Dominan talamontes las 15 mil hectáreas de bosque, acusan
Los depredadores bloquean accesos, señalan comuneros de la delegación
Denuncian agresiones de los trabajadores de los aserraderos clandestinos
Tienen ocupadas casetas de vigilancia y utilizan armas para impedir el paso
Tienen 50 aserraderos y hacen 60 viajes al día con camiones llenos de madera: pobladores
Devastan talamontes las 15 mil hectáreas del bosque de Milpa Alta
Bloquean accesos y amenazan con armas a quien intente pasar, señalan
Tras enfrentamientos recientes, comuneros exigen a las autoridades intervenir
antes de que ocurra una mayor desgracia
Vista de uno de los aserraderos ilegales establecidos en el bosque de Milpa Alta, que causan gran deterioro ambiental, acusan comunerosFoto La Jornada
Rocío González Alvarado
Periódico La Jornada
Domingo 26 de mayo de 2013, p. 30
Domingo 26 de mayo de 2013, p. 30
Las poco más de 15 mil hectáreas que integran el bosque de la delegación Milpa Alta se encuentran bajo el control de los talamontes, que tienen bloqueados los accesos principales y tomadas las casetas de vigilancia; con armas de fuego y machetes impiden el ingreso a cualquier persona, denunciaron comuneros de Villa Milpa Alta y los nueve pueblos anexos.
Desde finales del año pasado se han suscitado varios enfrentamientos entre las brigadas dedicadas a la conservación de esta área verde y trabajadores de los aserraderos clandestinos, que –según cálculos de los pobladores– realizan a plena luz del día un promedio de 60 viajes diarios con camionetas de redilas y camiones torton llenos de rollos de madera.
En la pasada semana se registraron dos enfrentamientos, uno apenas el domingo pasado, en la caseta del Capulín, en el kilómetro 28 de la carretera Xochimilco-Oaxtepec, con comuneros de Villa Milpa Alta; otro más, hace un par de días en el paraje Oclayucan, con gente de Morelos, donde un supuesto talamontes murió a tiros.
El clima está tan tenso que ayer el representante general de los bienes comunales de Milpa Alta, Julián Flores Aguilar, y los auxiliares de los nueve pueblos anexos, se reunieron con el jefe delegacional, Víctor Hugo Monterola Ríos, para exigir que se clausuren los más de 50 aserraderos clandestinos que se tienen identificados, se liberen los accesos y se resguarde el bosque con policías de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP),
antes de que ocurra una mayor desgracia.
En el encuentro, representantes de San Pablo Oztotepec advirtieron que si las autoridades, tanto locales como federales, no actúan con prontitud, los propios comuneros integrarán brigadas de autodefensa, similares a las del estado de Guerrero, para proteger su patrimonio, lo que ya fue planteado en asamblea.
Monterola Ríos se comprometió a gestionar una cita con las autoridades capitalinas la próxima semana para atender esta problemática, sobre la que admitió en entrevista:
Nos puede explotar en las manos y generar un problema social muy fuerte entre las comunidades, porque parte de los responsables son pobladores de Milpa Alta.
El representante de los bienes comunales, Julián Flores, explicó que la problemática se concentra principalmente en tres poblados: San Salvador Cuauhtenco, Santa Ana Tlacotenco y San Pablo Oztotepec. En estos últimos, agregó, los accesos principales y algunas casetas se encuentran tomadas por gente de los aserraderos.
Mario Salgado, del Movimiento Comunal Milpatense, manifestó que no sólo es urgente que se detenga la tala ilegal, sino también que se haga una evaluación del impacto ambiental que han provocado los taladores e iniciar una reforestación del bosque.
Mar de Historias
88 millones
Cristina Pacheco
- Orale, Máximo: llevo un rato buscándote. ¿Dónde andabas?
