La taimada Josefina Vázquez Mota
La aspirante presidencial panista, Josefina Vázquez Mota.
Foto: Miguel Dimayuga
Foto: Miguel Dimayuga
MÉXICO, D.F. (apro).- Monarca de todas las encuestas, cuyas más recientes la colocan en niveles superiores al 50% sobre Ernesto Cordero y Santiago Creel, Josefina Vázquez Mota sabe que no tiene segura aún la candidatura del Partido Acción Nacional (PAN) y que depende de que 10 mil operadores cumplan con su misión: Que voten por ella medio millón de militantes.
Al margen de los debates, como el de este martes 17, la apuesta de Vázquez Mota es clara: Lograr que la estructura de operación y movilización electorales, que encabezan Jorge Manzanera Quintana y Jorge Ramos Hernández, sea capaz de hacer que al menos 457 mil panistas –de un padrón de un millón 800 mil– acudan a los centros de votación el 5 de febrero.
Se trata de que cada uno de los operadores o movilizadores lleve a las casillas por lo menos 50 militantes, activos y adherentes, que en los cálculos de los josefinistas no es remoto, sobre todo porque ya están alineados a ese proyecto 23 de los 32 presidentes estatales del PAN y 70% de los participantes en los procesos internos para gobernadores, senadores, diputados, alcaldes…
Conforme a esos cálculos de la aspirante presidencial panista y su equipo, se lograría no sólo imponerse a sus adversarios con la mayoría absoluta de los votos –50% más uno– o con al menos 5% por arriba de Cordero, quien ha desplazado ya a Creel del segundo lugar, sino evitar la segunda vuelta electoral, prevista para el 19 del mismo mes.
Vázquez Mota y su equipo saben que la estrategia de Cordero es forzar la segunda vuelta y, en función del resultado de la primera, calibrar sus posibilidades de triunfo –si la diferencia es menor a un dígito, dicen los corderistas, la diputada sería vencible– o sólo encarecer la negociación de posiciones en la campaña constitucional y el olvido de expedientes de corrupción.
Porque en juego no sólo está la candidatura presidencial en sí misma, cuyo ganador por simple lógica debe ser incluyente para tener viabilidad, sino la fuerza para entenderse con Felipe Calderón, quien tiene vastos recursos para influir en la elección constitucional. Vázquez Mota aspira a tener la fortaleza política que éste tuvo, hace seis años, ante Vicente Fox.
Ante la insípida disidencia de Creel, que está pagando los costos de la tibieza, y la mansedumbre de Cordero, que encarna la medianía del felipismo agónico, Vázquez Mota ha mantenido una relativa distancia ante Calderón, quien la ve con desconfianza y sabe, según sus allegados, que de ser candidata lo primero que hará es deslindarse de él si eso hace más eficaz su proyecto.
La mujer ha sido astuta y se ha sobrepuesto a una larga lista de adversidades: La grilla palaciega de Juan Camilo Mouriño, el desprecio de Elba Esther Gordillo, las humillaciones de Calderón, entre ellas el ignominioso despido de la Secretaría de Educación Pública, y los intentos de descarrilarla como aspirante presidencial para imponer a Cordero.
Hábil para elogiar a los auditorios más disímbolos –lo mismo se duele del hambre indígena que ofrece a los empresarios de la radio y la televisión más privilegios que Enrique Peña Nieto, de suyo un exceso–, Vázquez Mota es maestra de la impostura, capaz de sonreír hasta en un funeral si eso le da réditos políticos.
Así, latente la traición, pero también el pacto, Vázquez Mota nombró a Roberto Gil Zuarth como coordinador de su campaña y esto representa para los panistas una señal para tender puentes con Calderón, de quien fue secretario particular, pero también con Creel y Cordero, a quienes ha elogiado en los días recientes.
Sin embargo, en vísperas del debate, cuando se escribe este artículo, y a menos de tres semanas de la jornada electoral interna, nada está escrito, aunque las encuestas –que en su mayoría no gozan de credibilidad– digan lo contrario.
El éxito de Vázquez Mota depende, hay que reiterarlo, de que la militancia que simpatiza con ella vaya a votar mayoritaria y contundentemente el domingo 5 de febrero y, en contrate, que los panistas capturados por la nómina desprecien a Cordero que, hay que puntualizarlo, cuenta también –como Josefina– con abundantes recursos económicos para la movilización, a menudo eufemismo de acarreo.
De hecho, puede anticiparse que, como ocurrió hace seis años en la contienda entre Calderón, Creel y Alberto Cárdenas, se repitan con más intensidad acciones de fraude electoral y que, aceptados los resultados, queden otra vez en la total impunidad.
Falta…
Apuntes
Después de que tres empresas encuestadoras entrevistaron a 9 mil capitalinos, entre el sábado y el lunes, la noche de este día cobraba fuerza la versión en los equipos de los precandidatos de que el exprocurador Miguel Angel Mancera se levantaba con la opinión más favorable para ser el candidato de la izquierda al gobierno capitalino, tal como se anticipó. De confirmarse, será un triunfo vergonzoso no sólo por anemia ideológica y propositiva, sino por soportarse en el aparato gubernamental y faccioso… Según la más reciente batería de encuestas sobre presidenciables, dada a conocer durante la semana pasada, en México no pasa nada, aunque pase: Peña Nieto es amo con preferencias casi al 50%, el PAN se ubica en segundo lugar, con Vázquez Mota, con 20% y López Obrador no pasa de los 17 puntos que tiene desde septiembre de 2010. No, según los empresarios de las encuestas, no pasa nada, aunque pase…
Comentarios: delgado@proeso.com.mx y Twitter: @alvaro_delgado
Al margen de los debates, como el de este martes 17, la apuesta de Vázquez Mota es clara: Lograr que la estructura de operación y movilización electorales, que encabezan Jorge Manzanera Quintana y Jorge Ramos Hernández, sea capaz de hacer que al menos 457 mil panistas –de un padrón de un millón 800 mil– acudan a los centros de votación el 5 de febrero.
