Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

domingo, 15 de enero de 2012

En 11 años El Chapo Guzmán pasó de ser un preso al «capo más poderoso» y uno de los más ricos del mundo- Los desaparecidos por la Marina no existen para la PGR


Según Washington, el líder del cártel de Sinaloa es el capo más poderoso del mundo
Joaquín El Chapo Guzmán: 11 años prófugo, rico y fortalecido
Su evasión vulneró un sistema carcelario considerado incorruptible y a prueba de escapes
Gustavo Castillo García
Periódico La Jornada
Domingo 15 de enero de 2012, p. 5
Joaquín El Chapo Guzmán Loera se transformó en 11 años de narcotraficante caído en desgracia (preso en un penal de máxima seguridad, su organización disminuida y su principal socio, Luis Héctor El Güero Palma Salazar, detenido), en el capo más poderoso del mundo, según autoridades de Estados Unidos, y en uno de los hombres más influyentes del planeta, a decir de la revista Forbes.
Con paciencia, a lo largo de ocho años de encarcelamiento, tejió complicidades y preparó la fantástica fuga que le permitiría salir del penal de máxima seguridad de Puente Grande, en Jalisco, el 19 de enero de 2001. En libertad, se asoció con Ismael El Mayo Zambada y Juan José Esparragoza Moreno, El Azul, dos de los principales jefes del tráfico de drogas en México, con contactos en Colombia, Estados Unidos y Europa.
Esa sociedad le ha permitido enfrentar y en algunos casos destruir –en paralelo a las embestidas gubernamentales de los gobiernos panistas–, grupos que históricamente habían sido sus rivales, como los Arellano Félix o, con los cuales rompió relaciones, como aconteció con los cárteles de Juárez y de los Beltrán Leyva.
Con su evasión, Guzmán Loera puso en evidencia la vulnerabilidad de un sistema carcelario que se consideraba incorruptible y a prueba de fugas. También, en 11 años, la voracidad de su organización, al mismo tiempo que las cruzadas o guerras contra el trasiego de enervantes de los gobiernos panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón, modificaron el mapa de las operaciones del narcotráfico en México.
Confrontaciones internas, asesinatos o detenciones de capos facilitaron la invasión de territorios por el cártel de Sinaloa, como se conoce a la organización que dirigen El Chapo, El Mayo y El Azul. Ello también propició el surgimiento de grupos como Los Zetas, los Beltrán Leyva (también llamado del Pacífico Sur), Los Caballeros Templarios, el cártel Jalisco Nueva Generación, el Independiente de Acapulco, además de organizaciones regionales que, dependiendo de sus intereses, se unen o rompen con bandas más grandes.
Cambió el mapa del narco
Este 19 de enero se cumplen 11 años de la fuga de Guzmán Loera, tiempo en que el mapa del narcotráfico cambió sustancialmente. En 2001, los hermanos Arellano Félix tenían presencia en 15 entidades; el cártel de Juárez o Carrillo Fuentes en 17 estados; el del Golfo operaba en Nuevo León, y de Tamaulipas a Tabasco y Chiapas. Sinaloa actuaba en cinco estados con la anuencia del cártel de Juárez, señalan documentos elaborados en los primeros tres años de la gestión de Vicente Fox, cuando el encargado de combatir al crimen organizado era el fallecido José Luis Santiago Vasconcelos.
Para 2002 El Chapo Guzmán operaba en 12 estados. Fue un año importante para los grupos dirigidos por sinaloenses: se creó La Federación, con lo que Sinaloa y Juárez suman fuerzas y supuestamente se reparten los territorios.
La sociedad duró dos años, según versiones de fuentes gubernamentales, El Chapo mandó asesinar a Rodolfo Carrillo Fuentes, El Niño de Oro, y la alianza terminó e inició la disputa entre ambos grupos. El Mayo Zambada y El Azul abandonaron el cártel de Juárez, que en los años 90 se convirtió en el grupo más poderoso del país, bajo la batuta de Amado Carrillo Fuentes.
Guzmán Loera nació el 4 de abril 1957 en La Tuna, Sinaloa, y en los albores de la década de 1980 se unió al cártel de Jalisco, dirigido por Miguel Ángel Félix Gallardo, considerado el principal capo de la época. Allí conoció al Güero Palma y a los hermanos Arellano Félix, a decir de funcionarios federales.
