Un mexicano en Darfur
La catástrofe humana en la región de Darfur
MÉXICO, D.F. (apro).- Sudán es el país más grande de África (tres veces más grande que México) y es sinónimo de catástrofe humanitaria, en especial la región de Darfur, al noreste. En esta provincia viven 6 millones de habitantes, tiene las dimensiones de Francia, y la guerra y el hambre han provocado más de 300 mil muertos y casi cuatro millones de desplazados, según los cálculos de la ONU.
El conflicto armado en Sudán estalló en 2003, y desde entonces conjuga desplazamientos forzados, masacres, violaciones, hambrunas, ataques a los derechos más elementales de la población civil, bombardeos de comunidades, ejércitos rebeldes que se resisten al gobierno dictatorial del presidente Omar Hassan Ahmad Al-Bashir y milicias progubernamentales como los Janjawid, apoyadas desde Jartum —capital de Sudán—. Todo esto viene aderezado con problemas étnicos, religiosos y disputas de fronteras con Sudán del Sur (país fruto de la secesión en julio 2011), en una zona llena de yacimientos petroleros.
Un mexicano en la misión de la ONU
La ONU envió hace algunos días a un grupo de cinco inspectores de diversas nacionalidades que realizaran reportes detallados sobre el cumplimiento de las sanciones del Consejo de Seguridad impuestas a Sudán. En el equipo de expertos está el abogado mexicano Luis Benavides, especialista en derechos humanos. En entrevista telefónica, el doctor Benavides dijo a Proceso: “Para mí es un gran honor el poder participar. Somos un grupo de cinco expertos que iremos a Darfur a evaluar el acatamiento de las sanciones impuestas por el Consejo de Seguridad a Sudán. Mi función será evaluar el cumplimiento del derecho internacional humanitario. El mandato dura un año y estaremos la mayor parte del tiempo en Sudán realizando investigación de campo”, dijo.
En México hay graves violaciones a los derechos humanos, ¿cómo es que nuestro país participa en una misión de la ONU por la defensa de los derechos humanos?, le pregunta la reportera.
“Yo recibí una oferta a título personal. Mi especialidad es el derecho internacional y, en particular, el derecho internacional humanitario; por eso me animé. Si bien el nombramiento lo hizo el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, el informe que prepararemos será enviado al Comité de Sanciones del Consejo de Seguridad.”
Los cinco expertos no sólo van a una región en guerra sino a un país donde la ONU no es bienvenida; los ataques a los cascos azules (los soldados bajo bandera de la ONU) y los observadores internacionales son constantes. El gobierno de Jartum lo niega, la ONU lo confirma.
Luis Benavides, consciente del peligro y del clima adverso para su trabajo, afirma: “Tendrán que aguantar nuestra presencia. Ciertamente en cualquier momento nos pueden expulsar, pero las consecuencias políticas serán enormes”.
El presidente de Sudán, al banquillo de los acusados
El secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, puso especial atención en Darfur y pidió a la Corte Penal Internacional (CPI) que investigara el caso. El entonces titular del CPI, el argentino Luis Moreno Ocampo, juntó pruebas suficientes para acusar al presidente de Sudán, Al-Bashir, de crímenes de guerra, de lesa humanidad y genocidio.
Moreno Ocampo argumentó que Al-Bashir utilizó todo el aparato estatal en un premeditado plan de eliminar a las etnias Fur, Masahil y Zaghawau. El Ejército de Sudán y las milicias Janjawid, que cometieron todo tipo de crímenes, estuvieron bajo las órdenes del presidente. Según los cálculos de la ONU y de la CPI, la guerra en Sudán ha dejado casi tres millones de desplazados internos.
En julio de 2008, la CPI —con sede en La Haya— emitió una orden de captura internacional contra el presidente de Sudán. A la fecha, Al-Bashir se defiende argumentando que los crímenes que se le achacan fueron en realidad una legítima lucha de contrainsurgencia.