–Del otro lado de las vías–. Máximo, un niño de nueve años con ropa desigual y pelo cortado al rape, abre una bolsa de plástico llena de latas para que su padre las vea. –¿Cuánto crees que me den en el depósito?Néstor se inclina hacia la bolsa y levanta los hombros.
–Muy poquito. No pesarán ni un kilo–. Pone la mano en el hombro de su hijo y lo obliga a caminar: –Me hubieras avisado que ibas a irte tan lejos.
–Y cómo te lo decía si no estabas aquí. ¿Adónde fuiste?
–A ver a tu mamá.
–¡Ay, cómo eres!– El niño se detiene y mira rencoroso a su padre: –Dijiste que ibas a llevarme cuando la visitaras.
–No podía venir hasta acá por ti. El Chino me mandó a entregar unos costales de arena en la obra cerca del hospital y aproveché para darle una visitadita a Alicia. La encontré muy feliz porque ayer le dijeron que en tres meses podrá caminar bien; pero luego, cuando me despedí, se puso a llorar. En el hospital se siente muy sola sin mí y te extraña mucho todo el tiempo.
–¿Cuándo viene?
–Según lo que ordene la doctora.
–Aunque estemos viviendo arrimados en casa de mi tía Hortensia ya me anda porque mi mamá regrese.
–A mí también, pero es mejor que Alicia se quede en el hospital otro rato. Allí tiene su cama y le dan de comer. Además, prefiero que vuelva cuando terminemos de escombrar. No quiero que ella vea cómo quedaron nuestros cuartos.
–¿A poco no lo sabe?
–Sí. El otro día se lo dije pero no es lo mismo que yo se lo cuente a que lo vea. Ya bastante chinga tiene la pobre con lo que le está pasando.
–¿Siguen doliéndole mucho sus piernas?
–Ya no tanto, y sólo cuando la curan–. Néstor se queda pensativo: –También por eso necesito que Alicia siga hospitalizada. Allá hay enfermeras que le limpian las quemaduras y le cambian las vendas.
–Nosotros podemos hacerlo.
–Sobre todo tú, que siempre traes las manos bien puercas. ¡Míratelas!
–Es que a mi tía Hortensia ya le queda muy poquita agua y no quiere que la desperdicie lavándome porque va a usarla para cocinar.
–¿Hortensia está en la casa?
–No. Fue con Olivia al Ministerio Público para llevar otro papel y unas copias fotostáticas que le faltaban.
–¿Dejó comida hecha?
–No tiene gas. Me dijo que si me daba hambre le pidiera unas papas y un refresco a don Toño, que ella luego iría a pagarle.
–¿Ya fuiste a la tienda?
–Sí, pero don Toño ya lo vendió todo y no ha vuelto a surtirse porque se quedó sin un quinto. El dinero que tenía guardado en la cocina se le quemó junto con otras cosas–. Máximo se inclina, toma una lata que ve entre el lodazal, brinca sobre ella hasta dejarla plana y la echa en la bolsa de plástico. –Con esta van catorce. Me falta poquito para juntar el kilo.
–Ya te dije que no te hagas ilusiones. Cuando mucho te darán cinco pesos por todo–. Néstor se limpia el sudor de la frente. –Vámonos a la casa a echarnos un café.
–Y a ver la tele, aprovechando que mi tía salió.
–Si Hortensia sigue yendo al Ministerio Público acabará de licenciada– afirma Néstor.
Máximo comprende la ironía de su padre. Ríe y camina dándoles puntapiés a las piedras y los despojos que encuentra. Cada vez que acierta grita.
–¡Gol!
II
Anonadados frente al televisor puesto sobre un huacal, Néstor y Máximo miran un noticiero del mediodía. Ambos contienen la respiración cuando aparecen en la pantalla dos hombres que custodian montañas de billetes.
–Híjole, pa, ¡cuánta lana!– exclama el niño.
–¡Puta madre! Nunca había visto los billetes de a mil–comenta Néstor frotándose el pecho.
