Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

lunes, 16 de abril de 2012

Un tal Krizanovsky- Resistencia financiera- American Curios

Un tal Krizanovsky
Hermann Bellinghausen
 
      Incluso para la trágica literatura rusa del siglo XX, el caso de Sigismund Krizanovsky resulta extremo. Los insignes resucitados del silencio soviético (Mandelstam, Babel, Pilniak, Bulgákov, Platónov) padecieron el desprestigio, ninguneados, negados y finalmente aplastados por el régimen. Y conste que Isaak Babel y Boris Pilniak habían sido los grandes narradores en crudo de la Revolución bolchevique. Ambos asesinados oscuramente en prisión, existieron, publicaron y tuvieron el dudoso privilegio de ser suprimidos directamente por el padrecito Stalin. La censura los alcanzó.
A Krizanovsky ni eso. Ninguno padeció mayor silencio en vida que él, conocido por ser desconocido, como bromeaba. Sólo podría comparársele el patólogo Leonid Tsypkin, quien entre 1977 y 1980 escribió la hermosa y solitaria novela sobre Dostoievski Verano en Baden-Baden. Este novelista ocasional se las arregló para contrabandear el manuscrito a su hijo emigrado, y una revista rusa de Nueva York, Novaya Gazeta, la publicaría por entregas a partir del 13 de marzo de 1982. El 20 de marzo, Tsypkin murió súbitamente ante su escritorio en Moscú. Ese día cumplía 56 años, sin ver su obra impresa.
En una comunicación personal, el poeta e indispensable traductor de poesía rusa Jorge Bustamante, considera a Krizanovsky un escritor extraordinariamente singular, una verdadera rareza, que está siendo descubierto en los años recientes. Es, añade, un caso extrañísimo en la literatura rusa de la primera mitad del siglo XX, a pesar de que escribió cinco novelas, más de un centenar de relatos, una docena de obras de teatro, guiones para cine, libretos, cerca de 400 páginas de ensayos y una docena de artículos de crítica literaria. Con frecuencia crea metatextos que se construyen en alusiones y citas de otros autores.
El traductor señala que las primeras versiones en castellano de Kryzanowski (como lo proponen en España, y hasta Yiyanovski), aparecieron en 2009, obra de Jesús García Gabaldón (La nieve roja y otros relatos, Siruela, Nuevos Tiempos). Bustamante informa que él mismo prepara una antología de 18 narradores rusos, entre ellos Krzhizhanovsky (como él escribe el nombre) con cinco relatos breves. El volumen La vida entera y otros relatos. Cuentos raros de escritores rusos, que saldrá a fin de año, recoge a Pilniak, Platónov, Andréiev, Zamiatin, Jarms, Bulgákov, Averchenko y Bunin.
Precisamente La nieve roja, uno de los relatos más deslumbrantes de Krizanovsky, aún a la hora de archivar los manuscritos hubo de ser ocultado. Aunque la Sociedad de Escritores Soviéticos admitiera formalmente al autor en 1939, nadie intentó quitarle el candado de silencio, y él dejó de escribir. Al morir en 1950, sumido en el vodka, su compañera, la actriz Anna Bovshek, entregó sus manuscritos a la Sociedad, la cual los sepultó inmediatamente en los archivos de artes y letras. Todos, menos La nieve roja, que ella conservó y apareció casualmente en Kiev hasta 2005. Bosvshek había dejado Moscú en 1967. Según el editor de las Obras completas, Vadim Perelmuter, la actriz temió que la presencia de ese texto pusiera en riesgo la sobrevivencia del resto, como apunta Joanne Turnbull en el prólogo a la edición en inglés de Memorias del futuro (New York Review Books, NYRB, 2009).
Para presentar sus versiones de Pilniak, Sergio Pitol escribió que su autor es víctima de la obtusa pléyade burocrática que con tanta rapidez ha instaurado el reino del desprecio. Si Pilniak fue un realista radical y sincero, épico cronista de una época inmensa y de su envilecimiento, Krizanovsky sería un cuentero al modo de Kafka, Borges o Lovecraft, un mentiroso que en clave fantástica dice la verdad. Se supone que leyó a Kafka hacia 1940, en alemán seguramente, cuando ya él mismo no escribía. Dicen que se llevó una gran sorpresa. Las estremecedoras historias de ambos, a su modo burlescas, prácticamente habían sido contemporáneas sin saberlo.
Así como fue un cervantino declarado (Miguel de Cervantes es muy leído en Rusia), fue chestertoniano, y logró sin embargo que el propio Chesterton detestara la adaptación teatral rusa de El hombre que fue jueves; le pareció que trastornaba la ironía británica y las paradojas deliberadas de su original. Concedamos a don Gilbert K. la dispensa de que no llegó a saber cuan grande y peculiar sería la amarga ironía de los rusos, checos y polacos bajo el estalinismo. Tan diversa de la suya. Tampoco supo que el adaptador era un tal Krizanovsky, un nadie ucraniano que frecuentaba, en ficción y vida real, a los ciudadanos inexistentes del régimen revolucionario, emisarios de un pasado anulado.
Krizanovsky, con su realismo experimental, no veía la decadencia del pasado sino la del porvenir, algo prohibidísimo por el artificioso canon soviético. Así ocurrió con Andrey Platónov y su realismo alternativo. Entre más fantásticos los realistas, más insoportables para los comisarios. Sabían demasiado.

