Homo priistus
Enrique Peña Nieto, candidato priista a la Presidencia.
Foto: Germán Canseco
Foto: Germán Canseco
1. Igual que un árbol es los círculos concéntricos de corteza de su historia. Igual que un organismo es la memoria de su evolución cifrada en su estructura orgánica. Igual la cultura priista puede explicarse por su génesis y sus principales momentos de cambio.
2. El priismo se inventó para evitar golpes de Estado, y sus horrendos ríos de sangre derramada. En adelante, unos pocos, en la cúpula del partido único emanado de la Revolución, elegirían al nuevo tlatoani, al nuevo dictador, al Mussolini mexica de poderes ilimitados, salvo una sola acotación, su mandato duraría un solo periodo.
De ahí la disciplinada sumisión del homo priistus a su líder. De ahí también su profunda abnegación ante sus yerros. Ante ellos el homo priistus filosofa en silencio: este dios también pasará.
3. El priismo se inventó también para esquivar la democracia, y sus angustiosas incertidumbres. De ahí la aversión del priista de otrora y de hoy a la democracia y sus mecanismos. El debate y las votaciones. Si algo puede convenirse a puerta cerrada entre pocos, a qué arriesgarse a someterlo a la ignorante voluntad popular o a la discusión pública. Los acuerdos son convenidos antes de llegar a las votaciones. Los votantes son cooptados si es necesario. Los votantes son inventados si es imprescindible.
Por eso el candidato actual del PRI a la presidencia fue ungido sin elección ni debate previo. Por eso sus trastabilleos cuando es interpelado directamente por el popolo, que cree vivir en una democracia.
4. Y sin embargo, más por razones estéticas que éticas, el PRI decidió enmascarar su mecanismo sucesorio con las formas de una democracia. No le era obligatorio. Las dictaduras soviética y china no se avergonzaban de ser eso, dictaduras de partido. En todo caso, la mascarada dio origen al doble lenguaje de la cultura priista.
Hoy como ayer, el homo priistus sigue hablando la mitad de lo que cree o lo que sabe. Sigue diciéndole a Pedro para que lo entienda Juan. Sigue creyendo que el poder depende de guardar las verdaderas verdades en el secreto de unos pocos. Se sabe incluso de un priista contemporáneo que no está seguro nunca de lo que ha dicho en la televisión, hasta que los comentaristas lo glosan.
5. Y es que el doble lenguaje no es solo una táctica de poder, igual es una dificultad de comunicación. ¿Cómo aprovechar la conversación pública de una democracia si no se habla claro y no se escucha sin malicia y no se cree en el pensamiento que se genera entre los muchos?
En el 2007, la presidenta del PRI, Beatriz Paredes, llegó a un juicio histórico. El PRI carece de ideología y ha estado condenado a cambiar su pensamiento cada sexenio, para seguir al de su Mussolini temporal. “Ha sido un partido gelatina”, declaró, con inigualable elegancia. Y propuso que el PRI se comprometiera con la ideología de la social democracia. Siendo ella la tlatoani temporal, se le obedeció. En una asamblea, y sin debate previo, se votó y se aprobó por mayoría absoluta la nueva ideología.
Ese año y el siguiente los priistas de 17 estados se aliaron con la Iglesia católica para criminalizar el aborto, es decir: hicieron lo que ningún partido social demócrata en el planeta. En la reunión de partidos social demócratas del continente, la jefa del Congreso se lo reclamó a Beatriz Paredes que escuchaba el discurso sentada en una curul. Como toda respuesta, la priista se dedicó a dibujar en su cuaderno. Acaso una gelatina.
6. En los 1950s, los priistas se bajaron de los caballos y se montaron en Cadillacs. La generación de generales revolucionarios dio paso a la de políticos empresarios. Y se oficializó el derecho de todo priista a enriquecerse de forma fabulosa a costa del tráfico de influencias.
A estas fechas, no se sabe de un exgobernador o un líder sindical priista que no sea multimillonario. Hoy mismo, no se sabe de alguno que haya sido llevado a juicio.
