PAN y Pacto: moraleja cumplida
La rana en un principio se negó porque sabía que el alacrán era traicionero y podía picarle. Sin embargo, el alacrán insistió mucho hasta que por fin la convenció, trepó en ella, se lanzaron al río y a la mitad del mismo el alacrán le picó.
Al sentir el aguijonazo, y antes de hundirse, la rana le preguntó:
–¿Por qué me picaste si te ayudé?
Y el alacrán le contestó:
–Es mi naturaleza, soy así.
La enseñanza de esta historia, como en todas las fábulas, plantea: “Lo único a lo que nadie puede traicionar es a su propia naturaleza”.
Y sí, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el gobierno federal que de él emanó no ha traicionado su naturaleza.
Tras convencer a los partidos Acción Nacional (PAN) y al de la Revolución Democrática (PRD) de firmar el Pacto por México y sacar adelante las reformas que el Presidente Enrique Peña Nieto necesitaba para arrancar con el pie derecho su sexenio, ahora ha soltado el piquete traicionero, igual que el alacrán de la fábula, un animal irracional que actúa por instinto.
Al Presidente Peña Nieto y al PRI no les gustó que el blanquiazul tocará sus intereses y menos que se metiera con el programa estrella del gobierno federal: La Cruzada Nacional contra el Hambre.
A las denuncias pública y penal de Gustavo Madero Muñoz, por el supuesto desvío de recursos federales para apoyar a los candidatos del PRI en Veracruz y también en Baja California, el gobierno de EPN ha respondido tibiamente e incluso con ironías, subestimando la gravedad de las acusaciones panistas.
Madero Muñoz, quien en nombre de Acción Nacional pidió la renuncia de la titular de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), Rosario Robles Berlanga, y del Gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, por organizar una red de 57 funcionarios federales y estatales en apoyo de los candidatos priistas de esa entidad, recibió de Peña Nieto una réplica desinteresada.
El viernes 19 de abril, el Jefe del Ejecutivo federal hizo público su apoyo a Rosario Robles sobre las acusaciones que la involucran en el supuesto mal uso del dinero de programas sociales del Estado. “Rosario: No te preocupes, hay que aguantar, porque han empezado las críticas, han empezado las descalificaciones de aquellos a quienes ocupa y preocupa la política”, le dijo públicamente.
En sólo cinco días, a partir del pasado 17 de abril, cuando Madero acusó al PRI, a Duarte de Ochoa y a Robles de tener una “estructura paralela” que utiliza los recursos de los programas sociales de combate a la pobreza para ponerlos al servicio de la maquinaria electoral del tricolor, el futuro del Pacto por México se llenó de nubarrones.
Ahora, consciente de que el alacrán lo picó a traición, el líder de los blanquiazules decidió poner un hasta aquí con su “socio” en Los Pinos: desde ahora, el PAN no acudirá a ningún evento del Pacto por México hasta que se aclare la situación sobre el uso de programas sociales para beneficiar al Partido Revolucionario Institucional en las próximas elecciones en Veracruz.
“Voy a convocar a Comisión Política del PAN, para definir la posición de mi partido y su relación con el gobierno de Enrique Peña Nieto en esta situación y, por mientras no voy a acompañar y no voy a asistir a ningún evento del Pacto por México”, dijo Gustavo Madero en entrevista para el programa “Atando Cabos” que conduce Denise Maerker.
Y es que los panistas no sólo no están viendo respuestas serias a sus demandas de transparencia en materia electoral, sino que éstas se suma la exigencia de aclarar cómo y por qué se decidió nombrar a priistas como delegados de la Sedesol justo en las entidades del país que el próximo 7 de julio irán a las urnas.
A estos reclamos se ha sumado el PRD. El coordinador del sol azteca en el Senado, Luis Miguel Barbosa Huerta, afirmó que los nombramientos de delegados de la Sedesol tienen signos electoreros y a pesar de que el gabinete federal sabe de esta situación no ha habido respuestas sobre el caso. Si Rosario Robles incumplió la ley, “que se preocupe, aunque alguien le diga que no lo haga”, destacó.
