Grecia, en estado de coma
Familias súbitamente hundidas en la miseria que para alimentarse acuden a comedores públicos, jóvenes universitarios desempleados que escapan del país o regresan a sus comunidades rurales para convertirse en campesinos, calles desoladas por el cierre masivo de tiendas, obreros y periodistas en huelga… Las escenas describen a un país en bancarrota y cuya población se siente humillada por haber perdido de golpe nivel de vida, sueños y futuro, y que está furiosa con sus políticos y con la Unión Europea, pues les impone medidas de austeridad que este año harán aún más precaria su sobrevivencia.
ATENAS.- “Me llamo Yorgos y tengo 13 años. Vivo con mi madre, que trabaja de noche tres veces por semana. Cuando me quedo solo me siento muy triste y tengo miedo, porque una vez los ladrones se metieron a la casa. Con la crisis todo se hizo más difícil. Falta dinero. Mi madre se atormenta mucho. Mi padre dejó de pagar mi pensión alimentaria y ella no me deja verlo. Es para presionarlo. Echo mucho de menos a mi padre. Mi único placer es el futbol. Quiero ser un jugador famoso para ganar dinero y sacar a mi madre de todo esto.”
Grave es la mirada de Yorgos. Sólo esboza una sonrisa cuando se despide de la reportera y le agradece su atención. Kalliopi Stiga, su maestra de música, es nuestra intérprete. Se ve turbada. Sospechaba el desasosiego de sus alumnos. No lo imaginaba tan profundo.
Se acerca Theodora, de 14 años, dinámica, también muy seria. Habla a toda velocidad:
“Desde que nos tocó la crisis mi madre y yo vivimos con mi tía para compartir gastos. Mi madre trabaja medio tiempo en un supermercado. Mi tía era cajera en un cine, pero la despidieron. Mis abuelos nos ayudan porque el salario de mi madre no nos alcanza. Antes tomaba clases particula
ATENAS.- “Me llamo Yorgos y tengo 13 años. Vivo con mi madre, que trabaja de noche tres veces por semana. Cuando me quedo solo me siento muy triste y tengo miedo, porque una vez los ladrones se metieron a la casa. Con la crisis todo se hizo más difícil. Falta dinero. Mi madre se atormenta mucho. Mi padre dejó de pagar mi pensión alimentaria y ella no me deja verlo. Es para presionarlo. Echo mucho de menos a mi padre. Mi único placer es el futbol. Quiero ser un jugador famoso para ganar dinero y sacar a mi madre de todo esto.”
Grave es la mirada de Yorgos. Sólo esboza una sonrisa cuando se despide de la reportera y le agradece su atención. Kalliopi Stiga, su maestra de música, es nuestra intérprete. Se ve turbada. Sospechaba el desasosiego de sus alumnos. No lo imaginaba tan profundo.
Se acerca Theodora, de 14 años, dinámica, también muy seria. Habla a toda velocidad:
“Desde que nos tocó la crisis mi madre y yo vivimos con mi tía para compartir gastos. Mi madre trabaja medio tiempo en un supermercado. Mi tía era cajera en un cine, pero la despidieron. Mis abuelos nos ayudan porque el salario de mi madre no nos alcanza. Antes tomaba clases particula
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