Asegura que no habrá división entre él y el jefe de Gobierno del DF
Demanda López Obrador a Televisa derecho de réplica
Saúl Maldonado y Miroslava Breach
Corresponsales
Periódico La Jornada
Domingo 18 de septiembre de 2011, p. 7
Domingo 18 de septiembre de 2011, p. 7
Andrés Manuel López Obrador exigió a Televisa derecho de réplica,
porque, dijo, todos los días lo critican y atacan, pero nunca le han dado tiempo
para defenderse, y elogió el trabajo de Marcelo Ebrard al frente del Gobierno
del Distrito Federal.
La mafia del poder nos quiere ver divididos, pero no lo va a lograr, subrayó.
En un acto público realizado en el municipio de Guadalupe Victoria, a 85
kilómetros de Durango capital, ante unos 3 mil simpatizantes, el dirigente del
Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) se refirió al rechazo de Carlos
Salinas a debatir, aunque todos los días
la mafia del poderbusca discutir con él mediante sus
achichincles. Luego corrigió y anunció que ya no les llamará así, porque
se molestan. Por ello prefirió decirles
empleados.
En Televisa, señaló, los conductores de diferentes programas lo critican y
atacan diariamente,
principalmente los miércoles por la noche, pero siempre le han negado el derecho de réplica.
Cuatro (horas) se me hacen muchas. Con dos basta para defenderse. O bien, un debate con los conductores de los programas de noticias de Televisa. Si nos dan horario triple A, mejor.
Sobre Marcelo Ebrard, comentó que ha hecho un
excelente trabajo en estos cinco años al frente del Gobierno del Distrito Federal. Es un buen gobernante. Señaló que
la mafia del poderquiere verlos divididos a él y a Ebrard Casaubon,
pero es mi amigo y no se les va a hacer. La izquierda no se dividirá.
En su discurso, López Obrador dijo que ha llegado el momento de que el pueblo
tome conciencia, de que se una como lo hizo hace 201 años y se decida a sacar
del poder a los caciques.
Si el pueblo quiere ser libre, sabe lo que tiene que hacer.Por ello le pidió que no venda su libertad por migajas.
Miles de personas acudieron en Guadalupe Victoria a la
asamblea informativa del Movimiento de Regeneración NacionalFoto Carlos Ramos Mamahua
AMLO en Durango
Andrés Manuel López Obrador durante la segunda
asamblea del Morena en Guadalupe Victoria, donde miles de duranguenses
asistieron. La Jornada / Carlos Ramos Mamahua
López Obrador estuvo más tarde en Parral, Chihuahua, donde dijo que los
recursos naturales de México, entre ellos el oro y la plata, están siendo
saqueados por empresas extranjeras, que sólo dejan al país contaminación y daño
ambiental.
Ante cientos de personas que lo esperaron más de hora y media para
escucharlo, bajo un sol fuerte, el político tabasqueño censuró la entrega de 52
millones de hectáreas por el gobierno federal a empresas mineras, principalmente
de capital canadiense, para que exploten oro y plata en minas a cielo abierto,
el método más nocivo para el medio ambiente.
Expresó que dichas compañías están devastando amplias regiones de México, sin
que ayuden en nada al desarrollo regional ni se les cobren impuestos especiales.
Canadá les cobra 15 por ciento de impuestos por extracción de minerales y el gobierno de México sólo un derecho, una cantidad ridícula de 5 pesos por hectárea. Están saqueando los recursos naturales del país, insistió.
Al mitin en Parral acudieron simpatizantes de 27 municipios del sur de
Chihuahua, ante quienes anunció que el domingo 2 de octubre el Morena se
constituirá en asociación civil en el Auditorio Nacional de la ciudad de México
y la directiva del movimiento estará constituida por representantes de todos los
sectores y clases sociales del país.
