Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

sábado, 14 de enero de 2012

Llama López Obrador a sectores de los Altos de Chiapas a superar el ostracismo-

AMLO Pide a Televisa mejor trato periodístico; Yo me río, no soy como me pintan
Roberto Garduño y Elio Enríquez
Enviado y corresponsal
Periódico La Jornada
Sábado 14 de enero de 2012, p. 10
Venustiano Carranza, Chis., 13 de enero. En sitios donde los cacicazgos históricos de Chiapas contribuyeron a enraizar la ignorancia y la desarticulación política de las comunidades indígenas, el precandidato presidencial por el Movimiento de Regeneración Nacional, Andrés Manuel López Obrador, convocó a los sectores sociales y sus dirigentes a vencer el abstencionismo y acudir a votar el próximo julio para no hacer el juego al poder establecido.
En su periplo por los Altos de Chiapas, se reunió con tzeltales, choles, tojolabales y tzotziles, a los que exhortó a participar para dejar atrás el ostracismo y demandar a la autoridad que aplique la justicia para todos.
El escenario en los recorridos por las deterioradas carreteras y caminos de Chiapas se repitió constante: abandono y marginación. De forma comedida, planteó a Televisa: “Aprovecho para hacer un llamado fraterno, respetuoso a quienes editan nuestras notas en Televisa; no quiero confrontarme con nadie, pero no sé si lo saben los directivos de Televisa o es un asunto de los editores que elaboran los mensajes, las notas. A lo mejor es de arriba, para no echar la culpa a los de abajo, pero cuando menos lo tengo que decir: cada vez que aparezco, utilizan las imágenes más oscuras y cuando estoy enojado, con la cara dura. Yo me río, no soy como me pintan.
“En cambio, cuando sacan a Peña, sus ademanes –ahora que le están enseñando a mover las manos–, bien peinadito, arregladito; eso también cuenta. O sea, sí lo estoy viendo. Yo voy a tratar de sonreír mucho, pero no puedo carcajearme todo el tiempo. Soy feliz, pero no me puedo estar riendo cuando estoy viendo una realidad muy amarga. Todo con la idea de que soy un hombre rijoso, duro. No estoy amargado y soy feliz con lo que hago.”
Así, durante el recorrido que lo llevó ayer a Tenejapa, La Ventana (la confluencia de los municipios de Zinacantán, San Juan Chamula y San Cristóbal de las Casas), López Obrador reconoció que tuvo acercamiento con Javier Sicilia y Julián LeBarón para que se sumaran al trabajo legislativo.
Foto
Andrés Manuel López Obrador, ayer en San Juan Chamula, Chiapas
Foto Carlos Ramos Mamahua


“Sí, sí (hubo pláticas). Pero ellos decidieron no participar en lo electoral. Sí es importante, muy importante que dirigentes sociales, civiles, defensores de derechos humanos, busquen un cambio; no por el cargo, sino para transformar a México y puedan ellos ser tomados en cuenta para ser representantes populares. Creo que para transformar la vida pública hay que participar en la vía electoral. No creo que se pueda por otra vía, y no estoy de acuerdo con la abstención, con el voto nulo. Si no se participa, se le hace el juego al régimen, se mantiene el statu quo.”
Sin ser actos formales de campaña, sus encuentros con los indígenas fueron emotivos. El acercamiento se estrechó y lo vistieron a la usanza tzotzil.
Al abordar en entrevista un tema doloroso para los indígenas, la matanza de Acteal, y la solicitud de inmunidad por Ernesto Zedillo, el precandidato repuso: “Estoy en favor que se haga justicia, que se castigue a los responsables, pero no de utilizarla en ningún caso, como el muy triste de Acteal, con propósitos políticos. Que no se utilicen para ajustes de cuentas de los de arriba, porque hay información de que en esta denuncia interviene el ex presidente Salinas, por los pleitos que traen entre ellos, Salinas y Zedillo, sin dejar de hacer justicia, es decir, hay que castigar a los responsables porque fue un crimen horrendo de indígenas.
Llamo a la reconciliación a todos. Que haya unidad entre todos. Incluso estamos planteando que no haya venganzas, que no haya persecución a nadie; justicia, no venganza, y lo vengo diciendo porque si no no vamos a salir adelante. Es muy grave la crisis nacional, es una de las peores crisis de la historia de México.