7. Las privatizaciones de los 1990s crearon una élite de oligarcas priistas. El problema de aquel intento de democratización económica, no fue que la acumulación de capital fue injusta –siempre lo es–, sino que la desconfianza priista por la democracia evitó que se crearan reglas claras para la competencia o para la transmisión de la propiedad. Así, los nuevos monopolios privados quedaron bajo el control priista, escudados por su poder político de la competencia y también a su merced.
Llegada la democracia, los oligarcas pagaron mal al PRI: aprovecharon para deshacerse de sus viejos amos y sojuzgaron al débil gobierno panista convirtiéndolo en su servidor. No es casual que en el 2006 el candidato panista a la presidencia asistiera a las reuniones con empresarios con una pequeña libreta negra, donde tomaba nota de sus indicaciones.
Si el PRI regresa a la presidencia podría mantenerse a las órdenes de los oligarcas, y así parece calcularlo al menos la empresa Televisa, pero es más probable, dada su habilidad para manejar la autoridad del poder, que gire la fórmula, convirtiéndolos nuevamente en vasallos. En todo caso, el nexo entre el poder político y la empresa privada no será roto por un presidente priista –como debiera estarlo en una democracia funcional–.
8. El PRI fue desterrado de Los Pinos por la sociedad civil, la élite cultural y los partidos de oposición. El PAN al asumir el gobierno no lo reconoció, prefirió gobernar solo, sin aprovechar la inteligencia de los intelectuales, los artistas, los activistas sociales o los miembros de la otra oposición, la de izquierda. En el pecado de soberbia estuvo la penitencia de pobreza: sin artistas con imaginación estética para crear nuevas imágenes y expresiones, sin ambición histórica para cambiar la estructura del sistema, sin la seriedad intelectual para examinar al homo priistus y deslindarlo del homo mexicanus, los panistas se sentaron en los sillones de las oficinas de los priistas y no examinaron ni reinventaron el sistema ni sus formas.
Esta es la tristeza: si los priistas regresan en el 2012 a esas oficinas, no tendrán que ajustarse a un novedoso y para ellos desconocido régimen democrático: simplemente tomarán asiento en los sillones y emplearán los instrumentos que sus padres y abuelos priistas diseñaron.
9. Como los panistas tampoco se atrevieron a entronizar la Ley para reordenar al país, sin un emperador temporal la seguridad se ha vuelto una catástrofe. Existen los mismos policías y los mismos jueces corruptos del tiempo priista, o sus sucesores clonados, pero como nadie manda sobre ellos, como otrora mandaba la burocracia priista, los números que cifran el caos son pasmosos. 98% de los crímenes no son perseguidos hoy en el país y los índices de crimen se han multiplicado.
10. Hoy uno de cada dos mexicanos se dice dispuesto a votar por la nostalgia de un país que funcionaba autoritariamente, corruptamente, mentirosamente, pero funcionaba mejor. Sea justa o no, esa es la percepción. Es decir, hoy uno de cada dos mexicanos no ve una alternativa de futuro mejor que nuestro pasado priista.
La responsabilidad es de la Izquierda. Si a los candidatos panistas les corresponde proponer la continuidad de sus 12 años de gobierno, si al PRI le corresponde ofrecernos el pasado, es a la Izquierda a quien le corresponde ofrecer un futuro no conocido.
Un sistema que promueva la honestidad, el lenguaje franco, la creatividad cultural, la libre competencia y la seguridad. Una mutación del homo priistus en otra especie de mexicano.
2. El priismo se inventó para evitar golpes de Estado, y sus horrendos ríos de sangre derramada. En adelante, unos pocos, en la cúpula del partido único emanado de la Revolución, elegirían al nuevo tlatoani, al nuevo dictador, al Mussolini mexica de poderes ilimitados, salvo una sola acotación, su mandato duraría un solo periodo.
De ahí la disciplinada sumisión del homo priistus a su líder. De ahí también su profunda abnegación ante sus yerros. Ante ellos el homo priistus filosofa en silencio: este dios también pasará.
