Argentina: golpe de timón
Día de la independencia
Claudio Scaletta
La sangre ibérica forma parte de la sangre argentina. No sólo desde la época de la Colonia, sino también a través de las fuertes corrientes inmigratorias de fines del siglo XIX y la primera mitad del XX. A pesar de esta realidad, la infausta década de los 90 dejó entre su mala herencia la ruptura parcial, quizá sólo transitoria, de estos lazos de hermandad. No fue sólo por el comportamiento de los connacionales que, siguiendo la receta de los organismos financieros internacionales, profundizaron el ciclo de apertura, desregulación y privatizaciones iniciado a mediados de los 70, sino también a la soberbia y displicencia neocolonialista de los capitalistas españoles. La impostura no se limitó a los gestos de nuevos ricos en tierra arrasada, sino que se manifestó en los números de la economía.
El capital español vació firmas emblemáticas como Aerolíneas Argentinas y, como quedó plasmado en las importaciones de combustibles de 2011, fue uno de los principales beneficiarios, no el único, del saqueo del subsuelo. No se trató sólo de una determinada fase del capitalismo local, sino que la ex empresa española tuvo un comportamiento diferente al resto de las operadoras. La caída de las reservas de Repsol-YPF superó por lejos a la media del mercado. Su lógica de acción estuvo íntimamente ligada a su conducción por el capital financiero.Cuando Repsol compró YPF lo hizo endeudándose, y cuando merced al paso en falso de la actual administración, la familia
experta en mercados reguladosEskenazi ingresó a la filial argentina, también lo hizo endeudándose. Esta lógica financiera fue soportada a pleno contra el vaciamiento de las reservas hidrocarburíferas lentamente acumuladas durante la gestión de la vieja YPF estatal. El resultado fue una extracción predatoria sin que exista la contrapartida de las buenas prácticas del negocio, esas que dicen que deben realizarse inversiones de reposición de reservas. El mismo retaceo inversor se verificó también en el downstream; con el estancamiento de la capacidad de refinación y la política de reducción del margen para las estaciones de servicio, que derivó en la desaparición de muchos estacioneros.
El modelo macroeconómico local, en un país poseedor de recursos en el subsuelo, no podía permitirse una continuidad en la ampliación de la brecha energética externa. La histórica recuperación de la soberanía energética anunciada ayer por CFK no fue una medida sólo ideológica, sino imperiosa. El resultado de la experiencia histórica permite afirmar que la estrepitosa caída de reservas liderada por Repsol YPF no fue consecuencia, como afirmaban los lobistas sectoriales, de la política de precios. En la etapa de mayor liberalización de los años 90, cuando los combustibles eran más caros en Argentina que en España y regían los precios internacionales para las exportaciones, no existió la contrapartida de inversiones para la reposición de reservas. El argumento de la brecha de precios con el mercado internacional es simplemente falaz.
España es hoy el país europeo que sigue a Grecia en la cola de los desahuciados. Es también la economía con la desocupación más alta, la que llega a niveles cercanos a 50 por ciento en el caso de los más jóvenes. Su aparato productivo se encuentra en recesión y las recetas de ajuste tras ajuste profundizarán sus problemas. Se trata de procesos que, como conoce Argentina, son desastrosos para los trabajadores, que pierden derechos adquiridos durante generaciones, y ventajosos para unos pocos capitalistas.
El ruido de fondo que hoy se escucha en la península es el mismo que se escuchaba aquí antes de la terrible crisis de 2001-2002: la cantinela de la confianza en los mercados, el clima de negocios y la seguridad jurídica. Tales fueron los tópicos de la recriminación que, con soberbia colonial residual, expresaron con tono amenazante los funcionarios de la actual administración derechista española. Pero se equivocan: la
hostilidadde Argentina no es con España, a la que el país lleva en su sangre, sino contra el modo de actuar de una clase capitalista que hoy oprime a su propio pueblo. La decisión argentina sólo fue un acto de independencia, mal que le pese a la metrópoli en decadencia.
Diario Página 12
Falsificadores de la historia; Hidalgo, padre de la patria
Pedro Salmerón Sanginés
Los flamantes falsificadores de nuestra historia odian que Miguel Hidalgo haya abierto la puerta para que el pueblo tomara en sus manos su propio destino. Tienen pesadillas con la
“No existe ya para nosotros ni el rey ni los tributos [...]plebey la
canalla, a la que quisieran ver permanentemente contenida. Hoy dejaré pasar su idea de la
turba saqueadorapara mostrar que, al afirmar que Hidalgo nunca habló de independencia, sencilla y llanamente mienten. Es cierto que no podemos saber a ciencia cierta las palabras textuales con las que Hidalgo arengó a sus feligreses la madrugada del 16 de septiembre, pero un testigo presencial escribiría después que gritó:
Llegó el momento de nuestra emancipación; ha sonado la hora de nuestra libertad.