Por qué la república amorosa puede iniciar un cambio civilizatorio
Víctor M. Toledo
Hace por lo menos dos décadas que propuse, con otros pensadores, la idea de que estábamos ante una crisis de civilización. Mi vía de entrada fue el análisis de la crisis ecológica y del rol de las fuerzas de la naturaleza como un factor central que se agregaba a la contradicción clásica entre fuerzas productivas y relaciones de producción. Estas ideas las desarrollé en Modernidad y Ecología (Nexos, 169, 1992), un ensayo traducido al inglés, francés, italiano y portugués. Esta idea opera como una tesis estratégica para entender a cabalidad la dimensión del atolladero en el que está metido el mundo contemporáneo. Aceptarla implica quitarse los anteojos obsoletos de la especialización, de muchos supuestos ideológicos, de los dogmas culturales y políticos y de las inercias conceptuales y teóricas, incluidas las que aún dominan al pensamiento de izquierda. Estos 20 años anteriores han sido claves, porque ha habido una acumulación progresiva de evidencias que han demostrado la validez de esa idea. Hoy, afirmar que vivimos una crisis de la civilización moderna es cada vez más un lugar común. Hoy existen nuevas formulaciones teóricas que dejan atrás las ideas de desarrollo, progreso y crecimiento para ser sustituidas por las de sustentabilidad, buen vivir y decrecimiento. Ello supone una reformulación radical de paradigmas, valores y maneras de concebir al mundo y a la historia. Y lo más importante, hoy existen en muchas partes del mundo movimientos alternativos e innovadores, indignados con el sistema y sus sectores hegemónicos.
Es en este contexto que la propuesta de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) de construir una república amorosa adquiere una especial notoriedad. Extraña, surge en un mundo donde la política se ha convertido en una práctica indecorosa, sin ideas ni valores, donde se repiten fórmulas gastadas, en complicidad con los poderes económicos. AMLO ha invertido esta vez la pirámide: en vez de proponer reformas estructurales, planes económicos o proyectos sociales, le ha dado prioridad a lo que él llama una constitución moral o un código del bien (La Jornada, diciembre 6, 2011). Sin mencionarlo, AMLO realiza una tácita aceptación de la dimensión civilizatoria de la crisis actual, al privilegiar la escala de valores del ser humano como el eje de su programa. Al reconocer que es “…urgente revertir el desequilibrio que existe entre el individualismo dominante y los valores orientados a hacer el bien en pro de los demás”, desafía uno de los pilares de la civilización actual. Regenerar es entonces cambiar radicalmente los valores dominantes para “…auspiciar una manera de vivir, sustentada en el amor a la familia, al prójimo, a la naturaleza y a la patria”, pues desde su visión el país goza de una ventaja: “…en los pueblos del México Profundo se conserva aún la herencia de la gran civilización mesoamericana y existe una importante reserva de valores para regenerar la vida pública”, una idea madurada en su visita a Oaxaca. Con ello sintoniza su propuesta con los experimentos societarios de los países andinos, donde el concepto indígena del buen vivir se ha vuelto el objetivo central de la política.