En 1989 Félix Gallardo fue detenido y su organización se dividió. Los hermanos Benjamín, Ramón y Eduardo Arellano Félix fundaron el cártel del Pacífico y su principal centro de operaciones fue el estado Baja California. Luis Héctor El Güero Palma Salazar, quien ocupaba una posición de segundo nivel, se asoció entonces con El Chapo Guzmán, uno de los operadores del cártel, tercero en la escala de mando. Así surgió el cártel de Sinaloa, con centros de operación en poblaciones del llamado Triángulo Dorado.
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Joaquín El Chapo Guzmán Loera cuando fue presentado en el penal de máxima seguridad del Altiplano, en el municipio mexiquense de Almoloya de Juárez, en junio de 1993Foto Fabrizio León
Considerado por autoridades de México y Estados Unidos, como uno de los narcotraficantes más violentos, Guzmán Loera entabló una disputa con los Arellano Félix que tuvo varios episodios sangrientos, como un ataque a la discoteca Christine, en Puerto Vallarta, Jalisco, en noviembre de 1992. Los de Sinaloa intentaron asesinar a Benjamín Arellano.
Luego sucedió el asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, el 24 de mayo 1993. El prelado se dirigía recoger al nuncio apostólico Girolamo Prigione en el aeropuerto internacional de Guadalajara. Viajaba en un Grand Marquis blanco. En el lugar, se enfrentaron sicarios de los Arellano Félix y de Sinaloa. Los primeros supuestamente confundieron el vehículo del cardenal con el que supuestamente usaba El Chapo Guzmán, y lo abatieron. En el lugar hubo otras seis víctimas.
Guzmán fue detenido el 9 de junio de 1993 en Ciudad Cuauhtémoc, Guatemala, trasladado a México e internado en el penal de máxima seguridad de Almoloya de Juárez. Allí permaneció hasta el 22 de noviembre de 1995, cuando fue trasladado a Puente Grande, donde comenzó a tejer su red de complicidades y a dar cuerpo a una leyenda penitenciaria.
En Puente Grande gozaba de todos los privilegios, al haber convertido a los empleados del Estado en sus empleados, informó la Procuraduría General de la República (PGR) en enero de 2001. Su red incluyó todos los niveles de mando de la prisión. Pagaba hasta 300 mil pesos mensuales a los empleados.
Un kilo de oro
El 13 de enero de 2001, El Chapo ordenó a su gente que estuviera en puntos estratégicos seis días más tarde. Dijo a los encargados de seguridad interna una leyenda que corre en las prisiones mexicanas: el maestro del taller de joyería ha acumulado un kilo de oro y gente de confianza sacará el metal –proveniente de los residuos de los trabajos realizados– en un carrito de lavandería. De hecho, escondido entre colchones, según la versión oficial, Guzmán Loera escapó insólitamente de la cárcel, y a partir de entonces reconstruyó su organización.
En 2005, la PGR registró que el cártel de Sinaloa tenía presencia en 17 estados y se daba una asociación entre otros grupos: el Golfo ya sin Osiel Cárdenas pero con su brazo armado, Los Zetas, emergió en 21 entidades y sumó fuerzas con los Arellano Félix, quienes habían reducido su presencia a cuatro estados.
Ese año la organización Carrillo Fuentes tenía presencia en 21 entidades y Los Valencia perdieron un territorio. Los Amezcua ya no existían. El grupo de los Díaz Parada comenzaba a extinguirse.
Para 2011, el cártel de Juárez existía en Sinaloa, Coahuila, Durango y Chihuahua, informó la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (Siedo).
Según el gobierno, Los Zetas abarcan hoy desde Nuevo León y Tamaulipas, en el noreste, hasta Quintana Roo; tienen células en Oaxaca, Guerrero, Zacatecas, Hidalgo, Querétaro, San Luis Potosí, Aguascalientes, Michoacán, Jalisco, Nayarit, Colima y Baja California, así como en Coahuila. Funcionarios federales han señalado que se han expandido a Europa y África mediante su sociedad con la organización italiana calabresa conocida como N’drangheta; en América Central tienen presencia en Honduras, El Salvador, Guatemala y Belice.