3. El priismo se inventó también para esquivar la democracia, y sus angustiosas incertidumbres. De ahí la aversión del priista de otrora y de hoy a la democracia y sus mecanismos. El debate y las votaciones. Si algo puede convenirse a puerta cerrada entre pocos, a qué arriesgarse a someterlo a la ignorante voluntad popular o a la discusión pública. Los acuerdos son convenidos antes de llegar a las votaciones. Los votantes son cooptados si es necesario. Los votantes son inventados si es imprescindible.
Por eso el candidato actual del PRI a la presidencia fue ungido sin elección ni debate previo. Por eso sus trastabilleos cuando es interpelado directamente por el popolo, que cree vivir en una democracia.
4. Y sin embargo, más por razones estéticas que éticas, el PRI decidió enmascarar su mecanismo sucesorio con las formas de una democracia. No le era obligatorio. Las dictaduras soviética y china no se avergonzaban de ser eso, dictaduras de partido. En todo caso, la mascarada dio origen al doble lenguaje de la cultura priista.
Hoy como ayer, el homo priistus sigue hablando la mitad de lo que cree o lo que sabe. Sigue diciéndole a Pedro para que lo entienda Juan. Sigue creyendo que el poder depende de guardar las verdaderas verdades en el secreto de unos pocos. Se sabe incluso de un priista contemporáneo que no está seguro nunca de lo que ha dicho en la televisión, hasta que los comentaristas lo glosan.
5. Y es que el doble lenguaje no es solo una táctica de poder, igual es una dificultad de comunicación. ¿Cómo aprovechar la conversación pública de una democracia si no se habla claro y no se escucha sin malicia y no se cree en el pensamiento que se genera entre los muchos?
En el 2007, la presidenta del PRI, Beatriz Paredes, llegó a un juicio histórico. El PRI carece de ideología y ha estado condenado a cambiar su pensamiento cada sexenio, para seguir al de su Mussolini temporal. “Ha sido un partido gelatina”, declaró, con inigualable elegancia. Y propuso que el PRI se comprometiera con la ideología de la social democracia. Siendo ella la tlatoani temporal, se le obedeció. En una asamblea, y sin debate previo, se votó y se aprobó por mayoría absoluta la nueva ideología.
Ese año y el siguiente los priistas de 17 estados se aliaron con la Iglesia católica para criminalizar el aborto, es decir: hicieron lo que ningún partido social demócrata en el planeta. En la reunión de partidos social demócratas del continente, la jefa del Congreso se lo reclamó a Beatriz Paredes que escuchaba el discurso sentada en una curul. Como toda respuesta, la priista se dedicó a dibujar en su cuaderno. Acaso una gelatina.
6. En los 1950s, los priistas se bajaron de los caballos y se montaron en Cadillacs. La generación de generales revolucionarios dio paso a la de políticos empresarios. Y se oficializó el derecho de todo priista a enriquecerse de forma fabulosa a costa del tráfico de influencias.
A estas fechas, no se sabe de un exgobernador o un líder sindical priista que no sea multimillonario. Hoy mismo, no se sabe de alguno que haya sido llevado a juicio.
7. Las privatizaciones de los 1990s crearon una élite de oligarcas priistas. El problema de aquel intento de democratización económica, no fue que la acumulación de capital fue injusta –siempre lo es–, sino que la desconfianza priista por la democracia evitó que se crearan reglas claras para la competencia o para la transmisión de la propiedad. Así, los nuevos monopolios privados quedaron bajo el control priista, escudados por su poder político de la competencia y también a su merced.
Llegada la democracia, los oligarcas pagaron mal al PRI: aprovecharon para deshacerse de sus viejos amos y sojuzgaron al débil gobierno panista convirtiéndolo en su servidor. No es casual que en el 2006 el candidato panista a la presidencia asistiera a las reuniones con empresarios con una pequeña libreta negra, donde tomaba nota de sus indicaciones.
Si el PRI regresa a la presidencia podría mantenerse a las órdenes de los oligarcas, y así parece calcularlo al menos la empresa Televisa, pero es más probable, dada su habilidad para manejar la autoridad del poder, que gire la fórmula, convirtiéndolos nuevamente en vasallos. En todo caso, el nexo entre el poder político y la empresa privada no será roto por un presidente priista –como debiera estarlo en una democracia funcional–.
