“Felipe Calderón es un autoritario”
Manuel Clouthier, diputado federal del PAN e hijo del ex candidato presidencial del mismo nombre, acusó a su propio partido de ser incongruente.
En un desplegado, criticó al presidente Felipe Calderón, al Gobierno Federal, al presidente del PAN, Gustavo Madero, y al panismo en general, que “ha perdido su esencia” y ahora repite esquemas que por años combatió.
El hijo de Manuel J. Clouthier, símbolo del panismo, publicó el desplegado titulado ‘Yo acuso’ unos días después de que el PAN le negó el registro como candidato al Senado por el estado de Sonora por sus críticas al partido y al presidente, ya que esto, supuestamente, afectaría la buena imagen del PAN.
Clouthier, quien apoya al precandidato Santiago Creel, sostiene que dentro del partido se pregona la formación de ciudadanía al mismo que tiempo fomentan el paternalismo, el populismo, la demagogia y la mentira.
También criticó fuertemente que el presidente Calderón se comporte como “máximo líder del partido”: “Es incongruente ser el partido promotor de la democracia en el país y no permitir la libertad de expresión entre sus militantes y simpatizantes”, abunda. “Es incongruente cuando se promueve el respeto a la dignidad de la persona, y se coacciona el voto de los militantes que trabajan en los gobiernos panistas“.
Clouthier arremetió contra la precandidata Josefina Vázquez Mota quien, asegura, actuó con incongruencia cuando era coordinadora de la bancada del PAN en la Cámara de Diputados, porque le pidió su renuncia a su cargo cuando ella no está facultada para ello.
Esto es lo que Manuel Clouthier, un panista de cepa y abolengo, tiene que decir sobre su propio partido. Sin duda, algo que debe poner a pensar a los panistas sobre el estado actual de su partido.
Fuente: El Universal
PAN: pocos, pero sectarios
Jorge Fernández Menéndez
Es cierto lo que dice Joaquín Sabina, “no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió”. Pero en política no se puede apostar, por la razón que sea, a la nostalgia de lo que podría ser.
¿Qué sentido tiene la llamada consulta indicativa que se propone realizar el Comité Ejecutivo Nacional del PAN? En principio la idea parecía interesante: las encuestas están mostrando una tendencia muy clara respecto a la intención de voto de los simpatizantes panistas a favor de Josefina Vázquez Mota; los dos adversarios de ese partido, Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador, ya están trabajando, con aciertos y errores, pero sobre una base sólida de cara al primero de julio.
La resolución del IFE les permite a ambos hacer, en los hechos, una abierta campaña de proselitismo mientras que el proceso interno del PAN parece cada vez más eso: un mecanismo cada vez más interno, más subterráneo de selección de candidato que, por eso mismo, se contamina día con día. En ese sentido se podría pensar que la fórmula de la consulta indicativa serviría para despejar el panorama y permitir que el PAN comience de una vez por toda su verdadera campaña electoral con una candidatura ya definida.
Pero no es así: la intención del ejercicio que se propone en el panismo tiene otros objetivos: no es definir un candidato, sino reducir el proceso a dos; no busca ampliar la convocatoria para la designación, sino cerrarla aún más al dejarla sólo en manos de los militantes y ya no de los adherentes (los segundos superan en tres a uno a los primeros): buscan hacer la consulta el día 15 al mismo tiempo que la selección de candidatos a legisladores, que sólo serán elegidos por los militantes, lo que hace depender la consulta más aún de los aparatos estatales.
El objetivo es mostrar que la candidatura de Ernesto Cordero tiene peso, aunque no salga primera en esa consulta, entre los militantes del partido, pese a que las encuestas entre los simpatizantes panistas den resultados diametralmente diferentes. La idea es que Ernesto pueda aparecer segundo, desplazando a Santiago Creel, presionar para que éste abandone la contienda y tener así oportunidades más claras el 5 de febrero, cuando se realice la elección interna. El problema es que ni Vázquez Mota ni Creel están de acuerdo con el procedimiento, sobre el que no fueron siquiera consultados antes de que Cecilia Romero lo presentara ante los medios, un procedimiento que ven forzado y con altas posibilidades de manipulación.
Se ha dicho que el cambio de reglas en el IFE respecto a los candidatos únicos obligan a realizar este ejercicio. En realidad no es así: a lo que obligaría es a que el PAN comience a tomar con mucha mayor seriedad las cosas, abandone una lucha interna que de acuerdo con los números que muestran las propias encuestas resulta estéril y defina con claridad su candidatura. El problema es que mientras Peña Nieto y López Obrador hacen campaña entre la gente, buscan acuerdos, negocian candidaturas y trabajan para el electorado, el PAN quiere encerrarse aún más: ya no quiere determinar el proceso con sus simpatizantes, ni siquiera con el universo de militantes y adherentes, que son cerca de un millón y medio de electores, sino sólo entre los militantes, que suman apenas unos 300 mil. Somos pocos pero sectarios, se decía en la vieja izquierda, parece que ahora desde el otro vértice del arco iris político algunos piensan igual.
El ejercicio como está planteado no tiene sentido, menos aún cuando faltarán dos semanas para la elección interna y cuando esta misma semana, las encuestas que están próximas a divulgarse volverán a mostrar que la intención interna de voto para Vázquez Mota sigue superando 60%, mientras que la de Cordero sigue estando un poco por arriba de 10 y Creel tiene alrededor de 18 por ciento. Entiendo que en el equipo del ex secretario de Hacienda estén buscando mecanismos para posicionarse en la contienda interna: es muy obvio. Pero servirá de poco, salvo que la intención sea desgastar aún más el proceso, si ese posicionamiento no coincide con la percepción y las intenciones de la mayoría de los panistas, ya no hablemos del electorado.
Dejemos en el aire una pregunta que ya se ha hecho Pablo Hiriart: ya que se habla de una consulta indicativa para saber qué piensa el partido antes de los comicios internas y si es una respuesta a las candidaturas únicas del PRI y el PRD, ¿estarían dispuestos los dos aspirantes que salgan segundos a renunciar a sus aspiraciones para tener desde el 15 de enero una candidatura definida? Si no es así, ¿qué sentido tiene hacerla? Porque como sostenía Churchill, “tras un recuento electoral, sólo importa quién es el ganador. Todos los demás son perdedores”.
¿Qué sentido tiene la llamada consulta indicativa que se propone realizar el Comité Ejecutivo Nacional del PAN? En principio la idea parecía interesante: las encuestas están mostrando una tendencia muy clara respecto a la intención de voto de los simpatizantes panistas a favor de Josefina Vázquez Mota; los dos adversarios de ese partido, Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador, ya están trabajando, con aciertos y errores, pero sobre una base sólida de cara al primero de julio.
La resolución del IFE les permite a ambos hacer, en los hechos, una abierta campaña de proselitismo mientras que el proceso interno del PAN parece cada vez más eso: un mecanismo cada vez más interno, más subterráneo de selección de candidato que, por eso mismo, se contamina día con día. En ese sentido se podría pensar que la fórmula de la consulta indicativa serviría para despejar el panorama y permitir que el PAN comience de una vez por toda su verdadera campaña electoral con una candidatura ya definida.
Pero no es así: la intención del ejercicio que se propone en el panismo tiene otros objetivos: no es definir un candidato, sino reducir el proceso a dos; no busca ampliar la convocatoria para la designación, sino cerrarla aún más al dejarla sólo en manos de los militantes y ya no de los adherentes (los segundos superan en tres a uno a los primeros): buscan hacer la consulta el día 15 al mismo tiempo que la selección de candidatos a legisladores, que sólo serán elegidos por los militantes, lo que hace depender la consulta más aún de los aparatos estatales.
El objetivo es mostrar que la candidatura de Ernesto Cordero tiene peso, aunque no salga primera en esa consulta, entre los militantes del partido, pese a que las encuestas entre los simpatizantes panistas den resultados diametralmente diferentes. La idea es que Ernesto pueda aparecer segundo, desplazando a Santiago Creel, presionar para que éste abandone la contienda y tener así oportunidades más claras el 5 de febrero, cuando se realice la elección interna. El problema es que ni Vázquez Mota ni Creel están de acuerdo con el procedimiento, sobre el que no fueron siquiera consultados antes de que Cecilia Romero lo presentara ante los medios, un procedimiento que ven forzado y con altas posibilidades de manipulación.
Se ha dicho que el cambio de reglas en el IFE respecto a los candidatos únicos obligan a realizar este ejercicio. En realidad no es así: a lo que obligaría es a que el PAN comience a tomar con mucha mayor seriedad las cosas, abandone una lucha interna que de acuerdo con los números que muestran las propias encuestas resulta estéril y defina con claridad su candidatura. El problema es que mientras Peña Nieto y López Obrador hacen campaña entre la gente, buscan acuerdos, negocian candidaturas y trabajan para el electorado, el PAN quiere encerrarse aún más: ya no quiere determinar el proceso con sus simpatizantes, ni siquiera con el universo de militantes y adherentes, que son cerca de un millón y medio de electores, sino sólo entre los militantes, que suman apenas unos 300 mil. Somos pocos pero sectarios, se decía en la vieja izquierda, parece que ahora desde el otro vértice del arco iris político algunos piensan igual.
El ejercicio como está planteado no tiene sentido, menos aún cuando faltarán dos semanas para la elección interna y cuando esta misma semana, las encuestas que están próximas a divulgarse volverán a mostrar que la intención interna de voto para Vázquez Mota sigue superando 60%, mientras que la de Cordero sigue estando un poco por arriba de 10 y Creel tiene alrededor de 18 por ciento. Entiendo que en el equipo del ex secretario de Hacienda estén buscando mecanismos para posicionarse en la contienda interna: es muy obvio. Pero servirá de poco, salvo que la intención sea desgastar aún más el proceso, si ese posicionamiento no coincide con la percepción y las intenciones de la mayoría de los panistas, ya no hablemos del electorado.
Dejemos en el aire una pregunta que ya se ha hecho Pablo Hiriart: ya que se habla de una consulta indicativa para saber qué piensa el partido antes de los comicios internas y si es una respuesta a las candidaturas únicas del PRI y el PRD, ¿estarían dispuestos los dos aspirantes que salgan segundos a renunciar a sus aspiraciones para tener desde el 15 de enero una candidatura definida? Si no es así, ¿qué sentido tiene hacerla? Porque como sostenía Churchill, “tras un recuento electoral, sólo importa quién es el ganador. Todos los demás son perdedores”.
Indicativa
Sergio Sarmiento
¿Qué es una “consulta indicativa”? Sólo se me ocurre una encuesta o una votación en la que se “indique” de antemano quién debe ser el ganador. El que algunos líderes del PAN hayan promovido una “consulta indicativa” entre los precandidatos a la Presidencia es señal de que alguien se está poniendo muy nervioso.
Ernesto Cordero ha tenido en su campaña todo el respaldo del presidente Felipe Calderón y de los mandos del gobierno panista. El ex secretario de Hacienda cuenta también con el respaldo de un comité ejecutivo nacional conformado principalmente por calderonistas. Pero su aceptación entre los panistas de base no ha crecido al nivel que las cúpulas hubieran esperado.
En la encuesta del periódico Reforma del 14 de diciembre, el 62 por ciento de los miembros y adherentes del PAN expresaban su preferencia por Josefina Vázquez Mota. Ernesto Cordero y Santiago Creel se encontraban virtualmente empatados con el 15 y el 14 por ciento.
Falta solamente un mes para la votación interna del PAN. La posibilidad de que Cordero remonte parece cada vez más lejana. Sólo esto explica el intento por cambiar las reglas del proceso interno a mitad de camino. El delfín del presidente no parece estar en posición de ganar una elección el 5 de febrero.
Escribo esto antes de que el comité ejecutivo nacional del PAN decida qué hacer con la propuesta de llevar a cabo una consulta indicativa. Ésta, según la información disponible, se haría nada más entre algunos miembros activos del partido y excluiría de antemano a los adherentes. Parecería ser un simple esfuerzo por quitar a Creel de los aspirantes y dejar la contienda entre Josefina y Cordero, quien con el respaldo del presidente y de la mayoría de los miembros del comité ejecutivo nacional podría concentrarse en derrotar a Vázquez Mota. La propuesta equivale a usar una aplanadora para aplastar la tradición democrática del PAN.
No sorprende que Cordero haya aplaudido una iniciativa que parece hecha para beneficiarlo a él en lo personal. La posición de Josefina es sensata: Aceptaría la consulta siempre y cuando tuviera el respaldo de los tres precandidatos. Lo que menos quiere la aspirante que en este momento encabeza el proceso del PAN es que el partido se divida para lo que sería una campaña presidencial en la que el priísta Enrique Peña Nieto sigue siendo el puntero. La oposición de Creel a la idea es igualmente lógica.
Dudo que el PAN termine por aceptar esta consulta o por hacerla vinculatoria. Correría el riesgo de que las autoridades electorales echaran para atrás todo el proceso por la modificación de las reglas del juego a medio camino para beneficiar a un candidato en particular. Pero es interesante ver hasta qué punto se han sentido obligados algunos de los dirigentes panistas a intervenir ante la incapacidad del delfín presidencial de remontar terreno.
En los próximos días veremos una serie de nuevas encuestas que medirán a los aspirantes presidenciales. Estos estudios no han sido muy precisos en nuestro país en los últimos tiempos, pero alguna medida ofrecen de la opinión de los ciudadanos. Tendremos que ver si la paliza que Peña Nieto se llevó en las redes sociales después de la Feria del Libro de Guadalajara lo ha afectado; habrá que ver también si el nuevo y amoroso Andrés Manuel López Obrador logra la credibilidad de la gente; y finalmente podremos determinar si la precampaña ha afianzado a alguno de los panistas.
Lo que sería muy dañino para el PAN es que el presidente Calderón tratara de eliminar a Creel por un simple dedazo indicativo.
Ernesto Cordero ha tenido en su campaña todo el respaldo del presidente Felipe Calderón y de los mandos del gobierno panista. El ex secretario de Hacienda cuenta también con el respaldo de un comité ejecutivo nacional conformado principalmente por calderonistas. Pero su aceptación entre los panistas de base no ha crecido al nivel que las cúpulas hubieran esperado.
En la encuesta del periódico Reforma del 14 de diciembre, el 62 por ciento de los miembros y adherentes del PAN expresaban su preferencia por Josefina Vázquez Mota. Ernesto Cordero y Santiago Creel se encontraban virtualmente empatados con el 15 y el 14 por ciento.
Falta solamente un mes para la votación interna del PAN. La posibilidad de que Cordero remonte parece cada vez más lejana. Sólo esto explica el intento por cambiar las reglas del proceso interno a mitad de camino. El delfín del presidente no parece estar en posición de ganar una elección el 5 de febrero.
Escribo esto antes de que el comité ejecutivo nacional del PAN decida qué hacer con la propuesta de llevar a cabo una consulta indicativa. Ésta, según la información disponible, se haría nada más entre algunos miembros activos del partido y excluiría de antemano a los adherentes. Parecería ser un simple esfuerzo por quitar a Creel de los aspirantes y dejar la contienda entre Josefina y Cordero, quien con el respaldo del presidente y de la mayoría de los miembros del comité ejecutivo nacional podría concentrarse en derrotar a Vázquez Mota. La propuesta equivale a usar una aplanadora para aplastar la tradición democrática del PAN.
No sorprende que Cordero haya aplaudido una iniciativa que parece hecha para beneficiarlo a él en lo personal. La posición de Josefina es sensata: Aceptaría la consulta siempre y cuando tuviera el respaldo de los tres precandidatos. Lo que menos quiere la aspirante que en este momento encabeza el proceso del PAN es que el partido se divida para lo que sería una campaña presidencial en la que el priísta Enrique Peña Nieto sigue siendo el puntero. La oposición de Creel a la idea es igualmente lógica.
Dudo que el PAN termine por aceptar esta consulta o por hacerla vinculatoria. Correría el riesgo de que las autoridades electorales echaran para atrás todo el proceso por la modificación de las reglas del juego a medio camino para beneficiar a un candidato en particular. Pero es interesante ver hasta qué punto se han sentido obligados algunos de los dirigentes panistas a intervenir ante la incapacidad del delfín presidencial de remontar terreno.
En los próximos días veremos una serie de nuevas encuestas que medirán a los aspirantes presidenciales. Estos estudios no han sido muy precisos en nuestro país en los últimos tiempos, pero alguna medida ofrecen de la opinión de los ciudadanos. Tendremos que ver si la paliza que Peña Nieto se llevó en las redes sociales después de la Feria del Libro de Guadalajara lo ha afectado; habrá que ver también si el nuevo y amoroso Andrés Manuel López Obrador logra la credibilidad de la gente; y finalmente podremos determinar si la precampaña ha afianzado a alguno de los panistas.
Lo que sería muy dañino para el PAN es que el presidente Calderón tratara de eliminar a Creel por un simple dedazo indicativo.
La interna panista
Soledad Loaeza
Es asombrosa la capacidad que tienen nuestros partidos para sorprendernos. El que no llora la muerte del dictador norcoreano acoge con entusiasmo a un rechazado de otro partido por sospechas de corrupción; mientras otro se alía con un grupo de malandrines que en el pasado se ostentaba como defensor del medio ambiente, pero que ahora ya ni siquiera siente la necesidad de adoptar una causa para justificar su existencia. La confusión que reina en Acción Nacional a propósito de la elección de su candidato presidencial es casi tan sorprendente como cualquiera de esas decisiones partidistas.
El PAN siempre se ha preciado de tener reglas internas claras y de respetar los procedimientos que los panistas mismos se han dado; además de que el cumplimiento de las normas del sistema electoral ha sido distintivo del partido frente a otras organizaciones que buscan de manera sistemática darles la vuelta, cuando no de plano las ignoran luego de cuestionarlas con severidad. Ahora, sin embargo, la elección del contendiente panista en la competencia de este año ha colocado al partido en una incómoda posición, en la que parece atrapado entre la pared de sus estatutos y la espada de las preferencias de su dirigencia, y probablemente del Presidente, que se inclinan por Ernesto Cordero. Para descontento del establishment panista, el antiguo secretario de Hacienda no ha logrado aumentar el apoyo público que desde hace meses lo mantiene en un distante tercer lugar en relación con Josefina Vázquez Mota y Santiago Creel; pero como el presidente Calderón tiene puestas en él todas sus complacencias, el CEN del partido está buscando reajustar sus mecanismos internos para favorecer a su candidato. De ahí nació la idea de una encuesta indicativa entre la militancia del partido, que es un grupo restringido que probablemente se disciplinará a las decisiones de la dirigencia y a las directivas del Presidente. La propuesta es tan transparente que su intención de favorecer a Cordero no ha escapado a Vázquez Mota ni a Creel, quienes han manifestado en tonos distintos sus dudas al respecto. Ambos consideran que se están modificando a destiempo las reglas del juego, y desestiman el argumento del presidente del PAN, Gustavo Madero, de que así el partido responde a la desventaja en que lo ha colocado la decisión del IFE de permitir la promoción de los candidatos únicos del PRI-PVEM-Panal y del PRD-PT-MC. La verdad es que esta respuesta suena fuera de lugar, como si a quien pregunta la fecha de la elección se le respondiera: En Colima.
Por claro que sea el objetivo del Presidente, sus razones lo son menos. Si Cordero no ha sido capaz de levantar el entusiasmo de sus correligionarios, ya no digamos del público en general, ¿qué hace pensar a la dirigencia del PAN que podría ganar la presidencia de la República? Es posible que estén apostando a los errores de Enrique Peña Nieto, que recientemente ha enriquecido su fama pública, pues ya no es sólo el candidato copetudo, el esposo de la artista de las telenovelas, también es el candidato que cada vez que habla, mete la pata. También puede ser que apuesten a los malos recuerdos que en un amplio sector de opinión evoca la candidatura de López Obrador. Pero aún tomando en cuenta a los otros contendientes, hasta ahora las probabilidades de Cordero son poco prometedoras. Entonces ¿por qué la terca insistencia en hacerlo candidato? Ancho es el campo de las hipótesis.
¿Y si el Presidente hubiera dado por perdida la elección de 2012 y quisiera salvar al partido de los estragos de la previsible debacle? La multicitada frase de Felipe Calderón de 1994, cuando era presidente del PAN, de que había que ganar el gobierno sin perder el partido, revela la importancia que le da a su conciencia de militante, así como hasta qué punto la cultiva y la procura. Se le ha reprochado con insistencia que como Presidente de la República no haya olvidado su identidad partidista ni por un minuto, aun cuando el costo político de esa fidelidad haya sido alto para él y para nosotros; y ya no digamos lo que eso ha significado para la administración pública que ha sido colonizada por panistas, incluso pese a que tenían una experiencia pobre, si es que alguna, en las materias que pusieron en sus manos. Para nadie es un secreto que para ser funcionario público hoy, es más importante la credencial del PAN que la credencial del IFE.
Supongamos que la dirigencia panista ha analizado los resultados de encuestas nacionales que ubican las preferencias por su partido en segundo lugar con 21 por ciento, frente al PRI que en noviembre pasado, en alianza con el PVEM y el Panal, obtenía 40 por ciento; mientras que el PRD-PT-MC recibía 17 por ciento. (22 por ciento de los ciudadanos no declararon su preferencia. Consulta Mitofsky, Así van… noviembre 2011.) Como nada sugiere que la candidatura de Cordero podría remontar la distancia que lo separa del PRI, es válido suponer que están considerando qué hacer en caso de derrota. Normalmente, cuando un partido pierde una elección el impacto en el interior de la organización es brutal, bien lo sabe el PRI que en 12 años se ha reconstruido apenas con posturas impensables en el pasado –por ejemplo, en relación con la interrupción voluntaria del embarazo–, o con representantes salvajes verdaderamente ajenos a la tradición de políticos ilustrados, como Jesús Reyes Heroles. Si el PAN pierde la Presidencia, el partido vivirá un periodo difícil: habrá acusaciones mutuas, fracturas y desgajamientos. Si todo esto ocurre y no existe un liderazgo fuerte capaz de amortiguar el golpe, la recuperación del partido tendría que esperar una o dos generaciones. Y quién sabe qué puede pasar en ese tiempo largo.
Clouthier tiene la boca llena de razon, el PAN está mas incongruente que nunca. Por eso Santiago Creel debe salir a su rescate y ser el candidato oficial.
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