Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

miércoles, 18 de abril de 2012

Desde Cuba, Fidel enterró las cumbres de «las Américas»- Argentina: Golpe de timón- Petróleo y democracia- Un chiste de gallegos sobre el caso YPF-

Argentina: Golpe de timón
Un chiste de gallegos sobre el caso YPF
Javier Lewkowicz
Foto
 
 
 
      Repsol cotizó el valor de su participación en YPF en 10 mil 500 millones de dólares, suma que el gobierno argentino ya aclaró que no va a pagar, y anticipó que acudirá al Ciadi, tribunal arbitral del Banco Mundial, para exigir una indemnización por las acciones expropiadas. El presidente de la firma española, Antonio Brufau, ofreció ayer una conferencia de prensa donde consideró que la decisión de expropiar casi la totalidad del capital de Repsol, grupo de control de YPF, respondería a una necesidad de la administración de Cristina Fernández de tapar una supuesta crisis inflacionaria, cambiaria, energética y de transporte.
La Argentina querida es otra, se lamentó Brufau, quien también vinculó la medida con una supuesta intención del gobierno de quedarse con las inversiones realizadas por la firma en el yacimiento de Vaca Muerta, donde existen recursos hidrocarburíferos no convencionales. Según especialistas, Repsol no realizó un desembolso de dinero significativo en ese reservorio.
Ilícita, gravemente discriminatoria, no justifica la utilidad pública perseguida, implica un incumplimiento de las obligaciones asumidas por el Estado argentino al momento de la privatización de YPF y se viola la confianza de la comunidad inversora internacional. Con esos argumentos Repsol califica, en un documento presentado ayer a la bolsa española, la medida de expropiación. Son los que utilizará para sostener su demanda en el Ciadi, acción que Brufau adelantó que la firma realizará. El objetivo es cobrar una importante indemnización como resarcimiento por supuestos perjuicios generados por la medida, más allá del monto que recibirá en manos del Estado nacional por el propio proceso de expropiación.
En relación con el precio de la compañía, Repsol aseguró que 57.4 por ciento de YPF tiene un valor de 10 mil 500 millones de dólares, y aunque el gobierno busca expropiar 88 por ciento de ese capital (el 51 por ciento de YPF), la firma española pretende cobrar por toda su tenencia accionaria. El gobierno anticipó que no pagará la suma que Repsol pretende. Todos los estados tienen derecho a expropiar, pero a pagar el justo precio, también, planteó Brufau, quien aseguró que el Estado argentino apuntó a facilitar el derrumbe del precio de YPF para conseguir la expropiación a precio de saldo.
Una de las principales hipótesis que Brufau esbozó para dilucidar por qué el gobierno tomó la decisión de expropiar, es la de una supuesta crisis social y económica que Cristina Fernández buscaría tapar. Al levantar la bandera de la expropiación, se cree que se supera la situación, consideró. La afirmación parece anacrónica, en medio del mayor ajuste fiscal de la historia, que busca llevar a cabo el gobierno de Mariano Rajoy en España. Ese paquete de medidas probablemente empeore la ya de por sí compleja situación ibérica que, según estimaciones oficiales, cerraría el año con un desempleo de 24.3 por ciento y una baja del PIB de 1.7 por ciento.
No convencional
Brufau indicó, citando a Página/12, que uno de los motivos que llevan al gobierno a impulsar la nacionalización de YPF es quedarse con el yacimiento de Vaca Muerta, en la cuenca neuquina, un enorme reservorio de recursos hidrocarburíferos no convencionales. De hecho, según administración de información de energía (EIA en inglés), Argentina poseería 12 por ciento de los recursos no convencionales recuperables a escala mundial. Repsol confeccionó una línea del tiempo desde 2007 hasta la actualidad, describiendo las tareas de investigación y exploración que habrían permitido a la firma encontrar esos recursos. De ahí que Brufau asegure que el gobierno estaría pretendiendo apropiarse de la inversión que realizó Repsol. Aunque la compañía no ofreció cifras sobre el monto invertido en Vaca Muerta, aclaró que el valor presente neto de esos recursos alcanzarían los 13 mil 700 millones de dólares.