¿Cómo llevar a la práctica todos estos predicamentos?, ¿cómo convertirlos en praxis política? Estas preguntas repetidas por numerosos analistas, logran responderse cuando adoptamos una visión de cambio civilizatorio, y cuando prestamos atención a los sectores que más han avanzado en la construcción de modos de vida alternativos. Aquí la geometría sugerida por Alfonso Reyes en su Cartilla moral y adoptada por AMLO, que va del individuo hasta la naturaleza, pasando por la familia, la sociedad, la patria y la propia especie, a manera de círculos concéntricos, felizmente se encuentra con la misma proyección que hoy siguen propuestas de sustentabilidad y de ecología política en todo el mundo. Y entonces es posible comenzar a construir, bordar, conectar, regenerar…
En la escala individual hay que reforzar la educación pública, laica y científica, pero matizándola para reducir el racionalismo extremo que busca individuos tecnificados y obedientes, mientras se da el mismo lugar a la ética y al arte, que es imaginación, sentimiento, compromiso y libertad. Se trata de quebrar el modelo individualista y competitivo por el de un sujeto solidario y consciente. Deben además abrirse miles de centros comunitarios y barriales de apoyo al individuo, donde se ofrezcan encuentros terapéuticos que privilegien la salud colectiva mediante la correcta socialización del individuo. En el nivel doméstico, la meta será la de lograr casas ecológicas, sustentables y/o autosuficientes, donde se viva a partir de energía solar, agua capturada y reciclada, materiales locales, basura hecha útil, y alimentos producidos ahí mismo o adquiridos en mercados orgánicos y justos, y bajo las pautas de un consumo responsable. Veo a la república amorosa, formada por millones de hogares autosuficientes donde no se depende más de la CFE o de las agencias privadas o públicas de agua, con familias sanas y respetuosas de la naturaleza y de los otros. A escala del país se requiere iniciar la transición energética para dejar atrás al petróleo y al gas, y sustituirlos por fuentes de energía renovables. Con ello, México estará contribuyendo al enfriamiento del planeta y a la supervivencia de la especie. Se necesitan ciudades bien planeadas, con aire limpio, espacios verdes para la producción sana de alimentos, transporte colectivo y no contaminante, numerosos sitios para la convivencia. Igualmente una industria, incluido el turismo, que se rija por principios ecológicos y que respete los derechos laborales, y una producción agropecuaria, forestal y pesquera basada en principios agro-ecológicos. En suma, se necesita incentivar o robustecer al poder social, facilitando a los ciudadanos organizados el control de los procesos que les afectan en cada territorio.
Los principales enemigos de la república amorosa son los individualistas que hoy conducen los bancos, las corporaciones, las petroleras y los partidos. Ellos son el 1 por ciento denunciado por los indignados que explota al otro 99 por ciento. Llevada hasta sus últimas consecuencias, la república amorosa convierte al país en un mundo sin bancos, corporaciones, petróleo y partidos. Ello se logra apuntalando el poder ciudadano y sustituyendo bancos usureros por cajas de ahorro locales y regionales, cooperativas y empresas familiares por corporativos, dispositivos multi-escalares de energías alternativas por Pemex, y comunas y asociaciones en vez de partidos. Ello es ya un cambio de civilización, el derrumbe de una idea de sociedad basada en la acumulación de riqueza, el individualismo y el racionalismo, los minerales fósiles, el uso perverso de la ciencia y la tecnología, el contubernio entre poder político y económico, y la explotación de los hombres y de la naturaleza.
El costo de los fraudes electorales
Enrique Calderón Alzati
Hace unos cuantos días escuché una explicación de por qué Estados Unidos es el único país del continente donde no se dan cuartelazos ni golpes de Estado; al escuchar la afirmación pensé en ejemplos como Canadá y quizás Brasil para refutarla, pero el razonamiento me dejó sin posibilidades de hacerlo: Estados Unidos es el único país de América que no cuenta con una embajada de Estados Unidos.
El argumento no es exclusivo del caso referido, todas las naciones con vocación imperial han sido iguales a través de la historia, trátese de Roma, de Venecia, de Inglaterra, de Alemania o de Rusia, los países dominantes han tenido siempre la inclinación o quizás la necesidad de alinear a los gobiernos en su esfera de control, a sus propios intereses, sin reparar en lo más mínimo en los costos que sus imposiciones impliquen para los países dominados.
Tal ha sido el caso de México desde que inició su vida como nación independiente, y de manera especial a partir de la dictadura porfirista, ya que ésta fijó convenios y tratados lesivos para la soberanía nacional y para el bienestar de la mayoría de la población, como fueron los casos de la enajenación de los recursos del subsuelo, incluidos el petróleo y los minerales, así como los relacionados con las concesiones para el establecimiento de empresas ferroviarias extranjeras.
