Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

domingo, 8 de enero de 2012

Hubo omisión o complicidad de Zedillo en el caso Acteal- «Los presos vascos, a Eskal Herria»- Cómo reconocer a la «nogente»

Manejó doble discurso: Martínez Veloz
De un plumazo desconoció los acuerdos de San Andrés, acusa el ex integrante de la Cocopa
Más allá del juicio que se le sigue en EU, debe dar la cara por la masacre: senador Tomás Torres
No puede ser exculpado, pues los crímenes de lesa humanidad no prescriben: Ricardo Monreal
R. Garduño y G. Saldierna
Esa masacre refleja el doble discurso que impulsó el ex presidente, acusa Martínez Veloz
Hubo complicidad u omisión de Zedillo en la matanza de Acteal
La petición de inmunidad, confesión de su responsabilidad en esos sucesos, señala el senador Tomás Torres
Ricardo Monreal reitera que los crímenes de lesa humanidad son imprescriptibles
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Indígenas de Acteal muestran, en marzo de 1998, las mutilaciones y marcas de heridas sufridas por un niño durante el ataque de paramilitares, que dejó 45 muertos en esa localidad chiapanecaFoto Carlos Cisneros
Roberto Garduño y Georgina Saldierna
Periódico La Jornada
Domingo 8 de enero de 2012, p. 5
Ernesto Zedillo incurrió en complicidad u omisión en la matanza de indígenas en Acteal, sostuvo Jaime Martínez Veloz, integrante de la primera Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa) en Chiapas. El también ex legislador consideró que los sucesos en la comunidad indígena son la expresión más dramática del fracaso de la política de doble discurso que impulsó el ex presidente durante el proceso de negociación con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
En entrevista, Martínez Veloz refirió que la Cocopa siempre estuvo al filo de la navaja con Zedillo, porque “por un lado nos pedía que nos acercáramos y estableciéramos compromisos y acuerdos con los zapatistas, pero en paralelo permitía acciones en sentido contrario. Un importante antecedente fueron las órdenes de aprehensión dictadas contra la comandancia zapatista el 9 de febrero de 1995.
Tal determinación ocurrió cuando la Cocopa realizaba una visita a Chiapas a petición del mismo Zedillo, lo cual fue tomado por los integrantes de la comisión como una acción distractiva que permitió al gobierno federal preparar el zarpazo contra los dirigentes zapatistas.
Criticó asimismo que el ex presidente desconociera de un plumazo los Acuerdos de San Andrés.
En la última reunión que sostuvo una subcomisión de la Cocopa con Zedillo, nos dijo que si hubiera sabido lo que firmaba la delegación gubernamental con los indígenas él hubiera preferido haber pedido que no se firmara ningún documento.
Aquella afirmación, agregó, tuvo un enorme significado, porque tras haberse realizado un proceso de negociación serio, responsable y bajo el amparo de las leyes mexicanas, “descalificó de facto los Acuerdos de San Andrés, y se nos acusó a los firmantes de querer fragmentar y balcanizar el país, incluso de que pretendíamos crear un Estado dentro de otro Estado”.
Insistió: sin duda, en Zedillo hubo complicidad u omisión por los sucesos trágicos de Acteal. En el fondo, Acteal es la expresión más brutal del incumplimiento de los Acuerdos de San Andrés. Y está claro que el doble discurso del ex presidente condujo al ataque contra el EZLN.
A su vez, el senador perredista Tomás Torres aseveró que más allá de que Zedillo logre eludir el juicio que se le sigue en Estados Unidos con el argumento de la inmunidad, debe dar la cara y responder por la masacre de Acteal.
Resaltó que lo ocurrido en la comunidad chiapaneca constituye un delito grave e imprescriptible, y el hecho de que el ex mandatario pretenda cubrirse con un tema de procedimiento no sólo es irresponsable, sino de alguna manera significa la confesión de su responsabilidad en los sucesos.
Ricardo Monreal, coordinador de los senadores del Partido del Trabajo, dijo que el alegato de la inmunidad es improcedente porque no hay fuero que proteja al ex jefe del Ejecutivo, quien al terminar su gestión como presidente dejó de tener esa prerrogativa.
Expuso que los crímenes de guerra y de lesa humanidad no prescriben ni hay protección para quienes los cometen.
Especialista en temas jurídicos, Monreal señaló que Estados Unidos sí tiene jurisdicción para juzgar a Zedillo por la matanza, y consideró que los quejosos acuden a ese tipo de tribunales porque consideran que en México la justicia está podrida y se encuentra a disposición del mejor postor.
Resaltó que en el país, la justicia atraviesa por la etapa más difícil y de mayor deterioro en toda su historia. No existe justicia, se encuentra en una seria crisis y, sobre todo, hay desconfianza hacia ella.
El panista Rubén Camarillo recordó que el caso ya fue juzgado en México, fue un tema que se llevó años e incluso fue motivo de análisis en la Suprema Corte de Justicia de la Nación.