En comparación con la gigantesca inversión que se requiere para extraer efectivamente esos recursos, lo realizado por Repsol en Vaca Muerta es insignificante. De hecho, la existencia de esos recursos no convencionales es algo que se conoce desde hace mucho tiempo. Reservorios convencionales se encuentran debajo de Vaca Muerta, de modo que los ingenieros que allí trabajan conocen perfectamente la presencia del recurso no convencional. Sucede que en los últimos años el avance tecnológico permite pensar que la extracción de esos recursos puede ser económicamente viable, explicó a este diario Mariana Matranga, ingeniera y especialista en la materia.
Inversiones
Por otro lado, Brufau justifica la declinación de las reservas y la producción de YPF por tratarse de cuencas maduras los yacimientos argentinos. Efectivamente, los yacimientos tienen una vida útil, sobre todo porque se trata de recursos no renovables. Sin embargo, eso está relacionado con la falta de inversión en exploración. La YPF estatal en los años 80 perforaba cerca de 90 pozos por año, sobre un total de 117. Repsol hizo un promedio de sólo ocho pozos por año. Como exploran muy poco y continúan extrayendo el recurso de los pozos viejos, obviamente la producción va a declinar, manifestó a Página/12 Mariano Barrera, economista, autor del artículo Subexploración y sobreexplotación: la lógica de acumulación del sector hidrocarburífero en Argentina.
Repsol advierte que su desempeño en el país es relativamente similar al que mostraron otras compañías. Mientras los costos de exploración sean más bajos en otros lugares del planeta, todos van a seguir explotando acá y girando utilidades hacia afuera. La trampa de los años 90 fue asimilar la racionalidad microeconómica de la empresa con el interés general, agregó Barrera. La desregulación del sector, revertida con la declaración de utilidad pública sobre toda la actividad, y el retorno de YPF como empresa testigo, puede mejorar esa situación, advierten especialistas.
Respecto de la entrada a la empresa del Grupo Petersen, de la familia Eskenazi, Brufau aseguró que ese esquema fue avalado por el gobierno hasta noviembre de 2011. Teníamos el beneplácito explícito de las autoridades y ahora se nos acusa de una década de depredación, criticó.
Diario Página/12
En boca cerrada-Ahumada
Argentina: Golpe de timón
Petróleo y democracia
Horacio González*
 
      Las medidas de democratización financiera, recomposición empresaria, soberanía energética, federalismo no estamental y autonomismo nacional que la presidenta tomó sobre YPF pueden –y deben– significar una nueva perspectiva para la hipótesis general de una sociedad argentina emancipada. Los atributos de una democracia capaz de revisar con más fuerza las rigideces y desigualdades de nuestra sociedad siempre tuvieron que ver con la cuestión petrolífera. Esta no fue sólo una cuestión de tecnología, perforación y metros cúbicos, sino también de sentido de la economía compartida y equitativamente distribuida. Y un poco más allá, de un llamado a construcciones políticas novedosas enraizadas en la conciencia colectiva. YPF no se equivocaba, desde sus orígenes, en ninguna de las tres letras que forman su sigla. Yacimiento, que significaba la economía descubierta en las napas profundas del territorio y una sutil apelación a lo que subyace y hay que recobrar; petrolífero, porque la vieja y enigmática palabra que ya tiene varios siglos de antigüedad significaba el óleo que viniendo de rocas y huesos milenarios irrumpía en la era del capitalismo para definir, a favor o en contra, la suerte de los pueblos. En cuanto a Fiscales, la expresión hoy suena un poco anacrónica o dislocada, entre tanta diversificación de su uso y de tantas teorías del Estado decisionistas y no decisionistas. Pero no era así cuando en la época de Yrigoyen se le puso nombre. Fiscal significaba el poder público democrático operante, construyendo escuelas, viviendas, incluso poblaciones enteras y empresas fundadas en el interés público. Y aún hoy debe seguir significando eso.