Resistencia financiera
León Bendesky
 
       La economía ha resistido los vaivenes de la fragilidad financiera mundial, luego de la fuerte caída del producto en 2009. Desde entonces se ha mantenido el crecimiento que, en promedio y durante largo periodo, sigue siendo bajo y con las mismas condiciones en su estructura productiva, laboral y de comercio exterior. Las reservas son grandes y las corrientes de capital mueven el tipo de cambio, en ocasiones de modo sensible, pero no han provocado una depreciación profunda del peso. Las tasas de interés de referencia administradas por las autoridades monetarias también se han mantenido relativamente estables, así como la inflación.
Pero tal resistencia puede alterarse. La fuente es la fragilidad financiera europea y, en especial, de España. Las finanzas públicas de ese país están en una profunda crisis y la deuda del gobierno muy presionada por los acreedores que exigen tasas más altas de rendimiento por los bonos. Los bancos están en situación precaria, en buena medida por la deuda del ladrillo (el exceso del mercado hipotecario), ha habido una serie de fusiones de bancos y cajas sin una consolidación del sector.
Cuando se duda de la solvencia de los bancos crece el ataque sobre la deuda pública y se debilita de nueva cuenta la situación de los bancos. Si recurren a créditos del Banco Central Europeo se toma como muestra de la debilidad reinante y aumentan los intereses por la deuda. Los ajustes presupuestales de gran calado no rompen la desconfianza de los inversionistas. Es un círculo vicioso. España está en el centro del desorden financiero europeo y la incertidumbre es enorme.
Entra México. La presencia de los bancos españoles es notable en el sistema financiero. BBVA Bancomer es el más grande y Santander tiene también una posición predominante. El primero genera alrededor de 30 por ciento de las utilidades del grupo a escala mundial, el segundo en torno a 10 por ciento. No hay limites para que esas ganancias se repatrien y repercute en la actividad de crédito al sector público y privado.
Un empeoramiento de la situación financiera española y con ello en la eurozona se transmitirá en la estructura global de los capitales. Banamex es propiedad de Citigroup, resentido por la crisis de 2008, y recibió grandes sumas de recursos públicos para evitar la quiebra. Las transferencias de recursos desde México son parte de la operación de saneamiento aún en curso. En el caso de HSBC, el banco inglés también se ha restructurado incluyendo su operación en México.
Estos cuatro bancos junto con Scotiabank (canadiense) representan una parte sustancial del negocio bancario en el país, alrededor de 70 por ciento de la cartera de crédito y los dos mayores tienen una posición predominante en la compra de valores de la deuda pública. Hay una fuerte concentración en el sector bancario (y en el conjunto del sistema financiero), pero además la participación del capital extranjero es sumamente elevada, la mayor en el mundo luego de Nueva Zelanda.
La estabilidad financiera está resguardada con reservas internacionales del orden de 150 mil millones de dólares y un conjunto de líneas de crédito disponibles para intervenir en el mercado. Pero este seguro es limitado ante los cambios bruscos y rápidos de las corrientes de capitales que hasta ahora han favorecido dicha estabilidad.
Este asunto es hoy parte del amplio debate acerca de la normatividad y la supervisión de las instituciones financieras, especialmente de los bancos. Tiene que ver con las pautas de la regulación internacional emanadas de los acuerdos de Basilea (en sus versiones 2.5 y 3) sobre los requerimientos de capital y que aquí la CNBV se apresta a adoptar de modo anticipado.
Una cuestión en disputa es la aplicación de modo general a todos los bancos, sin considerar las diferencias entre ellos. La regulación diferenciada debe ser un criterio funcional para salvaguardar la integridad del sistema financiero, sobre todo ante la posibilidad de los embates del exterior.
El tema de la concentración bancaria es clave para los reguladores. En Estados Unidos existe la Ley Dodd-Frank, que abarca la reforma de Wall-Street y la Ley de Protección al Consumidor. Pretende contener los efectos de que las instituciones financieras se hayan convertido en demasiado grandes para quebrar, lo que exige la intervención con dinero público para salvaguardarlas. Por supuesto que los bancos han cabildeado muy activamente para frenar la aplicación de la ley y, en la práctica, lo han conseguido.
Además está la Regla Volker, que limita las actividades de los agentes financieros separando las gestión de sus recursos propios y las de sus clientes para evitar la especulación que llevó a la crisis de 2008.
Entre los cambios regulatorios, las severas condiciones financieras en los países más ricos y las repercusiones de los flujos de capital está hoy colocada la gestión del sistema financiero del país y, sobre todo, la capacidad de mantener la estabilidad macroeconómica. Se trata de que las corrientes de financiamiento se articulen de modo eficaz con las pautas del crecimiento económico, cosa que aún no se consigue luego de los grandes cambios en el sector desde hace ya 20 años.
Este asunto no puede ser eludido por las autoridades y menos aún por los candidatos a la Presidencia, que deberán formar un nuevo gobierno y pulir el orden institucional en el sector financiero.