Piden en Bilbao liberar a quienes cumplieron tres cuartas partes de su condena
Miles exigen trasladar a presos de ETA al País Vasco
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Multitudinaria manifestación de apoyo a los presos de la organización armadaFoto Reuters
Afp
Periódico La Jornada
Domingo 8 de enero de 2012, p. 18
Bilbao, 7 de enero. Varios miles de personas se manifestaron hoy en Bilbao para pedir el traslado de los presos vascos a Euskal Herria, en la primera marcha de este tipo organizada después del anuncio, en octubre, del abandono de la lucha armada etarra.
Hay muchos más que el 22 de octubre, en la que marcharon 65 mil personas en Bilbao, dos días después del anuncio de ETA de que ponía fin a la violencia, declaró uno de los organizadores, Benat Zarrabeitia.
Por su parte, la prensa española estimó en varias decenas de miles los participantes en la marcha por los presos vascoss.
Detrás de la banderola que abría la marcha podía leerse en vasco y en inglés repatriad a todos los presos vascos. Al menos 3 mil miembros de familias de detenidos marchaban. Unos 700 detenidos de ETA están en distintas cárceles españolas y francesas.
Esta manifestación por los presos vascos se realiza cada año en la misma fecha en Bilbao, pero este año adquiría un cariz particular, debido a que es la primera desde el anuncio de ETA, hecho el pasado 20 de octubre, de que que abandonaba la lucha armada, tras 40 años y 829 muertos.

