Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

lunes, 9 de abril de 2012

Siria: ¿callejón sin salida?- American Curios- La crisis no se aplaca

Siria: ¿callejón sin salida?
 
      El gobierno de Siria, encabezado por Bashar Assad, anunció ayer que no retirará sus tropas de las ciudades de ese país hasta que no disponga de garantías escritas de la oposición para detener cualquier forma de violencia, en lo que ha sido interpretado como un revés al plan de pacificación elaborado por el emisario especial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Liga Árabe, Kofi Annan. Cabe recordar que la hoja de ruta elaborada por el ex secretario general de la ONU, avalada por Damasco el pasado 2 de abril y ratificada por los miembros del Consejo de Seguridad del órgano multinacional –incluidas Rusia y China– tres días después, plantea que el ejército sirio se repliegue por completo a más tardar mañana martes por la mañana –hora de Siria–, para decretar un alto total al fuego en las siguientes 48 horas.
No obstante, aun antes del anuncio realizado ayer por el gobierno sirio, la actitud de Damasco en días recientes ha contravenido su aceptación declarada del alto al fuego, si se toma en cuenta la persistencia de los bombardeos y los combates mortíferos que ocurrieron el fin de semana entre fuerzas del régimen y rebeldes, en los cuales murieron más de un centenar de sirios, la mayoría civiles, según denunció el opositor Observatorio Sirio de Derechos Humanos.
Sin desconocer que en la nación árabe se desarrolla una guerra civil en la cual se han cometido excesos y crímenes por ambos bandos –como se ha documentado en informes de la propia ONU–, el baño de sangre desatado en las horas previas a la tregua acordada por Damasco, la atrocidad y la intransigencia con que se ha desempeñado el régimen sirio, y su afán por torpedear los esfuerzos de pacificación de ese país confirman su carácter de indefendible ante la comunidad internacional; constituyen, además, un revés a las posturas de Moscú y Pekín, que se han venido desempeñando como contrapeso a los afanes abiertamente injerencistas de Washington y Bruselas en Siria, y provee de un pretexto adicional a quienes reivindican emprender allí una incursión militar semejante a la que organizaron en Libia, a fin de imponer autoridades dóciles.
Más allá de lo anterior, la perspectiva de fracaso del plan elaborado por Annan confirma las debilidades de origen de ese proyecto, comenzando porque las autoridades de la ONU –empezando por el actual secretario general, Ban Ki Moon– han venido tomando partido de las presiones occidentales para propiciar un cambio de régimen en Damasco y han socavado, con ello, su autoridad moral para mediar en el conflicto.
Ahora bien, por impresentable que resulte el régimen sirio, una opción militar como la que depuso a Muamar Kadafi en Libia resulta inadmisible, peligrosa y de perspectivas necesariamente inciertas, como ya deberían haber aprendido los gobiernos occidentales de las experiencias iraquí y egipcia: la destrucción de los regímenes autoritarios, pero seculares, en esos países, ha dado impulso a grupos fundamentalistas que, a la larga, resultarán ser mucho más antioccidentales que las autoridades depuestas.
De tal forma, al carácter intrínsecamente inaceptable y bárbaro de la violencia que se desarrolla en Siria se suma como agravante la ausencia de perspectivas que garanticen una pacificación efectiva más allá del aplastamiento represivo de la oposición por el régimen de Assad o del triunfo de un intervencionismo occidental cuyas consecuencias pudieran ser impredecibles y peligrosas. Paradójicamente, aunque el alto al fuego pactado por ambos bandos luzca, en estas horas y a raíz de los obstáculos puestos por Damasco, una opción endeble y poco viable, se presenta también como la más adecuada para evitar que la crisis en Siria se convierta en un callejón sin salida.