8. El PRI fue desterrado de Los Pinos por la sociedad civil, la élite cultural y los partidos de oposición. El PAN al asumir el gobierno no lo reconoció, prefirió gobernar solo, sin aprovechar la inteligencia de los intelectuales, los artistas, los activistas sociales o los miembros de la otra oposición, la de izquierda. En el pecado de soberbia estuvo la penitencia de pobreza: sin artistas con imaginación estética para crear nuevas imágenes y expresiones, sin ambición histórica para cambiar la estructura del sistema, sin la seriedad intelectual para examinar al homo priistus y deslindarlo del homo mexicanus, los panistas se sentaron en los sillones de las oficinas de los priistas y no examinaron ni reinventaron el sistema ni sus formas.
Esta es la tristeza: si los priistas regresan en el 2012 a esas oficinas, no tendrán que ajustarse a un novedoso y para ellos desconocido régimen democrático: simplemente tomarán asiento en los sillones y emplearán los instrumentos que sus padres y abuelos priistas diseñaron.
9. Como los panistas tampoco se atrevieron a entronizar la Ley para reordenar al país, sin un emperador temporal la seguridad se ha vuelto una catástrofe. Existen los mismos policías y los mismos jueces corruptos del tiempo priista, o sus sucesores clonados, pero como nadie manda sobre ellos, como otrora mandaba la burocracia priista, los números que cifran el caos son pasmosos. 98% de los crímenes no son perseguidos hoy en el país y los índices de crimen se han multiplicado.
10. Hoy uno de cada dos mexicanos se dice dispuesto a votar por la nostalgia de un país que funcionaba autoritariamente, corruptamente, mentirosamente, pero funcionaba mejor. Sea justa o no, esa es la percepción. Es decir, hoy uno de cada dos mexicanos no ve una alternativa de futuro mejor que nuestro pasado priista.
La responsabilidad es de la Izquierda. Si a los candidatos panistas les corresponde proponer la continuidad de sus 12 años de gobierno, si al PRI le corresponde ofrecernos el pasado, es a la Izquierda a quien le corresponde ofrecer un futuro no conocido.
Un sistema que promueva la honestidad, el lenguaje franco, la creatividad cultural, la libre competencia y la seguridad. Una mutación del homo priistus en otra especie de mexicano.
Los soplones, base de la DEA
WASHINGTON (Proceso).- Las decenas de informantes que la Drug Enforcement Administration (DEA) tiene desplegados en territorio mexicano son la “espina dorsal” de la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado, asegura Michael Braun, quien hasta octubre de 2008 dirigió las operaciones antinarcóticos de Estados Unidos.
Braun, quien dejó la DEA después de 33 años de servicio y ahora es consultor en materia de combate al terrorismo y el crimen organizado, dice que los agentes estadunidenses no protegen a ningún cártel mexicano.
En entrevista con Proceso, el especialista puntualiza: “La clave del éxito en la lucha contra el narcotráfico siempre ha sido la información de inteligencia obtenida por medio de personas; es decir, a través de los informantes confidenciales. Así es y así será siempre.
“Los informantes juegan muchos papeles importantes: toman parte en operaciones encubiertas, roban información, ayudan a colocar micrófonos y consiguen números telefónicos para rastrear a los delincuentes.”
México no es un caso excepcional, comenta, de ahí que la DEA tenga informantes infiltrados en todos los cárteles. Braun insiste en que este aspecto es “la columna vertebral” del desarrollo de la captación de información de inteligencia en las 87 oficinas que tiene la agencia antidrogas en el mundo.
El caso de los informantes de la DEA en México –entre ellos el de Vicente Zambada Niebla, El Vicentillo–, exacerbó en las últimas semanas la violencia entre los cárteles, lo que mostró al gobierno de Felipe Calderón incapaz de controlar la situación. Las ejecuciones de 16 personas en Culiacán el 23 de noviembre del año pasado y de otras 26 en Guadalajara al día siguiente fueron una represalia de Los Zetas contra sus rivales porque, según los mensajes que dejaron en la capital tapatía, el gobierno de Estados Unidos protege al cártel de Sinaloa (Proceso 1830).
