Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

jueves, 21 de febrero de 2013

Astillero- Estela de luz: corrupción emblemática-. Política exterior-Cuarenta aniversario de los transgénicos

Astillero
¿Consignar al Niño Verde?
Delito de falsedad
Senador confeso
Fondo guerrerense
Julio Hernández López
Rebautizado como Niño Briago mediante un juego disponible en Internet (http://bit.ly/VLIBMP ), el senador Jorge Emilio González Martínez regresó ventajosamente al centro de reclusión denominado El Torito para reponer las horas de encierro que había pretendido evadir mediante un recurso de amparo al que ayer declinó en una operación forzada de lavado de cara, luego de las intensas críticas a su comportamiento personal y al negocio denominado Partido Verde Ecologista de México.
 
Con esa maniobra efectista, el mencionado legislador pretende abrir paso a una cierta exculpación pública, alegando que cumplió a plenitud el periodo de castigo derivado de sus faltas viales. Pero no quedan sus infracciones al orden jurídico sólo en el plano relacionado con el alcoholímetro. Según rei­teradas declaraciones ante medios de comunicación, en determinado tramo de ese episodio González Martínez decidió ocultar su nombre verdadero y usar otro. Tal suplantación fue argüida como demostración de que no lo animaba el propósito de hacer valer su posición e influencias como senador; por el contrario, buscaba ser tratado como otro, como un ciudadano que no fuera él.

Los códigos penales vigentes incluyen en sus tipificaciones delictivas la conducta que ha confesado el senador verde. En el correspondiente al Distrito Federal se establece el delito de variación de nombre o domicilio en el artículo 317: Se impondrá de seis meses a dos años de prisión o de 90 a 150 días de trabajo en favor de la comunidad, al que ante una autoridad judicial o administrativa en ejercicio de sus funciones, oculte o niegue su nombre o apellido o se atribuya uno distinto del verdadero, u oculte o niegue su domicilio o designe como tal uno distinto del verdadero (http://bit.ly/W4bsvz ). El artículo 247 del Código Penal Federal establece a su vez el delito de falsedad en declaraciones judiciales y en informes dados a una autoridad (http://bit.ly/XpFhlr ).

Conforme a las reformas constitucionales aprobadas en diciembre de 2011 por unanimidad de los senadores participantes (http://bit.ly/12OIm5D ), las autoridades capitalinas podrían buscar que se castigara a González Martínez más allá de su fuero como legislador, aunque eso implicaría que el volátil Miguel Ángel Mancera actuara con una voluntad política justiciera que hasta ahora no se le ha visto, sino todo lo contrario (también se podría someter al imperio de la ley a los guardaespaldas que forcejearon con policías capitalinos e incluso les arrebataron al júnior verde por unos segundos, aunque castigar a guaruras expiatorios sin hacerlo con el jefe sería una simulación más). Según la nota redactada por Andrea Becerril y Víctor Ballinas, legisladores, funcionarios, jueces, ministros de la Suprema Corte e integrantes de organismos autónomos, como el IFE, podrán ser sujetos a proceso penal sin perder la libertad y el cargo. Sólo cuando termine el juicio y exista sentencia condenatoria, el juez podrá solicitar a la Cámara de Diputados el retiro de la inmunidad.