American Curios
El costo de la libertad
David Brooks
 
      La guerra dentro y fuera de Estados Unidos se ha vuelto una condición permanente de la vida en este país después de más de una década de sangre, detenciones, tortura y violaciones a los derechos humanos.
Tan es parte del acontecer cotidiano que ya ni se comenta tanto; simplemente existe. La de afuera se registra en datos, número de muertes, cifras de sangre. La interna es menos visible, incluso menos comentada, pero es lo que está cambiando la vida aquí, dentro del país, en el campo de batalla doméstico.
Una nueva norma: Ley de Autorización de Defensa Nacional, o NDAA, promulgada por el presidente Barack Obama a finales de diciembre de 2011, autoriza que el gobierno niegue el derecho a un proceso judicial imparcial a todos los que determina que son terroristas o simpatizantes de ese enemigo –incluidos ciudadanos estadunidenses– y mantenerlos en detención indefinida. La legislación, que permite el uso de las fuerzas armadas para detener a cualquier civil en cualquier parte del mundo, es tan ambigua, critican algunos, que puede colocar a casi cualquier ciudadano en riesgo. Acusan que la definición de simpatizante del terrorismo es tan amplia que pone en riesgo a activistas, intelectuales y hasta periodistas.
Por ello, veteranos de batallas políticas de las ultimas décadas, desde Daniel Ellsberg –quien filtró los famosos Papeles del Pentágono– hasta Noam Chomsky y el filósofo político Cornel West, entre otros, se han sumado a una demanda legal contra el gobierno de Obama impulsada por el ex corresponsal de guerra del New York Times y Premio Pulitzer Chris Hedges, con el argumento de que estas medidas son anticonstitucionales.
Hedges relata que si esta ley no es frenada implica que las autoridades tendrán el poder de detener a cualquier ciudadano que no se subordine al Estado corporativo y “permitirá al Estado de seguridad y vigilancia marcar como terroristas a movimientos y manifestantes no violentos, junto con críticos sociales y políticos, que en la imaginación del gobierno tienen cualquier huella de vínculo con Al Qaeda y ‘fuerzas asociadas’”. Con ello se generará un mayor clima de sospecha y temor entre esta sociedad y se suprimirá aún más la disidencia, advierte en un artículo en Truthdig.
La fórmula aplicada desde el inicio en esta guerra contra el terrorismo permanece: o estás con nosotros o estás con el enemigo, subraya Hedges, y advierte que con ello se ha creado un monstruo. “Nuestras 16 agencias de inteligencia nacionales y un ejército de contratistas privados se nutren de la paranoia, el rumor… y la demonización de la libre expresión crítica y otras narrativas inventadas. Justifican su existencia y su consumo de vastos recursos gubernamentales convirtiendo hasta lo más banal y mundano en una amenaza potencial. Y para cuando terminen, esta nación será un gulag”, advierte Hedges.
Vale recordar que el Washington Post reportó hace un par de años que ahora existen mil 271 agencias gubernamentales y mil 931 empresas privadas que trabajan en tareas relacionadas con la seguridad nacional e inteligencia, con cientos de miles de trabajadores en 10 mil puntos de todo el país, resultado de la ampliación sin precedente del aparato de seguridad nacional.
Foto
Varias personalidades estadunidenses se han sumado a una demanda legal contra el gobierno de Barack Obama, quien promulgó a finales de 2011 una ley que autoriza a la autoridad negar el derecho a un proceso judicial imparcial a todos aquellos que considere terroristas o simpatizantes del terrorismoFoto Ap
Los costos graves en supresión y limitación de derechos civiles y humanos se han producido, y denunciado, desde la declaración de la nueva guerra contra el terrorismo en 2001. Además de lo que ya se sabe con los casos de Guantánamo y otros centros de detención, donde se viola la piedra angular del sistema legal estadunidense –el habeas corpus, que proviene de la Carta Magna–, junto con el uso de tortura y más, ahora las tácticas y armas de esta guerra antes reservadas sólo para extranjeros se emplean cada vez más contra estadunidenses.
Mientras tanto, las guerras que Estados Unidos ha llevado a cabo durante más de una década tienen costos imposibles de medir en términos humanos. Los datos ofrecen sólo un vistazo, ausente de lágrimas, sufrimiento, gritos, llanto, furia, tristeza, desolación…. Ajá, todo eso a lo que los machos se refieren cuando reiteran que la guerra es el infierno.
Los costos en vidas y tesoro, según el informe más completo que se ha realizado, por el Instituto Watson de la Universidad Brown, sólo hasta mediados de 2011 incluyen: 6 mil 381 militares estadunidenses muertos (dato actualizado hasta esta semana), junto con dos mil 300 contratistas, 9 mil 922 agentes de fuerzas de seguridad iraquíes, 8 mil 756 de las fuerzas de seguridad de Afganistán, 3 mil 520 de las fuerzas de seguridad de Pakistán, 11 mil 700 civiles afganos, 125 mil civiles iraquíes, 35 mil 600 paquistaníes, 10 mil insurgentes afganos, 168 periodistas y 266 trabajadores humanitarios. Todos estos, con otros pocos más, dan un total (y es el cálculo más conservador del informe) de casi 225 mil muertos.
Además están los heridos, incluidos más de 99 mil estadunidenses, 51 mil contratistas privados y, por supuesto, militares y civiles en Irak, Afganistán y Pakistán; todos suman un total de 365 mil 383. Los desplazados por estos conflictos incluyen 3 millones 315 mil civiles afganos, 3 millones 500 mil civiles iraquíes y un millón de civiles paquistaníes para un total de 7 millones 815 mil.
En tesoro, el presupuesto oficial del Congreso para estas guerras en Irak y Afganistán asciende a un billón 300 mil millones de dólares, pero los cálculos totales, incluidos costos relacionados en varios rubros, de estos conflictos para los contribuyentes estadunidenses son de entre 3 billones 700 mil millones y 4 billones 400 mil millones. (Para información completa, ver página del proyecto: costsofwar.org/).
Obama y su contrincante republicano en las elecciones debatirán quién es el mejor comandante en jefe. Disputarán en los próximos meses quién es más efectivo al enfrentar amenazas a la libertad estadunidense fuera y dentro del país.
Todo esto es, pues, un aspecto de la vida cotidiana en Estados Unidos. Dicen que es el costo de la libertad.