–¿Son de a de veras?
–Pues claro, ni modo que qué...
–¿Y de quién serán?
–De algún vivales con las uñas muy largas.
–¿Cuánto dinero habrá en esos montones?
–Ni idea, pero lo van a decir. A ver, cállate tantito–. En cuanto Néstor escucha la cifra, salta del banco en donde estaba sentado y se vuelve hacia su hijo: –¿Oíste? Son ochenta y ocho millones de pesos, ordenaditos, ¡contantes y sonantes!
–¿Qué quiere decir eso?
Néstor no escucha la pregunta de su hijo. Se acerca a la pantalla y toca la imagen que se proyecta en ella:
–Si es bonito acariciar los billetes de a mil en la tele, ahora figúrate lo que se sentirá tenerlos en la bolsa. ¡La pinche gloria, me cae! Mira, también hay de a quinientos y de a doscientos. Con cuatro de esos me pagaban en la fábrica mis quincenas–. La cámara recorre al detalle las columnas de dinero sujeto con ligas. Bajo una se ve un billete doblado de una esquina: –Con que me dieran ese, aunque esté maltratadito, me conformaba. ¿Te imaginas todo lo que haríamos?
–No– responde Máximo desconcertado. –¿Tú sí?
–Primero te llevaría a la fonda del Güero para que te comieras un bistesote con unos chilaquiles, tu refresco y un helado.
–¿Y tú no comerías?
–Sí. Con quinientos pesos nos alcanza y hasta nos sobra.
–¿También para llevarle a mi mamá los tacos de cabeza que le gustan?
–En el hospital no dejan pasar comida, pero le llevaría a tu madre unos jabones, un paquete de papel de baño y una toalla porque allí a los pacientes no se los dan. No hay lana para eso.
La secuencia del noticiero se interrumpe con anuncios de una flotilla de automóviles, un aparato para reducir el abdomen y el próximo juego de futbol. Néstor agita la cabeza y a punto de llorar se aferra al televisor con ambas manos:
–No sean gachos, no le cambien: tan siquiera dejen ver la billetiza otro ratito porque si no es ahora, ¿cuándo?
Entre vivas y canciones, Arnoldo Martínez Verdugo fue despedido en el Museo de la Ciudad de México. Martha Recasens (derecha), compañera durante más de tres décadas del dirigente comunista, afirmó que éste
tiene una estatura moral que llega a incomodar a muchos, incluso a algunos que dicen seguir su ejemplo. En la imagen es acompañada por la compañera de Valentín Campa, Esperanza García Foto Francisco Olvera
Su estatura moral llega a incomodar incluso a quienes dicen seguir su ejemplo: Recasens
Prolongados aplausos de adiós al líder comunista Martínez Verdugo
Dirigentes históricos de la izquierda lo despiden con cantos y poesía en el Museo de la Ciudad
Arturo Jiménez
Periódico La Jornada
Domingo 26 de mayo de 2013, p. 5
Domingo 26 de mayo de 2013, p. 5
Ante la probable incomodidad de algunos de los dirigentes de izquierda que acudieron al homenaje de cuerpo presente a Arnoldo Martínez Verdugo, líder histórico del comunismo mexicano, Martha Recasens dijo de su compañero de más de tres décadas, quien falleció este viernes:
es un hombre de principios; tiene una estatura moral que llega a incomodar a muchos, incluso a algunos que dicen seguir su ejemplo.
Luego de hablar de la tolerancia del dirigente al
narcisismo exacerbado de quienes se dicen ser hermanos, aunque han demostrado no serlo, y de alertar sobre
los embates del pragmatismo y del pensamiento superfluo, Recasens también planteó a los cientos de asistentes al Museo de la Ciudad de México, de cuyos balcones internos colgaban reproducciones de carteles de la campaña presidencial de Martínez Verdugo en 1982:
No le gustaban los reflectores
A Arnoldo no le gustan los reflectores, nunca le han gustado, porque ante todo reconoce y valora profundamente que las acciones que efectivamente trascienden son resultado de un esfuerzo colectivo, de la suma de capacidades y cualidades de muchos más. Pero también ha demostrado tener el don de conducir el esfuerzo colectivo y potenciar la factibilidad de que éste arribe a buen puerto.
