"No es posible que traigan como celebridad a alguien que cometió tantos crímenes": alumnos a Salinas
“Los universitarios de la UDLAP si tenemos memoria y no es posible que traigan como celebridad UDLAP, a alguien que cometió tantos crímenes”, externo una de las alumnas con letrero en mano.
Los alumnos de la Universidad de las Américas Puebla se manifestaron en rechazó por la presencia del ex presidente Carlos Salinas de Gortari con un letrero en el que se leía: “Los Universitarios de la UDLAP si tenemos memoria”.
Los universitarios se apostaron al frente del auditorio donde Salinas de Gortari, presentó su libro “¿Qué hacer? En una alternativa ciudadana”, que impartió en el auditorio de la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP) en la conferencia de celebridades de Otoño.
“Los universitarios de la UDLAP si tenemos memoria y no es posible que traigan como celebridad UDLAP, a alguien que cometió tantos crímenes”, externo una de las alumnas con letrero en mano.
Debido a esta manifestación el ex presidente salió por la puerta trasera del auditorio para ofrecer una rueda de prensa a medios de comunicación acompañado por el rector de la Universidad, Luis Ernesto Derbez.
Solá y las piedras
A campaña de Josefina Vázquez Mota, que Solá coordina ha estado "llena" de espacios públicos vacíos, spots de televisión que rayan en lo tétrico y un manejo inadecuado de la imagen
¡Y es que con una buena presentación y con una publicidad bien planificada, se pueden vender hasta las piedras! Si, con esos dos elementos, presentación y buena estrategia publicitaria, se pueden vender hasta las piedras; para muestra basta un botón. En el año de 1975, un joven de nombre Gary Dahl, ideó un extraño pero efectivo negocio; inventó la "Piedra Mascota" ¡Vaya disparate! ¡¿Piedra Mascota?! Pues si, resulta que ese disparate le dejó una enorme fortuna a Gary en tan sólo seis meses; si, leíste bien, Gary Dahl se hizo millonario en sólo seis meses, vendiendo piedras. Su original producto consistía en: 1) una pequeña piedra de río común y corriente, de ésas que no tienen esquinas, sino que son bien redondeadas, de ésas que abundan incluso en muchas calles empedradas de nuestro País; 2) una pequeña caja de cartón con algunos agujeros, como para que pudiera respirar la piedrita (y no se fuera a ahogar ¡Háganme el favor!) misma que además tenía un relleno como de virutas de madera o paja para que, a manera de nido, diera cobijo a la roca; y 3) un pequeño manual de "Instrucciones" de como cuidar a tu piedra mascota ¡Cómo para evitar que se te fuera a morir! Este producto, se vendió al precio de 3.95 Dólares, y se vendieron en total 1,500,000 unidades...
Y es que el "Genio de las campañas políticas" Antonio Solá, al parecer no conoce la historia del párrafo anterior y no sólo no puede vender la piedra, si no que por el contrario, ha conseguido que la piedra no la quiera nadie ni regalada. La campaña de Josefina Vázquez Mota, que Solá coordina ha estado "llena" de espacios públicos vacíos, spots de televisión que rayan en lo tétrico y un manejo inadecuado de la imagen de la Candidata (voz y apariencia poco agradables); por lo que a pesar de la "amistad" que tiene con Josefina Vázquez Mota y a pesar de que el anuncio de que Antonio Solá sería el encargado de coordinar la campaña de la candidata del PAN, ahora dados los catastróficos resultados, la misma Josefina Vázquez Mota ha decidido desconocerlo como coordinador de su campaña. El día 26 de marzo de 2012, en entrevista para MVS, con Carmen Aristegui, Sergio Aguayo y otros, Josefina Vázquez Mota, respondiendo a una pregunta de Sergio Aguayo, negó haber contratado a Solá para coordinar su campaña, pero acepto que llevan una amistad; sin embargo, la candidata olvidó que el aviso de que Solá (orquestador de la campaña sucia del 2006 contra López Obrador) sería el coordinador de campaña, se hizo público en muchos medios de comunicación el mismo día 5 de febrero de 2012, día en el que obtenía la candidatura por el PAN a la Presidencia de la República; pero ahora, aprovechando la cercanía de los Días Santos, literalmente desconoce a Solá, como Pedro desconoció a Cristo.