En tanto, Sinaloa tiene presencia en Baja California, Baja California Sur, Durango, Coahuila, Sonora, Chihuahua, Jalisco, Colima, Nayarit, Morelos, Guerrero, Veracruz, Oaxaca, Quintana Roo y Chiapas, según la Siedo. Autoridades estadunidenses han compartido a funcionarios mexicanos que este grupo introduce 65 por ciento de la cocaína y drogas sintéticas que ingresan ilegalmente en ese país, y consideran que tiene ramificaciones en Honduras, Argentina, Venezuela, Costa Rica, así como en España, China e India: en estas dos últimas obtiene precursores químicos para producir drogas sintéticas.

Los desaparecidos por la Marina no existen para la PGR
Afirma que los retuvo pero que fueron capturados por delincuentes
Versiones contradictorias de la Marina sobre desaparecidos
Los dichos, inverosímiles, señala ombudsman de Nuevo Laredo
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Familiares de desaparecidos en Nuevo Laredo aseguran que se topan con pared al acudir a denunciar los casos ante la PGRFoto La Jornada
Sanjuana Martínez
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Domingo 15 de enero de 2012, p. 6
Nuevo Laredo, Tamps. Amenazada de muerte tras denunciar a la Armada de México por la desaparición forzada de su esposo, Oralia Guadalupe Villaseñor Vásquez intentó obtener el estatus de refugiada en Estados Unidos, pero prefirió regresar a México: Mi vida está aquí y no puedo abandonar a mi esposo.
Desde hace siete meses, Oralia Villaseñor sigue un ritual en honor a su marido, José Fortino Martínez Martínez. Diariamente, en la casa que ambos compartían con sus cuatro hijos, lo nombra en cada comida, bendice la ropa de él que hay en el armario y por las noches lo sueña y siente su presencia: Hubiera sido una cobardía no volver. ¿Si nosotros no le movemos, quién lo hará?....
Vivir esta situación implica paciencia y, en su caso, misticismo. Compró pastel y 34 velitas el día del cumpleaños de él; también lo incluyó en el festejo de Navidad y Año Nuevo, sin faltar el aniversario de bodas. Mi corazón me dice que está bien, vivo; mi corazón me dice que pronto va a estar con nosotros; mi corazón cree que la Marina me lo van a devolver, pero más que nada creo en Dios. Noticias malas no han llegado, quiere decir que está con vida.
Las lágrimas no cesan, se limpia con la mano. Dice que ha preparado el regreso de su esposo; tapó las decenas de agujeros de bala disparados a la fachada de su casa luego de denunciar a la Marina; resanó las paredes para que su esposo vea todo igual, incluso cada mueble, cada cosa en la casa sigue en el mismo lugar: “Sé que la Marina los maltrata mucho, pero Dios lo está protegiendo. He tenido sueños en los que él regresa. Entra y me dice: ‘ya llegué’. Sé que así va a ser. Mucha gente piensa que estoy loca, pero creo va a volver. La casa está igual, no he movido nada”, dice mientras su hija, de tres años, pregunta: “¿Cuando va a volver papi? Ella contesta lacónica: Ya mero, ya mero viene.
No existen
Los desaparecidos por la Armada de México no existen para la PGR ni para la justicia militar; se encuentran en el limbo, dice Raymundo Ramos, presidente del Comité de Derechos Humanos de Nuevo Laredo, Tamaulipas: El gobierno debe abrir una comisión de la verdad para investigar los cientos de desapariciones; no fueron privados de su libertad por delincuentes, sino por el Estado y nadie del gobierno hace nada. Sólo nos ignoran.
Además de Martínez Martínez, la Armada de México se llevó, en los primeros días de junio, a 14 personas más de la misma zona, aunque el número es mayor, pues muchos no denunciaron por temor.
Cinco meses después, la PGR contestó a Amnistía Internacional en una carta fechada el 11 de noviembre sobre estas imputaciones: Se obtuvo información de que el 4 de junio pasado (la Secretaría de Marina) tuvo contacto con los presuntos agraviados en Colombia, Nuevo León.