Martha Recasens hablaba en presente porque leía un texto inédito escrito por ella
hace unos seis u ocho años, y que ahora había sacado del cajón para compartirlo en el homenaje luctuoso.
Ahí estaban el líder moral del PRD, Cuauhtémoc Cárdenas, y los dirigentes nacional y del Distrito Federal de ese partido, Jesús Zambrano y Raúl Flores, respectivamente, así como otras figuras perredistas y de la izquierda de diversas generaciones, como Porfirio Muñoz Ledo, Alejandro Encinas, Pablo Gómez, Salvador Martínez della Rocca, Javier González Garza, Mara Robles, Inti Muñoz, Ifigenia Martínez, Alfonso Suárez del Real y Raúl Álvarez Garín.
También estaban el periodista Carlos Payán, director fundador de La Jornada; los historiadores Adolfo Gilly, Enrique Semo y Elvira Concheiro; el ex líder comunista Iván García Solís; el muralista Arturo García Bustos, alumno de Frida Kahlo, y Esperanza García, viuda del dirigente obrero Valentín Campa. Asistieron además militantes comunistas, como el octogenario Luis Sosa Pérez, ferrocarrilero yucateco.
Fue una ceremonia emotiva, que comenzó alrededor de las 12:30 horas, cuando al museo llegó el féretro con los restos del ex dirigente del Partido Comunista Mexicano (PCM), quien fue pieza clave de la transición democrática y de la unidad de la izquierda.
Una despedida de largos aplausos, de vivas a Arnoldo, del himno del PCM, de La Internacional, de Te quiero (Benedetti), de No nos moverán (Joan Báez), cantados por casi todos los presentes con el puño izquierdo en alto. Y también de música del trío Arco y Lira Clásica y del poema Oh, capitán, mi capitán, del escritor estadunidense Walt Whitman, leído por Martha Recasens.
Oh capitán, mi capitán:/ nuestro espantoso viaje ha terminado./ La nave ha salvado todos los escollos./ Hemos ganado el anhelado premio.
Un grupo de militantes ondeaba una bandera roja con la hoz y el martillo.
¡Camarada Arnoldo Martínez Verdugo, presente!, gritaban.
Venimos del Partido Comunista y somos militantes de Morena, dijo uno de ellos, quien portaba una cachucha blanca de ese movimiento lopezobradorista.
Aunque luego los dejaron pasar, al principio habían dosificado la entrada y varios militantes y simpatizantes no podían ingresar al museo, como doña Bertha Beatriz Guerrero, de San Vicente Chicoloapan, estado de México, quien acudía
para despedirme de mi líder. O el maestro jubilado Miguel Bustos, quien apenas supo de la muerte de Martínez Verdugo viajó desde el puerto de Veracruz.
Enmedio de vivas y cantos, la carroza y el cortejo fúnebre partieron casi en punto de las 2 de la tarde hacia la agencia funeraria donde cremarían los restos del líder político, cuyas cenizas aún no se sabe dónde serán depositadas.
Reconstrucción de la izquierda y no olvidar su enseñanza, el mejor homenaje, coinciden sus amigos
Guardia de honor ante el féretro de Arnoldo Martínez. Al frente, Esperanza García, viuda de Valentín Campa, y Carlos Payán, director fundador deLa JornadaFoto Francisco Olvera
Ángel Bolaños Sánchez y Gabriela Romero Sánchez
Unificador de la izquierda, honesto, congruente y gran solidez de convicciones se volvieron frases comunes para referirse al legado de Arnoldo Martínez Verdugo, último dirigente del Partido Comunista Mexicano (PCM), entre quienes asistieron ayer al homenaje de cuerpo presente que el Gobierno del Distrito Federal y la delegación Tlalpan le rindieron en el Museo de la Ciudad de México.
