La transformación de Rosario Robles: Del amor a la traición, y de Salinas al “hombro con hombro” con EPN
Por: Humberto Padgett / Mónica Maristain - abril 30 de 2013 - 0:05Destacadas, México, TIEMPO REAL, Último minuto - 4 comentarios
Ciudad de México, 30 de abril (SinEmbargo).– Rosario Robles estaba predestinada a ser jefa de Gobierno no por la voluntad popular, sino por la de su maestro, Cuauhtémoc Cárdenas, quien había ganado la Ciudad de México en 1997 y cimbrado al Partido Revolucionario Institucional (PRI) como nunca antes nadie había hecho.
Robles accedió a la Secretaría de Gobierno de la capital gracias a su trabajo esmerado como secretaria de Organización del PRD, la segunda de a bordo de Andrés Manuel López Obrador, quien desde entonces ya desdeñaba a Jesús Ortega, secretario general.
López Obrador presidía el partido y era entendido como el eventual candidato al gobierno de la capital lo que se lograría siempre y cuando Robles hiciera bien las cosas y se obstinara en favorecer la ruta del tabasqueño.
Andrés Manuel innovaba en la estrategia electoral con las Brigadas del Sol, un conjunto de grupos distribuidos en todos los distritos electorales del DF a los que se debía ir, puerta por puerta a pedir el voto a favor de Cárdenas o en contra del PRI. Cada puerta debía ser tocada tres veces.
La enseñanza se hacía desde el pizarrón al que Andrés Manuel y Rosario rebosaban de datos. Hubo algún momento de estima entre ellos dos. Se les veía relajados en la disección electoral sección por sección: dónde debilitar, dónde fortalecer, dónde cuidar, donde colocar uno u otro cuadro.
Cárdenas ganó, gobernó casi por trámite la Ciudad de México y se postuló por tercera y última vez a la Presidencia. Dejó en el cargo a Robles cuya importancia entre los cardenistas, es otro rumor en el partido, obedeció a un supuesto romance con Lázaro Cárdenas Batel.
En poco tiempo, Rosario adquirió más popularidad que Cuauhtémoc. Tomó en cuente a las mayorías de manera decidida e intentó legislar a favor del aborto y de los matrimonios del mismo sexo y topó con la Iglesia y otros sectores conservadores dentro del partido, López Obrador incluido. Quiso continuar la investigación de los desfalcos durante la última administración priista en la capital y se enfrentó con TV Azteca. Lidió con los alumnos paristas de la UNAM a quienes todo mundo esperó que moliera a palos en la ciudad, pero logró contener la represión.
Optó por un boxeo de práctica, sin verdadero contacto, con el Presidente Ernesto Zedillo e impulsaba a su corriente como la más consolidada del país. Su ascendencia era tal que a los suyos les llamaban “Roscas”, albur y acrónimos de Rosario y Cárdenas.
Frenó a los bejaranistas. No perdió oportunidad para humillar a René Bejarano. Pero esto no importaba… en ese momento.
Rosario se mecía en los cuernos de la luna. Las encuestas la perfilaban como candidata idónea a la Presidencia de México y opacaba a cualquier mujer, incluida Amalia García, quien debía quedar físicamente aplastada entre la gente y Rosario a la que no dejaba de corear.
El 13 de abril de 2001 estalló públicamente en el periódico Reforma el famoso asunto “El cochinito de Rosario”, una millonaria sobrefacturación de los contratos publicitarios que como jefa de Gobierno suscribió con la agencia de publicidad Publicorp en una trama que implicó nepotismo, tráfico de influencias, desvío de recursos, pero del que Robles salió ilesa.
El hecho constituyó la guerra pública por parte de Andrés Manuel teniendo como operador a René Bejarano contra Rosario Robles y los Cárdenas.
Pero los cardenistas persistieron y lograron colocar a Rosario como presidenta del partido. Su dirigencia cargó con las acusaciones de corrupción y la promesa de lograr al menos el 20 por ciento, lo que no cumplió.
El partido ya estaba realmente partido. La Izquierda Democrática nacional, de René Bejarano, buscaba cualquier oportunidad para poner el pie a los cardenistas y Nueva Izquierda, de Jesús Ortega, se mantenía en la intención de controlar al instituto como fuera. Lo más importante era la guerra abierta entre Andrés Manuel y Rosario. La motivación de fondo, se decía, era el anhelo de ambos, más abierto de uno que de otra, de representar al partido en las presidenciales de 2006.
En la elección del Estado de México de 2003, en que Rosario resolvió que era necesario un helicóptero para cazar mapaches desde el aire. Y así se hizo. Era una especie de distorsión del precepto de lucha sobre que el fin justifica los medios. Cada vez más, Rosario negociaba en restaurantes, uno de sus favoritos era el Restaurante del lago, en el Bosque de Chapultepec.
“Apareció la figura de Ahumada. Al principio se entendió que era una muy válida relación sentimental, pero cuando vimos que Rosario aparecía en avión privado y desparecía en helicóptero, que la ropa dejó ser modesta y se convirtió en vestuario de diseñador y que viajaba en ocasiones en Mercedes Benz, se encendieron las alarmas. Su hija, Mariana, a la que adora, comenzó antes la transformación”, recuerda un cercano de Robles en ese tiempo.
Rosario dejó al partido empeñado por 600 millones de pesos. Ahumada, según él mismo, cubrió 200 millones de pesos adeudados a Televisa.
LA ENAMORADA ROBLES 1
Se conocieron en 2000, durante la entrega de los trabajos de remodelación del monumento Cabeza de Juárez, al oriente de la Ciudad de México. Rosario inauguraba la obra contratada a Carlos. El trato personal inició en marzo de 2001 en el restaurante Bellinghaussen de la Zona Rosa. Ahumada se reunió a comer con Ignacio Morales, Ramón Sosamontes y Patricia Olamendi; los comensales ocuparon una mesa al fondo del restaurante. En la salida, el grupo se encontró con Rosario Robles y Mario Saucedo, otro viejo militante de la izquierda nacido en el desprecio a la vía electoral.
Rosario, según Carlos, necesitaba un hotel para vacacionar la Semana Santa en Bahías de Huatulco. Ramón le habría preguntado al empresario si tenía manera de acomodarla y resultó que sí. Ahumada es un seductor que lee las ambiciones y entiende los símbolos que crean la percepción de su concreción: alquiló para Robles una suite en el lujoso hotel Quinta Real. No cualquiera, sino la suite presidencial.
Así describe Ahumada las pretensiones políticas de Rosario:
“(De) las aspiraciones políticas de las personas a las que apoyé debo decir que de todas ellas, Rosario era la que apuntaba más alto. Estaba obsesionada con ser presidenta de la República, ¡¡¡ob-se-sio-na-da!!! Definitivamente. Le dije en Berlín, en 2001, cuando viajé a Alemania, creo que fue en julio, que me parecía que podría llegar a presidir el PRD, pero que por ningún motivo sería presidenta de la República.
“Me contestó, mientras íbamos en un Mercedes Benz negro cruzando el muro de Berlín: ‘Te invito a tomar una botella de vino tinto en los primeros meses de 2007, aquí mismo en Berlín, tú y yo solos para celebrar mi nueva encomienda como presidenta de la República’”.
Luego vinieron los videoescándalos que no sólo pusieron en evidencia a su viejo enemigo Bejarano, sino a personajes tan cercanos suyos como Carlos Ímaz, compañero de causa desde la universidad, y a Ramón Sosamontes, avenido como su hombre de mayor confianza.
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Robles, como cada uno de los participantes de los videoescándalos, sabía exactamente lo que hacía. Escribió Ahumada:
“Con su gran sentido político, Salinas me dijo: ‘Carlos, hay que dar a conocer los videos lo más pronto posible, porque Bejarano y AMLO o gente muy cercana a él ya se deben haber enterado de algo (…) Despojarán de cualquier efecto mediático de trascendencia al asunto de los videos si tú estás en un problema jurídico o concretamente en la cárcel.
“Sí, Salinas fue el cerebro de los videoescándalos. Yo fui el de los videos, él fue el del escándalo. En cuanto a Diego Fernández de Ceballos, él fue el coordinador (aunque este) realmente era un títere de Carlos Salinas”.
En esa ronda jugaba Rosario. Y con algunos personajes más. Rosario también celebró una reunión oculta con Vicente Fox, Presidente de México, en un departamento aparentemente propiedad de Porfirio Muñoz Ledo, ya vuelto enemigo de Cuauhtémoc Cárdenas, el mentor de Robles. La idea, nuevamente, era encontrar una solución a la deuda del PRD que tenía a su dirigente con el agua al cuello.
Pero no sólo hubo encuentros con políticos. La estampa es de Ahumada:
“Gracias a mi mediación se pudo resolver un conflicto y la siguiente guerra de declaraciones que tenían en la prensa Rosario Robles y Onésimo Cepeda, el poderoso obispo de Ecatepec, ya que él se había referido a ella como una ‘gallina que vino a cacarear a mi gallinero’.
“Después de una larga cena en Au Pied de Cochon, un lujoso restaurante en la Ciudad de México, y de varias botellas de vino tinto, hicieron las paces y a los pocos días, el 19 de enero de 2003, Onésimo la invitó a Ecatepec y así quedó públicamente solucionado el conflicto”.
Infancia es también un torcimiento del destino: el sacerdote de la iglesia a la que Rosario asistían, de cuyo coro formaba parte, pertenecía a la Teología de la Liberación, “hacíamos pastorelas con la temática de Vietnam y la pobreza, como quiera había un vínculo con lo social sin que hubiera una claridad”, dijo Robles en entrevista con Mónica Maristain. Onésimo Cepeda, como se sabe, fue uno de los más furiosos opositores de la Teología de la Liberación en México.
LA SALINISTA ROBLES
El encuentro fue acordado para septiembre de 2003 en Londres directamente entre Ahumada y Salinas de Gortari. Rosario tenía la urgencia de encontrar salida a la deuda con que su dirigencia había ahogado al PRD y el ex Presidente sabía, quizá más que nadie, más que Ahumada, comprender los deseos ocultos de las personas a su alrededor, leer sus ambiciones, acercar los símbolos que las cristalizan.
Viajaron a Europa simplemente porque Rosario, según Ahumada, “tenía terror” de ver a Salinas en México. Cenaron y, como platos fuertes, discutieron dos temas: la influencia que ejercería Salinas para modificar la ley de tal manera que pudiera ser nuevamente jefa de Gobierno del DF si era su deseo y conseguir recursos para menguar los pasivos del sol azteca.
“Salinas dijo que apoyaría con todo para para conseguir los recursos para pagarla; que hablaría con Roberto Andrade y Arturo Montiel, en ese entonces gobernadores de Tabasco y el Estado de México, respectivamente, y con Enrique Peña Nieto, quien en aquel entonces era prácticamente un desconocido a nivel nacional. También aseguró que vería el asunto con otros mandatarios estatales y con la maestra Elba Esther Gordillo”.
El siguiente encuentro, también mediado por Ahumada, ocurrió 15 días después. Esta vez el escenario fue en La Habana, Cuba, concretamente en la casa de Salinas, una excepción en la isla con abundante vino blanco y champaña. Con habilidad, Salinas presumió su amistad con Fidel Castro.
Tomaron un auto y recorrieron la Habana Vieja. Personalmente, Salinas de Gortari condujo.
Rosario parecía lista para encontrarse con Salinas en México. Convinieron hacerlo en casa de Carlos. Ahumada llevaba en un disco compacto los videos con que se haría el bombardeo sobre López Obrador. Rosario se deshizo de la enorme mascada con que cubría su cabeza y de las gafas con que ocultaba los ojos. Prefirió esperar a que los Carlos revisaran los videos. “Una actitud ridícula”, la calificaría Ahumada.
“En la madrugada, antes de despedirnos, surgió una de las escenas más impactantes que he visto en mi vida. Salinas le mostró su biblioteca a Rosario. Había condecoraciones y fotografías, entre otros recuerdos. Cuando llegamos a la vitrina donde conserva sus bandas presidenciales, Rosario le comentó que debía ser un gran honor y un orgullo portar la banda presidencial. Salinas inmediatamente tomó una escalerita para poder subir por la vitrina y sacó una de las bandas presidenciales. Yo creía que nos la quería mostrar, y en efecto así lo hizo, pero no fue sólo eso, sino que la tomó y se la puso a Rosario cruzándole el pecho y le dijo: ‘Te luce muy bien’”.
La anécdota es sabida porque así la relató Carlos Ahumada en su libro Derecho de Réplica, en las mismas páginas en que reveló: “La primera reunión que grabé fue la reunión que sostuve con Rosario Robles, regresando de la Semana Santa de 2003, un lunes por en la noche (…)”.
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¿Qué quería cada uno de los actores? Todos, según Ahumada, destruir a López Obrador. Él algo más mundano, pero acaso menos torvo: dinero.
“Todo lo negocié directamente con Carlos Salinas (…) ¿Y por cuánto? Acordamos casi 400 millones de pesos, los cuales nunca me pagaron. Así es, nunca.
“Salinas me dio dinero a cambio de los videos. Antes de entregárselos, me hizo llegar aproximadamente 35 millones de pesos. Me los entregaron Manuel Andrade; Arturo Montiel; Enrique peña Nieto, en ese entonces Diputado del PRI en el Estado de México; Elba Esther Gordillo, y Jorge Kahwagi, el boxeador y en ese entonces Diputado del Partido Verde”.
LA ENAMORADA ROBLES 2
Si se leen las palabras escritas por Rosario a Carlos en la cartas integradas al expediente penal abierto contra el empresario constructor, se puede opinar algo más, algo que valide al menos en parte la permanente justificación de Robles respecto al escándalo político que protagonizó y que siempre quiso explicar como consecuencia de los errores de una mujer enamorada.
“Carlos:
“No sé cuándo nos volveremos a ver. Hoy te dejo aquí, lejos de todo y de todas, no porque así lo hayas decidido, sino porque las circunstancias despiadadas te obligaron a ello. Lamento mucho que estos últimos días juntos no hayan sido los mejores. Quise estar a tu lado para tomarte de la mano y apretarla muy fuerte y decirte con ese gesto tan sencillo que estoy contigo sin reservas, sin dudas, plenamente. Quise estar a tu lado para avivar la llamita de esperanza, para encenderla diciendo que nuestro amor es más grande que esta brutal prueba que nos han impuesto. Para pedirte que no te venzas, que no dejemos que nos venzan, que por muy duro que parezca no estamos derrotados.
“Quise estar a tu lado para pedirte que me perdones, para encontrar en tus ojos aunque sea un destello de esperanza para sentir que en algún momento podrás perdonarme por no haber traído nada bueno a tu vida. El otro día mientras cenábamos fuiste muy claro. Puros cojines buenos de mi lado, de lo que tú has significado en mi vida, de lo que me has traído. De tu lado sólo cojines malos. Mi amor no ha sido suficiente. Ni mi deseo de curar, de lamer tus heridas. No hay palabras, ni siquiera sentimientos, que puedan compensar lo que estás viviendo. Lo sé, por eso no puedo perdonarme mi egoísmo, mis deseos de salvarme sin saber que te estaba condenando a ti. No puedo perdonarme que estés lejos de tus hijas que es lo más importante en tu vida, que estés lejos de tu familia en la que tienes tranquilidad y paz, eso que yo no te he podido dar.
“Por eso no te culpo de tu indiferencia, de tu desamor, de tus gritos, no te culpo por nada, ni siquiera de tu rencor y resentimiento. No te culpo incluso su me dejas de querer como ya lo estás haciendo. Sólo puedo decirte que sepas que mi corazón te pertenece, pase lo que pase, nunca dejaré de amarte, y nunca dejaré e agradecerte lo que has hecho por mí. Que como dice la canción que te dejo (“Ahora”, de Ana Belén): ‘Aunque me encontrara un ángel dudaré y me haga volar tan alto como tú’, porque contigo he volado alto, he recuperado mis sueños, mis fantasías y mis deseos. Por eso sí es necesario, y a lo mejor llegó el momento de hacerlo, soy capaz de hincarme, de arrodillarme, de firmar mi carta de rendición para que a ti no te toquen. Tal vez llegó el momento de tocar una puerta y entregarme a cambio de tu libertad. O tal vez ya es demasiado tarde.
“Sé que a partir de ahora se irán las noches y casi no dormiremos, que los segundos serán muy lentos, que seguramente querré prenderle fuego a nuestra cama ante el dolor de tu ausencia, porque me estaré secando por dentro y por fuera, porque no tendré tus besos, ni tus caricias, ni tu mirada.
“Ay amor, sólo te pido que cuando la angustia, la impotencia y el dolor sean más fuertes, pienses que además de tus hijos, está un corazón cuyo amor no tiene límites, que al escuchar el sonido de las olas del mar sientas susurrándote al oído que contigo a la distancia, amado mío, estoy”.
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La versión de su enamoramiento como causa del traspié político del PRD no es un hecho admitido por los perredistas. Para algunos es al contrario.
“Rosario no es tonta ni cursi. Me acusarán de misógino si digo que ella hacía política usando sus encantos de mujer. No soy misógino, este es un secreto a voces y no digo que ese sea su fuerte. La reconozco como un cuadro preparado y como una mujer inteligente y capaz. En el caso de Ahumada, como una política al 100 por ciento que es, nunca se perdería de su visión política. No.
“Ella tomó determinaciones claras para sacar a Andrés Manuel de la carrera presidencial en acuerdo con Salinas y en esto no tenía que ver su amor por Ahumada, sino su enorme ambición de poder. Ambición: ese es el principal combustible de Rosario”, sostiene el ex Diputado y también fundador del PRD Gerardo Fernández Noroña.
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Los comuneros de San Miguel Topilejo, al sur del Distrito Federal, todavía están adoloridos con los tratos dados por Carlos Ahumada y Rosario Robles. Él comenzó a comprar tierras en ese pueblo de Tlalpan en 1995. Quería un rancho, uno enorme. Adquirió entonces 47 hectáreas de tierra de origen comunal. El predio, denominado Las Canteras, tenía colindancia casi en su totalidad con la carretera federal México-Cuernavaca.
Los pocos trabajadores de la región que contrató Ahumada salían del rancho maravillados con la opulencia del empresario: venados y pavorreales; un lago artificial, un campo de tiro y otro de futbol en el que llovían los helicópteros de donde descendían futbolistas y políticos, unos y otros igual de obsecuentes con su anfitrión a quien, tras el muro de su propiedad –escriturada a nombre de su esposa, Cecilia Gurza– se le llamaba “señor feudal” y “neocacique”.
La exuberancia de la riqueza creó pronto mitos urbanos: que el señor Ahumada era narcotraficante, que ahí dentro había elefantes y panteras, que cualquier día se le ocurriría sacar la cartera y de ahí sacaría suficiente plata para comprar el pueblo entero. Otro rumor, este cierto, es que una visitante frecuente a quien se debía otorgar un trato especialmente ceremonioso era Rosario Robles.
Antonio Morales, campesino de casi 90 años de edad, vio cómo sus propiedades quedaron cercadas por las de Ahumada. La barda perimetral del directivo del desaparecido Grupo Quart, mostró el labriego, cortó el Camino Viejo a Chicalco, paso centenario entre Topilejo y el Ajusco, lo que además le dejó sin posibilidad de aprovechar dos hectáreas de su propiedad.
Tras la colocación de la malla ciclónica, los comuneros interpusieron un recurso de amparo contra de que las tierras quedaran desincorporadas de los bienes comunales en forma definitiva, pero perdieron el recurso en el Tribunal Unitario Agrario.
Junto al despojo vino el maltrato.
“Una vez me encontré con una señora, muy elegante ella. Iba con dos hombres de los que andan armados y me paró para preguntarme, enojada, que qué hacía en los terrenos del señor Ahumada. Le contesté que eran míos, y cuando la vi bien, vi que era la señora Rosario Robles”, relató Morales.
Y junto al maltrato llegó el insulto.
La propiedad de Ahumada perdía coincidencia con la carretera en una pestaña de 50 metros de largo y unos 15 de ancho, ocupado por campesinos convertidos en comerciantes de quesadillas, gorditas y tacos. Carlos anhelaba ese pedacito de tierra, con el que sus 47 hectáreas adquirirían mayor valor aunque, en realidad, el pedazo ni siquiera era visible desde las casonas utilizadas como casas de descanso.
Ahumada propuso comprar, pero los comuneros tenían cierta cohesión contra Ahumada por la presión que ejercía contra 40 familias de Ayometitla a quienes pretendía pagarles otras porciones de tierra en 50 pesos el metro cuadrado, cuando el valor del suelo oscilaba entre 250 y 600 pesos el metro cuadrado.
Ahumada insistió.
Los campesinos volvieron a decir que no.
Entonces Carlos ordenó descargar, en el interior de su propiedad y en colindancia con los vendedores de comida, dos camiones de volteo con excremento de cerdo.
El hedor atrajo un torbellino de moscas y alejó a los pocos clientes.
“Era un hijo de la chingada, un cacique”, dice un hombre que al insultar a Ahumada le descansa el alma. “Y por aquí andaba, también con gesto de reina, la señora Rosario”.
***
En 2008, la periodista y hoy editora de sin embargo realizó una extensa entrevista con Rosario Robles. La conversación, hasta hoy inédita, permite ver a Rosario levantándose de la lona, saliendo de la depresión. Sugiriendo que el sueño de ser presidenta seguía ahí, maltrecho, pero aún dentro de ella.
–¿Qué fue Carlos Ahumada en su vida?
–Pues, pasado, ya pasó, no me gusta hablar de mi vida privada.
–Pero, ¿fue un elemento de la vida privada, porque tuvo una connotación política muy importante?
–Porque se utilizó para golpear políticamente. Afortunadamente, se comprobó claramente ni un contrato con él siendo jefa de gobierno, al contrario, siendo presidenta del partido le fue peor a él como empresario, todo eso se aclaró, no sólo con el tiempo, sino judicialmente, eso para mí es un elemento que está más que claro que fue un elemento que utilizaron para golpearme, ante el cual yo no tuve una respuesta adecuada, hay que asumirlo de esa manera, yo cometí mis errores.
–¿Cuáles fueron esos errores?
–Bueno, como lo dije en su momento, el no haber diferenciado mi vida privada de la pública, pero forma parte del aprendizaje, son los costos que nos toca pagar a nosotras como mujeres, hay que aprender de mi experiencia y otras mujeres tienen que aprender de mi experiencia, pero sin sacrificar nuestra libertad, yo no creo que nos debamos meter al clóset, tenemos que defender nuestros espacios y defender nuestros amores y defender nuestras relaciones; pero también debemos entender en que juego estamos, cuál es la trinchera que hemos asumido y cuyas reglas todavía no son las nuestras, entonces tener la inteligencia para jugar en los dos planos.
–Quiero que me hable de los días negros, que desde el punto de vista político tiene que haber sido lo más difícil que le ha tocado pasar y quiero que me diga honestamente cómo se sitúa frente a una persona que es usted misma, que tiene un balance muy importante en su gestión de gobierno y que sin embargo hoy es mirada como “la jefa de gobierno enamorada”.
–Qué bueno que es por eso. Lo que dices irónicamente, muchas mujeres me abrazan por eso, porque soy igual que todas, soy un ser humano no soy diferente, creo que es una fortaleza no es una debilidad, paradójicamente, y la gran fortaleza está en que tiraron a matar y aquí estoy más viva que nadie, teniendo mayor presencia que muchos de esos políticos de izquierda en el imaginario con la gente, con las mujeres. Pienso que lo que he demostrado es que si se puede, y que se pueden sortear esos vendavales que fueron durísimos.
–La acusan de propiciar una mejor carrera de empresario a Carlos Ahumada por su relación personal.
–No, más bien todo esto surgió cuando empezaron los videos, en donde él aparece con otros políticos del PRD. Obviamente había una relación personal, entonces todo el mundo voltea a mirarme a mí y a culparme a mí por lo que habían hecho los que aparecen en los videos, yo soy la culpable de lo que hacían otros. Yo lo conocía como empresario, pero durante fui jefa de gobierno conmigo no tuvo nada que ver, no tuvo ningún contrato a nivel del gobierno central; mi relación personal inició antes de que fuera presidenta del partido, le fue peor, nunca se logró demostrar nada. Creo que la gente tiene muy claro el asunto, como tú dices “perdió por amor”, pero no dicen que haya hecho contratos o que me llevé dinero, ésa para mí es una gran tranquilidad.
–¿Cómo empezó a notar estas maniobras?
–El problema es que nunca las noté, me negaba a verlas. Todo el mundo me decía de dónde venían los ataques, esos ataques venían de la oficina del jefe de gobierno de la Ciudad de México, que me veía a mí como a alguien a quien había que quitar del camino y golpeándome a mí también se golpeaba al ingeniero Cárdenas y a toda esa corriente, porque yo estaba ahí en las encuestas junto con él, y eso es intolerable para un hombre que tiene una visión autoritaria y que a las mujeres nos ve como “Adelitas”, no como sus pares.
–Bajó al Zócalo para hablar con la policía, ¿le tocó la puerta a Andrés Manuel para encararlo?
–Absolutamente, cuando yo iba a ser candidata a la presidencia del partido y vi que él estaba poniendo obstáculos, le toqué la puerta y le dije que él tenía derecho de apoyar a quien quiera, nada más que quería saber por qué estaba obstruyendo mi camino, ya no le dije que estaba ahí gracias a mí, en gran medida, porque yo hice mucho desde la jefatura de gobierno, para que él pudiera ganar la elección del 2000.
–¿Él es la persona que más la traicionó en la política?
–No sé si llamarle traición, creo que él estaba en su juego de ser el único candidato del PRD en el año 2006, él tenía ese objetivo. Él tiene una visión de sí mismo como el salvador de la patria, entonces en su misión vale todo, pisotear a quién sea. Lo que yo no entendí fue esa lógica, yo debí haber armado mi propio proyecto dentro del proyecto colectivo.
–¿En esos momentos tan duros que le decía Cuauhtémoc?
–Siempre hubo palabras de apoyo y de solidaridad, pero yo entendí que era un momento en el que yo tenía que asumir mi responsabilidad, siempre di la cara. Al final de cuentas, creo demostrarle a todo el mundo que tenía el temple y la fortaleza como lo he logrado, porque si algo se valora es eso, no hay político que haya sorteado una ofensiva, porque fue una ofensiva en el terreno personal; yo no era dueña ni de casas, ni de autos lujosos, dueña de nada, nunca lograron sacar un contrato firmado por mí de nada. René Bejarano sacó unas cuentas y en la noche los propios medios se habían encargado de mostrar que eran absolutamente falsas, en ese sentido todos esos ataques chocaron contra pared, porque yo jamás tomé un centavo que no fuera el que me perteneciera por mi salario, pero me dieron en donde más duele, en la parte personal, en la vida privada, en tu exposición como mujer. Se atrevieron a hacerlo conmigo como no se atreven con ningún varón, que esté en una posición de poder, con otras mujeres tal vez no lo han hecho porque su presencia no era tan subversiva como la mía, la mía era profundamente subversiva; venía de hacer una “Ley Robles”, que le daba el derecho a las mujeres a decidir sobre su cuerpo, era una mujer que empoderaba a otras mujeres, que subvertía este orden patriarcal, era profundamente peligrosa y había que golpear ahí, yo no tuve una estrategia, no es que no tuviera una estrategia de poder, he sido jefa de gobierno, presidenta no de un partido chiquito, sino de uno de los partidos más importantes de este país.
–Dígame la verdad, ¿no extrañó el poder?
–Ni como extrañarlo, no había manera, lo que quería era salir del vaso en el que me estaba ahogando, evidentemente era una situación de sobrevivencia no había forma de extrañar.
–¿Quién fue su sostén en esos momentos?
–Mi hija Mariana, mi madre, mis amigos, Mariana como algo muy importante.
–¿Qué hacía en esos momentos, escondía los periódicos?
–No, no, Mariana estaba enterada de todo, mi madre, también, fueron mi soporte. La solidaridad de mis amigos, de mi familia fue algo muy importante, porque yo tenía una gran soledad.
–¿Lloró mucho en esa época?
–Mucho, muchísimo, pero siempre digo que uno aprende de esto, yo me siento ahora como una mujer más sabia, pero una sabiduría no el sentido prepotente, sabiduría frente a la vida, frente a las circunstancias que se te presentan y siento que a mí me tocó abrirle brecha a las mujeres, que me adelanté tanto, me tocó enfrentar circunstancias que dan una enseñanza y que esa enseñanza debe servir para otras, para que lleguemos todas, para que podamos romper ese techo de cristal y estoy convencida que una mujer sola no puede, tiene que estar ese sostén, que tiene que estar ese soporte, esa solidaridad entre nosotras para poder llegar. Eso yo lo he aprendido mucho y por eso a mí me importa mucho apoyar a otras mujeres, he entendido que a veces somos muy ligeras al juzgar a otras personas, se juzga con mucha ligereza sin pruebas, he aprendido todo este papel de los medios de comunicación que se han convertido en ministerios públicos, que te juzgan por encima de las instituciones, pero que luego no son capaces de pedir una disculpa por haberse equivocado, todo eso forma parte de mi aprendizaje, creo que soy de los pocos políticos que hay en el país que está capacitado para enfrentar adversidades, porque es muy fácil prepararte como político con todo el poder con todo el dinero que te da un presupuesto, por ejemplo el de la ciudad de México, y grandes obras, pero prepararte frente a la adversidad cuando no tienes nada más que tu persona y tu convicción de que el que nada debe nada teme, y ahí no tienes ni dinero para pagarle a los medios, ni para hacerte una campaña favorable, sola tú y el mundo, eso lo he superado, es una fortaleza que muy pocos políticos le podemos ofrecer a este país.
–¿Cuántas mujeres puede mencionar en la política mexicana que admire, que respete?
–Muchas, Beatriz Paredes, por supuesto, es una mujer a la que respeto muchísimo.
–¿Es su amiga?
–Soy su amiga, pues todas nosotras hemos luchado mucho; María García, por supuesto, la respeto y la admiro, compañera también de muchas luchas; Margarita Zavala, que a pesar de las diferencias que tenemos desde el punto de vista político, siempre pudimos dialogar, platicar, para mí es alguien que siempre ha tenido muy claro sus objetivos y que está convencida de sus causas, creo que eso vale mucho. Paty Mercado, por supuesto.
–¿Cuánto tiempo falta para que haya una presidenta mujer en México?
–Pues, yo espero que muy poco, creo que a México le está haciendo mucha falta la mano femenina, que esta guerra es entre hombres y las mujeres no estamos siendo protagónicas y por otro lado nadie nos está hablando a nosotras, que somos la mayoría, nadie le habla a las mujeres y las mujeres somos las víctimas de esta guerra, somos las que andamos recogiendo cadáveres, somos las viudas, somos las huérfanas, las mujeres somos las que estamos con el Jesús en la boca, porque nuestros hijos están en la calle, somos las que estamos preocupadas porque no sabemos con qué los vamos a alimentar al día siguiente y nadie nos habla a nosotras, no hay político que sepa dirigirse a las mujeres.
LA SECRETARIA ROBLES
Sonreía. Rosario irradiaba felicidad. En ella cabía perfectamente la frase que Salinas de Gortari utilizó para reflexionar sobre su sentir de la nueva derrota de Andrés Manuel López Obrador y el regreso del PRI al gobierno federal. “Lo cierto es que yo estoy aquí, con los que ganaron”, reviró Robles cuando alguien le intentó recordar su pasado anti priista al poco tiempo de su presentación en septiembre de 2012 como parte del equipo de transición de Peña Nieto.
Reía.
“La única manera que se puede entender el acomodo de Rosario Robles dentro del gabinete de Peña Nieto es porque así lo pidió Carlos Salinas de Gortari”, dice a la distancia Gerardo Fernández Noroña. “Es el evidente favor por participar en el intento de aniquilación de Andrés Manuel López Obrador”.
Lo cierto es que algunos priistas consultados debieron hacer el viejo esfuerzo de disciplina ante el nombramiento de Robles a quien se le considera arribista y vieja opositora. En los pasillos del Senado se sabe bien del odio que le dedica David Penchyna, por citar un caso.
Pero, ave de tempestades, como se ella se dice por los conflictos que marcan su trayectoria, al poco tiempo enfrentó un nuevo escándalo. Videos nuevamente. En las imágenes y audios presentados a mediados de abril esta vez por el Partido Acción Nacional se escucha claramente a funcionarios locales de Veracruz y federales apostados en ese estado convenir el uso electoral de los recursos de la Secretaría de Desarrollo Social para garantizarse la perpetuidad política en ese lugar.
Panistas y perredistas exigieron la dimisión del gobernador Javier Duarte y de Robles Berlanga. “Sus renuncias o el Pacto por México”, amagaron los aliados políticos del Presidente y con quienes ha logrado avanzar de manera inédita en la serie de reformas.
Los priistas han defendido a Robles con los mismos argumentos que lo hicieran cuando la otra Robles denunciaba el uso electoral de los recursos. Palabras más palabras menos: “las intenciones electorales están en quienes acusan, la secretaria de Desarrollo Social no ha tenido nada que ver con eso que dicen que pasó”.
Y finalmente Peña Nieto. En un acto de la Cruzada Nacional contra el Hambre en Chiapas, el Presidente se dirigió a Robles: “Rosario, no te preocupes. Hay que aguantar, porque han empezado las críticas, han empezado las descalificaciones de aquellos a quienes ocupa y preocupa la política y las elecciones”.
Rosario sonreía.
El 25 de abril, el PAN presentó una queja formal ante el Instituto Federal Electoral contra Javier Duarte, Gobernador de Veracruz; Rosario Robles, Secretaria de Desarrollo Social, y funcionarios del Registro Federal de Electores. Al menos por este caso y de manera oficial, Rosario ha quedado dentro del mismo saco que personajes como Duarte, reiteradamente señalado en México y el extranjero de ser al menos beneficiario de la muerte y desaparición de una decena de periodistas, de compararse a sí mismo con el dictador español fascista Francisco Franco, de estar bajo sospecha de estar al menos cerca del narcotráfico que devora su estado.
Ernesto Cordero, coordinador parlamentario del PAN en el Senado, utilizó el foro del Congreso, como tantas veces lo hiciera la Diputada Rosario para tundirla:
“Ya no sólo sus acciones no tienen límite, sino también el cinismo no tiene límites. El mofarse, como dan cuenta sus declaraciones del día de ayer (miércoles), que estaba muy contenta, casi sonriente, hilarante, de que le habíamos hecho promoción a su Cruzada contra el Hambre de a gratis, pues me parece que esa señora ni tiene idea dónde está parada”, dijo en conferencia de prensa.
Aparte, Miguel Barbosa, líder de los senadores del PRD y ex compañero de causa de Robles, específicamente la de hacer de Cárdenas el próximo Presidente de México, puso lo suyo.
“Es inadmisible que siga prevaleciendo esa idea de que el Gobierno maneja los recursos cualquiera que sea para preservarse en el poder; los recursos son para servir, para poder disminuir la enorme desigualdad que existe en la sociedad, así es que por eso me pronuncio.
“La oposición ha instalado una posición de la especie de moción de censura, así es que no veo factible que la Secretaria pueda seguir desarrollando las funciones públicas del cargo (…) Veo inviable que Rosario Robles pueda seguir fungiendo como secretaria”.
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El 23 de abril, Rosario debió atravesar la aduana del Senado. Debió sentir nuevamente la expectativa de un recinto legislativo cuando una presa de buen tamaño es llamada a comparecer. Le tocó dirigir la cacería más de una vez entre 1994 y 1997. Ahora, ella la funcionaria con el tiro al blanco en el pecho.
Durante cuatro horas, viejos aliados y nuevos enemigos se abalanzaron sobre Robles. Hacía calor en todos los sentidos posibles.
“Por sus planteamientos retóricos y demagógicos, por su falta de claridad, de congruencia, de explicación y de transparencia, el PAN la desconoce como interlocutora”, le dijo la legisladora Adriana Dávila.
Nostálgico, su ex compañero de Facultad, Encinas le recordó el reencuentro, pero ahora desde trincheras opuestas. “Esta película yo ya la he visto. La operación del programa está no en especialistas de combate a la pobreza, sino justamente los operadores fundamentales del PRI, que tienen una vasta experiencia en medrar con la pobreza de los mexicanos”.
Le recriminó el ex jefe del Departamento del Distrito Federal Manuel Camacho: “O usted renuncia o tiene la valentía que dice tener para decirle al Presidente que se equivocó y que rectifique. No tema, señora secretaria, hablarle al Presidente con la verdad y poner de por medio su renuncia”.
La rueda de la fortuna: el ex priista y perredista Manuel fustigaba a la ex perredista avenida al gobierno priista Rosario.
En medio de la tormenta –no le son extrañas–, Rosario Robles cerró la posibilidad de irse por su propio pie. Respondió a Manuel Camacho que el Presidente no le entregaba ninguna concesión para el ejercicio de la corrupción.
“Y quiero decirle con mucha claridad: el que nada debe, nada teme. Ése fue el sentido de las palabras del Presidente.
“Porque la única batalla que yo tengo, la única batalla de la que me siento absolutamente orgullosa y congruente con lo que he sido siempre, es la batalla contra el hambre, la batalla para que millones de mexicanos tengan qué comer y yo, Rosario Robles, me pueda ir tranquilamente a dormir en la noche porque sé que un mexicano, una mexicana, o un niño, una niña están en mejores condiciones a partir de mi trabajo”, refutó a Camacho.
La rueda de la fortuna. Habla un muchacho que ha hecho al Ho Chi Minh de la Facultad de Economía su origen ideológico, como Rosario Robles lo hiciera hace casi 35 años, mucho antes de que naciera el joven Adrián Velázquez, de octavo semestre de Economía, que la cuestiona:
“De ella se cuenta que tuvo una fuerte actividad política en la Facultad, que era contestaría y combativa al grado de inundar en una ocasión el Auditorio Ho Chi Minh en reclamo por su uso para todos los estudiantes. Hoy trabaja para el mismo gobierno al que criticaba, para un PRI aún más retrógrada y con una dinámica corporativista más fuerte.
“No es la estudiante crítica que logró triunfar y acceder al poder para cambiar las cosas. Está en la misma lógica priista. Los videos y audios demuestran que se dejó llevar a una organización completamente corrupta y de la cual participa. Su posición en el gabinete de Peña Nieto es aún peor por la simulación a la que se presta de una posición crítica al interior de una representación de renovación y democracia. La Cruzada contra el Hambre es más asistencialismo, corporativismo y política clientelar.
“Es evidente la ruptura de facto con el pensamiento crítico al que dijo pertenecer, especialmente al maoísta, que es tan duro en su praxis. Si Rosario Robles pretendiera regresar a esta Facultad, ni siquiera lograría entrar”.
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