En sus ediciones 1823, 1826, 1832 este semanario ha informado sobre las indagatorias que se le siguen en la Corte Federal de Chicago al Vicentillo, quien será enjuiciado el próximo mes por delitos relacionados con el tráfico de estupefacientes, así como de la petición del acusado para que se le absuelva de los delitos toda vez que, alega, fue informante de la DEA en México.
Hijo de Vicente El Mayo Zambada García, número dos en el escalafón del cártel de Sinaloa, el acusado ha insistido en que su trabajo en la agencia antidrogas de Estados Unidos consistía en pasarle información sobre las operaciones de los cárteles rivales al que encabezan Joaquín El Chapo Guzmán y su propio padre.
Hasta hoy el Departamento de Justicia de Estados Unidos no define si El Vicentillo fue o no informante de la DEA. Sin embargo, el narcomensaje zeta que dejaron los homicidas de las 26 personas en Guadalajara alude directamente al trabajo del hijo de El Mayo con los agentes estadunidenses en México.
–¿La DEA o el gobierno de Estados Unidos protegen al cártel de Sinaloa? –se le pregunta a Braun.
–No creo que el gobierno de Estados Unidos esté protegiéndolo. ¿Por qué lo haría? De lo que sí tengo certeza es de que en varias ocasiones las autoridades de México han estado a segundos de detener a El Chapo; no tengo la menor duda de que en algún momento lo van a arrestar o a eliminar.
“Los Zetas”, desesperados
Sin rechazar la posibilidad de que el gobierno de Estados Unidos haya tenido o tenga infiltrados a informantes en el cártel de Sinaloa y en los demás grupos criminales de México, Braun considera que Los Zetas están desesperados porque, dice, están sufriendo las consecuencias de una fuerte presión por parte de las autoridades mexicanas y estadunidenses iniciada hace cinco años.
“Los Zetas están desesperados. De los 31 o 32 capos más importantes que ha señalado el gobierno mexicano, 21 o 22 han sido arrestados o asesinados en los últimos tres años. Los Zetas están contra la pared”, apunta Braun.
Para el cofundador de la consultora Spectre Group International, lo que ocurre en México es resultado exitoso de la lucha contra el narcotráfico: “Aun cuando a la sociedad mexicana le resulte difícil asimilarlo por los miles de muertos que arroja esta batalla, el combate al narcotráfico del presidente Calderón está teniendo éxito, los narcos se sienten acorralados; de ahí las reacciones tan irracionales de grupos como Los Zetas”.
Braun, quien durante año y medio fue encargado interino de la DEA, arguye que es “imposible” que en un sexenio se pueda acabar con el narcotráfico mexicano que durante las presidencias priistas, asegura, consolidó su poder gracias a su habilidad para corromper a las autoridades y corporaciones policiacas de su país.
Y se remite a la Colombia de hace 25 años. Expone que a las autoridades de ese país les tomó poco más de tres lustros desmantelar los cárteles de Medellín y Cali y fragmentar las operaciones de trasiego de drogas; además aun hoy combaten a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
–¿O sea que a México le faltan de nueve a 10 años para alcanzar un éxito como el de Colombia? –se le pregunta.
–Desconozco el número mágico de años que le faltan a México para consolidar su éxito. En Colombia las cosas aún no han concluido en su totalidad… las FARC siguen presentes.
Y aun cuando el gobierno de Calderón se muestra renuente a comparar lo que ocurre en México con lo que pasó en Colombia durante el periodo de apogeo y derrota de los cárteles de Medellín y de Cali, en Estados Unidos los funcionarios y exfuncionarios que aceptan la analogía aumentan cada día.
Braun considera que, igual que en Colombia, en México el aumento de la narcoviolencia comienza a marcar el camino hacia el fin del dominio de los grandes cárteles. No obstante admite que “en México hay mayor violencia criminal”; aunque matiza: no se trata de violencia terrorista ni insurgente como la colombiana.