Sería digno y decoroso para las autoridades capitalinas hacer que valga la ley por encima de cargos, partidismos y componendas de cúpula, actuando desde ya, si jurídicamente hubiera sustento pleno, procesando al personaje en mención por el delito o delitos que hubiera cometido en su famosa noche de copas. De otra manera, permitiendo burlas y trampas, un programa noble y defendible como es el que utiliza alcoholímetros los fines de semana habrá quedado estigmatizado, sujeto a librarse de él mediante amparos expedidos como maquila a las afueras del centro de detención, con la enseñanza verde de que cualquiera puede falsear datos, tal vez haciéndose llamar Jorge Emilio González Martínez para mentir, forcejear, trampear y luego hacer como que cumple las reglamentaciones administrativas a contentillo. ¿Tendrá Mancera el valor, o le vale?
Foto
ZÓCALO CAPITALINO. Actividad de escalamiento, que forma parte de la exposición organizada por la Secretaría de la Defensa Nacional en colaboración con la de Marina
Foto Roberto García Ortiz
Astillas
El pleito entre Manlio Fabio Beltrones (acusado de represor) y Ángel Aguirre Rivero (acusado de ingobernabilidad, bajo insinuaciones de hacer declaraciones sin estar sobrio) no es solamente por las policías comunitarias. El sonorense tiene en su equipo al ex presidente municipal de Acapulco Manuel Añorve Baños (ahora diputado federal), quien compitió en nombre del PRI por la gubernatura de Guerrero contra su primo, el (para entonces) ex priísta Aguirre, ahora apasionado perredista. Añorve Baños ha sido acusado por el actual presidente del puerto, Luis Walton (del Movimiento Ciudadano, antes Convergencia) de haber dejado en quiebra las finanzas municipales. Así que el fondo del asunto radica en el combate entre Beltrones-Añorve y Aguirre-Walton. Con el agregado de que, desde Costa Rica, el licenciado Enrique Peña Nieto tuvo a bien llamar a la prudencia y al diálogo a un gobernador y a un diputado federal que además coordina su cámara. Como si estuvieran bajo su tutela, preocupado tal vez por el impacto que esas riñas políticas tengan en el Pacto por México, el mencionado lic. desaprovechó la oportunidad de demostrar que sabe que un gobernador y un diputado tienen vida política propia a la que, en las circunstancias ya detalladas, un ocupante de Los Pinos no debería tratar de regular... Por cierto, los senadores panistas (bancada en la que el calderonismo aún tiene el control) lograron impedir que Peña Nieto hablara en la tribuna de esa cámara durante la ceremonia de conmemoración del centenario del Ejército Mexicano que se realizará hoy... Significativo que maestros de la sección 22 del SNTE, no elbista, hayan encarado a Claudio X. González Guajardo y hayan impedido que presentara índices de desempeño educativo que van en consonancia con las pretensiones privatizadoras alentadas desde Televisa (De panzazo) y otros ámbitos empresariales.. Y, mientras es desmontado el factor Orozco que durante largo tiempo ha mantenido en crisis el funcionamiento de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, ¡hasta mañana, con el Grupo Modelo buscando arreglos en Estados Unidos, donde consideran lesiva a la competencia cervecera la venta de la empresa mexicana a Anheuser-Busch InBev!
Twitter: @julioastillero
Facebook: Julio Astillero
Estela de luz: corrupción emblemática
Ayer, al dar a conocer el análisis de la Cuenta Pública 2011, la Auditoría Superior de la Federación (ASF) informó la existencia de pagos improcedentes por 248.9 millones de pesos en la compra de acero estructural para el monumento conocido como Estela de Luz, así como de otras erogaciones presumiblemente ilegales por 150.3 millones de pesos, como resultado de la incorrecta integración de precios y de diferencias en conceptos de obra. El documento referido confirma lo que desde hace tiempo constituye un clamor generalizado: que durante la construcción del citado monumento, cuyo costo se multiplicó por cuatro respecto del proyecto original, se cometieron diversos actos de corrupción y un grave desfalco al erario.
 
Sin mencionarla explícitamente, la ASF apunta la responsabilidad ineludible de la administración de Felipe Calderón en esas irregularidades. Incluso puede desprenderse de lo mencionado por la instancia fiscalizadora una responsabilidad directa del actual invitado de Harvard, pues, no obstante las flagrantes muestras de opacidad documentadas en el curso de la construcción de la Estela de Luz, y a contrapelo de los señalamientos de académicos y urbanistas que hicieron notar en su momento los defectos del proyecto, Calderón se empecinó en seguir adelante con la edificación de la columna monumental, desvirtuó el sentido original de la misma –conmemorar el bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución– y la convirtió en proyecto personal y en pieza de autoexaltación de su gobierno.

A raíz de lo difundido por la ASF es inevitable concluir que la obra edificada en Reforma y Lieja no sólo es emblemática del espíritu autocomplaciente y frívolo del calderonato, sino también un recordatorio del alarmante descontrol administrativo, el desaseo en el manejo de recursos públicos y en general, de la tolerancia mostrada por la pasada administración federal al que sigue siendo, desde hace décadas, el principal y más agraviante problema de la administración pública: la corrupción.
 