La expresión Repsol obedece en cambio a un impulso publicitario de la globalización, de la cual son especialistas las agencias de creación de significantes deshabitados. Fueron tomados de una pequeña empresa de lubricantes española (Repesa), y lo completaron con la palabra Sol, la del astro, dijeron sus creadores, que identifica a España en las culturas del norte. He aquí un caso en que una sigla con tres consonantes que sólo atípicamente pueden conjugarse y que son fonéticamente impronunciables de seguido, YPF, pero que se torna un trípode lingüístico de vasta resonancia social y histórica, mientras que poco puede significar una idea publicitaria alrededor del astro rey, que apenas nos dice lo que todo pueblo ha pensado de manera inmemorial sobre el sol. Pero en este caso se le agrega un pequeño pigmento suplementario, en el que ni querríamos esforzarnos para verle una resonancia, si bien lejana, añoradamente imperial. Nuestra España no es eso, sino un debate sobre la lengua, y un oído argentino siempre presto a escuchar a un Miguel Hernández, Cansinos Assens, Antonio Machado, Jiménez de Azúa, Claudio Sánchez Albornoz o Francisco Ayala, cada uno de ellos maestros en su tema y maestros de muchos argentinos.
YPF fue tema notorio de Raúl Scalabrini Ortiz, que lo toma como argumento central de sus escritos de la época frondizista –en un debate sobre quién debería encarnar la parte empresarial extranjera en los nuevos convenios–, y mucho antes fue palabra oscura lugoniana. Este gran autor argentino y hombre desdichado contribuye al golpe del 30 contra Yrigoyen, criticando erradamente el estanco petrolífero, pues así llamaba a la política de Mosconi, a la que le agregaba la crítica de que se había realizado un acuerdo con la compañía petrolífera soviética. Mosconi influyó en la creación de ANCAP, la compañía energética uruguaya, y de YPFB, la compañía boliviana, que en algún momento expropió establecimientos de la Standard Oil. Por su parte, el Conselho Nacional do Petróleo, antecedente de Petrobrás, no poco le debe también a Mosconi, que era ingeniero militar y también ingeniero civil. Fue también el petróleo, notorio tema de Arturo Frondizi, que en 1954 publica Petróleo y política, un libro de gran significación en la historia de la ideas argentinas, de posiciones estatistas y nacionalizadoras –luego abandonadas– y que se inspiraba en reflexiones que no poco tomaban de un marxismo de estructuras y superestructuras, desnutrido de mejores lazos con una imaginación social de mayor espesura, pero una gran novedad entonces por provenir del ámbito político del cual participaba esta notoria y ambigua figura política. Al comienzo del siglo XX no era ignorado el petróleo en la publicística argentina. Jorge Newbery y el ingeniero Tierry, en 1910, publican el primer libro argentino sobre petróleo, cuya redición en la década pasada lleva prólogo de Fernando Solanas y Félix Herrero.
El golpe de 1955 tuvo también escenas petrolíferas sobre las cuales meditar hoy. Se recuerda la discusión en ese año sobre los contratos con la empresa California, subsidiaria de la Standard Oil, contratos que Perón defiende, Frondizi en su momento critica, y los golpistas lo toman como pretexto para sus acciones (Lonardi anula ese convenio; poco después, Perón, en su opúsculo Del poder al exilio lo justifica con argumentos desarrollistas –la necesidad de inversiones extranjeras– pero asemeja su caída a la del primer ministro Mossaddeg, de Irán, que en 1953 había intentado nacionalizar el petróleo y es derrocado por acciones cuyo origen tenían el sello de los intereses británicos y estadunidenses.