¿Pero todas las desgracias de la campaña de Josefina Vázquez Mota, se deberán a que Solá la dejó sola? A pesar de todos los fracasos que ha experimentado la candidata del PAN durante su campaña, es difícil pensar que toda la culpa sea del inepto de Solá, que no sabe vender piedras; tal vez sea de las piedras en el camino, que por lo visto, Solá no sabe como y a lo mejor de plano no podrá quitar. Y es que en esa misma entrevista mencionada en el párrafo anterior, se hace un comentario del famoso caso de las llamadas "privadas" de Josefina Vázquez Mota que fueron grabadas, por según ella, Genaro García Luna, Secretario de Seguridad Pública y Alejandra Sota, Vocera de la Presidencia; en donde por cierto comenta que es un delito contra ella y que mejor se dediquen a grabar al Chapo; y así, Josefina descubrió la primera piedra en el camino: Felipe Calderón; quien al parecer está orquestando una campaña de desprestigio contra su "candidata"; y aunque esto último no lo puedo asegurar, pues hay que tratar de recordar la reunión entre Felipe Calderón y Joaquín Coldwell (28 Feb. 2012), de la que no se sabe a ciencia cierta de que hablaron, pero de la que Coldwell salió muy complacido; y al parecer así se descubre la segunda piedra: El PRI ¿Qué va a ganar el uno y el otro? Porque los acuerdos de este tipo nunca se hacen de a gratis o nomás de buena voluntad ¿Con qué sellaron el pacto? No falta mucho tiempo para averiguarlo... Por lo visto en este caso, es indispensable remover las dos piedras que estorban, que son grandes y pesadas, para intentar vender la piedra pequeña que quiere posicionar Antonio Solá; pero si esas dos grandes piedras, a parte de su tamaño, están pegadas con lodo, va a ser muy difícil para Solá quitarlas de su camino.
... Gary Dahl se hizo rico vendiendo pequeñas piedras, y eso que él no era un genio de los negocios o del marketing; y lo más curioso del caso, es que se dice que cuando concibió la idea de la "Piedra Mascota", Gary estaba borracho. Por lo visto ha de ser más fácil vender piedras pequeñas, que tratar de remover las grandes y estorbosas... Si Gary Dahl, hubiera tenido que quitar dos enormes rocas, para poder sacar la piedra pequeña, a lo mejor la "Piedra Mascota" nunca habría existido.
Elección 2012: Última llamada, última oportunidad
Si volviera el PRI o si continuara el PAN en el poder, serían otros seis largos años terribles para México
Estoy convencido de que la oportunidad que tenemos para cambiar al país el próximo primero de julio, es la última que tendremos. Al menos la última por un largo periodo de tiempo. Sí, aunque suene fatalista, estoy convencido de que es ahora o nunca, o si se quiere, para ser menos dramático, es ahora o en un futuro bastante lejano.
Si volviera el PRI o si continuara el PAN en el poder, serían otros seis largos años terribles para México, serían seis años no sólo perdidos, sino en los que quizá la derecha terminaría con lo poco que queda de país y nos sumiría en una barbarie atroz de la que sería aún más difícil de salir de lo que ya de por sí es ahora. El triunfo de Peña o de Vázquez Mota terminaría por afianzar y fortalecer el bipartidismo de derecha que le cancelaría la oportunidad de un futuro digno a las próximas generaciones.