La circunstancia permite ponderar el grado de destrucción y de regresión generalizadas a que fue conducido el país durante el periodo 2006-2012. Más allá del déficit de legitimidad con que arrancó, el régimen calderonista será recordado por un incremento brutal en la pobreza y el desempleo; por una desmesurada transferencia neta de capitales hacia el exterior; por la postración de la economía nacional –como refleja el dato, difundido recientemente por este diario, de que el crecimiento promedio anual durante ese periodo fue el peor de los últimos cuatro sexenios–; por las decenas de miles de muertos que causó el estallido de violencia provocado, a su vez, por la llamada guerra contra el narcotráfico; por el aumento y la expansión del poderío de las organizaciones criminales; por la descomposición de las corporaciones de seguridad pública; por el retroceso del Estado de derecho y, desde luego, por la opacidad y la corrupción en las oficinas públicas.
 
Por último, lo menos que cabría esperar a partir de la difusión de los datos referidos es que éstos estén acompañados de una investigación exhaustiva y profunda del gobierno actual, a efecto de que, sin incurrir en revanchas políticas ni en el uso faccioso de las instituciones de procuración, se finquen las responsabilidades civiles y penales a que haya lugar y se ponga a los responsables a disposición del Poder Judicial. En esa medida, el informe de la ASF no sólo coloca en situación comprometedora a buena parte de los miembros de la administración pasada, sino que lanza sobre la actual una responsabilidad ineludible: investigar y procurar justicia.
Uno de cinco con hambre-Fisgón
Política exterior
Miguel Marín Bosch/II
¿Cuál es el margen de maniobra en materia de política exterior para un país como México? En el anterior artículo describimos cómo se ha venido uniformando la actuación internacional de muchas naciones y cuán difícil resulta una acción independiente e innovadora. Exploremos ahora aquellas cuestiones que quizás sean susceptibles de acciones alentadas por países como el nuestro.
 
Hay un sinnúmero de asuntos que constituyen un peligro a mediano y largo plazo para la seguridad internacional y la convivencia pacífica entre las naciones. Piensen en los conflictos que podrían desencadenarse a raíz del acceso al agua. Consideren también los efectos del cambio climático. ¿Qué orden internacional podrá hacer frente a la catástrofe que se avecina si no modificamos rápida y radicalmente los hábitos que nos impone la sociedad de consumo?

Es cierto que la comunidad internacional ha concluido acuerdos y creado instancias y mecanismos de negociación para frenar y revertir el calentamiento del planeta. En este renglón la conferencia mundial de Río de Janeiro en 1992 sobre el medio ambiente y el desarrollo constituyó un hito. Pero el paso ha sido lento y en cada reunión multilateral se puede detectar que siguen avanzando los que quieren privilegiar el desarrollo por encima del medio ambiente. A 20 años de la conferencia de Río quizás haya llegado el momento para introducir nuevos enfoques en esta materia.

He ahí un tema que debería impulsarse en los foros multilaterales y que México podría seguir promoviendo. Pero hay otras cuestiones que merecen ser examinadas en los organismos internacionales. Algunas son consecuencia de los avances de la ciencia y la tecnología y deben ser objeto de soluciones colectivas. Y ante esos avances el derecho internacional suele quedar rezagado.

La ONU y la familia de organizaciones multilaterales y regionales han venido estableciendo códigos de conducta en una amplia gama de actividades. La propia carta de la ONU es quizás el código más importante en materia de la paz y la seguridad internacionales.

Cabe tener presente también que hace apenas unos cuantos siglos que se ha venido reglamentando la conducción de la guerra. Los avances científicos y tecnológicos de principios del siglo XX hicieron posible el uso de armas químicas en la Primera Guerra Mundial y de armas nucleares en la Segunda. En la segunda mitad del siglo pasado se prohibieron tanto las armas químicas como las biológicas. Pero las nucleares aún no se han prohibido.

Tampoco se ha reglamentado el uso de los misiles. Y hoy el arma nuclear y el misil o vector para transportarla siguen amenazando la paz entre las naciones. Ahí está el desafío de Corea del Norte.

Ahora la guerra cibernética y el uso de vehículos (aviones) sin tripulación (los llamados drones) plantean retos parecidos a la comunidad internacional. Vean lo que está ocurriendo con Internet. Si una persona se mete a tu computadora es un hacker. Pero, ¿si el hacker es un gobierno? Si un individuo se dedica a contaminar las computadoras de otros con un virus, es un criminal. Pero, ¿cómo calificamos a un gobierno que hace lo mismo?
 