La cuestión petrolífera nunca fue, ni en Argentina ni en ninguna otra parte, un hecho solamente de dimensiones ingenieriles, tecnológicas y empresariales. Todo eso principalmente lo es, pero la significación del petróleo –como la del oro– adquiere fuertes simbolismos y nos lleva a la relación entre la economía del subsuelo natural hacia las regiones de la cultura crítica y la historia de las ideas. Petróleo es una pieza retórica fundamental de la modernidad, como el ejemplo de los diques y aviones que daba Heidegger en La pregunta por la técnica o el estudio de la simbología del oro que se puede leer en El capital, de Marx. Decir petróleo es dar el nombre de una antigua encrucijada cultural en nuestro país, al que se le dice país con petróleo pero no petrolífero. No cambia con esta sutileza la cuestión.
El petróleo, motivo de guerras, luchas empresariales, golpes de Estado, creación de naciones ficticias y puesta en rediscusión la era de los imperialismos, es una categoría intelectual del pensamiento político, demasiadas veces central en la comprensión de los acontecimientos históricos. No porque se trata de un determinismo que haría elemental cualquier razonamiento que no se base en él, sino al contrario, porque allí se sintetizan múltiples determinaciones de la conciencia pública y de la cimentación democrática, esto es, de nuestra sociodicea liberacionista.
Con la medida anunciada por la Presidenta, que es audaz y prudente al mismo tiempo, se liberan nuevas discusiones que involucran al conjunto del tejido histórico nacional. La íntima relación de esta decisión petrolífera la vemos tanto con la creación de una economía pública democrática, autosustentable y de tecnologías sobre las que puedan pesar decisiones autónomas, como con la primicia que aún está latente en la sociedad nacional, su lógica política emancipatoria registrada en todos los planos de la acción colectiva. En el de la política, la cultura, la lengua, los frentes sociales que laboren el espíritu público democráticamente movilizado y la cuestión nacional, siempre viva, tratada no con cerrazones de la racionalidad instrumental revestida de abstractas leyendas, sino con el verdadero carácter de las epopeyas que saben innovarse a sí mismas, en su pedagogía, en sus poéticas y en sus convocatorias a la vida intelectual y popular. Esto, en su triple dimensión de saber social, saber técnico y saber simbólico. Ni más ni menos que una nueva conjunción de la naturaleza con la historia nos depara esta significativa decisión sobre la cuestión petrolífera en Argentina.
Diario Página 12
*Sociólogo, director de la Biblioteca Nacional
Agraviados-Hernández
Desde Cuba, Fidel enterró las cumbres de las Américas
José Steinsleger
 
      Persuadidos de la legitimidad de la doctrina Monroe (América para los americanos, 1823), los políticos de Washington inventaron el día de las Américas el 14 de abril de 1890 para justificar el saqueo, las invasiones y la explotación de los pueblos al sur del río Bravo.
Doctrinariamente, el panamericanismo se puso al día a inicios de la llamada guerra fría, cuando a raíz de un levantamiento popular (bogotazo), los gobiernos echaron a andar la Organización de Estados Americanos en un garaje privado de la capital colombiana (OEA, 1948).
Muchas efemérides de los 14 de abril surgieron de hechos notables y algo proféticos. En la del sábado pasado, por ejemplo, los estadunidenses evocaron con más enjundia el hundimiento del Titanic (1912) que el asesinato de Abraham Lincoln (1865), y en Cartagena se inauguró la sexta cumbre de las Américas, donde Shakira olvidó estrofas del himno nacional de su país.
A tono con la macdonalización global, la filantropocapitalista que dice amar a los niños de las Américas declaró: Es que viví muchos años en Argentina, y ahora resido en España. Y el presidente Obama también se enredó con Maldivas, Malvinas y Falklands, en tanto sus agentes secretos humillaban a las bellas cartageneras que les enseñaron algo más que seguridad y tiro al blanco.