American Curios
Brisas primaverales
David Brooks
Foto
Miembros de Ocupa Wall Street en el Central Park de Nueva York, el fin de semana, formaron un equipo de beisbol al que llamaron Evasores de Impuestos
Foto Reuters
 
      Dos mujeres caminan por Broadway y de pronto se ponen a bailar por un instante y después continúan con su plática. Un gran piano en medio de Washington Square deleita con piezas clásicas a jóvenes y viejos, locos y cuerdos; unos cerezos regalan sus flores a familias que descansan bajo sus generosas sombras, y llegan noticias de que los poco esperanzadores pero aún así amados (por lo menos en Brooklyn) Mets le están ganando al poderoso archienemigo Filis, mientras durante ya varias noches un grupo de jóvenes que ojalá conquisten el futuro pernoctan en Wall Street en repudio a la anulación del sueño colectivo del 99 por ciento por la pesadilla impuesta por el 1 por ciento. Éstas son algunas de las brisas de la primavera que corren por aquí, de esas promesas de la resucitación, la renovación, la promesa de vida.
Algunos dicen que esas brisas podrían volverse vientos.
Durante toda la semana hubo reuniones en varios puntos del país donde, según organizadores, casi 100 mil personas dialogaron sobre la historia de las resistencias civiles no violentas, sobre la dinámica actual de la desigualdad económica y la corrupción del sistema político y más, todo para preparar lo que llaman una primavera para el 99 por ciento.
El sábado cientos de participantes de Ocupa Wall Street en Nueva York se reunieron en Central Park para compartir experiencias de las diversas iniciativas que se desarrollaron a lo largo del invierno. Hubo música, teatro, pero sobre todo diálogo entre todo tipo de personas: las que han trabajado en barrios defendiendo familias amenazadas con desalojo por la crisis hipotecaria, los estudiantes que se organizan contra la deuda estudiantil colectiva, que ya supera un billón de dólares a nivel nacional, las que trabajan en solidaridad con luchas laborales, de inmigrantes, de mujeres, entre otras.
Muchos se enfocan en las movilizaciones programadas para el primero de mayo en varias ciudades, que denunciarán las injusticias a raíz del poder del 1 por ciento más rico y sus consecuencias para todos los demás; algunos convocan a boicoteos y huelgas para realizar un día sin el 99 por ciento, otros organizan marchas y mítines en centros públicos. Así, una vez más, se rescatará el primero de mayo, fecha que hasta muy recientemente no se celebraba en este país, a pesar de que marca un movimiento laboral que nació en Chicago y es conmemorado en todo el mundo menos aquí. Fueron los inmigrantes los que primero rescataron la fecha en Estados Unidos con sus movilizaciones masivas a mediados de la década pasada, y ahora la fecha tendrá un eco más amplio que resucitará su origen que tiene todo que ver con eso del 1 y el 99 por ciento.
No se sabe si todo esto será expresado en algo grande o pequeño, si llegará a marcar una nueva etapa del movimiento Ocupa o si finalmente ilustrará sus limitaciones en un país cada vez menos organizado (la tasa de sindicalización del sector privado apenas es de 7 por ciento), fragmentado y atomizado, donde más bien la desmovilización es lo que prevalece (con notables, pero efímeras, excepciones). Algunos pronostican el fin de Ocupa, señalando que la izquierda institucional, al dedicarse al juego electoral con el objetivo de relegir a Barack Obama, dejará desnutrido el potencial del movimiento. Otros aseguran, esperan, que habrá nuevas olas provocadas, inspiradas, por Ocupa.
Pero, como alguien dijo, Ocupa mostró que aún hay oxígeno en el cerebro estadunidense, o sea, que aún algo se mueve, que hay señales de vida, de inteligencia, tal vez no de rebelión masiva, pero por lo menos desobediencia, ante el aplastante sistema.
Irónicamente, algunos de los más asustados, y a veces amenazados por Ocupa, no son sólo las cúpulas económicas y políticas, sino esa izquierda institucional que ha vivido con cierta comodidad dentro del juego político oficial. Cabildear con el poder, armar foros, educar, promover participación ciudadana, armar mil talleres y de vez en cuando pedir permiso para un gran mitin o una gran marcha son actividades aceptables y hasta alentadas por las cúpulas. Pero cuando se afirma lo que todos saben, de que todo es parte del juego oficial, y que uno ya rehúsa jugar, eso no sólo hace temblar al poder, sino incomoda a una parte de la izquierda que vive de ese juego.
Sin embargo, hay quienes afirman que se necesita obrar tanto dentro como fuera del juego para promover el cambio, y la coyuntura electoral intensifica este debate. Pero por ahora lo más importante, tal vez, es que algo nuevo sigue interrumpiendo el guión prefabricado y prestablecido.
No es nada fácil lograr algo así en este país, donde nació la industria de las relaciones públicas, donde el arte de la propaganda ha sido tan refinado que Orwell se quedaría corto al intentar describirlo.
En el juego de póker, los más talentosos son los que pueden engañar mejor a los otros sobre qué cartas tienen: el bluff. Lo que ha hecho Ocupa, junto con otros –por ejemplo los extraordinarios cómicos Jon Stewart y Stephen Colbert (entre las figuras publicas más influyentes en este país)– es lo que se llama call the bluff, desenmascarar al farsante. Con ello, como también nos dice el cuento del mago de Oz, todo queda revelado. Lo que se veía tan invulnerable de repente queda expuesto: un bluff sin nada detrás. De cierto modo, es lo que sucede aquí. No necesariamente muestra el camino adelante, pero sí dónde estamos todos.
Mientras una mujer decide bailar dos o tres pasos por Broadway sólo por festejar la sensación de movimiento, mientras un pianista ofrece un concierto en medio de una plaza, mientras el extraño juego de beisbol –con sus dimensiones y tiempos infinitos– provoca posibilidades inexplicables que generan entusiasmo masivo, mientras los árboles deciden florecer a pesar de la guerra ambiental contra ellos, mientras unos jóvenes se atreven a decir la verdad de lo que ven y no buscar cómo adaptarse a una realidad absurda, las brisas de la primavera llevan la ligera y gentil promesa de volverse vientos.
Ahí, como dijo el poeta, está la respuesta.

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