Violencia y fragilidad
Rolando Cordera Campos
Lo dicho en mi artículo del jueves pasado: México se presenta como país inapropiado, como postula Mario Luis Fuentes en el México Social de este mes, pero no sólo para la niñez que encarna su futuro, sino para vastos espacios y contingentes humanos de la sociedad nacional donde se cuece a fuego lento o ardiente el presente discontinuo de su democracia. Sin un orden público legítimo, capaz de usar la fuerza y la coacción junto con la disuasión cívica y política, no hay democracia; puede haber movilización y luego concertación fruto de una u otra negociación, pero no el régimen basado en la discusión y la deliberación que da sentido y densidad al tan invocado
estado de derecho, que se niega a caer sobre nosotros como don del cielo. Y en esas estamos –o están– los habitantes de Guerrero, Michoacán y Oaxaca y nosotros con ellos, de modo conjetural si se quiere, pero no menos real, dada la profusión de mensajes e imágenes, juicios sumarios y vocaciones histéricas que forman el contexto de nuestros desencantos y desventuras rumbo al verano.
Lo malo es que esta práctica de entendimientos bilaterales y en lo oscurito contagió a varios movimientos de origen popular cuya raigambre social no pudo traducirse en formas institucionales duraderas que, a la vez, propiciaran un entendimiento sostenido y sostenible con la política formal democrática. De aquí el dualismo político que a tantos desespera. Tal vez por esto el Congreso, en vez de ser el foro deliberativo por excelencia, sea coro del reclamo y el lamento, de la impropiedad en el trato republicano entre sus propios componentes y, al final de cuentas, la arena de poco transparentes tratos y maltratos entre las fuerzas movilizadas y quienes pueden o sueñan servir como correas de transmisión con los poderes de a de veras y de hecho.
Nuestro tránsito democrático fue cruzado por amplias y estrechas movilizaciones que, sin embargo, no desembocaron en mudanzas constitucionales imaginadas para darles cauce y perspectiva. Como si nada hubiese pasado, como si nuestro viaje hacia la democracia no hubiere encarado momentos traumáticos y peligrosos, como el cisma priísta y su secuela sangrienta de 1988 en delante, o el levantamiento zapatista, con secuela similar, o los asesinatos políticos de 1994 y su cauda de sangre y criminal opacidad, etcétera. En 2000 se olvidó o arrumbó todo y se imaginó, desde el poder constituido por las urnas y los partidos, pero también por los partidos mismos y aquellos movimientos que quedaban, que no restaba sino ocupar los espacios y gozar las prebendas atribuidas a un orden democrático normal cuyos orígenes inmediatos, excepcionales dada la naturaleza de su transición, prefirieron ignorarse o depositarse en el archivo muerto de una democracia inexistente.
La desfachatez con que actúan dizque profesores enmascarados o los gobernantes del caso que los convocan a negociar; la agresividad y violencia que acompañan a estas ceremonias nefastas; la continuidad del juego siniestro de gallos y gallinas impuesto como costumbre por las sombras del corporativismo político posrevolucionario; la disposición al simulacro de quienes desde la barrera dan consignas a los combatientes o decretan el fin de la democracia que siempre esperaron vendría de arriba, gracias al gobierno de la gente decente inaugurado por Fox y su junta... de negocios; en fin, todo esto y más da cuenta de un régimen frágil, inconcluso, que necesita del pacto y el gran acuerdo, no digamos para avanzar, sino para durar y auspiciar nuevas formas de gobierno que respeten los principios democráticos pero que a la vez se hagan cargo de la dificultad profunda que encara su naturalización.
Tras décadas de vivir archivados por un régimen que no se resignó a serlo de excepción, sino que se atrevió, a veces con éxito, a imaginar nuevos contextos estructurales e institucionales, dirigidos a configurar novedosos arreglos políticos y económicos que le permitieran al país débil y adolorido emergido de la guerra civil ocupar un lugar digno en el mundo, los ritos democráticos topan hoy con la adversidad elemental condensada en la cultura de la simulación que desemboca fatalmente en el culto de la corrupción sin importar franquicia partidaria. Esto y más se hizo con base en acuerdos y entendidos, encuentros y desencuentros que poco atendieron al código democrático y su derecho público.
Insistir en seguir así, por una ruta pretendidamente pragmatista, no puede sino empedrar el camino del infierno de una violencia sin fecha de término, mientras nuestras grandezas se contabilizan fútilmente en Wall Street. La reforma que falta y debería venir ya es la del Estado, porque ahí se dan cita sin falta nuestras miserias presentes y heredadas del autoritarismo y su presunción de eternidad, gracias al cambio siempre dirigido desde la cumbre, pero también nuestras potencialidades y esperanzas en un curso diferente de democracia y equidad.
La educación y su calidad y alcance universales han vuelto por sus fueros en estos tristes días de la batalla por la autopista o la de-construcción de edificios cívicos o sedes políticas. Si lo que se quería era coronar esta antiodisea con la ocupación grotesca de la Torre de Rectoría, podría decirse que
todo se ha consumado, mientras encontramos el tiempo y la forma para el rescate real y simbólico de la educación pública que debe extenderse a sus niveles superiores cuanto antes, dada la inapelable demanda de la demografía. Se trata, no sobra reiterarlo, de una de las pocas reservas del viejo sueño liberal mexicano que la Revolución quiso convertir en tesoro público siempre renovado y que hoy quiere negarse so capa de defenderlo. La fragilidad del Estado puede superarse tratando de emular a Sierra o Vasconcelos. Aquí sí que la violencia no puede tener cabida.FUENTE LA JORNADA
Vendeplayas-Hernández
Otra entrega a extranjeros: franjas de frontera y mar
Antonio Gershenson
Por lo pronto, fueron aprobados por la Cámara de Diputados cambios al artículo 27 de la Constitución. Esto es peor de lo que se ha dicho públicamente: entre lo dicho está la prioridad del turismo de extranjeros sobre la agricultura o industria nacionales. Se ha señalado que los extranjeros pueden bardar
susterrenos y evitar el acceso a mexicanos a playas o franjas fronterizas. Y otras cosas similares.
Hay plantas antiguas y con técnica atrasada. Pero generan electricidad barata, ya que no consumen ningún combustible. Es posible y necesario trabajar para construir plantas generadoras de electricidad con la energía que tenemos ahí, con tecnología avanzada. Es el colmo dar preferencia a áreas turísticas o, en general, a extranjeros sobre una de nuestras mejores fuentes de energía.
No es difícil librarse de las plantas sucias que la antigua CFE instaló. En varios lugares hay plantas limpias, tal vez las más cercanas sean las que llevan décadas en el sur de California.
El Golfo de California, o Mar de Cortés, tiene una serie de fallas geológicas que lo abarcan de norte a sur. La energía bajo el mar que esto implica es gigantesca. Las fallas separan a dos gigantescas placas, la Placa del Pacífico y la Placa de América del Norte.
Un ejemplo son tres fallas: los llamados canales de Ballenas y Salsipuedes, porque las fuentes de calor están cerca de las costas y, en amplias áreas, a baja profundidad. El llamado Canal de Ballenas tiene ese nombre porque en general el agua marítima tiene aproximadamente 30 grados centígrados, y las ballenas llevan ahí a sus críos para su alimentación, cuidado y crecimiento.
Tomamos un ejemplo de una tesis de maestría del Cicese (Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada):
Se observó una actividad magmática debajo de las cuencas Salsipuedes Norte y Salsipuedes Sur.El magma es algo así como roca fundida, que corre por abajo del mar, y esto nos puede dar idea de la alta temperatura en que se encuentra. En estas áreas, la distancia de lo más profundo a la tierra, a la península, es de menos de 20 kilómetros. Y la mayor parte de ese fondo marino es de 200 metros de profundidad o menos.
Se pueden perforar pozos, como los de petróleo o de agua, desde la orilla de tierra, hacia abajo y por abajo del mar. Del pozo perforado salen vapores de ácidos y otras sustancias corrosivas.
Dependiendo de las sustancias corrosivas y de su temperatura, serán las súper aleaciones que se usen, que contienen entre otros materiales níquel, cromo y titanio. La CFE, al no usar estos recursos, ha causado corrosión en amplias partes de las plantas que ha instalado.
Las súper aleaciones permiten que el vapor sea más caliente que el que usa la CFE (150 grados), llegando el del ciclo superior, a los 530 grados que usa una turbina comercial de vapor, o incluso a más de 600 grados para los generadores más modernos. Aunque el costo suba, el aumento de la eficiencia hace al proyecto más económico que los que ha instalado CFE, y de mejor calidad. Además, se aprovecharía el vapor de salida, por ejemplo para la desalinización de agua del mar, y no como ha hecho la CFE, que ha instalado torres de enfriamiento.
Para plantas eficientes y limpias se usa un intercambiador de calor. Es un dispositivo que contiene un recipiente con un líquido buen transmisor del calor. Los tubos con vapores muy calientes que vienen de abajo o, en general, del tubo excavado y de aleación adecuada, y vuelven a bajar; mientras, calentaron estos tubos al recipiente, y éste a su vez calienta otro tubo de vapor limpio, que transmitirá a la planta ese calor que va a generar la electricidad.