Sin patria ni matria
Rolando Cordera Campos
En los años setenta del siglo veinte, México enfrentó severos
problemas económicos y financieros que pusieron en jaque la virtuosa combinación
de crecimiento con estabilidad que gozó el país por más de tres lustros. El
célebre
desarrollo estabilizadorde los años sesenta fue cuestionado al final de esa década, cuando irrumpió la protesta estudiantil en la ciudad de México y pronto se desparramó a otras ciudades y capas sociales. Más que desde la economía fue desde la política que empezaron a hacerse preguntas impertinentes.
La política de aquella estrategia, basada en la capacidad estatal de cooptar
y pegar a la disidencia mientras se producían cada vez más bienes públicos
urbanos y el empleo propiciaba el avance de un mercado interno más robusto, hubo
de contar a partir de entonces con la emergencia de un reclamo social y
democrático que en poco tiempo se extendió de las capas medias agredidas
criminalmente por el gobierno en 1968 a los grupos de oposición en los
sindicatos. Nuevas capas laborales surgidas del propio cambio económico vieron
en la insurgencia sindical que encabezaran Rafael Galván y sus electricistas
democráticos un rumbo para combinar libertades políticas elementales con un
ejercicio consistente de los derechos sociales, en gran medida conculcados por
la cerrazón burocrático-financiera del Estado y directamente por la costra del
charrismo sindical, mal acostumbrada a cobrar caro su amor al
presidencialismo pero del todo carente de destrezas para lidiar con la oleada de
exigencias y críticas que emanaban desde el mundo laboral organizado de
entonces.
Se trataba de una sumatoria que no podía absorberse sólo con expansión
económica la cual, por lo demás, como sucedía con el resto del mundo, había
entrado en una ruta de inestabilidad, relativo estancamiento e inflación. El
petróleo surtió efectos casi milagrosos pero duró poco y lo que se impuso fue
una cada vez más abierta disputa por el poder y por definir el rumbo nacional
sin que las elites contaran con cartas de navegación seguras. Mala y culpable
memoria y, para terminar, pura desmesura.
En medio, al calor de las agresivas crisis de los ochenta, vino el cambio por
el cambio para cambiar. Hasta que la alternancia y su secuela de tontería y
desperdicio nos hicieron ver que lo que no había era sentido de la historia o
del futuro, sólo presente continuo y, como ocurre hoy, desgaste imparable de la
vida, las instituciones y los derechos y libertades conquistados en aquellos
años.
Fracturado hasta el abuso el tiempo histórico, como lo consigna el filósofo
Guillermo Hurtado y hubimos de vivirlo todos el año pasado, el país ha iniciado
una suerte de vida sin patria que hace de las fiestas celebraciones vacías y de
los discursos empeños fútiles. En sus congregaciones, los grupos políticos
prefieren olvidar por un rato la quiebra de su capacidad dirigente, pero al
salir de Palacio o del Alcázar, al cruzar el Zócalo o entrar por un momento a
San Lázaro, el enjambre de despropósitos y rutinas sin destino se impone y el
emperador colectivo que nos legó la democracia se presenta desnudo, una
nada rodeada de palabrascomo el gran pintor Chávez Morado describiera a Vicente Fox sin tal vez saber lo que seguía.
La apuesta de la supuesta clase que dice encargarse del poder es al relevo
constitucional. Y, con ella, no son pocos los que albergan tal esperanza. Lo que
no aciertan a ver ni arriesgan a decirnos es cómo puede darse una sucesión a
partir y en medio de una fractura constitucional como la que el país vive desde
hace años.
Como lo ha dicho y redicho el constitucionalista Diego Valadés, no es sólo el
gobierno lo que está en juego sino la forma de ejercerlo. Es esta última la que
tiene que asumirse ya, ahora mismo, como la gran falla que determina todo o casi
todo lo demás, de la economía destartalada a la política de carpa cuyos
oficiantes mayores todavía se atreven a engolar la voz y entonar el Himno.
Un año más sin patria y con la matria (pace Don Luis González)
desgarrada por el crimen y la impunidad.
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