En estos días The New York Times ha presentado una queja ante el gobierno chino por un supuesto ataque cibernético. Pero hace años que los expertos han venido alertando sobre las consecuencias catastróficas que tendría un ataque de esta naturaleza contra las instalaciones de otro gobierno y no sólo de empresas o particulares.
En los últimos meses también se ha intensificado el debate sobre cómo Estados Unidos está cambiando la manera de conducir la supuesta guerra contra el terrorismo internacional. Al parecer, hacia diciembre de 2008 el presidente saliente George W. Bush le encomendó a su sucesor dos proyectos que estaban desarrollándose y que Obama aceptó y mejoró: la guerra cibernética y el uso de vehículos (aviones) sin tripulación (los llamados drones).
 
De adolescente mi hijo empezó a construir modelos de aviones. Luego los hacía volar con un control remoto. Con los años esa afición lo llevó a sacar su licencia de piloto aviador.
 
La idea de contar con un avión que no requiera de un piloto ha entusiasmado a los dirigentes militares durante más de un siglo. Sus posibles usos son muchos: desde el espionaje hasta los bombardeos.
 
Durante la Segunda Guerra Mundial los alemanes experimentaron con modelos de los llamados drones pero a la postre optaron por desarrollar proyectiles de corto y mediano alcance. Su éxito fue tal que después de 1945 muchos de los científicos e ingenieros involucrados en los proyectos de misiles se convirtieron en el semillero de los programas espaciales en Estados Unidos y la entonces Unión Soviética.
 
Hoy en día los drones se están usando en la agricultura, en la exploración de regiones remotas y también para el control de fronteras. Pero el debate va más allá del uso pacífico de esa tecnología. Cada día se recurre más a esos aviones tripulados a control remoto con fines militares. Sus ventajas son claras: son más baratos que los aviones convencionales, pueden volar hasta por más de 80 horas y no hay peligro de perder al piloto.
 
El problema es que Washington los está utilizando para asesinar a individuos con supuestos nexos con los terroristas internacionales, Al Qaeda en particular. Y el debate en Estados Unidos ahora gira en torno de si se puede eliminar a un individuo sin un juicio. Es más, se preguntan en Washington, ¿qué pasa si el sospechoso es un ciudadano estadunidense?
 
Sería aconsejable que la comunidad internacional se pronunciara sobre cuestiones como la guerra cibernética y el uso de drones con fines militares o policiacos. Suele decirse que en la guerra y en el amor todo se vale. No sé si sea cierto en el caso del amor, pero ciertamente no lo es en cuanto a la guerra. Y la ONU debería elaborar sendos códigos de conducta sobre las cuestiones aquí planteadas.
Otra vez negligencia-Magú
Cuarenta aniversario de los transgénicos
Ignacio Chapela*
Este año, la transgénesis cumple 40. Son pocos años, si se considera que la manipulación transgénica (la introducción forzada de material genético de varios organismos diversos en otro que los recibe y los reproduce) es una intervención en la biología del planeta sin precedente en los miles de millones de años que ha existido la vida en esta, nuestra esquinita del cosmos.
 
Pero 40 años son muchos cuando se considera que esta intervención se ha visto distribuida sobre una superficie significativa del planeta. Los humanos hemos mantenido, en promedio, unos 100 millones de hectáreas de cultivos transgénicos cada año desde su primera comercialización oficial en 1996, concentradas principalmente en cinco países. Esto, sin contar liberaciones imprevistas. Lo interesante es que ahora contamos con datos de esta experiencia de 40 años para evaluar la transgénesis.

Algunos piensan que este experimento con el planeta demuestra de alguna manera la inocuidad de los transgénicos; argumentan que no ha habido evidencia de daño alguno asociado a la liberación o uso de estos organismos. Otros, como yo, consideran que nunca fue este un experimento, porque nunca hemos hecho lo mínimo necesario para que lo fuera, a saber: mantener controles y observar sistemáticamente los resultados. Los transgénicos se liberan al ambiente sin posibilidad de compararlos con algún control y sin etiquetar. ¡Ningún estudiante de secundaria pasaría la materia si cometiera el error de no incluir un control ni marcar los tubos en su experimento! Tal vez no tengamos un experimento, pero historia, sin embargo, sí tenemos.