La Liga Árabe, la Unión Africana, China y Rusia se pronunciaron en contra de la orden de aprehensión argumentando que esa medida no ayudaría a la reconciliación y la paz en Sudán. Tales naciones tienen intereses comerciales y obtienen materias primas de Sudán. D hecho, China es su mayor comprador de petróleo y proveedor de armas.
Sudán se ha hecho merecedor de múltiples sanciones internacionales: embargo de armas, bloqueo comercial, imposibilidad de hacer transacciones con tarjetas de crédito y congelamiento de cuentas del presidente y sus allegados, entre otras. Si Al-Bashir sale de Sudán, será capturado y llevado a La Haya para ser juzgado.
Justicia internacional para crímenes contra la humanidad
El doctor Benavides ya tiene experiencia con tribunales internacionales: “En los años 90 participé como asistente de los jueces en el Tribunal Penal Internacional para Ruanda que se llevó a cabo en Arusha, Tanzania”, recuerda.
El CPI —el tribunal que dictó orden de aprehensión en contra el presidente de Sudán— tiene hoy en sus manos una solicitud de llevar ante la justicia al expresidente Felipe Calderón, a varios de sus cercanos colaboradores, como Genaro García Luna, y a varios capos del crimen organizado por las decenas de miles de muertos que dejó su gobierno.
Los crímenes que puede juzgar la CPI poseen características muy particulares y requisitos muy precisos, que deben de cumplirse para poder acusar a alguien que sea juzgado ante la Corte Penal. Si se cumplen o no dichos requisitos es algo que debe determinar el propio fiscal y la CPI.
Los desplazados por la violencia en México y Sudán
Uno de los problemas más urgentes a solucionar en Darfur son los más de 1.5 millones de desplazados internos por la violencia, que sobreviven en los campos de refugiados en condiciones muy precarias.
Luis Benavides y Sandra Patargo publicaron en la revista Foreing Affaires, en noviembre 2012, un estudio sobre el desplazamiento forzoso de la población mexicana a causa de la violencia.
—¿Se puede comparar a los desplazados internos por la violencia en México con los de Sudán?
—El fenómeno en ambos países tiene consecuencias y dimensiones muy diferentes, por lo que no son comparables. Uno de los principales problemas a los que nos enfrentamos en México es conocer con exactitud las dimensiones del fenómeno, de la catástrofe humanitaria. Es muy difícil obtener cifras confiables. Las autoridades mexicanas desconocen el número de desplazados forzados como consecuencia de la guerra entre grupos criminales que estalló hace años. Muchos mexicanos se fueron por el temor a ser secuestrados, extorsionados, desaparecidos, a recibir una bala perdida o por miedo. Salieron de sus lugares de origen silenciosamente; persona por persona, familia por familia, hasta dejar ciudades desiertas como Ciudad Mier.
México, junto con Guatemala, Colombia y Perú, es uno de los países con mayor movilidad a causa de la violencia. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos estima que de 230 mil desplazados en México, 115 mil cruzaron la frontera hacia Estados Unidos. Los indicadores que a los especialistas les han ayudado a hacer los cálculos son las solicitudes de asilo en Estados Unidos y Canadá, así como los requerimientos de crédito de mexicanos para adquirir viviendas en el sur de Estados Unidos, el aumento impresionante de matrículas en las escuelas de la Ciudad de México, las casas abandonadas en las zonas más violentas y los censos de población. Muchos casos siguen siendo invisibles.