Se trata de que cada uno de los operadores o movilizadores lleve a las casillas por lo menos 50 militantes, activos y adherentes, que en los cálculos de los josefinistas no es remoto, sobre todo porque ya están alineados a ese proyecto 23 de los 32 presidentes estatales del PAN y 70% de los participantes en los procesos internos para gobernadores, senadores, diputados, alcaldes…
Conforme a esos cálculos de la aspirante presidencial panista y su equipo, se lograría no sólo imponerse a sus adversarios con la mayoría absoluta de los votos –50% más uno– o con al menos 5% por arriba de Cordero, quien ha desplazado ya a Creel del segundo lugar, sino evitar la segunda vuelta electoral, prevista para el 19 del mismo mes.
Vázquez Mota y su equipo saben que la estrategia de Cordero es forzar la segunda vuelta y, en función del resultado de la primera, calibrar sus posibilidades de triunfo –si la diferencia es menor a un dígito, dicen los corderistas, la diputada sería vencible– o sólo encarecer la negociación de posiciones en la campaña constitucional y el olvido de expedientes de corrupción.
Porque en juego no sólo está la candidatura presidencial en sí misma, cuyo ganador por simple lógica debe ser incluyente para tener viabilidad, sino la fuerza para entenderse con Felipe Calderón, quien tiene vastos recursos para influir en la elección constitucional. Vázquez Mota aspira a tener la fortaleza política que éste tuvo, hace seis años, ante Vicente Fox.
Ante la insípida disidencia de Creel, que está pagando los costos de la tibieza, y la mansedumbre de Cordero, que encarna la medianía del felipismo agónico, Vázquez Mota ha mantenido una relativa distancia ante Calderón, quien la ve con desconfianza y sabe, según sus allegados, que de ser candidata lo primero que hará es deslindarse de él si eso hace más eficaz su proyecto.
La mujer ha sido astuta y se ha sobrepuesto a una larga lista de adversidades: La grilla palaciega de Juan Camilo Mouriño, el desprecio de Elba Esther Gordillo, las humillaciones de Calderón, entre ellas el ignominioso despido de la Secretaría de Educación Pública, y los intentos de descarrilarla como aspirante presidencial para imponer a Cordero.
Hábil para elogiar a los auditorios más disímbolos –lo mismo se duele del hambre indígena que ofrece a los empresarios de la radio y la televisión más privilegios que Enrique Peña Nieto, de suyo un exceso–, Vázquez Mota es maestra de la impostura, capaz de sonreír hasta en un funeral si eso le da réditos políticos.
Así, latente la traición, pero también el pacto, Vázquez Mota nombró a Roberto Gil Zuarth como coordinador de su campaña y esto representa para los panistas una señal para tender puentes con Calderón, de quien fue secretario particular, pero también con Creel y Cordero, a quienes ha elogiado en los días recientes.
Sin embargo, en vísperas del debate, cuando se escribe este artículo, y a menos de tres semanas de la jornada electoral interna, nada está escrito, aunque las encuestas –que en su mayoría no gozan de credibilidad– digan lo contrario.
El éxito de Vázquez Mota depende, hay que reiterarlo, de que la militancia que simpatiza con ella vaya a votar mayoritaria y contundentemente el domingo 5 de febrero y, en contrate, que los panistas capturados por la nómina desprecien a Cordero que, hay que puntualizarlo, cuenta también –como Josefina– con abundantes recursos económicos para la movilización, a menudo eufemismo de acarreo.
De hecho, puede anticiparse que, como ocurrió hace seis años en la contienda entre Calderón, Creel y Alberto Cárdenas, se repitan con más intensidad acciones de fraude electoral y que, aceptados los resultados, queden otra vez en la total impunidad.
Falta…
Apuntes
Después de que tres empresas encuestadoras entrevistaron a 9 mil capitalinos, entre el sábado y el lunes, la noche de este día cobraba fuerza la versión en los equipos de los precandidatos de que el exprocurador Miguel Angel Mancera se levantaba con la opinión más favorable para ser el candidato de la izquierda al gobierno capitalino, tal como se anticipó. De confirmarse, será un triunfo vergonzoso no sólo por anemia ideológica y propositiva, sino por soportarse en el aparato gubernamental y faccioso… Según la más reciente batería de encuestas sobre presidenciables, dada a conocer durante la semana pasada, en México no pasa nada, aunque pase: Peña Nieto es amo con preferencias casi al 50%, el PAN se ubica en segundo lugar, con Vázquez Mota, con 20% y López Obrador no pasa de los 17 puntos que tiene desde septiembre de 2010. No, según los empresarios de las encuestas, no pasa nada, aunque pase…
Comentarios: delgado@proeso.com.mx y Twitter: @alvaro_delgado
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