Crisis agrícola en México podría detonar una
primavera árabe
Perverso juego de cifrasde dependencias federales; posible estallido social
Organizaciones campesinas piden no politizar el conflicto del campo
Ariane Díaz, Rosa Elvira Vargas y Ángel Bolaños
Periódico La Jornada
Sábado 21 de enero de 2012, p. 3
Sábado 21 de enero de 2012, p. 3
Dirigentes de organizaciones campesinas acusaron al gobierno de Felipe Calderón de mentir sobre la efectividad de las acciones para mitigar los efectos de la sequía, y advirtieron que de no convocar a todos los actores a pactar acciones que garanticen una producción suficiente para el próximo ciclo agrícola, habrá estallidos sociales en el país.
A nombre del Consejo Nacional de Organismos Rurales y Pesqueros (Conorp), que agrupa a 14 confederaciones y organizaciones del campo, Federico Ovalle, sostuvo que más allá del juego perverso de cifrasde la Comisión Nacional del Agua y las secretarías de Agricultura y Desarrollo Social, que aseguran que sí hay recursos para atender la emergencia climática, la realidad “nos alcanza y podríamos tener una primavera árabe, caracterizada por la inconformidad social”.
Por separado, el dirigente de la Confederación Nacional Campesina, Gerardo Sánchez, acusó también al presidente Felipe Calderón de mentir y denunció que frente a la crisis agroalimentaria del país
hay una enorme diferenciaentre lo que dice el gobierno federal y lo que realmente sucede en cada una de las entidades.
Yo no le creo al Presidente. Él dijo que debían aplicarse los recursos del Fonden no sólo para siniestros climatológicos, sino para la sequía, y lamentablemente la semana pasada durante la comparecencia de los secretarios de Hacienda y de Agricultura (ante legisladores) ni siquiera se habían hecho las modificaciones a las reglas de operación, y eso que es la voluntad del Ejecutivo.
A su vez, Ovalle, dirigente de la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos, dio a conocer ayer que la marcha anunciada para el 31 de enero, del Ángel de la Independencia al Zócalo, lleva como eje central la demanda de un acuerdo para atender la grave situación y que se declare emergencia nacional.
En el documento, los integrantes de Conorp proponen usar de manera urgente los recursos del Programa Especial Concurrente, concretamente los 38 mil 300 millones de pesos del Proyecto Estratégico para la Seguridad Alimentaria (PESA).
Max Correa, de la Central Campesina Cardenista, consideró
cortala propuesta del PRI en el Congreso para reasignar 15 mil millones de pesos y señaló a ese partido como corresponsable de la actual catástrofe que padece el agro mexicano.
Ambos dirigentes sociales puntualizaron que no se debe olvidar que la marcha anual convocada para fin de mes
tiene raíz campesinapor lo que
no debe politizarsepor intereses electorales.
Por su parte, el líder de la CNC dijo que exigirán a Calderón que modifique el Programa Económico para el Campo (PEC) y por medio de recortes a los programas sociales 70 y Más y Seguro Popular se destinen 15 mil millones de pesos adicionales al agro.
Entrevistado en el marco de la sesión de la Comisión Política Permanente del PRI, confirmó la participación de agricultores de la CNC en la marcha que partió de Chihuahua hacia el Distrito Federal para denunciar las condiciones del campo y en la movilización del próximo día 31.
Piden intervención de Ebrard
Integrantes de la caravana contra el hambre, la sequía y la carestía, que salió de Chihuahua el domingo pasado, instalarán el lunes frente a la Secretaría de Gobernación el plantón de los indignados del campo; el grupo solicitó al jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard Casaubon, ser interlocutor con las autoridades federales, con el fin de establecer una mesa de diálogo que impulse la construcción de acuerdos para atender los graves efectos del cambio climático.
En entrevista, luego de reunirse con el secretario de Gobierno, José Ángel Ávila, el dirigente de El Barzón en Chihuahua, Martín Solís, informó que la caravana llegará a la ciudad de México el domingo a las 14 horas e instalará un campamento en la Plaza de la República. Ese mismo día se movilizarán, harán una marcha al Zócalo y regresarán luego al Monumento a la Revolución, de donde saldrán al día siguiente rumbo a la Secretaría de Gobernación.