Sabemos de la participación del embajador estadunidense en el golpe de Estado y el asesinato de Francisco I. Madero, a cambio de los cuales el gobierno del vecino del norte aseguró la vigencia de los tratados y acuerdos establecidos con el régimen de Porfirio Díaz; después vinieron los llamados tratados de Bucareli, por los que Estados Unidos reconocía al gobierno legítimo del general Álvaro Obregón, a cambio de acuerdos relacionados con la explotación del petróleo, muchos de los cuales, me temo, siguieron estando vigentes aun después de la expropiación llevada a cabo por el general Lázaro Cárdenas.
Por razones de carácter económico, los sucesivos gobiernos mexicanos se han visto en la necesidad de establecer nuevos convenios que permitiesen acelerar el desarrollo del país, obteniendo créditos importantes en algunas ocasiones o abriendo el país al establecimiento de industrias de capital estadunidense para crear empleos.
Estas prácticas, comunes a escala mundial, han terminado siendo lesivas para nuestro país, en virtud del desequilibrio creciente entre las dos naciones, al generar un nivel de dependencia prácticamente absoluto con la economía estadunidense y estableciendo restricciones que aseguren la continuación de la misma, como es el caso de la parálisis y el desmantelamiento de la red ferroviaria que las administraciones priístas instrumentaron, al retirar las inversiones en el sector y corromper al sindicato ferrocarrilero de todas las maneras posibles.
El vecino gobierno, con sus intereses aliados, ha logrado avances importantes, aprovechando cualquier oportunidad de acción que le brinde nuestro país. Así sucedió con la imposición del modelo neoliberal instrumentado por Miguel de la Madrid, bajo las órdenes del Fondo Monetario Internacional, como resultado de los errores cometidos por José López Portillo, que llevó al país a un nivel de endeudamiento inédito, con la consecuencia de desempleo y empobrecimiento de amplios sectores de la sociedad, supuestamente para hacer más eficiente la economía.
Sin embargo, los mayores beneficios obtenidos por los estadunidenses, en detrimento claro de nuestro país, se dieron con la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, negociado de la peor manera por parte del gobierno mexicano, ciertamente no por ignorancia de nuestros negociadores, sino por razones de otro tipo. Cuando vemos ahora cómo las empresas estadunidenses se han apoderado de prácticamente todos los sectores de la economía, convirtiendo de facto a nuestro país en una fuente de mano de obra barata, al imposibilitar la existencia de pequeñas empresas mexicanas, proveedoras tradicionales de empleos y comparar nuestro esquema de desarrollo con el de otros países pobres que han podido florecer a la sombra de los tratados comerciales de Europa y del Pacífico, no podemos dejar de sospechar que el tratado de libre comercio y su cauda de problemas sociales, de pobreza y de crisis permanente, tiene un solo responsable: Carlos Salinas de Gortari, cuyo acceso al poder fue posible gracias a arreglos cupulares, en los que el gobierno de Estados Unidos no pudo ser ajeno. ¿Cuál fue el precio que su administración y el país entero debió pagar por el apoyo que él recibió para acceder a la Presidencia por parte de un gobierno extranjero que tenía toda la capacidad para conocer de cierto el verdadero resultado de las elecciones de 1988?
Esta reflexión nos lleva de inmediato a las elecciones de 2006 y a preguntarnos: ¿Cuáles fueron los compromisos establecidos por Felipe Calderón con tal de acceder al poder, a qué situaciones fue llevado por los mismos que lo impusieron, incluido en primer lugar Vicente Fox? Las filtraciones de información sobre la introducción de grandes cantidades de armas vendidas al crimen organizado en nuestro país, con el conocimiento y la aprobación del gobierno estadunidense y la consiguiente compra masiva de armas para el Ejército Mexicano y para las demás fuerzas de seguridad, que les permite a éstas realizar las actuales acciones de limpieza, no pueden ni deben ser ignoradas por nuestra parte.
Igualmente, saber que los estadunidenses participan con el permiso de su gobierno (y seguramente del nuestro) nos señala con bastante claridad que la guerra en la que Calderón nos ha sumergido ha sido un negocio de dimensiones inimaginables, cuyos únicos beneficiarios están del otro lado de la frontera. Me atrevo a afirmar que mucho de esto tiene que ver con la legitimación del actual gobierno. Ello nos debe llevar a pensar sobre la necesidad del país entero de que el proceso electoral de este año no desemboque en hechos similares a los de 1988 y 2006.

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