Después de su primera generación en 1973, el doctor Paul Berg, junto con otros pioneros de la transgénesis, llamó a una reunión urgente en el centro vacacional de Asilomar, al sur de San Francisco, pidiendo a todos los científicos un periodo de reflexión sobre los posibles riesgos de la transgénesis. El riesgo más importante que ellos podían vislumbrar era el posible escape al ambiente de alguna bacteria con propiedades patogénicas aumentadas, como lo sería una resistencia a los antibióticos. Hoy sabemos que este riesgo se ha convertido en realidad: al muestrear seis de los ríos más importantes de China, un grupo de investigadores demostró que en todos ellos las poblaciones nativas de bacterias han incorporado ADN originado en laboratorios o en campos de cultivo río arriba. Además, las secuencias de ADN transgénico encontradas no son irrelevantes: las bacterias que las llevan se vuelven resistentes a antibióticos.

Esta es, en otras palabras, la demostración de que la peor pesadilla del doctor Berg es ahora una realidad ecológica innegable. Por si hiciera falta resaltar la importancia de este descubrimiento, hay que dejar en claro que sabemos ahora a ciencia cierta que los transgénicos no se quedan inmóviles en el sitio en el que se les libera, sino que se transfieren por mecanismos de transmisión horizontal de material genético de las plantas transgénicas a las bacterias de vida libre en el ambiente, de donde pueden continuar, ahora invisiblemente, dispersándose. El hecho de que las bacterias de vida libre desarrollen el fenotipo específico de la resistencia a los antibióticos significa además que estamos armando, a través de los transgénicos, a la próxima generación de bacterias patogénicas que encontraremos nosotros, nuestros animales y plantas cultivadas, sin las herramientas que el siglo XX nos dio para defendernos de sus infecciones. Hay que notar que la aparición de bacterias resistentes a los antibióticos es el tema que más preocupa a las instituciones de salud pública de todo el mundo en estos momentos.
 
El escape de los transgénicos por transmisión génica horizontal se añade a los documentados ejemplos de su escape a través de los mecanismos más conocidos de polinización y movimientos o intercambios de semillas. Sabemos, pues, que la liberación intencional o inadvertida de transgénicos al ambiente tiene consecuencias que van mucho más allá del campo de cultivo en el que se les introduce, y que esas consecuencias durarán muchísimo más tiempo del que pensábamos hace 40 años.
 
Sabemos más: en los últimos dos años hemos recibido información clara sobre las consecuencias del consumo de transgénicos. Sabemos que el material genético de los transgénicos (sobre todo el ARN) sobrevive a la digestión en el humano en suficientes cantidades como para tener un efecto importante en la salud de quien los consume. Hemos visto los resultados de estudios de alimentación en modelos animales como las ratas, gracias al trabajo de los equipos dirigidos por los doctores Pusztai en Escocia y recientemente de Séralini en Francia. A pesar de las campañas de descrédito en su contra, estos estudios continúan sin refutación científica, indicando que a mediano y largo plazos el consumo de transgénicos puede tener consecuencias importantes en la salud.
 
Sabemos también que los materiales transgénicos pueden tener comportamientos inesperados, como lo demuestran dos estudios recientes. Primero, una secuencia inusitada encontrada en la mayoría de las plantas transgénicas, el llamado gen VI, no sólo contribuye a la activación desmesurada de las regiones genómicas en que se encuentra, sino que también, soprendentemente, parece bloquear la capacidad de defensa de la planta –o cualquier otro organismo– ante ataques de virus. En otro estudio hemos aprendido que la introducción de ARN transgénico en las plantas que forman la dieta humana puede conferir regulación directa de ese ARN sobre los tejidos del humano a varios niveles, alterando su fisiología de maneras complejas. Debe notarse que una nueva generación de transgénicos propone el uso del tipo de ARN en cuestión, a través de los llamados ARN de interferencia.
 
Desde una perspectiva estrictamente biológica, los riesgos de la liberación de transgénicos al ambiente, que ya se podían vislumbrar hace 40 años, son ahora daños reales en la ecología del planeta: contaminación genética, generación de resistencias en malezas, plagas y patógenos, daños por el abuso de los pesticidas asociados, y muchos más. A ellos, la historia continúa agregándoles sorpresas inusitadas: la transferencia horizontal rampante, las alteraciones fisiológicas sutiles pero importantísimas debidas directamente al consumo de transgénicos, la emergencia de nuevas cepas de bacterias resistentes y de cultivos con nuevas susceptibilidades. Tenemos, sin duda, evidencia de prima facie para concluir que los transgénicos, en su 40 aniversario, merecen una nueva evaluación que confronte ya no los riesgos hipotéticos contra los beneficios a futuro, sino los daños demostrados contra las promesas incumplidas de rendimiento y seguridad.
* Profesor de la Universidad de California en Berkeley

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