La cirugía estereotáctica funcional, poco difundida en el país
Se aplica en depresión,
agresividad o males obsesivos compulsivos
Mediante técnica
computarizada se elimina la alteración en el cerebro
Apenas una treintena de
neurocirujanos cuenta con el entrenamiento
ANGELES CRUZ MARTINEZ
Opción para enfermos mentales
Falta difusión a cirugía contra padecimientos del sistema
nervioso central
Permite aliviar males siquiátricos como depresión y ansiedad, afirman
médicos
Deploran que sólo se realicen dos o tres procedimientos al año en hospitales
públicos
No es por falta de capacidad, asegura neurocirujano del IMSS
Quirófano del Hospital General de MéxicoFoto Jesús Villaseca
Ángeles Cruz Martínez
Periódico La Jornada
Martes 17 de enero de 2012, p. 2
Martes 17 de enero de 2012, p. 2
Aislamiento social y discriminación es lo menos que sufren las
personas con alguna enfermedad mental, sobre todo cuando a pesar de los
tratamientos médicos no logran el control de los síntomas más graves. Entre 20 y
30 por ciento de los afectados no se ven beneficiados con el uso de fármacos. Lo
peor es que algunos han tomado medidas extremas, como el suicidio, sin saber que
existe la cirugía estereotáctica funcional, que los ayudaría a mejorar su
calidad de vida.
Si bien es limitado el acceso a los servicios de salud mental en el país, lo
es más el conocimiento sobre esa técnica quirúrgica, que se practica desde hace
más de 50 años para aliviar males del sistema nervioso central, entre ellos los
siquiátricos, como la depresión, los trastornos obsesivo-compulsivo y bipolar,
la ansiedad, la agresividad incontrolable, el dolor crónico e incluso los
trastornos de la alimentación (anorexia y bulimia).
La razón de tal desconocimiento es simple: apenas una treintena de
neurocirujanos en México cuenta con entrenamiento especializado en cirugía
estereotáctica funcional y, de éstos, unos 10 han realizado el procedimiento
para aliviar padecimientos mentales.
Dos de ellos son los neurocirujanos Rodolfo Ondarza Rovira y Luis García
Muñoz. El primero atiende en el hospital Ángeles del Pedregal, y el segundo en
los hospitales General de México y de especialidad del Centro Médico Nacional
Siglo XXI del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Cada uno en su ámbito
enfrenta la misma situación: los pacientes siquiátricos no llegan a sus
consultas porque no hay quien les diga de esa opción terapéutica.
Si acaso, agrega García Muñoz, en los hospitales públicos se realizan dos a
tres procedimientos de este tipo por año,
y no es por falta de capacidad, que la hay, sino por la inexistencia de un sistema de referencia eficaz, que debería empezar con los siquiatras, el primer contacto y a veces único de los enfermos con los servicios médicos.
Comentó que en 2010 operó a un paciente de trastorno obsesivo compulsivo. Sus
demás pacientes han padecido de agresividad incontrolable.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) señaló en 2000 que los países
deberían dar relevancia a la atención de los padecimientos mentales, pues en
pocos años podrían representar la principal causa de discapacidad y de años de
vida saludable perdidos.
En México, la Encuesta Nacional de Epidemiología Siquiátrica (2003) aportó la
evidencia más clara de la problemática: 28.6 por ciento de la población presenta
un trastorno mental alguna vez en su vida; de ella, 14 por ciento lo reportó en
el último año y 5.8 en los 30 días previos a la entrevista.
Los más frecuentes son la ansiedad, los trastornos por uso de sustancias y
los afectivos, entre los cuales están la depresión y la bipolaridad.
Nosocomio de EcatepecFoto Marco
Peláez
Las opciones terapéuticas para el control de estos males y otros, como el
dolor crónico y los trastornos alimentarios, son diversas e incluyen sicoterapia
y medicamentos. De éstos últimos, la industria farmacéutica continuamente da a
conocer novedosos avances farmacológicos para mejorar el control de los
padecimientos, comentó Ondarza Rovira.
Hubo una época en la década de los 70 en que se planteó la posibilidad de
alcanzar la cura con el uso de medicamentos. El tiempo demostró que no era
posible, indicó el especialista. La mayoría de enfermos reporta mejoras
sustanciales en el control de los síntomas, pero queda otro grupo, de 20 a 30
por ciento del total, que por diversas razones no se ve beneficiado con esas
terapias.
Esos casos con historia comprobada de terapias diversas sin éxito serían los
candidatos a la cirugía estereotáctica funcional, recomendada primero por el
siquiatra y luego por un equipo multidisciplinario de médicos que debe evaluar
al enfermo y su expediente antes de autorizar el procedimiento quirúrgico.
La cirugía estereotáctica funcional también se utiliza comúnmente para el
control de enfermedades funcionales como el mal de Parkinson y la epilepsia.
Ondarza Rovira explicó que es un procedimiento de invasión mínima, planeada
con técnicas de neuronavegación y computarizadas, que guían al cirujano hacia el
interior del cerebro, las zonas profundas, hasta el punto exacto donde se
localiza la alteración causante de enfermedad.
Con una precisión milimétrica de más/menos uno, explicó Ondarza, es posible
interrumpir los circuitos nerviosos y eliminar los síntomas más graves de los
padecimientos. En el caso de la epilepsia, se puede hablar incluso de la cura
total en algunos pacientes, aseguró.
Recordó que por las expectativas que generaron los medicamentos, la cirugía
estereotáctica funcional prácticamente desapareció. Coincidió, además, con una
polémica por las dudas sobre su eficacia, la cual se resolvió favorablemente con
el trabajo de una comisión de investigación biomédica en Estados Unidos.
Ese organismo verificó que la cirugía estereotáctica funcional es eficaz. Se
siguió practicando y cobró auge con el advenimiento de los sistemas
computarizados para estudios de tomografía, resonancia magnética y sistemas
robóticos.
Se amplió la cantidad de aplicaciones y en la actualidad la operación también
se utiliza para localizar enfermedades vasculares, malformaciones
arteriovenosas, tumores cerebrales y lesiones quísticas, entre otras.
Para los trastornos siquiátricos, lo más importante es que los afectados
pueden reincorporarse a la sociedad, a sus trabajos y actividades normales, pues
su mejoría es de 80 por ciento. Ondarza reconoció que algunos requerirán
continuar con medicación, pero con mejores resultados en su calidad de vida.
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