Pero también menciona los contrastes: “En muchos aspectos México no se parece a Colombia; en algunos está peor, como en el número de muertos (60 mil según el semanario tijuanense Zeta). Aunque debe admitirse que no ha experimentado muchas de las cosas que vivió Colombia, como los cientos de ataques con carros-bomba, por ejemplo”.
Según el exfuncionario de la DEA, los logros del gobierno mexicano se deben en su mayoría a que ha entendido la necesidad de intercambiar y compartir información de inteligencia con Estados Unidos, sobre todo la proveniente de informantes confidenciales.
Aunque Braun no participa ya de las operaciones antidrogas cotidianas, mantiene contacto con sus colegas estadunidenses y extranjeros; presume incluso de ser uno de los hombres más actualizados en la materia. Para demostrarlo alude a las matanzas de las últimas semanas en México.
–¿Es cierto que la DEA tiene cientos de informantes en México?
–No son cientos, pero sí decenas.
Dice que el trabajo de los informantes de la DEA en México no es un secreto para el gobierno de Calderón. “En la mayoría de los casos”, asegura, las autoridades mexicanas saben quiénes son las fuentes de información confidencial de la DEA.
Un informante infiltrado en el narcotráfico mexicano es, de acuerdo con Braun, el encargado de proveer números telefónicos de presuntos sospechosos o criminales.
Insiste: Este aspecto es “crucial” porque los números telefónicos entregados por los informantes permiten a los gobiernos de México y Estados Unidos rastrear la ubicación de quienes los usan y grabar conversaciones que después resultan esenciales para la elaboración de operaciones de desmantelamiento de grupos criminales.
“Las intervenciones telefónicas se hacen siempre bajo la aprobación judicial de las autoridades del país donde la DEA realiza la operación… Las autoridades locales deben dar la autorización”, recalca Braun.
La definición de una estrategia de inteligencia por medio de los informantes es la misión más importante y difícil para los agentes de la DEA en países como México. El papel de un agente de la DEA en México “no es asistir a los cocteles o a las fiestas sociales” que se organizan en la embajada de Estados Unidos, dice con cierta ironía.
Aclara que la agencia “no le pide a ningún gobierno extranjero hacer el trabajo sucio; lo que hace es compartir la información. Cuando recibe tips de sus oficinas centrales, pide a sus contrapartes del país anfitrión que las corroboren o investiguen”.
Según Braun en el combate al narcotráfico mexicano los informantes son indispensables y aclara que la DEA cuenta también con decenas de infiltrados en las células de los cárteles de Sinaloa, del Golfo, de Los Zetas, de Tijuana y de La Familia Michoacana asentadas en territorio estadunidense, sobre todo en las comunidades hispana y mexicana.
“Los inmigrantes se mueven constantemente de ida y vuelta entre Estados Unidos y México. Cuando la DEA conduce las intervenciones telefónicas con la venia de alguna corte local es fácil desarrollar sistemas de inteligencia. Con las evidencias en mano es fácil implicar (como informantes) a ciudadanos mexicanos que están involucrados en el tráfico de drogas”, indica Braun.
En este contexto, la DEA comparte información de inteligencia con la PGR y la SSP para ayudarlas a identificar números telefónicos “sospechosos” así como a personas dentro de México. “Cuando la DEA entrega la información a las contrapartes mexicanas y éstas la confirman, pueden desarrollar de manera fácil un sistema de detección de llamadas de México a Estados Unidos”.
Braun, quien dejó la DEA después de 33 años de servicio y ahora es consultor en materia de combate al terrorismo y el crimen organizado, dice que los agentes estadunidenses no protegen a ningún cártel mexicano.
En entrevista con Proceso, el especialista puntualiza: “La clave del éxito en la lucha contra el narcotráfico siempre ha sido la información de inteligencia obtenida por medio de personas; es decir, a través de los informantes confidenciales. Así es y así será siempre.
“Los informantes juegan muchos papeles importantes: toman parte en operaciones encubiertas, roban información, ayudan a colocar micrófonos y consiguen números telefónicos para rastrear a los delincuentes.”