La versión que la Marina ofrece es similar a la de otros casos y resulta contradictoria, ya que los marinos sacaron a los ahora desaparecidos de sus casas en Nuevo Laredo, según consta en fotografías y videos que tomaron los familiares de las víctimas. La carta señala que el personal naval tuvo contacto con los desaparecidos: “Personas que refirieron que eran obligados, bajo amenazas, a trabajar para el grupo delictivo Los Zetas, motivo por el cual se les invitó a colaborar para que proporcionaran información del área, en forma voluntaria; se les ofreció protección durante la estancia de las fuerzas navales en ese lugar. Así, fueron trasladados al poblado de Miguel Alemán, Tamaulipas, por su seguridad”.
La Armada de México declara que los presuntos agraviados fueron dejados en las inmediaciones de la Central Camionera en Miguel Alemán, a fin de que se transportaran con destino a Nuevo Laredo.
Para Ramos la versión de la Marina respecto a los desaparecidos es falsa: Es mentira. ¿Cómo es posible que la delincuencia los haya privado de su libertad después de que lo hizo la Marina, si ese municipio está controlado por la Marina y el Ejército? Es una versión inverosímil.
Los familiares insisten en que se topan con la pared al denunciar sus casos, porque nadie quiere enfrentar el poder de la Armada de México, según Ramos los desaparecidos son invisibles: “Para ellos no son personas, con derechos. Esta demostrado que los marinos los arrancaron de sus domicilios; a la autoridad no le interesa investigar a los responsables, por eso buscaremos tribunales internacionales”.
Los torturados
Alejandro Gil Martínez Martínez presenció el momento en que los marinos se llevaron a su hermano, José Fortino, y no ha dejado de buscarlo. Ha tocado todas las puertas de autoridades y ha sostenido reuniones con elementos de la Marina: Al principio me indicaron que lo tenían ubicado. Luego, aseguraron que estaban investigando. Después que la delincuencia organizada se lo llevó, y ellos los encontraron y los dejaron en Miguel Alemán. Son puras mentiras. Nos están dando largas.
Con visible indignación, añade: Según ellos a mi hermano se lo llevaron el 4 de junio de Colombia; a mi hermano lo sacaron los marinos de su casa, en Nuevo Laredo, el 5 de junio. Nosotros tenemos fotos y videos como prueba. Los seguimos desde que lo sacaron, luego se lo llevaron al hotel Santa Mónica. En la PGR mostramos las fotos y videos y tienen miedo porque se trata de la Marina. Nos dicen que no pueden hacer nada.
Desde hace siete meses, Alejandro Martínez ha emprendido una investigación sobre la desaparición de su hermano. Pudo entrevistarse con otros secuestrados por la Marina como el trailero Arturo Vergara, actualmente preso: “Él duró secuestrado dos semanas, luego le habló a su hermano y comentó que cuando se lo llevaron los marinos lo trajeron dos días paseándolo, luego lo trasladaron a un sitio, lejos de Nuevo Laredo. Me contó que allí había muchos más; los tenían con los ojos vendados, los torturaron; él siempre oía gritos y lamentos. Me dijo: “Recuerdo que una mujer gritaba mucho, luego ya no la oímos más y uno de los marinos dijo: ya se nos dobló. Se les murió: quién sabe qué le harían”. Al final Arturo aceptó que traía droga para que no lo golpearan más. Le sembraron 60 kilos de coca y 30 de mariguana. Ahora está en la cárcel”.
Los testimonios de tortura son estremecedores: Nos juntamos muchas familias de desaparecidos. Había gente que fue torturada y luego liberada. Cuatro de ellos nos explicaron que los tenían en el Lienzo Charro, enterrados hasta el cuello, nos enseñaron las heridas. Les aventaban agua y les daban toques eléctricos en los testículos; traían los brazos y la espalda moreteados. Les pegaban en el trasero y en las plantas de los pies con tablas. Quisimos grabarlos, pero no quisieron porque tenían miedo. Los marinos los amenazaron con desaparecer a todas sus familias y matarlos.
La desolación provocada por la impunidad invade a familiares de desaparecidos, tanto que algunos, como Alejandro Martínez, prefieren pactar con los que llaman verdugos. Comenta afligido: Queremos decirle a la Marina que nos entregue a nuestro hermano como esté. Si le hicieron algo, ni modo, con una llamada anónima avísenos dónde está para tener dónde llorar. Y retiramos las denuncias en su contra. Nos olvidamos de todo. ¡Ahí muere!.

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