Hambre y voracidad-Rocha
Agonizan aguajes de las comunidades rarámuris
La ausencia de lluvias en verano se agudiza con la falta de nieve en el invierno
Algunos ejidos tienen agua para sólo una semana, según indígenas
En El Charco, a las afueras de la capital de Chihuahua, se localiza un tiradero de reses, muertas de hambre y de sed Jesús VillasecaFoto Jesús Villaseca
Arturo García Hernández
Enviado
Periódico La Jornada
Sábado 21 de enero de 2012, p. 2
Sábado 21 de enero de 2012, p. 2
Chihuahua, Chih., 20 de enero. La emergencia en la sierra Tarahumara se agravará aún más por la falta de agua. Todo mundo aquí lo advierte. Los aguajes donde se surten las comunidades rarámuris agonizan ante la prolongada sequía que azota la región y se prevé que estarán completamente secos hacia finales de abril o principios de mayo, al comienzo de la época más calurosa del año.
Los principales afectados serán los niños, que de por sí ya padecen los estragos que resultan de la combinación de una mala alimentación y una higiene deficiente: manchas en la piel, enfermedades gastrointestinales e incluso en la comunidad de Cosararé se han detectado varios casos de sarna entre los menores.
Triste recuento
Un recorrido por la sierra, entre Carichí y Tehuerichi, permite observar los lechos de arroyos y riachuelos secos o con uno que otro espejo de agua que no durará hasta el verano; árboles y arbustos quemados por las heladas y extensas áreas de pastos muertos.
La propia comunidad de Tehuerichi, que dispone de escuelas, albergue infantil y servicio médico con instalaciones para agua corriente, se surte del líquido en los remanentes de un río que la cruza. Y si no llueve en los próximos meses, para el verano estará completamente seco.
La ausencia de lluvias en el verano se agudiza con la falta de nieve en el invierno. Aunque puede haber temperaturas históricas de menos 20 grados centígrados.
Al no haber lluvias en el verano ni nieve en el invierno, los pozos se no se recargan y los escurrimientos que alimentan riachuelos y arroyos de la sierra se desecan.
Misión imposible
La atención del gobierno del estado a la inminente crisis del agua, se prevé difícil en extremo: ¿Cómo se le hará llegar el líquido a toda la población indígena que se encuentra dispersa en extensas zonas, muchas de ellas de difícil acceso?
En ese sentido, Ismael Díaz, coordinador operativo de la Coordinadora Estatal de la Tarahumara, hacía notar en una entrevista reciente que sólo en el municipio Guachochi hay mil comunidades indígenas y en Guadalupe y Calvo, mil 500.
Hay que decir que el problema no se reduce a las comunidades indígenas de la sierra. En Creel es común la falta de agua en casas, hoteles y establecimientos comerciales de su centro urbano. Mientras que en los poblados mestizos de las llanuras aledañas a Chihuahua capital ya se observan los efectos de la sequía. Es el caso del ejido ganadero de El Charco, situado a las afueras de Chihuahua, donde ya es posible localizar tiraderos de reses, muertas de hambre y de sed. La macabra ironía del asunto es que dicho cementerio de vacas se encuentra junto a la represa a la que el ejido debe su nombre. Erigida para el acopio del líquido en la temporada de lluvias; en otros inviernos suele encontrarse casi llena, ahora, según cuenta don Leonorio, habitante de la localidad, no tiene agua para más de una semana.
De acuerdo con el propio Leonorio, un septuagenario con 50 años de vivir en El Charco, la situación está obligando a los ganaderos a malbaratar sus vacas, él mismo lo ha hecho.
Así, un animal que en condiciones normales costaría 5 mil pesos o más, lo llegan a vender en mil 500 pesos o menos. De lo perdido lo que aparezca.
María Teresa Peti Guerrero, integrante de la Consultoría Técnica Comunitaria con una larga historia de lucha contra la destrucción los ecosistemas de la Tarahumara, reconoce la gravedad extrema del problema y coincide con otras opiniones en el sentido de que en pocos meses la situación resultará desastrosa.