El doctor Benavides continúa su argumentación. “En Sudán, de un día para otro, tienes una población de desplazados 50 mil habitantes, sin casa, sin comida, sin baño, sin médico, sin nada. Y, para colmo, los grupos armados (hasta el momento tenemos certeza de seis) llegan a los campamentos, matan, roban, violan y se van. A inicios de este año, diversos medios de comunicación internacionales informaron que un grupo, armado hasta los dientes, a caballo, camellos y jeeps atacaron un pueblo y se quedaron. Normalmente matan y se van, pero esta vez se apoderaron del territorio y el que pudo, huyó. El gobierno de Sudán envió soldados, con tanques y helicópteros y desalojó a los atacantes. Eso nos muestra que los grupos armados son cada día más fuertes, y más desafiantes, incluso provocadores”. Concluye el experto, que se sacó el tigre en la rifa
El conflicto armado en Sudán estalló en 2003, y desde entonces conjuga desplazamientos forzados, masacres, violaciones, hambrunas, ataques a los derechos más elementales de la población civil, bombardeos de comunidades, ejércitos rebeldes que se resisten al gobierno dictatorial del presidente Omar Hassan Ahmad Al-Bashir y milicias progubernamentales como los Janjawid, apoyadas desde Jartum —capital de Sudán—. Todo esto viene aderezado con problemas étnicos, religiosos y disputas de fronteras con Sudán del Sur (país fruto de la secesión en julio 2011), en una zona llena de yacimientos petroleros.
Un mexicano en la misión de la ONU
La ONU envió hace algunos días a un grupo de cinco inspectores de diversas nacionalidades que realizaran reportes detallados sobre el cumplimiento de las sanciones del Consejo de Seguridad impuestas a Sudán. En el equipo de expertos está el abogado mexicano Luis Benavides, especialista en derechos humanos. En entrevista telefónica, el doctor Benavides dijo a Proceso: “Para mí es un gran honor el poder participar. Somos un grupo de cinco expertos que iremos a Darfur a evaluar el acatamiento de las sanciones impuestas por el Consejo de Seguridad a Sudán. Mi función será evaluar el cumplimiento del derecho internacional humanitario. El mandato dura un año y estaremos la mayor parte del tiempo en Sudán realizando investigación de campo”, dijo.
En México hay graves violaciones a los derechos humanos, ¿cómo es que nuestro país participa en una misión de la ONU por la defensa de los derechos humanos?, le pregunta la reportera.
“Yo recibí una oferta a título personal. Mi especialidad es el derecho internacional y, en particular, el derecho internacional humanitario; por eso me animé. Si bien el nombramiento lo hizo el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, el informe que prepararemos será enviado al Comité de Sanciones del Consejo de Seguridad.”
Los cinco expertos no sólo van a una región en guerra sino a un país donde la ONU no es bienvenida; los ataques a los cascos azules (los soldados bajo bandera de la ONU) y los observadores internacionales son constantes. El gobierno de Jartum lo niega, la ONU lo confirma.
Luis Benavides, consciente del peligro y del clima adverso para su trabajo, afirma: “Tendrán que aguantar nuestra presencia. Ciertamente en cualquier momento nos pueden expulsar, pero las consecuencias políticas serán enormes”.
El presidente de Sudán, al banquillo de los acusados
El secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, puso especial atención en Darfur y pidió a la Corte Penal Internacional (CPI) que investigara el caso. El entonces titular del CPI, el argentino Luis Moreno Ocampo, juntó pruebas suficientes para acusar al presidente de Sudán, Al-Bashir, de crímenes de guerra, de lesa humanidad y genocidio.
Moreno Ocampo argumentó que Al-Bashir utilizó todo el aparato estatal en un premeditado plan de eliminar a las etnias Fur, Masahil y Zaghawau. El Ejército de Sudán y las milicias Janjawid, que cometieron todo tipo de crímenes, estuvieron bajo las órdenes del presidente. Según los cálculos de la ONU y de la CPI, la guerra en Sudán ha dejado casi tres millones de desplazados internos.
En julio de 2008, la CPI —con sede en La Haya— emitió una orden de captura internacional contra el presidente de Sudán. A la fecha, Al-Bashir se defiende argumentando que los crímenes que se le achacan fueron en realidad una legítima lucha de contrainsurgencia.
La Liga Árabe, la Unión Africana, China y Rusia se pronunciaron en contra de la orden de aprehensión argumentando que esa medida no ayudaría a la reconciliación y la paz en Sudán. Tales naciones tienen intereses comerciales y obtienen materias primas de Sudán. D hecho, China es su mayor comprador de petróleo y proveedor de armas.