Porfirio Muñoz Ledo, de los primeros en llegar, previo al arribo del féretro comentó que el mejor homenaje que se puede hacer a Martínez Verdugo es
la reconstrucción de la izquierda, y en esto coincidió el presidente del PRD-DF, Raúl Flores García, quien dijo que planteó al dirigente nacional del partido, Jesús Zambrano, empezar, a manera de homenaje, una ruta de reflexión y debate acerca de la izquierda, en lo que ha devenido y en cómo retomar el camino.
Maricela Contreras Julián, delegada de Tlalpan –quien montó una muestra fotográfica del líder comunista–, refirió que en enero pasado se hizo un homenaje al líder comunista en esa demarcación, y de su mensaje
yo rescataría su llamado a la unidad de la izquierda. Me parece que vienen tiempos que creíamos idos y hoy más que nunca se requiere organizarnos, dirimir las diferencias de la izquierda para poder salir adelante.
Cuauhtémoc Cárdenas convino en que la unidad de los grupos progresistas y
de todos los mexicanos que queremos un México igualitario y justoes algo por lo que hay que continuar la lucha,
teniendo como guía el ejemplo de Arnoldo. Buscar la igualdad es la base de las ideas que hemos compartido con él.
Para Juan Luis Concheiro, militante del extinto PCM,
hay que recordar a Arnoldo reconociendo que hay diferencias entre las distintas fuerzas de la izquierda, pero con la convicción de que tenemos que marchar unidos.
Entre quienes se sucedían en las guardias de honor ante el féretro de Martínez Verdugo, los senadores Mario Delgado y Alejandro Encinas comentaron que organizarán también un homenaje en el Congreso, como legislador que fue, y el secretario general del PRD-DF, Enrique Vargas Anaya, planteó honrarle mediante una serie de festivales en la ciudad que permitan difundir su obra a las nuevas generaciones.
Carlos Payán Velver, director fundador de La Jornada, afirmó también que
el mejor homenaje es no olvidarlo; no olvidar sus enseñanzas, su honradez, su posición, y evocarlo como un comunista, político y hombre de primera.
Mara Robles Villaseñor, secretaría de Educación del DF, con un impreso en mano del 13 congreso del PCM de 1960 –que había entregado el militante del desaparecido PCM Gerardo Unzueta Lorenzana– refirió que Arnoldo y su viuda, Martha Recasens, son parte de sus recuerdos de infancia, de la Unión Nacional Infantil que ella fundó, donde
muchos nos formamos de niños en la solidaridad internacional y la lucha por la felicidad de los niños, recorriendo los países donde los menores eran tratados de manera privilegiada, como los campamentos de Cuba, la Unión Soviética y Bulgaria.
También lleva gratos recuerdos del dirigente comunista el promotor cultural Anthor López, quien llegó con Margarita Cruz para despedirlo interpretando la Canción al Partido Comunista.
Recuerda que su disco: Canciones y compañeros de vida contiene un texto de Arnoldo reconociendo su aportación en los Festivales de Oposición que organizaban los periódicos comunistas como L’unité, de Italia, L’Humanité, de Francia y el de México, que se llamaba así, Oposición.
Hicimos cuatro o cinco extraordinarios, gracias a que Arnoldo entendía la importancia del arte y de los artistas en la construcción de una fuerza política de izquierda.
Legado de ética y congruencia
El coordinador de los senadores del PRD, Miguel Barbosa, lamentó el deceso de Martínez Vergudo, quien –dijo– fue precursor de la apertura democrática en México y deja un profundo legado de ética y congruencia en la política nacional.
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