SEP, obesidad e incongruencia
El 10 de julio pasado, México le arrebató a Estados Unidos una presea vergonzosa: se convirtió en el país con más obesos en el mundo, luego de que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) revelara un estudio donde plantea que 70% de los mexicanos adultos tienen sobrepeso y un tercio de ellos son obesos.
Además, nuestro país también se colgó la medalla de oro en obesidad infantil y datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición confirman que uno de cada tres adolescentes, de entre 12 y 19 años, presenta sobrepeso u obesidad.
La titular de La Secretaría de Salud, la doctora Mercedes Juan López, advirtió que de no prevenir y controlar las enfermedades crónicas no transmisibles, el gasto por atender el sobrepeso y la obesidad en 2017 será de 101 mil millones de pesos; es decir, más del doble de lo destinado en 2008.
El propio Presidente Enrique Peña Nieto se lamentó, el pasado 13 de julio, del deshonroso trofeo que ha ganado México en ese renglón.
Luego de participar en una carrera atlética en el Bosque de Chapultepec, en el Distrito Federal, el primer mandatario dijo: “Esta es una ocasión para pedir a los mexicanos que es importante que en sus hábitos tengan la práctica de algún deporte, es muy lamentable que en nuestro país sea hoy el primer país con mayor número de población con obesidad”.
“Creo que esta fue una ocasión para decirle a todos los mexicanos que en sus hábitos hay que tener una dieta balanceada y la práctica invariable de cualquier deporte, el que sea de sus agrado, de su gusto, pero que procuren la práctica de algún deporte”, añadió en esa ocasión.
Pues a 19 días de esas declaraciones, los mexicanos nos damos cuenta que lo dicho por Peña Nieto aquél día –en que lo que la mayor atención se concentró en las piernas del Jefe del Ejecutivo y en su mini short–, no son sino palabras al viento.
Lo cierto es que el actual gobierno no tiene contemplada una estrategia de salud pública para revertir esa enfermedad crónica, que está ganando cada vez más peso entre los mexicanos.
Ayer, por ejemplo, en una noticia que no llamó la atención de la prensa nacional, la Secretaría de Educación Pública (SEP), a cargo de Emilio Chuayffet Chemor, modificó la estructura orgánica de la Administración Federal de Servicios Educativos del Distrito Federal (AFSEDF), con lo que desaparece la Dirección General de Educación Física (DGEF), y con ello poco más de 4 mil docentes de esta especialidad en la capital del país dependerán directamente de los planes que tenga cada director de escuela.
Es decir, además de que, a pesar de lo que digan los objetivos generales de esa dirección en el papel, no hay un plan nacional para atender y fomentar el desarrollo físico de los estudiantes de primaria y secundaria en las escuelas públicas –precisamente donde está concentrada ahora la alerta de obesidad–,esa materia que es básica para estimular la baja de peso entre niños y adolescentes se deja a una persona que, de entrada, no sabe nada de la materia.
Ahora sí que ya no entendemos nada de nada.
Chuayffet Chemor, sí el mismo que ayer firmó el documento para desaparecer la DGEF, reconoció el pasado 12 de abril, en el Foro sobre la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte para la elaboración del Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018, que el primer reto que enfrenta el país es la inactividad física de la población, pues es uno de los principales factores de muerte.
“Al ser la obesidad causa de diabetes en el 90% de los casos, esta enfermedad cobra la mayor cantidad de vidas en México y resulta en consecuencia imperativo abatirla a través de la activación física”, dijo.
Sin embargo, en los hechos, el titular de la SEP –quien por cierto también se ve pasadito de tamales– optó por deshacerse de la responsabilidad y de la presunta estrategia de Estado de fomentar una vida saludable para las niñas, niños y la juventud del DF, y depositarla en los directivos de las escuelas, “de acuerdo a las necesidades educativas” que cada quien tenga.
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