México no es un caso excepcional, comenta, de ahí que la DEA tenga informantes infiltrados en todos los cárteles. Braun insiste en que este aspecto es “la columna vertebral” del desarrollo de la captación de información de inteligencia en las 87 oficinas que tiene la agencia antidrogas en el mundo.
El caso de los informantes de la DEA en México –entre ellos el de Vicente Zambada Niebla, El Vicentillo–, exacerbó en las últimas semanas la violencia entre los cárteles, lo que mostró al gobierno de Felipe Calderón incapaz de controlar la situación. Las ejecuciones de 16 personas en Culiacán el 23 de noviembre del año pasado y de otras 26 en Guadalajara al día siguiente fueron una represalia de Los Zetas contra sus rivales porque, según los mensajes que dejaron en la capital tapatía, el gobierno de Estados Unidos protege al cártel de Sinaloa (Proceso 1830).
En sus ediciones 1823, 1826, 1832 este semanario ha informado sobre las indagatorias que se le siguen en la Corte Federal de Chicago al Vicentillo, quien será enjuiciado el próximo mes por delitos relacionados con el tráfico de estupefacientes, así como de la petición del acusado para que se le absuelva de los delitos toda vez que, alega, fue informante de la DEA en México.
Hijo de Vicente El Mayo Zambada García, número dos en el escalafón del cártel de Sinaloa, el acusado ha insistido en que su trabajo en la agencia antidrogas de Estados Unidos consistía en pasarle información sobre las operaciones de los cárteles rivales al que encabezan Joaquín El Chapo Guzmán y su propio padre.
Hasta hoy el Departamento de Justicia de Estados Unidos no define si El Vicentillo fue o no informante de la DEA. Sin embargo, el narcomensaje zeta que dejaron los homicidas de las 26 personas en Guadalajara alude directamente al trabajo del hijo de El Mayo con los agentes estadunidenses en México.
–¿La DEA o el gobierno de Estados Unidos protegen al cártel de Sinaloa? –se le pregunta a Braun.
–No creo que el gobierno de Estados Unidos esté protegiéndolo. ¿Por qué lo haría? De lo que sí tengo certeza es de que en varias ocasiones las autoridades de México han estado a segundos de detener a El Chapo; no tengo la menor duda de que en algún momento lo van a arrestar o a eliminar.
“Los Zetas”, desesperados
Sin rechazar la posibilidad de que el gobierno de Estados Unidos haya tenido o tenga infiltrados a informantes en el cártel de Sinaloa y en los demás grupos criminales de México, Braun considera que Los Zetas están desesperados porque, dice, están sufriendo las consecuencias de una fuerte presión por parte de las autoridades mexicanas y estadunidenses iniciada hace cinco años.
“Los Zetas están desesperados. De los 31 o 32 capos más importantes que ha señalado el gobierno mexicano, 21 o 22 han sido arrestados o asesinados en los últimos tres años. Los Zetas están contra la pared”, apunta Braun.
Para el cofundador de la consultora Spectre Group International, lo que ocurre en México es resultado exitoso de la lucha contra el narcotráfico: “Aun cuando a la sociedad mexicana le resulte difícil asimilarlo por los miles de muertos que arroja esta batalla, el combate al narcotráfico del presidente Calderón está teniendo éxito, los narcos se sienten acorralados; de ahí las reacciones tan irracionales de grupos como Los Zetas”.
Braun, quien durante año y medio fue encargado interino de la DEA, arguye que es “imposible” que en un sexenio se pueda acabar con el narcotráfico mexicano que durante las presidencias priistas, asegura, consolidó su poder gracias a su habilidad para corromper a las autoridades y corporaciones policiacas de su país.
Y se remite a la Colombia de hace 25 años. Expone que a las autoridades de ese país les tomó poco más de tres lustros desmantelar los cárteles de Medellín y Cali y fragmentar las operaciones de trasiego de drogas; además aun hoy combaten a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
–¿O sea que a México le faltan de nueve a 10 años para alcanzar un éxito como el de Colombia? –se le pregunta.
–Desconozco el número mágico de años que le faltan a México para consolidar su éxito. En Colombia las cosas aún no han concluido en su totalidad… las FARC siguen presentes.