Federico Mancera Valencia, profesor investigador del Centro de Investigación y Docencia y estudioso de las sequías en Chihuahua, afirma por su parte que la sequía
El número 1-HelgueraEntre los rarámuris-Fisgónatípicaque ahora enfrenta la entidad, no es un desastre natural, es resultado de las acciones del ser humano; en todo caso es un desastre socionatural.
Una mirada realista, por incluyente, al campo
Gustavo Gordillo
Una información equivocada volvió a poner en el centro de la atención a las comunidades indígenas. No necesitan existir suicidas para reconocer la dramática situación en que se debaten desde siempre los pueblos originarios. Basta recordar que el Informe de la evaluación de la política de desarrollo social en México 2011, elaborado por el Consejo Nacional para la Evaluación de la Política Social (Coneval), presentó un apartado sobre la política de desarrollo social y los pueblos indígenas, en el cual señala que 79 por ciento de indígenas se encuentran en situación de pobreza y de éstos 40 por ciento en pobreza extrema.
Programas van y vienen, medidas asistenciales y apoyos filantrópicos –todos necesarios, dada la gravedad del asunto–, pero insuficientes siempre porque no se atiende el meollo del asunto. Sin la participación directa y hegemónica de las propias comunidades seguirá este proceso de desgaste, erosión y en el límite de lenta extinción de esas comunidades. Resolverlo requiere asumirlo no desde el terreno de las políticas públicas, sino de la política pura. Es decir, reconstrucción de su capital social y cultural e impulso a sus muy variados y diversos sistemas productivos a partir de reconocerles su derecho a la autonomía, asumiendo el compromiso incumplido establecido en los acuerdos de San Andrés.Algo similar se puede comentar respecto a las sequías. Aunque ciertamente agravadas por el cambio climático, éstas han sido consustanciales a amplias regiones del norte y centro del país. Los programas emergentes han sido una constante en la historia de las políticas rurales. Y sus efectos han sido los mismos: mitigar una emergencia… hasta que se vuelve a presentar nuevamente.
El telón de fondo de estas emergencias es la grave crisis de descapitalización del campo mexicano. En sentido estricto, el campo mexicano ha estado debatiéndose entre la crisis y el estancamiento desde finales de los años 70. Más allá de los cambios en estilos de desarrollo –del de sustitución de importaciones por el de economía abierta– e incluso más allá del esquema intervencionista de los gobiernos de Echeverría, del esquema que enfatizaba el papel de los mercados y la retracción del Estado desde el gobierno de De la Madrid; lo que tenemos es estancamiento productivo, disparidad de productividades, brechas de desigualdad por tipo de productor y región y una persistente presencia de la pobreza y de la pobreza extrema como signos ominosos del campo mexicano.
Reactivar el campo y enfrentar los graves problemas que hoy tenemos como país en materia de soberanía alimentaria requiere partir de dos reconocimientos. Uno, el campo mexicano es extraordinariamente diverso, en el cual predominan los sistemas de producción de pequeña escala. Esto debe ser la guía para las reformas institucionales, para el trabajo de extensión e investigación, para los mecanismos de financiación y asistencia técnica.
Dos, reconocer que para una modernización justa e inclusiva se requiere una transformación a fondo del gasto público al campo, que hoy privilegia el impulso a bienes privados y que concentra más de 70 por ciento de los subsidios en los estratos de más alto ingreso en el campo. Se necesita un presupuesto multianual para generar un horizonte de certidumbre, particularmente a los pequeños productores. Pero sobre todo se precisa partir de un presupuesto base cero, es decir, revisar minuciosamente todos los renglones del presupuesto público, a efecto de corregir su sesgo actual, que discrimina en favor de los grandes productores del noroeste y norte del país.
Ambos reconocimientos llevan a poner en el centro a las familias rurales, los sistemas productivos de pequeña escala y un estilo de desarrollo regional que estimule una modernización inclusiva. Dicho de otra manera, llevan a articular el derecho a la alimentación con soberanía alimentaria.
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