La crisis no se aplaca
León Bendesky
 
      La crisis económica en Europa no amaina. Este hecho es en sí mismo relevante por la magnitud de su efecto adverso en la actividad económica, es decir, en la producción y el empleo. Se trata del conjunto de las economías más ricas del mundo. Apenas empiezan a advertirse algunos signos positivos cuando al poco tiempo aparece una nueva recaída y síntomas claros de la fragilidad financiera que prevalece.
Así se trate de los dos rescates de Grecia o de los ajustes impuestos por el nuevo gobierno español, la crisis no se aplaca y los inversionistas exigen mayor precio por los capitales que colocan en la deuda europea. Es una carrera en círculos, como el perro que trata de morderse la cola. Y esos son apenas los casos más sonados en los días recientes. Quedan aún muy expuestas las economías de Italia, Portugal e Irlanda.
En fin, que una vez más la directora del FMI, la señora Lagarde, advierte que la situación griega es muy precaria, las cuentas públicas no se cierran y que aquel gobierno podría declararse en quiebra y, en efecto, salir del euro. Funcionarios griegos admiten que se necesita un tercer rescate para lograr un precario balance en las finanzas.
Si Grecia quiebra habrá una presión todavía más fuerte sobre España. Ahí, el gobierno del Partido Popular ahonda de modo permanente los recortes del gasto y busca elevar los ingresos con aumentos de impuestos. Nada alcanza, sin embargo, en un entorno de creciente recesión económica y enorme desempleo. El espacio de un mayor ajuste es el de los servicios públicos: sanidad y educación.
En el horizonte está el uso de los recursos del fondo de estabilización europeo; pero eso exhibiría lo débil que es hoy la economía española y que los bancos son los más frágiles de la región. El gobierno se resiste pues ha empeñado su capital político, ganado en las pasadas elecciones, en su capacidad para administrar la crisis.
Por su parte, el gobierno alemán, que en efecto maneja las riendas en la Unión Europea exige más de lo mismo. Los burócratas de Bruselas hacen el trabajo de apretar el pescuezo, eso sí, con una convicción a toda prueba.
El ajuste recesivo es cada vez más oneroso, no alcanza para cubrir los hoyos fiscales en buena parte de Europa y pospone la posibilidad de un renovado crecimiento al bajar los niveles de inversión, consumo y gasto social. El debate político es bastante tímido y la gestión de la crisis se sustenta en criterios técnicos ortodoxos que se mantienen ajenos a cualquier crítica.
La situación es muy similar a la que analizara Harold Laski en un ensayo publicado en 1929: Los peligros de la obediencia. Ahí, dice que los ciudadanos no nos cansamos de repetir que no somos responsables por los actos de los gobiernos, pero la verdad es que éstos subsisten porque nosotros los consentimos. Advierte que nos reprimimos para evitar las consecuencias de transgredir las normas tal y como son impuestas. En el caso que nos ocupa puede añadirse que consentimos a los gobiernos cuando alientan el gasto y las deudas excesivas y, luego, cuando contraen de modo rotundo.
En Estados Unidos la crisis no es, en esencia, menor. El gobierno de Obama la ha encarado de forma distinta que en Europa. La Reserva Federal ha expandido grandemente la liquidez y junto con las medidas fiscales se ha evitado una recesión profunda. Pero el crecimiento no se afianza y tras efímeros avances vuelven las recaídas. En marzo cayó de nuevo el número de empleos creados, sólo 120 mil (la expectativa eran 205 mil), es la cifra menor desde octubre. La tasa de desempleo bajó marginalmente porque la gente ha dejado de buscar trabajo.
La discusión con respecto a la política económica es ruda. La izquierda argumenta que las medidas monetarias y fiscales no han sido suficientes para alentar la expansión productiva. La derecha critica ferozmente y arremete contra el banco central y la gestión del gasto. Los candidatos republicanos que optan por enfrentar a Obama en las próximas elecciones son, sin excepción, contrarios a la gestión de la demanda agregada y se aproximan a los criterios europeos de contracción para lograr un ajuste, con el que creen que sentarán las bases para el crecimiento.
Así que el entorno externo de la economía mexicana no mejora y cualquier expectativa de crecimiento, así como la formulación de las políticas públicas del próximo gobierno, están sujetas a una creciente incertidumbre sobre cómo se desenvuelva la crisis financiera global.
No en balde en Banco de México ha tomado medidas de prevención. El gobernador Carstens ha señalado que las reservas internacionales suman ya 150 mil millones de dólares, a las que se añaden una línea de crédito de otros 75 mil millones, lo que rebasa el total de las deudas pública y privada del país.
Este seguro es necesario en la situación prevaleciente, pero es muy caro y, además, el escenario está sujeto directamente a la recuperación estadunidense. Pero no puede descartarse un efecto negativo proveniente de la debilidad de los bancos extranjeros que operan en el país, así como de los grandes vaivenes de los flujos de capital que repercuten de modo amplio en las condiciones de la producción y el valor del peso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario