstas con el gobierno nacional. Pero apenas unas horas antes, la tarde del día anterior, su vocero, Alfredo Scoccimaro, había sacudido al país con el anuncio de que la presidenta, que sólo 17 días antes había comenzado su segundo mandato consecutivo de cuatro años, tenía un cáncer en la tiroides.
“Voy a seguir trabajando como siempre lo he hecho, con el mayor de los compromisos”, afirmó la mandataria, que en su intervención quiso transmitir a la vez un mensaje de normalidad, reforzar su imagen de líder dispuesta a sacrificar su salud por el país y lanzar una advertencia a sus contrincantes políticos para que no alborotaran el gallinero durante los 20 días que va a estar convaleciente entre el 4 de enero, cuando se someterá a una intervención quirúrgica para extraerle el tumor, y el 24 del mismo mes.
Según los médicos, el cáncer que padece Fernández de Kirchner, un carcinoma papilar de tiroides, se combate con un relativamente sencillo tratamiento y un muy buen pronóstico de curación, de más de 90%, particularmente si es detectado y tratado a tiempo, como es el caso. El tumor no presenta metástasis y la presidenta argentina no necesitará someterse a quimioterapia, por lo que, si todo va como debiera, únicamente deberá estar internada tres días en el hospital tras su intervención y luego convalecer durante otros 17. Luego quizás requiera de un tratamiento de yodo radiactivo para eliminar eventuales partículas cancerígenas residuales, que puede llevarse a cabo de forma ambulatoria. Y, para suplantar la hormona que produce la tiroides extraída, tomar durante el resto de su vida un medicamento.
No obstante, la gobernante se ocupó de resaltar su sacrificio por el bien nacional y aprovechó para arponear a todo aquel que protagoniza en estos momentos algún tipo de conflicto con el gobierno. Fue un intento de dejar las cosas bien atadas para el periodo de su ausencia, en la que será sustituida en la jefatura del Estado por su vicepresidente, Amado Boudou.
“Les pido prudencia, equilibrio y contribución. Porque una persona sola no puede, aun cuando ponga su salud al servicio del país”, indicó.
Fernández de Kirchner, pese a ejercer el poder de un modo cada vez más personal y firme y de haber reducido la delegación de funciones en otros desde la muerte de su esposo y antecesor, Néstor Kirchner, en octubre de 2010, ha sabido explotar al mismo tiempo una imagen de mujer abnegada, solitaria y heroica ante la desgastante responsabilidad de gobernar.
“Conexión histórica”
A raíz de la muerte de Kirchner a causa de un paro cardiorrespiratorio, una ola de simpatía con su viuda hizo subir sus entonces titubeantes índices de popularidad en las encuestas, en una tendencia que continuó hasta su arrolladora victoria electoral del pasado 23 de octubre: obtuvo más de 54% de los votos. Ella, más de 14 meses después del deceso de su marido, sigue vistiendo de luto y aprovecha casi cada intervención pública para recordarlo, refiriéndose al difunto como “él”.
Además, ha sabido presentar sus problemas de salud, una hipotensión crónica que la ha obligado en varias ocasiones a modificar su agenda y a cancelar algún viaje al exterior, como un síntoma del desgaste por el poder que ha estado dispuesta a pagar para servir al país. Su figura ha sido encumbrada así por sus múltiples incondicionales, algunos de los cuales la comparan incluso con Eva Duarte de Perón, “Evita”, icono idolatrado por las clases populares argentinas.
La presidenta, lejos de rehuir la comparación, parece alimentarla. Su primera aparición pública luego del anuncio de su tumor (la propia Evita murió, en 1952, a causa de un cáncer), fue con una maqueta de la sede del Ministerio de Salud a su espalda, con la efigie de Eva Perón que la propia Fernández de Kirchner inauguró hace unos meses.
Unos metros al costado, había también una foto mural de que la que fue primera dama de Juan Domingo Perón (el fundador del movimiento peronista) durante su primer gobierno (1946-1952), como Cristina lo fue de Néstor Kirchner.
El periódico oficialista y ultrakirchnerista Tiempo Argentino se encargó de destacar la conexión histórica al relacionar los primeros momentos de incertidumbre, luego de conocerse que Fernández de Kirchner tenía cáncer con la prematura muerte de Evita (a los 33 años), así como con el fallecimiento, en pleno mandato, del propio Perón y con el también inesperado deceso de Néstor Kirchner. “¿Por qué nos persigue la fatalidad si muchos creen que Dios es argentino? (…) Hay personas que, en determinados momentos, son insustituibles. Felizmente, los médicos dicen que ella vivirá para continuar trabajando por una sociedad más justa”, se congratuló la publicación en su sección de opinión.
“Otra vez tu ejemplo, tu entrega, tu gran responsabilidad, tu amor hacia nosotros’(…) La vida te pide otra vez una prueba y vos nos demostrás que vencerás”, le escribió en una carta con el mismo tono épico la presidenta de la asociación Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, otra de sus incondicionales.
El columnista de La Nación, Carlos Pagni, habló de “politización del diagnóstico médico” de Cristina Fernández. “No hará como Chávez, ni como Fidel Castro, ni como François Mitterrand, ni como su esposo, Néstor, que con éxito dispar intentaron ocultar sus males. Ella decidió (…) transparentar su situación, comunicar el sufrimiento. (…) Está segura de que en la exhibición de ese padecimiento está su fortaleza”, opinó.
Mensajes políticos
Nada más conocerse la noticia de la enfermedad de la presidenta, las redes sociales comenzaron a llenarse de mensajes de ánimo y de solidaridad. Algunos están convocando vigilias para el día 4 de enero en la Plaza de Mayo, frente a la cual está la Casa Rosada, o frente al hospital del norte de Buenos Aires donde tendrá lugar la operación, como sucedió durante la larga convalecencia de Evita por el cáncer de cuello uterino que terminó con su vida.
Le llegaron también deseos de pronta recuperación desde el extranjero y de todo el espectro político argentino. Sin embargo, Fernández de Kirchner mostró su cara más aguerrida antes de su operación y lanzó una oleada de dardos a todos con los que está actualmente enfrentada de una manera u otra.
“Quiero pedir colaboración a todos los argentinos, especialmente aquellos que han logrado mejorar su posición. Esto va tanto para trabajadores como para empresarios”, afirmó.
Apelaba, por un lado, sin nombrarlo, a Hugo Moyano, líder de la Confederación General del Trabajo (CGT), la central obrera más poderosa del país y soporte tradicional del peronismo, con el que mantiene un pulso desde su victoria electoral en octubre pasado. Mientras el sindicato reclama en estos días a los empresarios un pago extra de fin de año, la mandataria le reprochó sus tácticas de presión mediante “piquetes”, que “muchas veces terminan convirtiéndose en obtención de privilegios”.
Por otra parte, advirtió a las petroleras privadas ante posibles aumentos de precios en la época vacacional por el verano austral, en las que a veces se ha dado escasez de combustibles. “El aumento de naftas (gasolinas) y combustibles también es una forma de presionar”, criticó.
Pero con quien más dura se mostró fue con Mauricio Macri, el alcalde de Buenos Aires y una de las principales figuras de la oposición, sobre todo luego del descalabro de ésta en las pasadas elecciones. El gobierno nacional y el de la capital se encuentran enfrentados por los plazos sobre las transferencias del sistema de transporte subterráneo de la ciudad (fuertemente subvencionado hasta ahora por el gobierno de Fernández), que el primero pretendía culminar el 1 de enero, mientras que Macri pidió aplazarlo un par de meses.
“Estoy dispuesta a hacerme cargo de todo, pero me parece que todo es mucho (…). Es muy importante que todos sepamos las responsabilidades que tenemos”, espetó, a pesar de que el alcalde capitalino, que tiene las miras puestas en la elección presidencial de 2015, hace tiempo que rehuye los enfrentamientos con el gobierno y todo su gabinete le deseó a la presidenta una rápida recuperación.
“Yo me iba a tomar mi primera semana (de vacaciones) el día 2 (de enero). Desde lo de Néstor (su muerte) que no me había podido tomar un solo día de descanso”, recordó Cristina. “Pensaba irme a Calafate (en la provincia patagónica de Santa Cruz donde tiene su residencia familiar). No me iba a ir a Italia ni a ningún crucero, ninguna cosa rara”, añadió en referencia al viaje por Europa que hace unos meses realizó Macri, quien a menudo es criticado por sus continuas vacaciones. “Porque yo descanso en mi casa. Otros son más suertudos que yo”, remató con ironía.
Pese al tono combativo de la presidenta, se esperan pocos sobresaltos durante su convalecencia. En enero, plenas vacaciones de verano, la actividad política y judicial en Argentina queda prácticamente paralizada. Y al frente del gobierno va a dejar a Boudou, un hombre de confianza.
Sólo unos días antes, esta situación hubiera forzado a Fernández de Kirchner a dejar el poder durante casi tres semanas en manos de Julio Cobos, quien fue su compañero de fórmula en su primera victoria electoral, en 2007. Necesitada de alianzas, lo había llevado entonces como número dos, a pesar de que Cobos pertenecía a la Unión Cívica Radical (UCR), histórica rival del peronismo al que representa la presidencia.
Sin embargo, ambos se distanciaron al año siguiente, cuando el vicepresidente votó en el Senado en contra del proyecto del gobierno de aumentar las retenciones a las exportaciones agropecuarias, sellando una importante derrota para Fernández, que desde entonces se mantuvo enfrentada con su vicepresidente.
Aunque Cobos la sustituyó en varias ocasiones durante su primer mandato (cada vez que tuvo que viajar al extranjero), nunca lo hizo durante un periodo tan largo. Así que la mandataria destacó durante su intervención de la semana pasada la importancia de que “el vicepresidente piense lo mismo que quien ha sido elegido para conducir los destinos del país”.
“Sólo entregará el mando por unos días a quien considera un compañero y no un desleal. Unos meses atrás todo hubiese sido más dramático”, subrayó Tiempo Argentino.
“No parece que la enfermedad de la presidenta traiga aparejado algún cambio en el escenario político del país”, señaló el secretario general de la opositora Coalición Cívica.
“La realidad no será muy distinta a la que hubiera sido si la presidenta se tomara tres semanas de descanso”, declaró por su parte al diario La Nación el ministro de Economía del gobierno de la capital, Néstor Grindetti.
Con todo, la mandataria, quizás escarmentada de su experiencia con Cobos, le lanzó una advertencia, medio en broma medio en serio, a Boudou, un economista de 48 años, ministro de Hacienda en el primer gobierno de Fernández y con un pasado neoliberal. “Guarda con lo que hacés”, le soltó a su vicepresidente, a quien recientemente calificó como “cheto (fresa) de Puerto Madero”, en referencia a la moderna y exclusiva zona de la capital argentina donde vive.
Así pues, puede que no se le vaya a ver en público en unos días, pero Cristina Fernández, que desde las elecciones de octubre ostenta un poder sin precedentes desde el retorno de la democracia a Argentina, en 1983, no parece dispuesta a dejar la escena política. De una forma o de otra, pretende hacer notar su presencia.
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