Cómo reconocer a la nogente
Noam Chomsky*
El 15 de junio, tres meses después de que empezara el bombardeo de la OTAN en Libia, la Unión Africana presentó al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas la postura africana sobre los ataques –en realidad, el bombardeo de los agresores imperialistas tradicionales, Francia y Gran Bretaña, acompañados esta vez por Estados Unidos, que inicialmente coordinó el asalto, y otras naciones al margen.
Debe recordarse que hubo dos intervenciones. La primera, conforme a la resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU, adoptada el 17 de marzo, establecía una zona de proscripción aérea, el cese al fuego y medidas para proteger a los civiles. Pero después de unos momentos, esa intervención fue hecha a un lado cuando el triunvirato imperial se alió con el ejército rebelde, sirviéndole de fuerza aérea.
Al iniciarse el bombardeo, la Unión Africana exhortó a seguir el camino de la diplomacia y las negociaciones, a fin de evitar una muy probable catástrofe civil en Libia. En menos de un mes, la Unión Africana había recibido el respaldo de los países del BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y otros, en especial de Turquía, la principal potencia regional, miembro también de la OTAN.
De hecho, el triunvirato estuvo muy aislado en sus ataques, emprendidos para eliminar a un tirano mercurial, al que habían apoyado cuando resultaba ventajoso. Las esperanzas estaban puestas en un régimen que estuviera mejor dispuesto hacia las exigencias occidentales de controlar los ricos recursos de Libia y que, quizá, le ofreciera una base en África al comando africano de Estados Unidos, Africom, hasta ahora confinado en Stuttgart.
Nadie puede saber si los esfuerzos relativamente pacíficos contemplados en la resolución 1973 de la ONU, y respaldados por la mayor parte del mundo, hubieran logrado evitar la terrible pérdida de vidas y la destrucción que sucedieron en Libia. El 15 de junio, la Unión Africana informó al Consejo de Seguridad que ignorar a la unión durante tres meses y proseguir el bombardeo de la santa tierra de África ha sido arbitrario, arrogante y provocativo. La Unión Africana presentó un plan de negociaciones y patrullaje dentro de Libia, a cargo de fuerzas de la misma UA, junto con otras medidas de reconciliación. Todo fue en vano.
El exhorto de la UA al Consejo de Seguridad también estableció el fondo de sus preocupaciones: La soberanía ha sido un instrumento de emancipación de los pueblos de África, que están empezando a trazar caminos de transformación en la mayoría de los países africanos, después de siglos de depredación por el comercio de esclavos, el colonialismo y el neocolonialismo. Los ataques temerarios contra la soberanía de los países africanos son, por lo tanto, equivalentes a infligir heridas nuevas en el destino de los pueblos de África.
El llamado africano puede encontrarse en la publicación india Frontline, pero básicamente pasó desapercibido en Occidente. Eso no debe sorprendernos: los africanos son nogentes, por adoptar el término que George Orwell aplica a quienes no son adecuados para entrar en la historia.
El 12 de marzo, la Liga Árabe ganó la condición de gente al apoyar la resolución de la ONU. Pero el apoyo pronto desapareció, cuando la Liga se negó a apoyar el posterior bombardeo occidental contra Libia. Y el 10 de abril, la Liga regresó a su condición de nogente al exhortar a la ONU a imponer una zona de restricción aérea también sobre la franja de Gaza y a levantar el asedio israelí. Este exhorto pasó prácticamente desapercibido.
Esto también fue lógico. Los palestinos son el prototipo de la nogente, como lo vemos regularmente. Examinemos el número de noviembre-diciembre de la revista Foreign Affairs, que se inicia con dos artículos del conflicto palestino-israelí. Uno, escrito por los funcionarios israelíes Yosef Kuperwasser y Shalom Lipner, culpa del conflicto a los palestinos, por negarse a reconocer a Israel como Estado judío (atenidos a la norma diplomática: se reconoce al Estado, no a sectores privilegiados dentro de él).
El segundo artículo, del académico estadunidense Ronald R. Krebs, atribuye el problema a la ocupación israelí. El artículo tiene este subtítulo: Como está destruyendo a la nación la ocupación. ¿A qué nación? A Israel, por supuesto, perjudicada por tener su bota en el cuello de la nogente.
Otra ilustración: en octubre, los titulares anunciaron con fanfarrias la liberación de Gilad Shalit, el soldado Israel capturado por Hamas. El artículo de The New York Times Magazine se dedicó al sufrimiento de su familia. Shalit fue liberado a cambio de cientos de nogentes, de quienes supimos muy poco, aparte del sobrio debate respecto de si su liberación perjudicaría o no a Israel.
Tampoco supimos nada de los cientos de otros detenidos en prisiones israelíes durante largos periodos sin haber sido acusados formalmente. Entre esos prisioneros anónimos están los hermanos Osama y Mustafa Abu Muamar, civiles secuestrados por las fuerzas israelíes que atacaron Gaza el 24 de junio de 2006, al día siguiente de que Shalit fuera capturado. Los hermanos estaban desaparecidos en el sistema penitenciario israelí.
Al margen de lo que pensemos de capturar a un soldado de un ejército que nos ataca, secuestrar civiles es un delito mucho más grave. A menos, claro, que esos civiles sean simples nogentes. Ciertamente, esos delitos no se comparan con muchos otros, por ejemplo, con los crecientes ataques a ciudadanos israelíes beduinos, que viven en el Neguev, en el sur del país. Los beduinos israelíes están siendo expulsados conforme a un nuevo programa, destinado a destruir decenas de aldeas beduinas, a las que habían sido trasladados anteriormente. Por razones benignas, por supuesto. El gabinete israelí explicó que se crearían ahí 10 asentamientos judíos para atraer nueva población al Neguev. Es decir, para remplazar nogentes con gente legítima. ¿Quién puede ponerle alguna objeción a eso?
Esa extraña especie de nogentes puede encontrarse en todas partes, incluso en Estados Unidos: en las prisiones que son un escándalo internacional, en los comedores públicos, en los deteriorados barrios bajos. Pero los ejemplos son engañosos. La población mundial en su conjunto vacila al borde de un agujero negro.
Tenemos recordatorios cotidianos, incluso de incidentes muy pequeños. Por ejemplo, el mes pasado, cuando los republicanos de la Cámara de Representantes estadunidense bloquearon una reorganización, prácticamente sin costo, para investigar las causas de los extremos climatológicos de 2011 y proporcionar mejores previsiones.
Los republicanos temieron que eso fuera la punta de lanza de la propaganda del calentamiento global, un no problema según el catecismo recitado por los aspirantes a la nominación de lo que hace años era un auténtico partido político.
¡Qué pobre y triste especie!
* Chomsky es profesor emérito de lingüística y filosofía en el Instituto de Tecnología de Massachusetts, en Cambridge, Massachusetts.

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