Otro de los primeros compañeros de Hidalgo escribió que, en vísperas del 15 de septiembre, el cura lo invitó al movimiento con las siguientes palabras:
Pues bien, se trata de quitarnos este yugo haciéndonos independientes; quitamos al virrey, le negamos la obediencia al rey de España, y seremos libres; pero para esto es necesario que nos unamos todos y nos prestemos con toda voluntad, hemos de tomar las armas para correr a los gachupines y no consentir en nuestro reino a ningún extranjero. ¿Qué dices, tomas las armas y me acompañas para verificar esta empresa? ¿Das la vida si fuere necesario por libertar a tu patria?
Además de estos testimonios indirectos, hay numerosos textos firmados por Hidalgo, en los que se habla de independencia y de libertad: en una proclama redactada probablemente en Celaya, en septiembre de 1810, dice Hidalgo:
El día 16 de septiembre de 1810, verificamos los criollos en el pueblo de Dolores y villa de San Miguel el Grande, la memorable y gloriosa acción de dar principio a nuestra santa libertad.
¿Qué libertad? Lo explica en una proclama fechada en octubre:
“El sonoro clarín de la libertad política ha sonado en nuestros oídos. [...]
La libertad política de que os hablamos es aquella que consiste en que cada individuo sea el único dueño del trabajo de sus manos y el que deba lograr lo que lícitamente adquiera para asistir a las necesidades temporales de su casa y familia; la misma que hace que sus bienes estén seguros de las rapaces manos de los déspotas que hasta ahora os han oprimido, esquilmándoos hasta la misma substancia con gravámenes, usuras y gabelas continuadas.
Posteriormente, en Guadalajara, el cura Hidalgo publicó numerosos documentos fechados en
nuestro Palacio Nacional. Formó un gobierno. Publicó una gaceta. Convocó a un Congreso nacional
que dicte leyes suaves y benéficasy gobierne
con la dulzura de padres. ¿No es eso luchar por la independencia política? Claro que lo es, a menos que uno no lea, o no quiera entender. Podríamos seguir con los decretos de Guadalajara, decretos de un jefe de Estado, algunos de ellos de enorme alcance, como el de la abolición inmediata de la esclavitud o el relativo a las tierras de los pueblos, pero no haríamos sino abundar en lo dicho: sólo mintiendo puede afirmarse que Hidalgo nunca habló de independencia y libertad; sólo mintiendo puede afirmarse con tan solemne autoridad que no tenía ideas.
Deberían advertir estos desmitificadores que en todos los procesos de independencia de América, los inicios fueron vacilantes y poco claros en lo que respecta a proyectos e ideología. Los propios padres fundadores de Estados Unidos, a los que tanto admiran González de Alba y Zunzúnegui, que iniciaron su guerra en 1774 y derrotaron finalmente a los ingleses en 1781, no definieron su modelo de Estado hasta 1787, y los debates más interesantes se dan en ese año, en torno a El federalista, de Madison, Hamilton y Jay (y por cierto, señores Zunzúnegui y González de Alba: todos esos libertadores y no sólo Hidalgo, y también quienes los combatieron, fueron intolerantemente religiosos. No entenderlos es querer juzgar aquella coyuntura con los criterios del presente).
Para saber qué ideas tenía Hidalgo hay que leer. Yo sé que leer puede resultar tedioso y cansado, pero no hay otra forma de conocer la historia. Les recomiendo, señores
desmitificadores, los cuatro volúmenes de Miguel Hidalgo y Costilla: documentos sobre su vida, publicados y compilados por Felipe Echenique y Alberto Cué (INAH, 2010). Elijan ustedes, si quieren, a Iturbide como padre de la patria, pero no mientan en torno a Hidalgo.
Sí, sigue España
José Blanco
La eurozona no parece poder continuar. A menos que la región hiciera algo del todo distinto a lo que ha venido haciendo hasta ahora. Por ejemplo, el tan demandado, por algunos analistas y políticos, avance rápido hacia una mayor integración económica, fiscal y política, siguiendo una ruta compatible con la recuperación a corto plazo del crecimiento, la productividad y la competitividad, la capacidad de financiamiento, la vuelta atrás del endeudamiento insostenible de la actualidad, y la reducción de los déficit externos y fiscales crónicos. Demasiados problemas de gran complejidad y magnitud, que deben enfrentar unas economías que no cuentan ni con las herramientas ni con los recursos necesarios.
El pasado 12 de abril The New York Times editorializó, sin diplomacias, que España podría ser la próxima economía europea (después de Grecia) derribada por la mala gestión alemana de la crisis de la zona euro. No tenía que ser así necesariamente. Una sobredosis de dolor, tituló el Times su editorial. Sin duda, sólo frau doktor Merkel y sus aliados políticos dentro y fuera de Alemania creen que un país puede pagar sus deudas mediante la asfixia del crecimiento económico; pero la frau es la que manda. La austeridad de talla única prescrita para todos, dice el Times, está a la vista que no funciona en cualquier lugar.
Después de un par de semanas de calma engañosa –sigo al Times–, y a pesar de las inyecciones de grandes cantidades de liquidez por el Banco Central Europeo, los países de la zona euro se encaminan hacia la recesión; el desempleo está aumentando y las previsiones de los déficit fiscales están empeorando. Los mercados de bonos están especialmente nerviosos con España e Italia, tercera y cuarta economías de la eurozona. Hasta aquí el Times.
España se aproxima a 25 por ciento de desempleo, con 52.8 por ciento para los varones menores de 25 años, y 47.9 por ciento para las mujeres. España vio caer su PIB a –3.7 por ciento en 2009, –0.1 por ciento en 2010, al 0.7 para 2011, y diversas instituciones empiezan a prever una caída a –2.0 para 2012.
España ha vivido una semana de horror –la pasada–, la peor en los algo más de 100 días del gobierno de Rajoy. La derecha, única mano que tiene Rajoy, ha mandado a Luis de Guindos, el petulante ministro de Economía, a que la estire frente a Mario Draghi, el aún novísimo señor del Banco Central Europeo (BCE): España padece de síndrome de abstinencia, pese a las cascadas de euros que el BCE ha inyectado a España y que se han evaporado por obra y gracia de los bancos españoles y su prisa por desapalancarse. Nunca como en la semana pasada Mariano Rajoy ha negado tantas veces que la economía española requiera de un rescate urgente, pero en esas está Luis de Guindos.
Dicen en el Ministerio de Economía que sólo se trata de una visita de cortesía dentro de la gira europea que emprende Guindos –también estará en París–
para explicar las reformas. Es decir, mostrar sus números e intentar convencer de que será capaz de recortar el déficit de 8.5 por ciento a 3 por ciento en dos años y que, al mismo tiempo, pagará sus deudas. Todo ello, con una recesión económica cercana a 2 por ciento. Rajoy ha formulado presupuestos muy austeros, ha anunciado reformas para
ahorraren sanidad y educación y tiene en marcha su reforma financiera…, pero nadie le cree. La bolsa está en el peor nivel desde marzo de 2009, la banca no sabe qué hacer para financiarse y Bruselas continúa sin dar su visto bueno a los presupuestos nacional y regionales marianos. De modo que los inversores huyen de la deuda española y ello lo pone a las claras los números de la bolsa.
Hasta hace unos dos meses muchos europeos aseguraban que la crisis europea y española en particular, se batía en retirada y que la cruda o curda o resaca o mona, posburbuja, era cosa del pasado. Estaban ciertos que los préstamos a la banca por 489 mil millones de euros, el primero, y 535 mil millones de euros, el segundo, serían suficientes para frenar la caída e impulsar la economía de la zona. Muy lejos de ello, inyectado ese billón de euros, la eurozona sigue en las mismas: no hay forma ni de crecer ni de pagar. Probablemente es debido a que si no se puede crecer, no se puede pagar. Pero meta usted esto en la dura cabeza físico química de frau Merkel.
Frente ese panorama, madame Lagarde ha insistido, la mismísima semana pasada, en la necesidad de que España realice
esfuerzos significativospara hacer frente a sus problemas fiscales, y ha subrayado que las
importantes medidastomadas por Europa han permitido una
cierta mejoraen el clima económico, aunque ha advertido que la situación sigue siendo
frágily el mayor riesgo al que se enfrenta es que las tensiones financieras y soberanas regresen con
renovada fuerza en Europa.
El harakiri pasó del código feudal del samurái a la ideología de la canciller de hierro.
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