Los beneficios para el país son enormes, y nunca deben ser relegados en beneficio de hoteles, playas o turismo en general. Se pueden y deben desarrollar industrias, que podrán usar la electricidad, como vimos, sin ningún combustible. Se pueden suprimir las importaciones de gas natural en la frontera norte, sobre todo en Baja California, y usar la electricidad de la geotermia. También de la parte norte del país, en la cual los burócratas quieren hacer su gran negocio importando gas desde Estados Unidos.
Se puede, además, electrificar toda la península de California que no lo está aún. Y hacerlo con la costa de Sonora y Sinaloa que lo requiere.
En general, la energía geológica –sólo estamos considerando ejemplos, aunque sean de los más importantes– es demasiado valiosa para el país como para andar vendiendo a extranjeros tramos de tierra o de playa de acá y allá.
antonio.gershenson@gmail.comFUENTE LA JORNADA
Cárceles: tragedia que no cesa
En el penal potosino de La Pila ocurrió ayer un choque entre reclusos que dejó como saldo 13 muertos y 65 heridos; de estos últimos, unos 20 requirieron hospitalización por la gravedad de sus lesiones. Según la directora estatal de Prevención y Readaptación Social, Concepción Tovar, el pleito se originó por el hostigamiento que algunos de los internos sufrían por parte de un grupo que opera en el interior de esa cárcel y que
se dedica al robo de las pertenencias de los reclusos de nuevo ingreso, a quienes incluso les quitaban el dinero que obtenían por la venta de artesanías. La funcionaria abundó:
Es algo que ya teníamos detectado, pero que los propios internos no querían denunciar por miedo a represalias.
no se ha perdido el control del estadoa raíz de la riña y que
el penal está controlado. En las cárceles de San Luis Potosí, como en las del resto del país, lo habitual es que poderes establecidos por los propios reclusos y por estamentos externos de la delincuencia organizada, generalmente en complicidad con autoridades penitenciarias venales, asuman, al menos en parte, el control de los establecimientos y hagan de ellos espacios ajenos a sus declarados propósitos.
Si las prisiones debieran ser establecimientos en los que fuera particularmente estricto y cierto el ejercicio de la autoridad y la observancia del marco legal, la corrupción generalizada ha provocado que sean, en cambio, territorios sin más ley que la del más fuerte, o del más pudiente en términos monetarios. En septiembre del año pasado tal situación fue expuesta en toda su crudeza en un informe de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) en el que se indicaba la existencia de
autogobiernoso
cogobiernosen 60 por ciento de las cárceles nacionales: organizados adentro de los penales o articulados con las instancias criminales que operan fuera de ellos,
los reclusos tienen las llaves de las celdas, deciden quién entra y qué áreas se pueden visitar; imponen castigos, impiden la visita íntima y la entrada de los abogados defensores de los reclusos; cobran protección y tienen el control de los penales porque hay colusión y complicidades de funcionarios( La Jornada, 25/9/2012).
No es de extrañar, en esta circunstancia –que no parece haber variado en los últimos siete meses–, que la explosividad se encuentre a la orden del día en los reclusorios y que con cierta frecuencia estallen en ellos motines y pleitos que suelen dejar resultados trágicos de muertos y heridos.
Ciertamente, el descontrol en los centros de reclusión no es, ni mucho menos, exclusiva de México, pero en el caso de nuestro país tal situación tiene como agregado el palmario fracaso de una estrategia de seguridad, la del sexenio anterior, que no ha sido reformulada de manera clara y exhaustiva por la administración federal actual. Ello es particularmente urgente por lo que hace a la evidente necesidad de concebir una política carcelaria integral que, en vez de atentar contra el estado de derecho, contribuya a reforzarlo en forma eficaz.
Ha de tenerse en cuenta, por último, que el grado de civilidad de una sociedad puede medirse de manera inequívoca en la forma en la que trata a sus integrantes más vulnerables, y la gran mayoría de los presos –procesados y sentenciados– corresponde sin duda a esa categoría. Por eso, más allá de la obligatoriedad de deslindar satisfactoriamente las responsabilidades por los sucesos de La Pila, el conjunto de autoridades de los tres niveles de gobierno deben armarse de voluntad política para emprender el saneamiento de las prisiones nacionales, devolverlas al imperio de la ley y formular y aplicar una estrategia acorde con los sentidos rectores de nuestro sistema carcelario: la impartición de justicia, la prevención de la delincuencia y la rehabilitación y readaptación social de los infractores. Tolerar que el descontrol penitenciario persista y se agrave equivale, a fin de cuentas, a alentar un nuevo triunfo de la barbarieFUENTE LA JORNADA
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