Cinco meses después de que la rana ayudó al alacrán a cruzar el río, el arácnido le ha clavado el aguijón. Por fortuna la herida no es mortífera, pero el veneno regado ha destruido la confianza: el Pacto por México comienza a hacer agua, lo que significa que ahora Peña Nieto, quien con su desdén ha alejado a sus socios de la oposición, comenzará a gobernar sin más cheques en blanco de la mayoría opositora en el Congreso.
¿A poco Peña Nieto va a romper dos promesas?
Porque ¿a cuál Peña Nieto le hacemos caso? ¿Al del manifiesto por una Presidencia democrática, que prometía no volver a un pasado ya superado? ¿O al que en tono casi desafiante el viernes subestimó las grabaciones donde se evidencia la operación electoral de funcionarios de Sedesol y del gobierno de Veracruz?
En mayo del año pasado, arrinconado por el movimiento #YoSoy132, Peña Nieto presentó a la nación el Manifiesto por una Presidencia Democrática. En ese documento aseguró que “el valor del voto y el respeto al ejercicio de las libertades políticas que hoy como país tenemos es una conquista irreversible lograda por muchos mexicanos”. El entonces candidato agregó que pertenecía “a una generación que ha crecido en una cultura democrática y quiere seguir viviendo en la democracia. Vamos a ganar el futuro que merecemos, no a reinstaurar pasados que superamos”. Tras apuntar lo anterior, en el apartado número 8 de ese manifiesto, denominado Elecciones libres, el abanderado del PRI se comprometió a que “como Presidente de la República no tendré intervención alguna en los procesos electorales, salvo garantizar que existan siempre las condiciones de seguridad y paz para el desarrollo de campañas y jornadas electorales. (…) Promoveré iniciativas de reforma para erradicar definitivamente el uso electoral de los programas sociales de los tres niveles de gobierno”. Su primera reacción a lo denunciado por el PAN sobre Veracruz contradice rotundamente lo comprometido hace casi un año por Peña Nieto.
Alguien podría argumentar que en campaña se promete lo que sea. Sin embargo, luego de asumir como Presidente, en el segundo día de su mandato, el gobierno de Peña Nieto firmó el Pacto por México con los grandes partidos políticos. Y si hemos de creer que esa serie de compromisos constituye la hoja de ruta de esta administración, tras lo declarado sobre Veracruz –y dado que no ha habido corrección tres días después– podemos irnos olvidando de que al mexiquense le interesará llevar a cabo una reforma electoral que incorpore “a las causales de nulidad de una elección (…) la utilización de recursos al margen de las normas que establezca el órgano electoral”, como establece el compromiso número 90 del Pacto por México.
Antes que demandar una investigación sobre lo denunciado por los panistas, antes que reclamar pulcritud extrema en el uso de los recursos de los programas sociales, el viernes y ante Lula da Silva, el Presidente casi casi se jactó de los reclamos, poco le faltó para decir: ladran, señal que cabalgamos.
El manifiesto por una Presidencia democrática no ha cumplido ni un año de haber sido presentado por el hoy Presidente. Y el Pacto por México no tiene ni cinco meses de vida. ¿Peña Nieto ya decidió dar la espalda a esos dos compromisos?
Con sus declaraciones del viernes, el Presidente ha anotado un autogol. Ahora le costará más caro despejar dudas sobre algún comportamiento indebido de su partido –y de los gobernadores de su partido– en las elecciones del 7 de julio. Si alguien llegó a pensar que era excesiva la exigencia del PAN de que Javier Duarte y la secretaria Rosario Robles debían hacerse a un lado, con su desdén ante la denuncia Peña Nieto ha sido el que ha dado fuerza al reclamo blanquiazul. Ahora mantener a Javier Duarte en la gubernatura resultará demasiado caro.
El Presidente de “te lo firmo y te lo cumplo” se ha metido sólo en un escándalo que no era suyo. ¿Qué va a prometer Peña Nieto a la oposición y a la nación para salir del embrollo? Por lo pronto, en el palacio de gobierno de Xalapa deben estar muy nerviosos.
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