Entrevistado por el Grupo de Diarios de las Américas (coalición del Partido Único Mediático liderado por la mafiosa Sociedad Interamericana de Prensa), Obama se explayó en expresiones trilladas, como la libertad de expresión. Sin embargo, a Cristina Fernández de Kirchner le regaló un comentario revelador, luego que la presidenta le mostrara los titulares de La Nación y Clarín que trataron de un modo negativo el encuentro bilateral entre ambos. “I can’t believe it!”, dijo.
Simultáneamente, en la fachada del ayuntamiento de Donostia (País Vasco), una bandera republicana conmemoró una causa que continúa viva (1931) y en Madrid el rey de todas las Españas ingresaba al hospital puteando a los elefantes que no pudo exterminar en Bostsuana, así como al diario Página 12 de Buenos Aires, que publicó el conocido cuadro que muestra a Colón pisando tierra firme, pero con el estandarte de la petrolera Repsol.
Con la sabiduría burilada a lo largo de decenios, Fidel Castro dio a conocer un texto muy breve que empezó a circular a las 9:58 (hora de Cuba) de aquel día, y en momentos en que la secretaria de Estado Hillary Clinton entraba al café Havana de Cartagena para bailar el mambo, la cumbia y el son.
En Realidades edulcoradas que se alejan, Fidel nos recordó el drama “…de los países de este hemisferio, que a lo largo de los siglos fueron colonizados y cruelmente explotados por las potencias coloniales”.
Un asunto que en Ecuador retomó actualidad. Según el historiador ecuatoriano Jorge Núñez, el gobierno de Rafael Correa (quien no concurrió a la cumbre) acaba de plantear que su país y otros de América del Sur son los verdaderos dueños del tesoro que iba en el barco de guerra español Nuestra Señora de las Mercedes, atacado por barcos ingleses y hundido en 1804 en las costas portuguesas.
Nuñez explicó que el tesoro del Mercedes (rescatado ilegalmente y en secreto por la empresa estadunidense Odyssey Marine) fue devuelto por la justicia de Estados Unidos a España y hoy es reivindicado por varios países sudamericanos. El tesoro pesa 17 toneladas y “…está formado por más de 500 mil monedas de oro y plata, acuñadas en la Casa de Moneda de Popayán (Colombia)”, aunque con metales que en su mayor parte provenían de minas ecuatorianas, bolivianas y peruanas.
En las Américas, parecería que México vuelve a jugar el rol de la Nueva España, cuando se pasean, con total impunidad, los políticos fascistas del Estado español. Mientras que por acá y por allá, en las naciones del centro y el sur, el Pentágono consolida el anillo de bases militares, mercenarios y expertos en seguridad que contrata para sojuzgar los procesos de emancipación nacional y democratización social.
Por si faltaba más, el 14 de abril pasado las mafias venezolanas y cubanas se fusionaron en Miami en un evento público que contó con el respaldo de la jefa del Comité de Relaciones Exteriores del Congreso, Ileana Ros-Lehtinen, el ex presidente de Colombia Álvaro Uribe, el títere golpista de Honduras Roberto Micheletti, y el fascista venezolano Alejandro Peña Esclusa, jefe del grupo ultraderechista Unoamérica.
Por sobre la ideología que guía su pensamiento, Fidel fue claro al advertir de lo que ningún presidente habló en la Cumbre de Cartagena: la irresoluble crisis del capitalismo mundial, y el peligro de una guerra que a los países imperialistas poco les importará si median armas nucleares.
El artículo de Fidel quedará, en suma, como adenda y acta de defunción de estos aquelarres que desde la primera cumbre iberoamericana (Guadalajara, 1991), y de las Américas (Miami, 1994), le permitieron a España y Washington cotejar la estulticia política y el servilismo ideológico de los que, con honrosas excepciones, aseguran representar la voluntad de nuestros pueblos.

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