Los indígenas debemos ser incluidos por fin a este país, reclaman en Chiapas
Piden a López Obrador que
cuando gobierne garantice los derechos de los pueblos indios
Me aseguraré de que la justicia alcance a todos los mexicanos, insiste el político tabasqueño
Miles de chiapanecos dieron la bienvenida a Andrés Manuel López Obrador en el municipio de Frontera ComalapaFoto Carlos Ramos Mamahua
Roberto Garduño
Enviado
Periódico La Jornada
Lunes 16 de enero de 2012, p. 10
Lunes 16 de enero de 2012, p. 10
Las Margaritas, Chis., 15 de enero. El hartazgo por las promesas incumplidas que durante décadas políticos de los regímenes priístas y panistas hicieron a los pueblos y comunidades indígenas de la entidad se manifestó ayer en la Sierra y los Altos, donde miles de mujeres y hombres salieron de sus comunidades para escuchar a Andrés Manuel López Obrador. Le demandaron que cuando gobierne asuma los acuerdos de San Andrés para garantizar que los derechos indígenas se eleven a rango constitucional.
En la entrada de la zona selvática, el precandidato presidencial de la izquierda escuchó el reclamo de una joven que resumió años de postración y engaño:
Como mujer indígena y oprimida me doy cuenta de que unos cuantos mexicanos han desgraciado a nuestro país, llevándose sus riquezas, y con sus políticas han hundido en la pobreza a millones como yo.
Heréndira Be’j Hernández se dirigió a sus compañeros y a López Obrador. “Nosotros los chiapanecos y las chiapanecas producimos energía eléctrica con el agua que tenemos, pero por las malas políticas somos los que pagamos las tarifas de consumo más caras; en la región norte del estado tenemos petróleo, y cada día nos castigan con el aumento a las gasolinas, y con eso sube el precio de la canasta básica.
Sumado a todo ello, se carece de fuentes de empleo. Luego, con nuestro coraje nos vamos a las urnas con la esperanza de cambiar la situación de pobreza que padecemos, y después nos dicen que perdimos porque se robaron nuestros votos. Entonces, ¿qué nos queda, compañeros?
La atención de los miles de mujeres y hombres que se presentaron en la plaza municipal de Las Margaritas se concentró en Heréndira cuando dijo:
los pueblos indígenas debemos ser incluidos por fin a este país con nuestros derechos plenos. Que se recojan los acuerdos de San Andrés y se incorporen a la Constitución política todos aquellos derechos consagrados en esos acuerdos de Estado, exigió.
Para sumarse a la demanda de justicia que López Obrador ha reiterado en las semanas recientas, la joven indígena les informó: “palabra de mujer, nosotras ya estamos trabajando codo a codo con Morena (Movimiento Regenaración Nacional), porque estamos convencidas de que sólo el pueblo puede salvar al pueblo.
Postulamos la necesidad de impulsar un gobierno que admita plenamente nuestra presencia plural tanto biológica, política, social e ideológica; por eso saludamos y nos sumamos a tu proyecto alternativo de nación; tú eres nuestra esperanza, la esperanza de millones de mexicanos y mexicanas. Vamos de frente, le dijo a López Obrador.
En respuesta, el precandidato presidencial les recordó que su movimiento político-social pretende que la justicia alcance a todos los mexicanos y se convierta en eje de desarrollo.
Desglosó sus propuestas de cambio social: resolverá el manejo discrecional que los gobiernos dan al uso de recursos públicos. “Vamos a ser un gobierno austero para invertir en desarrollo social y creación de empleos.
Voy a ser el guardián del dinero del pueblo.Les explicó que en su primer año de gobierno ahorrara 600 mil millones de pesos, actualmente perdidos en la corrupción y la opacidad, para destinarlos a las actividades productivas.
En materia de salud, educación, economía, seguridad social y generación de empleos se impulsará los cambios que la sociedad y el país necesita.
Por la noche, ante una abarrotada plaza de Yajalón, López Obrador continuó explicando sus propuestas para resolver los enormes retos que enfrenta el país.
Fernando Turner, mi secretario de Economía: AMLO
Roberto Garduño, enviado
Periódico La Jornada
Lunes 16 de enero de 2012, p. 10
Lunes 16 de enero de 2012, p. 10
Frontera Comalapa, Chis., 15 de enero. El empresario regiomontano Fernando Turner Dávila será el secretario de Economía del gobierno de regeneración nacional, informó Andrés Manuel López Obrador.
En la sierra sur del estado, adelantó que Fernando Turner, ex presidente de la Asociación Nacional de Empresarios Independientes y ex directivo de las empresas Katcon Global, Grupo Alfa y Altos Hornos de México, lo acompañaría en su administración, de ganar la Presidencia.“En este ánimo de informar y sumar voluntades, voy a llamar a participar en el próximo gabinete a un empresario para que se haga cargo de la Secretaría de Economía. Voy a invitar a participar a Fernando Turner, que es un empresario exitoso, desde luego preparado, tiene maestría en administración pública por la Universidad de Harvard, cuenta con sus empresas, algunas en otras partes del mundo.
Es una gente sensible, y todo esto con la idea de que vamos a llamar a los mejores, que no vamos a improvisar. Turner va a apoyar el desarrollo económico, a la pequeña y mediana empresas, para que haya empleos y crecimiento en el país, indicó.
La prudencia de los pobres
Hermann Bellinghausen
Con la gravedad en su mirada parecían una procesión justiciera, una escena de masa sublevada como la que irrumpe en el castillo de Nosferatu o la que detesta el feudalismo de abuso y terror que dio origen a la banda de Robin Hood en los bosques de Sherwood long time ago. Había ira en sus ojos, quién sabe si desesperación. Determinados, sin miedo. No blandían antorchas ni pancartas, sólo puños crispados.
Virginia quiso saber quiénes eran, pero no hubo quién le respondiera. No podía alejarse mucho de su puesto de ropa en la acera del mercado, pero caminó una cierta cantidad de pasos flanqueando la ¿qué era, marcha, procesión, revuelta espontánea, infame turba? interrogando a este y aquel. Quizás por ser mujer, o porque traían la mirada nublada del que rompió los diques de la paciencia y la sumisión, no le hicieron caso.Hasta que se le atoró la chancla en una coladera y se detuvo para recuperarla. Inútil insistir. Sus vecinos de puesto, igual de perplejos, le preguntaban que quiénes eran, qué querían, adónde se dirigían. Nada, no dijeron nada, dijo Virginia retomando literalmente su puesto. Le pareció que del suelo salía lumbre. El airado paso de esos hombres dejó una estela amarga y pegajosa. Se respiraba más caliente. Sonó una explosión, lejana. Fue un cohete, dijo alguien. Virginia se había sobresaltado. Pensaba: ¿qué será de ellos cuando lleguen a su destino? ¿Y de nosotros? Intuía que esos hombres silenciosos tenían que ver con ella, con todos ellos en los puestos, barriendo, de compras o nomás pasando. Respondía al fatalismo de los que se mojan en las inundaciones, si arde me voy a quemar, si se seca me voy a diezmar, si les pegan a esos nos van a pegar. El realismo de los pobres. La prudencia de los pobres.
Los que, como Virginia, no tienen tiempo para pensar en lo que quieren. Se la pasan cuidando lo que tienen, sabedores y muy a fondo de lo que no quieren. Contradiciendo al lugar común, los comerciantes del mercado venden verduras pero no chillan como verduleras pendencieras. Gente amable y aguantadora que se lleva bien con los vecinos. Su competencia por los clientes es más una cuestión de honor y seducción. Gente tranquila pero difícil de engañar, la han engatusado tanto. No era la mula arisca.
No lejos tiene en la loma con su mamá un ranchito de legumbres y gallinas, fogón de barro y un trozo de milpa que trabajan sus hermanitos. El papá está mayor y no sirve para nada, el pobrecito. Para Virginia, que no sabe qué es el futuro y le da superstición imaginarlo, su papá es un futuro, al menos el de sí mismo, y véanlo, qué deteriorado. Por el trabajo.
En cambio su mamá cada día parece más un árbol. La corteza oscura, rugosa, expresiva. La solidez del tronco. La facilidad con que ramifica. De niña su mamá la intimidaba, estricta con las hijas y cómplice, permisiva, con los machos. Pero ahora, serán los años, a Virginia le gusta arrimarse a ella. Muchas horas del día las pasa cuidando el puesto de ropa, contando las horas que le faltan para regresar por la cuesta empedrada al ranchito, cargando la caja rotunda de la ropa que cada mañana baja a poner en venta.
Mamá casi no sale, pero se entera de todo. Y lo que no, como un sismógrafo, lo presiente. Esa tarde echaba tortillas al comal para la merienda cuando Virginia, metiendo el bulto de mercancía en la zotehuela, entró a la cocina velada por el humo y los olores del crepúsculo, y la oyó decir:
–Salieron esos, ¿verdad?
Virginia no encontró qué responderle. Quiénes. De qué adentro salían a cuál afuera. Quería decirle mamá, caliéntame un café, deja que me siente junto a ti un rato, si quieres te canto un salmo de la iglesia o una canción que aprendí allá abajo, o te hago una trenza. Pero todavía le daba pena mostrar iniciativa con su mamá, que bien que la conocía, le puso una taza de café cerca de las manos mientras fingía corretear una gallina intrusa.
–Cómo no van a salir. Los tratan como sus monigotes, los hacen esclavos, les roban sus mujeres para usarlas en sus narices y tirarlas a la basura. Se estaban tardando. Antes di que se animaron.
–Mamá, ¿qué va a pasarnos?
–A tu edad yo no pensaba en esas cosas chamaca –zanjó la conversación su mamá con su arbitrariedad habitual, y le insistió que anduviera, que bebiera el café con un bizcocho, buena que es la señora para espantar el miedo, siempre halla el modo.

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