Y aun cuando el gobierno de Calderón se muestra renuente a comparar lo que ocurre en México con lo que pasó en Colombia durante el periodo de apogeo y derrota de los cárteles de Medellín y de Cali, en Estados Unidos los funcionarios y exfuncionarios que aceptan la analogía aumentan cada día.
Braun considera que, igual que en Colombia, en México el aumento de la narcoviolencia comienza a marcar el camino hacia el fin del dominio de los grandes cárteles. No obstante admite que “en México hay mayor violencia criminal”; aunque matiza: no se trata de violencia terrorista ni insurgente como la colombiana.
Pero también menciona los contrastes: “En muchos aspectos México no se parece a Colombia; en algunos está peor, como en el número de muertos (60 mil según el semanario tijuanense Zeta). Aunque debe admitirse que no ha experimentado muchas de las cosas que vivió Colombia, como los cientos de ataques con carros-bomba, por ejemplo”.
Según el exfuncionario de la DEA, los logros del gobierno mexicano se deben en su mayoría a que ha entendido la necesidad de intercambiar y compartir información de inteligencia con Estados Unidos, sobre todo la proveniente de informantes confidenciales.
Aunque Braun no participa ya de las operaciones antidrogas cotidianas, mantiene contacto con sus colegas estadunidenses y extranjeros; presume incluso de ser uno de los hombres más actualizados en la materia. Para demostrarlo alude a las matanzas de las últimas semanas en México.
–¿Es cierto que la DEA tiene cientos de informantes en México?
–No son cientos, pero sí decenas.
Dice que el trabajo de los informantes de la DEA en México no es un secreto para el gobierno de Calderón. “En la mayoría de los casos”, asegura, las autoridades mexicanas saben quiénes son las fuentes de información confidencial de la DEA.
Un informante infiltrado en el narcotráfico mexicano es, de acuerdo con Braun, el encargado de proveer números telefónicos de presuntos sospechosos o criminales.
Insiste: Este aspecto es “crucial” porque los números telefónicos entregados por los informantes permiten a los gobiernos de México y Estados Unidos rastrear la ubicación de quienes los usan y grabar conversaciones que después resultan esenciales para la elaboración de operaciones de desmantelamiento de grupos criminales.
“Las intervenciones telefónicas se hacen siempre bajo la aprobación judicial de las autoridades del país donde la DEA realiza la operación… Las autoridades locales deben dar la autorización”, recalca Braun.
La definición de una estrategia de inteligencia por medio de los informantes es la misión más importante y difícil para los agentes de la DEA en países como México. El papel de un agente de la DEA en México “no es asistir a los cocteles o a las fiestas sociales” que se organizan en la embajada de Estados Unidos, dice con cierta ironía.
Aclara que la agencia “no le pide a ningún gobierno extranjero hacer el trabajo sucio; lo que hace es compartir la información. Cuando recibe tips de sus oficinas centrales, pide a sus contrapartes del país anfitrión que las corroboren o investiguen”.
Según Braun en el combate al narcotráfico mexicano los informantes son indispensables y aclara que la DEA cuenta también con decenas de infiltrados en las células de los cárteles de Sinaloa, del Golfo, de Los Zetas, de Tijuana y de La Familia Michoacana asentadas en territorio estadunidense, sobre todo en las comunidades hispana y mexicana.
“Los inmigrantes se mueven constantemente de ida y vuelta entre Estados Unidos y México. Cuando la DEA conduce las intervenciones telefónicas con la venia de alguna corte local es fácil desarrollar sistemas de inteligencia. Con las evidencias en mano es fácil implicar (como informantes) a ciudadanos mexicanos que están involucrados en el tráfico de drogas”, indica Braun.
En este contexto, la DEA comparte información de inteligencia con la PGR y la SSP para ayudarlas a identificar números telefónicos “sospechosos” así como a personas dentro de México. “Cuando la DEA entrega la información a las contrapartes mexicanas y éstas la confirman, pueden desarrollar de manera fácil un sistema de detección de llamadas de México a Estados Unidos”.

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