Sudán se ha hecho merecedor de múltiples sanciones internacionales: embargo de armas, bloqueo comercial, imposibilidad de hacer transacciones con tarjetas de crédito y congelamiento de cuentas del presidente y sus allegados, entre otras. Si Al-Bashir sale de Sudán, será capturado y llevado a La Haya para ser juzgado.
Justicia internacional para crímenes contra la humanidad
El doctor Benavides ya tiene experiencia con tribunales internacionales: “En los años 90 participé como asistente de los jueces en el Tribunal Penal Internacional para Ruanda que se llevó a cabo en Arusha, Tanzania”, recuerda.
El CPI —el tribunal que dictó orden de aprehensión en contra el presidente de Sudán— tiene hoy en sus manos una solicitud de llevar ante la justicia al expresidente Felipe Calderón, a varios de sus cercanos colaboradores, como Genaro García Luna, y a varios capos del crimen organizado por las decenas de miles de muertos que dejó su gobierno.
Los crímenes que puede juzgar la CPI poseen características muy particulares y requisitos muy precisos, que deben de cumplirse para poder acusar a alguien que sea juzgado ante la Corte Penal. Si se cumplen o no dichos requisitos es algo que debe determinar el propio fiscal y la CPI.
Los desplazados por la violencia en México y Sudán
Uno de los problemas más urgentes a solucionar en Darfur son los más de 1.5 millones de desplazados internos por la violencia, que sobreviven en los campos de refugiados en condiciones muy precarias.
Luis Benavides y Sandra Patargo publicaron en la revista Foreing Affaires, en noviembre 2012, un estudio sobre el desplazamiento forzoso de la población mexicana a causa de la violencia.
—¿Se puede comparar a los desplazados internos por la violencia en México con los de Sudán?
—El fenómeno en ambos países tiene consecuencias y dimensiones muy diferentes, por lo que no son comparables. Uno de los principales problemas a los que nos enfrentamos en México es conocer con exactitud las dimensiones del fenómeno, de la catástrofe humanitaria. Es muy difícil obtener cifras confiables. Las autoridades mexicanas desconocen el número de desplazados forzados como consecuencia de la guerra entre grupos criminales que estalló hace años. Muchos mexicanos se fueron por el temor a ser secuestrados, extorsionados, desaparecidos, a recibir una bala perdida o por miedo. Salieron de sus lugares de origen silenciosamente; persona por persona, familia por familia, hasta dejar ciudades desiertas como Ciudad Mier.
México, junto con Guatemala, Colombia y Perú, es uno de los países con mayor movilidad a causa de la violencia. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos estima que de 230 mil desplazados en México, 115 mil cruzaron la frontera hacia Estados Unidos. Los indicadores que a los especialistas les han ayudado a hacer los cálculos son las solicitudes de asilo en Estados Unidos y Canadá, así como los requerimientos de crédito de mexicanos para adquirir viviendas en el sur de Estados Unidos, el aumento impresionante de matrículas en las escuelas de la Ciudad de México, las casas abandonadas en las zonas más violentas y los censos de población. Muchos casos siguen siendo invisibles.
El doctor Benavides continúa su argumentación. “En Sudán, de un día para otro, tienes una población de desplazados 50 mil habitantes, sin casa, sin comida, sin baño, sin médico, sin nada. Y, para colmo, los grupos armados (hasta el momento tenemos certeza de seis) llegan a los campamentos, matan, roban, violan y se van. A inicios de este año, diversos medios de comunicación internacionales informaron que un grupo, armado hasta los dientes, a caballo, camellos y jeeps atacaron un pueblo y se quedaron. Normalmente matan y se van, pero esta vez se apoderaron del territorio y el que pudo, huyó. El gobierno de Sudán envió soldados, con tanques y helicópteros y desalojó a los atacantes. Eso nos muestra que los grupos armados son cada día más fuertes, y más desafiantes, incluso provocadores”. Concluye el experto, que se sacó el tigre en la rifa
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