El país difícilmente soportará un sexenio más con todos los padecimientos que hoy le aquejan: violencia, inseguridad, pobreza, corrupción, marginación, falta de una democracia auténtica y un largo etcétera.
Pero también, como nunca, tenemos una excelente opción para darle un giro de 180° a la historia, y no es cualquier opción. La opción progresista y democrática cuenta con todos los ingredientes necesarios para ser no sólo una opción distinta, sino para convertirse, ya en el poder, en una de las mejores administraciones de la era moderna del país.
La oposición progresista que encabeza Andrés Manuel reúne destacados factores a su favor: tiene un proyecto integral que aborda todos los problemas del país y plantea una solución concreta y viable para cada uno de ellos. Cuenta, además, con la experiencia de gobierno del propio candidato que representa dicho proyecto, a lo que se le suma un excelente equipo de especialistas distinguidos y respetados en cada una de sus áreas que formarían su gabinete. Y no menos importante que su propuesta, su experiencia y su equipo, se cuenta con la limpia trayectoria en materia de honestidad del candidato.
¿Qué más podemos pedir para brindarle a esa opción nuestro voto de confianza? Es una opción con todos los factores necesarios para enfrentar a la derecha y para sacar al país de la terrible decadencia en que esa propia derecha voraz, corrupta e inescrupulosa, lo hundió desde décadas atrás.
Definitivamente sí hay una salida, sí hay alternativa para evitar el terrible sufrimiento que seguirían padeciendo millones si las élites lograran imponer al producto mediático Peña Nieto o a Josefina Vázquez Mota, que representan y significan exactamente lo mismo.
La pregunta realmente es si las mayorías seremos capaces de darnos cuenta de las dos visiones contrapuestas de país que tenemos frente a nosotros y si elegiremos votar por algo distinto, si decidiremos tomar en nuestras manos esta última oportunidad de ponerle punto final al régimen de injusticias y sufrimiento para comenzar a escribir una página nueva de progreso, oportunidades y bienestar para todas y todos, o si, por el contrario, permitiremos que la actual historia de terror se siga escribiendo.
@alfredordz_ en Twitter
Quien puede garantizar un verdadero progreso para México es AMLO
Esta es una de las diferencias de fondo entre Andrés Manuel López Obrador, y Enrique Peña Nieto y Josefina Vázquez Mota, quienes no tienen libertad ni siquiera para designar a sus colaboradores.
Según Barack Obama, la única manera de triunfar sobre el crimen organizado es estar unidos, dijo en compañía de Stephen Harper, mandatario de Canadá, y Felipe Calderón, con quienes se reunió en la Casa Blanca. Sin embargo, la realidad nos muestra que de nada han servido los dieciocho años de estrecha unidad entre los tres países de América del Norte, a fin de contener un problema que no se quiere enfrentar con ánimo de resolverlo, pues para el gobierno estadounidense es fundamental que siempre haya condiciones objetivas que justifiquen su intervencionismo.
Diversos especialistas han reiterado que mientras se mantenga el gran mercado de estupefacientes en la nación vecina, será materialmente imposible contener el trasiego de drogas ilegales, ahora acompañado por otro lucrativo negocio: el contrabando de armas. De ahí que uno de los retos que tendrá el siguiente mandatario mexicano será, sin duda, edificar una relación con Estados Unidos de pleno respeto a nuestros intereses nacionales, lo que implicará encauzar la lucha contra el crimen organizado en su justa dimensión, no convertirlo en la prioridad fundamental de nuestro país, sino darle el tratamiento adecuado.
La prioridad de la sociedad mexicana, ahora y más todavía en los próximos años, no puede ser otra que impulsar un desarrollo social que favorezca un crecimiento sustentable en un entorno de paz y gobernabilidad. Es un imperativo abordar el tema de la seguridad en el marco del desarrollo integral de la región, no como un simple asunto policíaco. En los cinco años de haberse puesto en práctica la Iniciativa Mérida, ha quedado plenamente comprobado que sólo sirvió de mecanismo para que la Casa Blanca interviniera sin tapujos en los asuntos internos de México.
Tal situación es insostenible, porque no tendríamos futuro como nación si el Estado mexicano pierde su capacidad para negociar con Washington una relación bilateral basada en el respeto. Por eso es fundamental que llegue a Los Pinos quien tenga tras de sí el apoyo mayoritario del pueblo, y que sepa y quiera usar ese apoyo con fines patrióticos, no sólo para favorecer intereses particulares y de partido. Obviamente, el único que podría hacerlo es el candidato del Movimiento Progresista, por la sencilla razón de que llegaría al poder sin compromisos irrompibles con la oligarquía, lo cual no podrían hacer los abanderados del PRI y del PAN.
Esta es una de las diferencias de fondo entre Andrés Manuel López Obrador, y Enrique Peña Nieto y Josefina Vázquez Mota, quienes no tienen libertad ni siquiera para designar a sus colaboradores. Si cualquiera de los dos asumiera el mando del país, aunque fuera limpiamente (lo que es muy dudoso), el país entraría en una espiral de mayor violencia y descomposición del tejido social, porque se agudizarían las contradicciones actuales, luego de tres décadas sin crecimiento real y de firme debilitamiento de la estructura productiva de México.
Esto lo saben perfectamente en la Casa Blanca, por eso hay fundadas esperanzas de que actúen con sensatez, pues tal complejidad de la realidad socioeconómica de nuestro país se resentiría negativamente en Estados Unidos. En primer lugar, sería imparable la ola de migrantes indocumentados que buscarían no sólo trabajo, sino refugio en territorio estadounidense. Deben saber que la mejor solución a este problema está en consolidar condiciones de progreso en nuestro suelo, lo que a su vez se traducirá en un firme aislamiento de las bandas delictivas y con ello una reducción del poderío del crimen organizado.
Quien puede garantizar un verdadero progreso de México es el candidato de la izquierda, no sólo por sus firmes convicciones progresistas, ampliamente demostradas cuando fue jefe de Gobierno del Distrito Federal, sino porque no tiene ligas con grupos oligárquicos sólo interesados en ampliar y fortalecer sus privilegios, como si las tienen Peña Nieto y Vázquez Mota. Su trayectoria pública así lo patentiza. De ahí que pueda afirmarse que estamos ante la última oportunidad de revertir una realidad adversa, y emprender la marcha hacia la recomposición del país sobre bases democráticas y progresistas, pues cancelar la vía pacífica del cambio verdadero, sólo desencadenaría una situación caótica de gravísimas consecuencias.
Otro sexenio más de neoliberalismo, de control oligárquico de las instituciones nacionales, de firme intromisión de Washington en los asuntos internos de México, sólo desembocaría en pérdida total de la poca gobernabilidad que aún tenemos los mexicanos, a pesar de tanta violencia e inseguridad pública. Es preciso que se tenga plena conciencia de esta realidad antes de que sea demasiado tarde. Entronizar un bipartidismo reaccionario sería afianzar las bases de un verdadero Estado fallido cuya única salida sería la instauración de una férrea dictadura como las que hubo en el Cono Sur en los años ochenta. Nadie saldría ganando con una realidad tan fatídica y terrible, ni siquiera la oligarquía, la cual quedaría supeditada a intereses trasnacionales.
Diversos especialistas han reiterado que mientras se mantenga el gran mercado de estupefacientes en la nación vecina, será materialmente imposible contener el trasiego de drogas ilegales, ahora acompañado por otro lucrativo negocio: el contrabando de armas. De ahí que uno de los retos que tendrá el siguiente mandatario mexicano será, sin duda, edificar una relación con Estados Unidos de pleno respeto a nuestros intereses nacionales, lo que implicará encauzar la lucha contra el crimen organizado en su justa dimensión, no convertirlo en la prioridad fundamental de nuestro país, sino darle el tratamiento adecuado.
La prioridad de la sociedad mexicana, ahora y más todavía en los próximos años, no puede ser otra que impulsar un desarrollo social que favorezca un crecimiento sustentable en un entorno de paz y gobernabilidad. Es un imperativo abordar el tema de la seguridad en el marco del desarrollo integral de la región, no como un simple asunto policíaco. En los cinco años de haberse puesto en práctica la Iniciativa Mérida, ha quedado plenamente comprobado que sólo sirvió de mecanismo para que la Casa Blanca interviniera sin tapujos en los asuntos internos de México.
Tal situación es insostenible, porque no tendríamos futuro como nación si el Estado mexicano pierde su capacidad para negociar con Washington una relación bilateral basada en el respeto. Por eso es fundamental que llegue a Los Pinos quien tenga tras de sí el apoyo mayoritario del pueblo, y que sepa y quiera usar ese apoyo con fines patrióticos, no sólo para favorecer intereses particulares y de partido. Obviamente, el único que podría hacerlo es el candidato del Movimiento Progresista, por la sencilla razón de que llegaría al poder sin compromisos irrompibles con la oligarquía, lo cual no podrían hacer los abanderados del PRI y del PAN.
Esta es una de las diferencias de fondo entre Andrés Manuel López Obrador, y Enrique Peña Nieto y Josefina Vázquez Mota, quienes no tienen libertad ni siquiera para designar a sus colaboradores. Si cualquiera de los dos asumiera el mando del país, aunque fuera limpiamente (lo que es muy dudoso), el país entraría en una espiral de mayor violencia y descomposición del tejido social, porque se agudizarían las contradicciones actuales, luego de tres décadas sin crecimiento real y de firme debilitamiento de la estructura productiva de México.
Esto lo saben perfectamente en la Casa Blanca, por eso hay fundadas esperanzas de que actúen con sensatez, pues tal complejidad de la realidad socioeconómica de nuestro país se resentiría negativamente en Estados Unidos. En primer lugar, sería imparable la ola de migrantes indocumentados que buscarían no sólo trabajo, sino refugio en territorio estadounidense. Deben saber que la mejor solución a este problema está en consolidar condiciones de progreso en nuestro suelo, lo que a su vez se traducirá en un firme aislamiento de las bandas delictivas y con ello una reducción del poderío del crimen organizado.
Quien puede garantizar un verdadero progreso de México es el candidato de la izquierda, no sólo por sus firmes convicciones progresistas, ampliamente demostradas cuando fue jefe de Gobierno del Distrito Federal, sino porque no tiene ligas con grupos oligárquicos sólo interesados en ampliar y fortalecer sus privilegios, como si las tienen Peña Nieto y Vázquez Mota. Su trayectoria pública así lo patentiza. De ahí que pueda afirmarse que estamos ante la última oportunidad de revertir una realidad adversa, y emprender la marcha hacia la recomposición del país sobre bases democráticas y progresistas, pues cancelar la vía pacífica del cambio verdadero, sólo desencadenaría una situación caótica de gravísimas consecuencias.
Otro sexenio más de neoliberalismo, de control oligárquico de las instituciones nacionales, de firme intromisión de Washington en los asuntos internos de México, sólo desembocaría en pérdida total de la poca gobernabilidad que aún tenemos los mexicanos, a pesar de tanta violencia e inseguridad pública. Es preciso que se tenga plena conciencia de esta realidad antes de que sea demasiado tarde. Entronizar un bipartidismo reaccionario sería afianzar las bases de un verdadero Estado fallido cuya única salida sería la instauración de una férrea dictadura como las que hubo en el Cono Sur en los años ochenta. Nadie saldría ganando con una realidad tan fatídica y terrible, ni siquiera la oligarquía, la cual quedaría supeditada a intereses trasnacionales.
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